¿Puede una máquina imaginar La metamorfosis? José Carlos Yrigoyen cree que no. "No creo que ningún autor con cierto talento deba sentir miedo. Menos los poetas", asegura. Poeta, narrador, crítico literario y profesor de secundaria, Yrigoyen ha transitado distintos géneros con igual solvencia: publicó poemarios como El libro de las señales y Horoskop, novelas como Pequeña novela con cenizas y Orgullosamente solos, y crónicas como Con todo, contra todos, sobre la historia de la selección peruana.
En esta conversación, Yrigoyen no demoniza la inteligencia artificial, pero marca sus límites: puede ayudar a corregir un texto, sí; pero pensar, imaginar y crear son privilegios humanos irrenunciables. "Renunciar a imaginar y pensar es deshumanizarse", sostiene, con la claridad de quien enseña literatura en las aulas y la práctica en sus libros. Más que perseguir a los alumnos como policías, propone confiar en la educación crítica: "No hay detector de IA, ni lo habrá. Tenemos que tratar a los alumnos como personas, no como delincuentes".
Entre advertencias y anécdotas, Yrigoyen defiende la imaginación como un acto profundamente humano, una facultad que ninguna máquina podrá replicar. "Hay un factor humano que va a persistir", dice. "¿A quién le importa una opinión generada por cualquier computadora?"
Julio César: ¿Cómo es tu proceso creativo?
José Carlos: Escribo poesía desde que tengo 22 años. Mis herramientas siempre han sido muy sencillas: una computadora y un procesador de textos. Soy bastante artesanal, como la mayoría de la gente que escribe en este país. No he necesitado mayores lujos que esos, y, bueno, tal vez una botella de Coca-Cola al costado.
Julio César: ¿Y el tránsito de la máquina de escribir?
José Carlos: Empecé en primaria con una máquina de escribir mecánica y terminé la secundaria usando una eléctrica. Ya en 1995-1996 todo cambió: la computadora se volvió parte del proceso y Word era todavía tosco. Llegué a la literatura cuando la computadora ya estaba implementada.
Julio César: ¿Encuentras diferencias en escribir a mano, a máquina o en computadora?
José Carlos: La escritura a mano la tengo completamente atrofiada. Escribo muy mal a mano. Sobre todo para la poesía, donde me lleno de apuntes, imágenes e ideas. Luego me siento, paso en limpio y empiezo a estructurar algo concreto. El trabajo final, y la mayor parte del proceso, lo hago en computadora.
Julio César: ¿Y la inteligencia artificial en concreto? ¿Cómo fue tu primer encuentro?
José Carlos: Cuando unos amigos docentes me mencionaron la IA no imaginé su alcance. Al principio no me interesó probarla. Pero una tarde me animé: usé Claude, le di unas ideas y le pedí que escribiera. Lo hizo inmediatamente, mejor de lo que esperaba en algunos aspectos, pero con una escritura torpe, llena de repeticiones y sin un toque imaginativo. Podía generar un cuento en 20 segundos, lo cual impresiona. Sin embargo, desde un punto de vista creativo, es limitadísima. Con la poesía, olvídate: es un remedo de un remedo, una caricatura.
Julio César: ¿Qué le falta a la IA para alcanzar la creación artística?
José Carlos: Carece de aquello que hace invaluable la condición humana: la irracionalidad, la asociación de ideas ajenas que, de repente, encuentran un camino. Las imágenes que logran ciertos grandes poetas no las puede construir una IA. Para tareas más mecánicas, como esquematizar un contenido, es invaluable. Te ahorra horas. Pero para crear, no.
Julio César: ¿Qué sientes cuando ves imágenes creadas por IA, como el reciente caso del estudio Ghibli?
José Carlos: Lo del estudio Ghibli me parece exagerado. No sé si un estilo llega a ser de la autoría de alguien… He visto imágenes artificiales que en un momento me las he creído. Llegar a confundirte es un logro impresionante. Incluso he visto imágenes muy bellas, pero donde se nota un trabajo creativo que la máquina no ha hecho. Sin orientación humana y pautas creativas en el proceso, seguramente me va a hacer una cosa plana y mustia. Una de las cosas más ricas de escribir es trabajar el lenguaje. Y el lenguaje de la IA tiene limitaciones claras.
