Muy cierto Francisca, la IA es una excelente herramienta que permite que nuestra labor docente se fortalezca, permitiendo entre otras cosas gestionar adecuadamente nuestro tiempo, fortalecer nuestra creatividad, organizar nuestras actividades y ayudar a nuestros estudiantes a mejorar sus aprendizajes, sin embargo los riesgos se vuelven latentes si no fortalecemos la cultura digital de nuestros estudiantes y no los retamos a fortalecer sus procesos cognitivos, entre ellos el juicio crítico.

Estimados amigos y colegas. Considero que la IA realmente es un gran complemento que nos facilita el trabajo en cuestión de tiempo y organización; sin embargo, ninguna máquina podría reemplazar el calor humano, la cercanía, la mirada y sonrisa de satisfacción que sentimos frente a nuestros chicos y viceversa, cuando van logrando sus metas.
Considero que los riesgos tienen que ver con el entorno, con la brecha digital aún existente en las familias y entorno escolar, o en todo caso la dependencia absoluta de estas herramientas que conllevaría a que el ser humano se mecanice y pierda su verdadera esencia para lo que fue creado.

Coincido plenamente contigo estimada Maruja en que la inteligencia artificial debe ser una aliada estratégica del docente, nunca un reemplazo de su esencia.
Las potencialidades que la IA ofrece al proceso educativo son múltiples: desde la búsqueda de información, el diseño de actividades, la creación de recursos personalizados, hasta la organización de espacios de aprendizaje más dinámicos y accesibles. Estas herramientas pueden enriquecer nuestra labor si se integran con visión pedagógica, ética y crítica.
Como docentes, nuestra responsabilidad es doble: aprovechar las oportunidades que brinda la IA y formar a nuestros estudiantes en su uso consciente y reflexivo.

Gracias Maruja por compartirnos tu reflexión. Coincido en que el trabajo en equipo docente fortalece la calidad del aprendizaje al promover coherencia, inclusión e innovación. En nuestra Institución Educativa fortalecemos el trabajo en equipo a través de horas colegiadas, actividades interdisciplinarias y semanas de gestión.
Las buenas prácticas que nos mencionas (como el diálogo, la distribución equitativa de roles y el reconocimiento mutuo) son claves para construir una comunidad educativa sólida y centrada en el estudiante.