Más que botones y pantallas. ¿Por qué la escuela debe formar en tecnologías? (*)Pedir comida, pagar un recibo del banco, leer una noticia o compartir un video en medios sociales. Dos clics y ya está. Casi no existe faceta de nuestra vida que no sea mediada por alguna tecnología. ¿Nos educa la escuela para interactuar críticamente con ella? La tecnología digital es el aire del mundo en que vivimos. Pero la forma como aprendemos a interactuar con ella proviene más de la intuición que de una propuesta coherente e integral ofrecida por la escuela. No confundamos: aprender con tecnologías no es lo mismo que aprender sobre ellas. Ya es hora de que las instituciones educativas también se hagan cargo.

No era solo comprar aparatitos

Con la ola digital, el sistema escolar reaccionó comprando tecnología con la idea de no quedar rezagado y responder a lo que parecía una tormenta perfecta. Algunas instituciones privadas lo hicieron adquiriendo smartboards, tablets y software de todo tipo. También el propio Estado participó con proyectos millonarios como “Una Computadora por Niño”, que pretendía dotar a los escolares de escuelas públicas con una laptop con acceso a internet. Para muchos docentes, más allá del entusiasmo, esto significó una amenaza, pues por obvios temas de edad no habían sido formados en ese mundo digital para el que ahora deben formar a sus alumnos. Tampoco ayudó el falso cuento de los “nativos digitales” que aún hace creer a muchos que los niños nacen con capacidades naturales para entenderse con tecnologías, confundiendo su facilidad para manipular los celulares de sus padres con una competencia entrenada para interactuar críticamente con ellos.

Dudar y experimentar

Si las transformaciones culturales profundas no son discutidas sino aceptadas con una sonrisa, las tecnologías solo servirán para fines cosméticos. Mejor es preguntarse para qué sirven tantos chiches con pantallitas. Qué aportan al proceso de aprendizaje. La presencia de dispositivos no debe ser un símbolo de estatus, sino una oportunidad para replantear el modelo formativo. (A propósito: flaco favor el que llamemos a los “docentes innovadores” a quienes usan algún aparatejo solo por el hecho de hacerlo). Para Lea Sulmont, consejera del Consejo Nacional de Educación y experta en tecnología educativa, “la integración, pero, sobre todo, el aprovechamiento de las tecnologías en el contexto escolar (no solo en el aula), es una oportunidad para tender puentes entre la escuela y la vida cotidiana”. De eso se trata. Felizmente, hoy existe mayor consenso sobre la urgencia de formar en un uso crítico de las tecnologías –o desarrollar competencias que no se limiten a saber usarlas—. Además, la justificación para esto no debe ser solo la de preparar a los chicos para enfrentar un mundo laboral incierto –con la amenaza de robotizar todas las ocupaciones posibles--, sino la de cumplir con un derecho ciudadano. Dicho en simple: la escuela debe enseñarnos a comunicarnos en formatos y medios más allá del escrito porque son los nuevos lenguajes con los que nos relacionamos. Sabemos que no es posible ser un sujeto autónomo sin nociones básicas para reconocer noticias falsas o proteger nuestros datos personales (¡hoy que nos piden DNI y teléfono para cualquier cosa!). La tecnología es una caja negra y la escuela es el lugar para revelarla.

La competencia TIC en el currículo peruano

El nuevo currículo peruano, vigente desde 2017, introduce una competencia que atraviesa a todas las áreas curriculares y se denomina “Competencia TIC”. No es una asignatura de computación, sino un conjunto de capacidades que permiten a los estudiantes desenvolverse en entornos virtuales de forma responsable y ética. Esto incluye saber buscar y evaluar información que proviene de los medios, así como modificar y crear contenidos en estas plataformas y participar de comunidades on-line. Para apropiarnos de la tecnología con actitud crítica y desarrollar la capacidad de aprovecharla para nuestros propios fines es un requisito conocer sus códigos y posibilidades expresivas, así como valorar la calidad de sus contenidos. Aquí la preparación de los docentes y de los propios padres de familia es una necesidad concreta. “Este año se ha actualizado el Marco del Buen Desempeño Docente y el Ministerio está avanzando en programas de capacitación en esta línea”, advierte Sulmont. El profesor Juan Cadillo, finalista del Global Teacher Prize 2017 y ganador de las Palmas Magisteriales, recuerda que la sola inclusión de esta competencia no asegura una integración rápida de las tecnologías, ya que requiere de otros factores como la infraestructura, los recursos didácticos y la formación y actitud del docente. Pero el hecho de que exista ya es un primer paso para que las escuelas piensen la educación en tecnologías más allá de botones y pantallas.

