¿Qué tal si se puede nutrir el vocabulario?

El nivel de comprensión lectora en el Perú no es el mejor. Según la última prueba Pisa 2018 realizada por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), nos ubicamos en el puesto 64 de 77 países latinoamericanos. Esto representa una situación catastrófica, pues si los estudiantes no entienden lo que leen, entonces tienen muy limitado su desarrollo actual y su futuro en diferentes esferas.  

El lenguaje es un instrumento cognitivo (Vigotsky), es decir, nos habilita diferentes formas de pensar a través de conexiones entre conceptos, imágenes y sensaciones que se manifiestan con palabras. La palabra nutre al lenguaje y potencia el pensamiento. 

Hace poco leí una frase de un libro que me hizo pensar en este tema: «La enseñanza eficaz del vocabulario es un regalo» (Fisher & Fisher, 2018).

Qué tal si en este post averiguamos cómo ayudar a mejorar la comprensión lectora a partir de una variable: el vocabulario. Vamos a nutrir ese repertorio con el que podemos nombrar las cosas que nos rodean, construir ideas, expresar sensaciones, etc. 

Este aprendizaje debe comenzar desde una edad temprana y con una exposición generosa: muchas, muchas, muchas palabras para aprovechar la capacidad receptiva y provocar un vocabulario poderoso.  Fisher & Fisher enfatizan que los estudiantes deben tener esa experiencia receptiva con las palabras desde el principio, incluso si el nivel expresivo ocurre más tarde. El acceso es igual al éxito y, cuanto antes, mejor, precisan (2018, p. 33).

El aprendizaje actual del vocabulario, a diferencia de cómo se impartía en el siglo pasado (por medio de dictados y listas para memorizar) debe ser relevante y auténtico: «justo a tiempo» versus «por si acaso». 

La práctica del vocabulario, en esencia, debe ser una oportunidad de aprendizaje profundo. Las palabras se incorporan en una caja de herramientas de vocabulario, y cuando mejor es la variedad y el nivel del vocabulario —conforme los niños y las niñas crezcan— se les abrirán más ventanas de oportunidades para acceder a cualquier área de contenido. 

Para desarrollar el vocabulario en nuestras sesiones de clase tenemos que asumir este principio: el aprendizaje de un nuevo vocabulario no debe ser a modo de instrucción, como un evento o una tarea puntual. Más bien, debe ser trabajado como un hábito transversal a todas las áreas. 

Ahora, qué tal si revisamos algunas pautas que puedes implementar: 

  1. Menos es más. 

Si bien todas las palabras son importantes y todas deben equipar esa llamada caja de herramientas, la idea aquí es que los estudiantes aprendan palabras con profundidad. Para ello, es mejor que se concentren en aquellas que necesitan «justo a tiempo» para resolver un problema o entender un hecho, en lugar de tener una lista grande de términos solo «por si acaso». En este sentido, pocas palabras relacionadas con el contexto de lo que está enseñando actualmente es más valioso que muchas palabras. 

  1. Que los estudiantes elijan las palabras que quieran aprender.

Parece simple, pero pocas veces lo aplicamos. Pregunta a tus estudiantes sobre algún término o concepto que quieran descubrir. Tal vez es una palabra que escucharon en una conversación, vieron en una red social o es parte de la letra de una canción. Permite que elaboren sus propias listas, según sus intereses. Luego, verifica la comprensión de los términos y brinda herramientas para profundizar. Por ejemplo, los diccionarios son herramientas útiles, pero es mejor no dar acceso al inicio del descubrimiento, sino se corta la indagación. Recuerda: utiliza el diccionario como último recurso. Primero, trata de que tus estudiantes descubran el significado con pistas; por ejemplo, explora la etimología o la familia de palabras de la que proviene.

  1. Propón múltiples canales para descubrir y apropiarse de las palabras.

La palabra puede expresarse a través de diferentes canales: escrito, oral, pero también de modo no verbal. Permite a tus estudiantes crear un puente entre su idea y el significado real. Por ejemplo, promueve que dramaticen un término, que le pongan color, emoción, que lo dibujen, etc.

  1. Evalúa la comprensión de las palabras de manera continua. 

Todas las palabras necesitan una evaluación de manera constante y con una finalidad formativa. Si hay un grupo de términos necesarios para resolver un tema o participar en una discusión utiliza evaluaciones de carácter objetivo, con herramientas virtuales para comprobar que tus estudiantes recuerdan y comprenden la palabra. Brinda varios intentos para que asuman la evaluación como una oportunidad de mejora, a partir del error y de la práctica.

  1. Construye el significado de las palabras socialmente.

Los estudiantes necesitan oportunidades para decir en sus propias historias sobre cómo se apropian y entienden las palabras. Aprovecha, tanto en medios virtuales como físicos, para guiarlos a través de su pensamiento y extraer facetas importantes, ayudándolos a construir, al menos en un nivel básico, una definición viable de nuevas palabras. Favorece el intercambio de experiencias que ya han tenido con palabras nuevas o palabras raíz de palabras nuevas. Esto puede provenir de un análisis del contexto, del conocimiento de la raíz de la palabra, de prefijos o sufijos, etc. (Fisher & Fisher, 2018, p. 36).