Julio César: ¿Puede ser la IA una competencia para los creadores?
José Carlos: No, al menos nunca en poesía. Algunos especialistas coinciden: la IA no tendrá la profundidad ni la forma de la mente humana. Puede generar un best-seller, admito, eso comercialmente puede funcionarte, pero a mí me interesa una literatura con facciones humanas, que pueda traslucir en sus versos o en su historia los vericuetos de nuestra condición. No creo que una IA pueda escribrir un Paradiso de Lezama Lima. Esa hondura no la tiene ni la va a tener. Nosotros mismos somos incapaces de entender cómo una persona puede escribir una obra como "La metamorfosis". No lo entendemos. O sea, el absurdo, la irracionalidad, la desesperación, y la hostilidad del género humano ante ciertas situaciones.
Julio César: ¿Crees entonces que lo inimitable e inalcanzable tiene que ver con la condición humana? Esa cosa inasible, imposible de decodificar, de leer...
José Carlos: Yo comparto, hasta cierto punto, la teoría romántica de los demonios que Vargas Llosa propugnaba. Creo que las historias y la poesía nacen de experiencias que nos marcan y nos transforman, y que deseamos reproducir, expulsar, o exorcizar escribiendo. Los grandes escritores consiguen entrar en territorios oscuros de nuestra fisonomía, de nuestro perfil como seres humanos, y logran deslumbramientos, hallazgos que no son fáciles de obtener. Ejemplos te puedo dar miles, pero pienso en García Márquez o Ribeyro. “Silvio en el rosedal” contiene una sabiduría, una experiencia, una predisposición filosófica hacia el sentido de la existencia. No creo que ninguna máquina pueda emular eso de aquí a muchísimo tiempo, si es que lo hace.
“El mercado ya había degradado el arte mucho antes de la IA”
Julio César: Esa incapacidad o confusión que señalabas para distinguir entre aquello sintético hecho por IA o humano, ¿alterará las formas de consumir arte o poesía?
José Carlos: La degradación del arte y del lenguaje ya comenzó hace tiempo bajo otras formas. El mercado mismo es una forma de degradación, y hay muchos autores que aceptan degradarlo a cambio de ciertos beneficios. El mercado ha destruido el arte plástico: lo ha vuelto una broma. En literatura no ha pasado todavía: aún hay baremos para distinguir la farsa del brillo.
Hay poetas que crean poesía de ocasión para adolescentes y venden muchísimos libros. Sabemos que su valor no es el que se espera. Es un alivio saber que todavía es posible distinguir una literatura de mayor o menor nivel. No sé si la IA terminará destruyendo eso. No lo creo. Seguro saldrán libros escritos por inteligencia artificial, pero lo mejor que podrán aspirar es a un éxito comercial. Y sería interesante ver que un libro escrito por IA venda un millón de ejemplares.
Julio César: Acaba de ganar un concurso de ensayo un libro llamado Hipnocracy, escrito por un tal Jianwei Xun, que no existe...
José Carlos: La pregunta es: ¿quién le dio las pautas a la IA? Ese sería, en todo caso, el autor. Entramos en terrenos porosos: si la pauta es "escribe un libro que venda un millón de ejemplares", ¿el autor es quien diseñó la pauta, la IA o la empresa que programó la IA? Ahí el truco ha sido más bien el impostor falso. Casos más divertidos son el de Carmen Mola, que ganó el Premio Planeta, y que al final resultó ser el seudónimo de tres personas. Eso me parece mucho más interesante que la IA.
Julio César: Y en ese escenario, ¿qué crédito merece la IA?
José Carlos: Como herramienta formal puede ser aceptable. Si le dices: "límpiame este texto de erratas" o "quítale las repeticiones muy cercanas de palabras", no veo problema. Pero pedirle que te escriba directamente el episodio 8 sí me parece que está mal. Eso ya es un engaño.
Julio César: "No me convence esta metáfora, proponme otras cuatro opciones"...
José Carlos: Te va a hacer cuatro pésimas. Peores que las tuyas. Te va a llenar de lugares comunes.