Los retos inmediatos

Para Lea Sulmont, el éxito de la Competencia TIC en las escuelas debe atender a cuatro retos principales:
  1. Formar a los docentes con competencias digitales desde un enfoque superior al instrumental.
  2. Contar con condiciones mínimas: Conectividad, soporte, políticas de uso, equipamiento y asistencia técnica y pedagógica.
  3. Acelerar la reflexión sobre el desarrollo de una educación basada en competencias y renovar las metodologías, espacios, recursos y prácticas docentes.
  4. Trabajar de forma colaborativa entre docentes para repensar las experiencias de aprendizaje y las formas de implementar proyectos interdisciplinarios en la escuela.
(*) Artículo publicado originalmente en la Revista Padres el 18 de setiembre de 2019.

Más que botones y pantallas. ¿Por qué la escuela debe formar en tecnologías? (*)

Autor: EDUCARED admin Publicado: diciembre 16, 2019

Pedir comida, pagar un recibo del banco, leer una noticia o compartir un video en medios sociales. Dos clics y ya está. Casi no existe faceta de nuestra vida que no sea mediada por alguna tecnología. ¿Nos educa la escuela para interactuar críticamente con ella?

La tecnología digital es el aire del mundo en que vivimos. Pero la forma como aprendemos a interactuar con ella proviene más de la intuición que de una propuesta coherente e integral ofrecida por la escuela. No confundamos: aprender con tecnologías no es lo mismo que aprender sobre ellas. Ya es hora de que las instituciones educativas también se hagan cargo.

No era solo comprar aparatitos

Con la ola digital, el sistema escolar reaccionó comprando tecnología con la idea de no quedar rezagado y responder a lo que parecía una tormenta perfecta. Algunas instituciones privadas lo hicieron adquiriendo smartboards, tablets y software de todo tipo. También el propio Estado participó con proyectos millonarios como “Una Computadora por Niño”, que pretendía dotar a los escolares de escuelas públicas con una laptop con acceso a internet.

Para muchos docentes, más allá del entusiasmo, esto significó una amenaza, pues por obvios temas de edad no habían sido formados en ese mundo digital para el que ahora deben formar a sus alumnos. Tampoco ayudó el falso cuento de los “nativos digitales” que aún hace creer a muchos que los niños nacen con capacidades naturales para entenderse con tecnologías, confundiendo su facilidad para manipular los celulares de sus padres con una competencia entrenada para interactuar críticamente con ellos.

Dudar y experimentar

Si las transformaciones culturales profundas no son discutidas sino aceptadas con una sonrisa, las tecnologías solo servirán para fines cosméticos. Mejor es preguntarse para qué sirven tantos chiches con pantallitas. Qué aportan al proceso de aprendizaje. La presencia de dispositivos no debe ser un símbolo de estatus, sino una oportunidad para replantear el modelo formativo. (A propósito: flaco favor el que llamemos a los “docentes innovadores” a quienes usan algún aparatejo solo por el hecho de hacerlo).

Para Lea Sulmont, consejera del Consejo Nacional de Educación y experta en tecnología educativa, “la integración, pero, sobre todo, el aprovechamiento de las tecnologías en el contexto escolar (no solo en el aula), es una oportunidad para tender puentes entre la escuela y la vida cotidiana”. De eso se trata.