  1. Cuenta historias sobre el origen de las palabras. 

No hay nada que ayude a conectar mejor que las historias. Y, probablemente, no te has detenido a pensar en el origen etimológico o histórico de las palabras. Es un mundo fascinante e inspirador. 

Por ejemplo, ¿tú sabes por qué en Perú a los objetos hechos de caucho se les llama «jebe»?

Pues resulta que, en la época del caucho, esta materia prima se exportaba en grandes cantidades a Gran Bretaña y las cajas que la contenían llevaban la inscripción GB. Entonces, cuando hacían referencia al caucho pronunciaban jebe y, luego, eso llevó a una escritura distinta a la del origen. ¡Increíble!, ¿no?

  1. Observa cómo los estudiantes utilizan las nuevas palabras en sus expresiones verbales y escritas.

Comienza a usar el vocabulario que deseas que tus alumnos adquieran. Si tú lo hablas, los estudiantes lo hablarán. El modelado es una buena práctica. Luego, observa con atención cómo usan las nuevas palabras al dar opiniones, ya sea en intercambios formales o informales. Promueve también que usen las palabras nuevas al escribir. Plantea explícitamente la inclusión de los nuevos términos para que tengan oportunidades de ensayar diferentes contextos, enfoques, etc. Este es un ejercicio de observación maravilloso y te dará muchos insumos para una buena retroalimentación. Finalmente, cuando les ofrezcas retroalimentación, siempre cuestiona las palabras que están usando y las que podrían estar usando, particularmente las que aprenden en la actualidad. Los estudiantes deben elaborar los significados de las palabras haciendo conexiones con otras, específicamente al escribir, para que no desarrollen hábitos de usar la misma palabra una y otra vez.

¿Qué tal si nos cuentas en el foro qué estrategias te funcionan mejor? Coméntanos tus mejores prácticas, tus resultados y también las dificultades que observas.

 Presentation with media con relleno sólidoVideo: 

https://youtu.be/cRwn7WW61x8

Map with pin con relleno sólidoSobre el lugar: 

El Bosque, La Plata (Argentina) Ubicación

Books on shelf con relleno sólidoReferencias:

Fisher, M. & Fisher, E. (2018). Hacking instructional design: 33 extraordinary ways to create a contemporary curriculum. South Euclid, Ohio: Times 10 Publications.

¿Qué tal si se puede nutrir el vocabulario?

Autor: Lea Sulmont Publicado: marzo 15, 2022

El nivel de comprensión lectora en el Perú no es el mejor. Según la última prueba Pisa 2018 realizada por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), nos ubicamos en el puesto 64 de 77 países latinoamericanos. Esto representa una situación catastrófica, pues si los estudiantes no entienden lo que leen, entonces tienen muy limitado su desarrollo actual y su futuro en diferentes esferas.  

El lenguaje es un instrumento cognitivo (Vigotsky), es decir, nos habilita diferentes formas de pensar a través de conexiones entre conceptos, imágenes y sensaciones que se manifiestan con palabras. La palabra nutre al lenguaje y potencia el pensamiento. 

Hace poco leí una frase de un libro que me hizo pensar en este tema: «La enseñanza eficaz del vocabulario es un regalo» (Fisher & Fisher, 2018).

Qué tal si en este post averiguamos cómo ayudar a mejorar la comprensión lectora a partir de una variable: el vocabulario. Vamos a nutrir ese repertorio con el que podemos nombrar las cosas que nos rodean, construir ideas, expresar sensaciones, etc. 

Este aprendizaje debe comenzar desde una edad temprana y con una exposición generosa: muchas, muchas, muchas palabras para aprovechar la capacidad receptiva y provocar un vocabulario poderoso.  Fisher & Fisher enfatizan que los estudiantes deben tener esa experiencia receptiva con las palabras desde el principio, incluso si el nivel expresivo ocurre más tarde. El acceso es igual al éxito y, cuanto antes, mejor, precisan (2018, p. 33).

El aprendizaje actual del vocabulario, a diferencia de cómo se impartía en el siglo pasado (por medio de dictados y listas para memorizar) debe ser relevante y auténtico: «justo a tiempo» versus «por si acaso». 

La práctica del vocabulario, en esencia, debe ser una oportunidad de aprendizaje profundo. Las palabras se incorporan en una caja de herramientas de vocabulario, y cuando mejor es la variedad y el nivel del vocabulario —conforme los niños y las niñas crezcan— se les abrirán más ventanas de oportunidades para acceder a cualquier área de contenido. 

Para desarrollar el vocabulario en nuestras sesiones de clase tenemos que asumir este principio: el aprendizaje de un nuevo vocabulario no debe ser a modo de instrucción, como un evento o una tarea puntual. Más bien, debe ser trabajado como un hábito transversal a todas las áreas. 