Una vez mi hermano me habló del progreso de la IA y me dijo "quizá en algún momento pueda escribir poesía”. Entonces le hablé de John Berryman, un poeta oscuro que se suicidó, que su papá se mató cuando él tenía 12 años y vio el cuerpo, que fue alcohólico… Su poesía es torturada, nerviosa. Entonces mi hermano le pidió a la IA que escribiera un poema como él. Y nada que ver. Berryman es uno de los autores que ha resumido mejor el miedo y el dolor en toda la poesía norteamericana. Y todo lo que hizo la IA era pésimo.
Julio César: La inteligencia artificial es la síntesis de lo que se ha producido. ¿Te molesta que se utilice la creación humana para entrenarla?
José Carlos: Depende. Si tú me dices: "quiero que escribas ese texto con el estilo de Vargas Llosa", probablemente ni siquiera lo hará bien, porque Vargas Llosa tiene muchos estilos. Pero podría ser una posibilidad. Ahora, si se trabaja directamente con el texto o las imágenes de otra persona, me parecería aceptable solo si se pagan derechos de autor. Si no, sí sería usar un insumo que no te pertenece.
Julio César: Te voy a enseñar dos poemas y te pido que los leas.
José Carlos: [Lee unos instantes.] Es IA.
Julio César: Independientemente de que sea IA, ¿cómo valoras esa creación? Si un alumno de quinto de secundaria te diera este trabajo, ¿qué te parecería?
José Carlos: Si no lo pudiera detectar, diría que no está mal. Tampoco es una maravilla. Está bien, es correcto. Para un chico de quinto de secundaria, un buen comienzo. Para un poeta profesional, es mediocre.
Julio César: ¿Reconoces algún rasgo de tu obra en el poema?
José Carlos: No, esto no puede ser mío de ninguna manera. Tiene algo que me recuerda a la forma fluida de Cavafis. Podría ser una imitación de Cavafis.
Julio César: Esta provocación partió de pedirle a una inteligencia artificial que se inspire en tu estilo. Le pedí además que justificara el poema:
"Poema construido como una imitación del tono íntimo, doméstico y elegíaco que Yrigoyen maneja en textos como Esta mañana con Beatriz Seguren, Álbum familiar o Apunte para un poema sobre el matrimonio, donde lo cotidiano se vuelve símbolo de algo más profundo: la pérdida, la imposibilidad de reparación, la grieta entre generaciones y el tiempo como ruina."
José Carlos: La justificación es bastante acertada, pero el resultado es malo. ¿Eso es ChatGPT?
Julio César: Sí.
José Carlos: Como poeta, es muy malo. Como analista, lo paso. No está nada mal. Estoy de acuerdo en gran medida con lo que dice.
Julio César: La justificación del segundo poema dice:
"Este poema mantiene el tono de relato íntimo y sórdido, característico de muchos textos de Yrigoyen, en los que el deseo no se consuma, sino que se deforma en la espera o la culpa. El hablante no es un observador heroico, sino alguien que está al borde del acto y luego se retira o es expulsado de él. Esta frustración convierte la escena en plegaria silenciosa, de ahí el título Oración."
José Carlos: Me voy a llevar eso. [Risas]
No me voy a retractar de nada, porque la poesía sigue siendo muy mala, pero nadie había dicho algo tan cierto sobre la primera etapa de lo que escribía: donde el deseo no se consuma, sino que se deforma en la espera o la culpa. Sí, es completamente verdad. Y está muy bien dicho.
Te has dado cuenta: la IA intenta tomar ciertas palabras características y ciertas imágenes —no muy creativas— e intenta construir un poema. Pero es muy narrativo, muy explicativo, muy descriptivo. No hay un vuelo, no hay un momento en que conmueva. Quizá hay algo de tensión, pero nada que se parezca a lo que hago.
Julio César: ¿Qué te ha parecido este ejercicio insolente de querer imitarte con IA?
José Carlos: Que en unos pocos segundos pueda hacer esto me hace pensar que quizá en un tiempo —no en la literatura ni en el arte— pero en el periodismo sí sea una posibilidad. Sobre todo en algunos periódicos: ahí mejor pones a la inteligencia artificial, que te haga lo mismo y gratis. Es ciertamente un peligro para ciertas profesiones.
Julio César: ¿Cómo educar la creatividad en este escenario? ¿Qué debe hacer, decir, pensar un profesor?