Felizmente, hoy existe mayor consenso sobre la urgencia de formar en un uso crítico de las tecnologías –o desarrollar competencias que no se limiten a saber usarlas—. Además, la justificación para esto no debe ser solo la de preparar a los chicos para enfrentar un mundo laboral incierto –con la amenaza de robotizar todas las ocupaciones posibles–, sino la de cumplir con un derecho ciudadano. Dicho en simple: la escuela debe enseñarnos a comunicarnos en formatos y medios más allá del escrito porque son los nuevos lenguajes con los que nos relacionamos.

Sabemos que no es posible ser un sujeto autónomo sin nociones básicas para reconocer noticias falsas o proteger nuestros datos personales (¡hoy que nos piden DNI y teléfono para cualquier cosa!). La tecnología es una caja negra y la escuela es el lugar para revelarla.

La competencia TIC en el currículo peruano

El nuevo currículo peruano, vigente desde 2017, introduce una competencia que atraviesa a todas las áreas curriculares y se denomina “Competencia TIC”. No es una asignatura de computación, sino un conjunto de capacidades que permiten a los estudiantes desenvolverse en entornos virtuales de forma responsable y ética. Esto incluye saber buscar y evaluar información que proviene de los medios, así como modificar y crear contenidos en estas plataformas y participar de comunidades on-line.

Para apropiarnos de la tecnología con actitud crítica y desarrollar la capacidad de aprovecharla para nuestros propios fines es un requisito conocer sus códigos y posibilidades expresivas, así como valorar la calidad de sus contenidos. Aquí la preparación de los docentes y de los propios padres de familia es una necesidad concreta. “Este año se ha actualizado el Marco del Buen Desempeño Docente y el Ministerio está avanzando en programas de capacitación en esta línea”, advierte Sulmont.

El profesor Juan Cadillo, finalista del Global Teacher Prize 2017 y ganador de las Palmas Magisteriales, recuerda que la sola inclusión de esta competencia no asegura una integración rápida de las tecnologías, ya que requiere de otros factores como la infraestructura, los recursos didácticos y la formación y actitud del docente. Pero el hecho de que exista ya es un primer paso para que las escuelas piensen la educación en tecnologías más allá de botones y pantallas.

Los retos inmediatos

Para Lea Sulmont, el éxito de la Competencia TIC en las escuelas debe atender a cuatro retos principales:

  1. Formar a los docentes con competencias digitales desde un enfoque superior al instrumental.
  2. Contar con condiciones mínimas: Conectividad, soporte, políticas de uso, equipamiento y asistencia técnica y pedagógica.
  3. Acelerar la reflexión sobre el desarrollo de una educación basada en competencias y renovar las metodologías, espacios, recursos y prácticas docentes.
  4. Trabajar de forma colaborativa entre docentes para repensar las experiencias de aprendizaje y las formas de implementar proyectos interdisciplinarios en la escuela.

(*) Artículo publicado originalmente en la Revista Padres el 18 de setiembre de 2019.

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  • Las TIC en la Educación se ha convertido como una herramienta que ayuda en el proceso de aprendizaje y enseñanza para todo el mundo.Por eso de diferentes maneras medios uno se puede capacitar.Por que el objetivo de las tecnologías es mejorat la calidad de vida de todas las personas.

  • Estoy de acuerdo con sus apreciaciones sobre la educación y la tecnología. Muy cierto debemos capacitarnos los docentes en las tic para poder impartir a nuestros estudiantes. Además trabajar de manera colaborativa entre docentes, si esto se cumpliera la educación sería otra. Docente trabajando de manera colaborativa para planificar proyectos de aprendizaje usando las TIC.

  • De acuerdo con lo vertido en el artículo. Mucho depende de nuestra actitud docente, prepararnos diariamente en el uso asertivo de la tecnología es un paso importante y necesario para la atención de nuestros estudiantes. No se trata de un consumismo más. La realidad del uso de la tecnología de las/los estudiantes supera nuestras capacidades pedagógicas, hay que reflexionar acerca del nuevo rol docente frente a botones y pantallas.

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