Ahora, qué tal si revisamos algunas pautas que puedes implementar: 

  1. Menos es más. 

Si bien todas las palabras son importantes y todas deben equipar esa llamada caja de herramientas, la idea aquí es que los estudiantes aprendan palabras con profundidad. Para ello, es mejor que se concentren en aquellas que necesitan «justo a tiempo» para resolver un problema o entender un hecho, en lugar de tener una lista grande de términos solo «por si acaso». En este sentido, pocas palabras relacionadas con el contexto de lo que está enseñando actualmente es más valioso que muchas palabras. 

  1. Que los estudiantes elijan las palabras que quieran aprender.

Parece simple, pero pocas veces lo aplicamos. Pregunta a tus estudiantes sobre algún término o concepto que quieran descubrir. Tal vez es una palabra que escucharon en una conversación, vieron en una red social o es parte de la letra de una canción. Permite que elaboren sus propias listas, según sus intereses. Luego, verifica la comprensión de los términos y brinda herramientas para profundizar. Por ejemplo, los diccionarios son herramientas útiles, pero es mejor no dar acceso al inicio del descubrimiento, sino se corta la indagación. Recuerda: utiliza el diccionario como último recurso. Primero, trata de que tus estudiantes descubran el significado con pistas; por ejemplo, explora la etimología o la familia de palabras de la que proviene.

  1. Propón múltiples canales para descubrir y apropiarse de las palabras.

La palabra puede expresarse a través de diferentes canales: escrito, oral, pero también de modo no verbal. Permite a tus estudiantes crear un puente entre su idea y el significado real. Por ejemplo, promueve que dramaticen un término, que le pongan color, emoción, que lo dibujen, etc.

  1. Evalúa la comprensión de las palabras de manera continua. 

Todas las palabras necesitan una evaluación de manera constante y con una finalidad formativa. Si hay un grupo de términos necesarios para resolver un tema o participar en una discusión utiliza evaluaciones de carácter objetivo, con herramientas virtuales para comprobar que tus estudiantes recuerdan y comprenden la palabra. Brinda varios intentos para que asuman la evaluación como una oportunidad de mejora, a partir del error y de la práctica.

  1. Construye el significado de las palabras socialmente.

Los estudiantes necesitan oportunidades para decir en sus propias historias sobre cómo se apropian y entienden las palabras. Aprovecha, tanto en medios virtuales como físicos, para guiarlos a través de su pensamiento y extraer facetas importantes, ayudándolos a construir, al menos en un nivel básico, una definición viable de nuevas palabras. Favorece el intercambio de experiencias que ya han tenido con palabras nuevas o palabras raíz de palabras nuevas. Esto puede provenir de un análisis del contexto, del conocimiento de la raíz de la palabra, de prefijos o sufijos, etc. (Fisher & Fisher, 2018, p. 36).

  1. Cuenta historias sobre el origen de las palabras. 

No hay nada que ayude a conectar mejor que las historias. Y, probablemente, no te has detenido a pensar en el origen etimológico o histórico de las palabras. Es un mundo fascinante e inspirador. 

Por ejemplo, ¿tú sabes por qué en Perú a los objetos hechos de caucho se les llama «jebe»?

Pues resulta que, en la época del caucho, esta materia prima se exportaba en grandes cantidades a Gran Bretaña y las cajas que la contenían llevaban la inscripción GB. Entonces, cuando hacían referencia al caucho pronunciaban jebe y, luego, eso llevó a una escritura distinta a la del origen. ¡Increíble!, ¿no?

  1. Observa cómo los estudiantes utilizan las nuevas palabras en sus expresiones verbales y escritas.

Comienza a usar el vocabulario que deseas que tus alumnos adquieran. Si tú lo hablas, los estudiantes lo hablarán. El modelado es una buena práctica. Luego, observa con atención cómo usan las nuevas palabras al dar opiniones, ya sea en intercambios formales o informales. Promueve también que usen las palabras nuevas al escribir. Plantea explícitamente la inclusión de los nuevos términos para que tengan oportunidades de ensayar diferentes contextos, enfoques, etc. Este es un ejercicio de observación maravilloso y te dará muchos insumos para una buena retroalimentación. Finalmente, cuando les ofrezcas retroalimentación, siempre cuestiona las palabras que están usando y las que podrían estar usando, particularmente las que aprenden en la actualidad. Los estudiantes deben elaborar los significados de las palabras haciendo conexiones con otras, específicamente al escribir, para que no desarrollen hábitos de usar la misma palabra una y otra vez.

¿Qué tal si nos cuentas en el foro qué estrategias te funcionan mejor? Coméntanos tus mejores prácticas, tus resultados y también las dificultades que observas.

 Presentation with media con relleno sólidoVideo: 

Map with pin con relleno sólidoSobre el lugar: 

El Bosque, La Plata (Argentina) Ubicación

Books on shelf con relleno sólidoReferencias:

Fisher, M. & Fisher, E. (2018). Hacking instructional design: 33 extraordinary ways to create a contemporary curriculum. South Euclid, Ohio: Times 10 Publications.

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