José Carlos: Primero, no hay que tener tanto miedo. Siempre hubo estudiantes flojos: ellos siempre encontrarán una alternativa para no trabajar. Esta vez se sacaron la lotería, pero antes también había trampas. El 80% de los alumnos quiere aprender. Quiere hacer su trabajo. Hay autoestima en ellos, y a veces olvidamos eso.
A veces me da pena interrogar a un alumno que no tiene ni idea de lo que ha entregado. Les da vergüenza. Se dan cuenta del error.
Segundo: pueden usar IA para cuestiones prácticas. No me molesta que le pregunten: "búscame las palabras que le faltan una tilde". O que busquen referencias. Los chicos no siempre tienen recursos en casa. Preguntar a la IA cómo abordar un tema, perfecto. Pero las ideas, las propuestas, la perspectiva crítica, deben ser propias.
Julio César: ¿Hay que temer algo del futuro cercano con la IA?
José Carlos: El problema mayor no es que la IA haga novelas de misterio vendidas en masa. El problema es que puede anular el pensamiento crítico, que ya está bastante deteriorado. Sumado a la falta de lectura, a la falta de estímulos fuertes, pedirle una opinión a una IA es acelerar esa destrucción.
Julio César: ¿Alguna manera de evitar ese destino?
José Carlos: Aburrirse. Mi generación se aburría mucho. Teníamos tres canales de televisión, radio, y una ciudad ochentera aburridísima y pobretona. Por ahí tenías un libro. Pero la creación y la imaginación nacen del aburrimiento. Una persona muy ocupada no puede crear. Hoy los chicos no se aburren nunca. Los llenan de talleres para mantenerlos ocupados. El aburrimiento tiene mala prensa. Y es lo mejor que le puede pasar a una persona.
[Entrevista realizada el 23 de abril de 2025]
Cada entrevista nos invita a pensar en ejercicios que podemos aplicar en clase. Como complemento, les ofrecemos una ficha didáctica con dos sugerencias que pueden servir para activar el pensamiento creativo en el aula.
¿Se animan a contarnos qué les parece o sugerirnos otras actividades que pongan en práctica?
¿Puede una máquina imaginar La metamorfosis? José Carlos Yrigoyen cree que no. “No creo que ningún autor con cierto talento deba sentir miedo. Menos los poetas”, asegura. Poeta, narrador, crítico literario y profesor de secundaria, Yrigoyen ha transitado distintos géneros con igual solvencia: publicó poemarios como El libro de las señales y Horoskop, novelas como Pequeña novela con cenizas y Orgullosamente solos, y crónicas como Con todo, contra todos, sobre la historia de la selección peruana.
En esta conversación, Yrigoyen no demoniza la inteligencia artificial, pero marca sus límites: puede ayudar a corregir un texto, sí; pero pensar, imaginar y crear son privilegios humanos irrenunciables. “Renunciar a imaginar y pensar es deshumanizarse”, sostiene, con la claridad de quien enseña literatura en las aulas y la práctica en sus libros. Más que perseguir a los alumnos como policías, propone confiar en la educación crítica: “No hay detector de IA, ni lo habrá. Tenemos que tratar a los alumnos como personas, no como delincuentes”.
Entre advertencias y anécdotas, Yrigoyen defiende la imaginación como un acto profundamente humano, una facultad que ninguna máquina podrá replicar. “Hay un factor humano que va a persistir”, dice. “¿A quién le importa una opinión generada por cualquier computadora?”
Julio César: ¿Cómo es tu proceso creativo?
José Carlos: Escribo poesía desde que tengo 22 años. Mis herramientas siempre han sido muy sencillas: una computadora y un procesador de textos. Soy bastante artesanal, como la mayoría de la gente que escribe en este país. No he necesitado mayores lujos que esos, y, bueno, tal vez una botella de Coca-Cola al costado.
Julio César: ¿Y el tránsito de la máquina de escribir?
José Carlos: Empecé en primaria con una máquina de escribir mecánica y terminé la secundaria usando una eléctrica. Ya en 1995-1996 todo cambió: la computadora se volvió parte del proceso y Word era todavía tosco. Llegué a la literatura cuando la computadora ya estaba implementada.
Julio César: ¿Encuentras diferencias en escribir a mano, a máquina o en computadora?
José Carlos: La escritura a mano la tengo completamente atrofiada. Escribo muy mal a mano. Sobre todo para la poesía, donde me lleno de apuntes, imágenes e ideas. Luego me siento, paso en limpio y empiezo a estructurar algo concreto. El trabajo final, y la mayor parte del proceso, lo hago en computadora.
Julio César: ¿Y la inteligencia artificial en concreto? ¿Cómo fue tu primer encuentro?
José Carlos: Cuando unos amigos docentes me mencionaron la IA no imaginé su alcance. Al principio no me interesó probarla. Pero una tarde me animé: usé Claude, le di unas ideas y le pedí que escribiera. Lo hizo inmediatamente, mejor de lo que esperaba en algunos aspectos, pero con una escritura torpe, llena de repeticiones y sin un toque imaginativo. Podía generar un cuento en 20 segundos, lo cual impresiona. Sin embargo, desde un punto de vista creativo, es limitadísima. Con la poesía, olvídate: es un remedo de un remedo, una caricatura.
Julio César: ¿Qué le falta a la IA para alcanzar la creación artística?
José Carlos: Carece de aquello que hace invaluable la condición humana: la irracionalidad, la asociación de ideas ajenas que, de repente, encuentran un camino. Las imágenes que logran ciertos grandes poetas no las puede construir una IA. Para tareas más mecánicas, como esquematizar un contenido, es invaluable. Te ahorra horas. Pero para crear, no.
Julio César: ¿Qué sientes cuando ves imágenes creadas por IA, como el reciente caso del estudio Ghibli?
José Carlos: Lo del estudio Ghibli me parece exagerado. No sé si un estilo llega a ser de la autoría de alguien… He visto imágenes artificiales que en un momento me las he creído. Llegar a confundirte es un logro impresionante. Incluso he visto imágenes muy bellas, pero donde se nota un trabajo creativo que la máquina no ha hecho. Sin orientación humana y pautas creativas en el proceso, seguramente me va a hacer una cosa plana y mustia. Una de las cosas más ricas de escribir es trabajar el lenguaje. Y el lenguaje de la IA tiene limitaciones claras.
Julio César: ¿Puede ser la IA una competencia para los creadores?
José Carlos: No, al menos nunca en poesía. Algunos especialistas coinciden: la IA no tendrá la profundidad ni la forma de la mente humana. Puede generar un best-seller, admito, eso comercialmente puede funcionarte, pero a mí me interesa una literatura con facciones humanas, que pueda traslucir en sus versos o en su historia los vericuetos de nuestra condición. No creo que una IA pueda escribrir un Paradiso de Lezama Lima. Esa hondura no la tiene ni la va a tener. Nosotros mismos somos incapaces de entender cómo una persona puede escribir una obra como “La metamorfosis”. No lo entendemos. O sea, el absurdo, la irracionalidad, la desesperación, y la hostilidad del género humano ante ciertas situaciones.
Julio César: ¿Crees entonces que lo inimitable e inalcanzable tiene que ver con la condición humana? Esa cosa inasible, imposible de decodificar, de leer…
José Carlos: Yo comparto, hasta cierto punto, la teoría romántica de los demonios que Vargas Llosa propugnaba. Creo que las historias y la poesía nacen de experiencias que nos marcan y nos transforman, y que deseamos reproducir, expulsar, o exorcizar escribiendo. Los grandes escritores consiguen entrar en territorios oscuros de nuestra fisonomía, de nuestro perfil como seres humanos, y logran deslumbramientos, hallazgos que no son fáciles de obtener. Ejemplos te puedo dar miles, pero pienso en García Márquez o Ribeyro. “Silvio en el rosedal” contiene una sabiduría, una experiencia, una predisposición filosófica hacia el sentido de la existencia. No creo que ninguna máquina pueda emular eso de aquí a muchísimo tiempo, si es que lo hace.
“El mercado ya había degradado el arte mucho antes de la IA”
Julio César: Esa incapacidad o confusión que señalabas para distinguir entre aquello sintético hecho por IA o humano, ¿alterará las formas de consumir arte o poesía?
José Carlos: La degradación del arte y del lenguaje ya comenzó hace tiempo bajo otras formas. El mercado mismo es una forma de degradación, y hay muchos autores que aceptan degradarlo a cambio de ciertos beneficios. El mercado ha destruido el arte plástico: lo ha vuelto una broma. En literatura no ha pasado todavía: aún hay baremos para distinguir la farsa del brillo.
Hay poetas que crean poesía de ocasión para adolescentes y venden muchísimos libros. Sabemos que su valor no es el que se espera. Es un alivio saber que todavía es posible distinguir una literatura de mayor o menor nivel. No sé si la IA terminará destruyendo eso. No lo creo. Seguro saldrán libros escritos por inteligencia artificial, pero lo mejor que podrán aspirar es a un éxito comercial. Y sería interesante ver que un libro escrito por IA venda un millón de ejemplares.
Julio César: Acaba de ganar un concurso de ensayo un libro llamado Hipnocracy, escrito por un tal Jianwei Xun, que no existe…
José Carlos: La pregunta es: ¿quién le dio las pautas a la IA? Ese sería, en todo caso, el autor. Entramos en terrenos porosos: si la pauta es “escribe un libro que venda un millón de ejemplares”, ¿el autor es quien diseñó la pauta, la IA o la empresa que programó la IA? Ahí el truco ha sido más bien el impostor falso. Casos más divertidos son el de Carmen Mola, que ganó el Premio Planeta, y que al final resultó ser el seudónimo de tres personas. Eso me parece mucho más interesante que la IA.
Julio César: Y en ese escenario, ¿qué crédito merece la IA?
José Carlos: Como herramienta formal puede ser aceptable. Si le dices: “límpiame este texto de erratas” o “quítale las repeticiones muy cercanas de palabras”, no veo problema. Pero pedirle que te escriba directamente el episodio 8 sí me parece que está mal. Eso ya es un engaño.
Julio César: “No me convence esta metáfora, proponme otras cuatro opciones”…
José Carlos: Te va a hacer cuatro pésimas. Peores que las tuyas. Te va a llenar de lugares comunes.
Una vez mi hermano me habló del progreso de la IA y me dijo “quizá en algún momento pueda escribir poesía”. Entonces le hablé de John Berryman, un poeta oscuro que se suicidó, que su papá se mató cuando él tenía 12 años y vio el cuerpo, que fue alcohólico… Su poesía es torturada, nerviosa. Entonces mi hermano le pidió a la IA que escribiera un poema como él. Y nada que ver. Berryman es uno de los autores que ha resumido mejor el miedo y el dolor en toda la poesía norteamericana. Y todo lo que hizo la IA era pésimo.
Julio César: La inteligencia artificial es la síntesis de lo que se ha producido. ¿Te molesta que se utilice la creación humana para entrenarla?
José Carlos: Depende. Si tú me dices: “quiero que escribas ese texto con el estilo de Vargas Llosa”, probablemente ni siquiera lo hará bien, porque Vargas Llosa tiene muchos estilos. Pero podría ser una posibilidad. Ahora, si se trabaja directamente con el texto o las imágenes de otra persona, me parecería aceptable solo si se pagan derechos de autor. Si no, sí sería usar un insumo que no te pertenece.
Julio César: Te voy a enseñar dos poemas y te pido que los leas.
José Carlos: [Lee unos instantes.] Es IA.
Julio César: Independientemente de que sea IA, ¿cómo valoras esa creación? Si un alumno de quinto de secundaria te diera este trabajo, ¿qué te parecería?
José Carlos: Si no lo pudiera detectar, diría que no está mal. Tampoco es una maravilla. Está bien, es correcto. Para un chico de quinto de secundaria, un buen comienzo. Para un poeta profesional, es mediocre.
Julio César: ¿Reconoces algún rasgo de tu obra en el poema?
José Carlos: No, esto no puede ser mío de ninguna manera. Tiene algo que me recuerda a la forma fluida de Cavafis. Podría ser una imitación de Cavafis.
Julio César: Esta provocación partió de pedirle a una inteligencia artificial que se inspire en tu estilo. Le pedí además que justificara el poema:
“Poema construido como una imitación del tono íntimo, doméstico y elegíaco que Yrigoyen maneja en textos como Esta mañana con Beatriz Seguren, Álbum familiar o Apunte para un poema sobre el matrimonio, donde lo cotidiano se vuelve símbolo de algo más profundo: la pérdida, la imposibilidad de reparación, la grieta entre generaciones y el tiempo como ruina.”
José Carlos: La justificación es bastante acertada, pero el resultado es malo. ¿Eso es ChatGPT?
Julio César: Sí.
José Carlos: Como poeta, es muy malo. Como analista, lo paso. No está nada mal. Estoy de acuerdo en gran medida con lo que dice.
Julio César: La justificación del segundo poema dice:
“Este poema mantiene el tono de relato íntimo y sórdido, característico de muchos textos de Yrigoyen, en los que el deseo no se consuma, sino que se deforma en la espera o la culpa. El hablante no es un observador heroico, sino alguien que está al borde del acto y luego se retira o es expulsado de él. Esta frustración convierte la escena en plegaria silenciosa, de ahí el título Oración.”
José Carlos: Me voy a llevar eso. [Risas]
No me voy a retractar de nada, porque la poesía sigue siendo muy mala, pero nadie había dicho algo tan cierto sobre la primera etapa de lo que escribía: donde el deseo no se consuma, sino que se deforma en la espera o la culpa. Sí, es completamente verdad. Y está muy bien dicho.
Te has dado cuenta: la IA intenta tomar ciertas palabras características y ciertas imágenes —no muy creativas— e intenta construir un poema. Pero es muy narrativo, muy explicativo, muy descriptivo. No hay un vuelo, no hay un momento en que conmueva. Quizá hay algo de tensión, pero nada que se parezca a lo que hago.
Julio César: ¿Qué te ha parecido este ejercicio insolente de querer imitarte con IA?
José Carlos: Que en unos pocos segundos pueda hacer esto me hace pensar que quizá en un tiempo —no en la literatura ni en el arte— pero en el periodismo sí sea una posibilidad. Sobre todo en algunos periódicos: ahí mejor pones a la inteligencia artificial, que te haga lo mismo y gratis. Es ciertamente un peligro para ciertas profesiones.
Julio César: ¿Cómo educar la creatividad en este escenario? ¿Qué debe hacer, decir, pensar un profesor?
José Carlos: Primero, no hay que tener tanto miedo. Siempre hubo estudiantes flojos: ellos siempre encontrarán una alternativa para no trabajar. Esta vez se sacaron la lotería, pero antes también había trampas. El 80% de los alumnos quiere aprender. Quiere hacer su trabajo. Hay autoestima en ellos, y a veces olvidamos eso.
A veces me da pena interrogar a un alumno que no tiene ni idea de lo que ha entregado. Les da vergüenza. Se dan cuenta del error.
Segundo: pueden usar IA para cuestiones prácticas. No me molesta que le pregunten: “búscame las palabras que le faltan una tilde”. O que busquen referencias. Los chicos no siempre tienen recursos en casa. Preguntar a la IA cómo abordar un tema, perfecto. Pero las ideas, las propuestas, la perspectiva crítica, deben ser propias.
Julio César: ¿Hay que temer algo del futuro cercano con la IA?
José Carlos: El problema mayor no es que la IA haga novelas de misterio vendidas en masa. El problema es que puede anular el pensamiento crítico, que ya está bastante deteriorado. Sumado a la falta de lectura, a la falta de estímulos fuertes, pedirle una opinión a una IA es acelerar esa destrucción.
Julio César: ¿Alguna manera de evitar ese destino?
José Carlos: Aburrirse. Mi generación se aburría mucho. Teníamos tres canales de televisión, radio, y una ciudad ochentera aburridísima y pobretona. Por ahí tenías un libro. Pero la creación y la imaginación nacen del aburrimiento. Una persona muy ocupada no puede crear. Hoy los chicos no se aburren nunca. Los llenan de talleres para mantenerlos ocupados. El aburrimiento tiene mala prensa. Y es lo mejor que le puede pasar a una persona.
[Entrevista realizada el 23 de abril de 2025]
Cada entrevista nos invita a pensar en ejercicios que podemos aplicar en clase. Como complemento, les ofrecemos una ficha didáctica con dos sugerencias que pueden servir para activar el pensamiento creativo en el aula.
¿Se animan a contarnos qué les parece o sugerirnos otras actividades que pongan en práctica?
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Su frase “Renunciar a imaginar y pensar es deshumanizarse” es poderosa. Es un llamado a no perder nuestra capacidad crítica ni creativa, justo en una era donde algunas personas prefieren que una máquina decida o escriba por ellas. Buena entrevista.