El fenómeno de los booktubers: ¿qué podemos aprender los educadores?Por: José Miguel Tomasena (*) Cuando supo que me convertí en booktuber para estudiar a los booktubers, un conocido me dijo: “Qué interesante. Hace unas semanas le recomendé Sherlock Holmes a mi hija adolescente y me mandó al diablo. Días después vio el video de un booktuber que hablaba bien de él y me rogó que se lo comprara”. El comentario ilustra uno de los aspectos fascinantes del fenómeno, de honda importancia para instituciones educativas (en su sentido más amplio) como la familia, la escuela y las bibliotecas (donde las hay): que hay un desplazamiento de los espacios sociales en los que los jóvenes aprenden a valorar determinadas obras y construyen una cultura literaria. Como ha dicho Gema Lluch (2017) en ¿Cómo leemos en la sociedad digital? Lectores, booktubers y prosumidores, este movimiento forma parte de un cambio de paradigma en el ecosistema del libro juvenil, producto de una generación de lectores marcados por la saga de Harry Potter, la emergencia de Amazon y el encuentro con otros lectores en foros online, blogs y redes sociales.
“El autor y la editorial empezaron a dirigirse directamente al lector, dejando fuera del circuito de lectura al mediador (docente, bibliotecario, padres), es decir, idearon campañas de promoción de los libros fuera de los escenarios tradicionales, trasladándolas a Internet”. (p. 31)
Los booktubers han construido comunidades de jóvenes apasionados por diferentes tipos de libros, que pueden ser juveniles, de terror, clásicos victorianos o feministas, etc., consiguen miles de vistas en sus videos, comentarios en sus perfiles de Instagram; se convierten en influencers capaces de catapultar las ventas de un libro. En el entorno de nuestros países latinoamericanos, caracterizado por la pobreza y la desigualdad social, las industrias culturales frágiles, la brecha digital y la precariedad juvenil, esto suena como un milagro. Un milagro pequeñito, si se le compara con otras comunidades de youtubers como los gameplayers, las vloggers de belleza, de fitness o de entretenimiento. Pero gigante si se les compara con la escala de las industrias del libro y nuestros índices de lectura. Las instituciones alrededor han reaccionado a este desplazamiento con distintas estrategias: las bibliotecas públicas (donde las hay) los invitan a dar talleres de promoción de la lectura; las editoriales les regalan libros, los invitan a conocer a sus autores preferidos, organizan concursos de video-reseñas y a los más populares los ha convertido en autores dirigidos al público juvenil; los autores auto-publicados los acosan con la esperanza de que una mención lo saque del anonimato que impone la sobreabundancia; y las ferias del libro los incluyen en sus programas para que abarroten sus salas de presentaciones. En ocasiones, estas relaciones se han establecido en un diálogo respetuoso; en otras han derivado en procesos de cooptación (en el sentido de que imponen las lógicas y motivaciones externas a los chicos). ¿Y las escuelas qué tienen que decir? ¿Cuál es su papel? ¿Estamos dispuestos a renunciar a nuestra mediación, a nuestra herencia, como formadores de ciudadanos informados, críticos, cultos? El fenómeno booktube es una oportunidad maravillosa para docentes, padres, madres y todos los involucrados en la gestión y la innovación educativa. Pero antes de querer meter la mano donde nadie nos necesita, debemos detenernos a conocer y admirar un fenómeno fascinante para pensar qué podemos aprender y ofrecer. De esto voy a hablar el próximo jueves 5 de abril, como parte del ciclo Mayeutic@ de Fundación Telefónica Perú. https://www.youtube.com/watch?v=7lZDLevbJcg&t=1s

José Miguel Tomasena(*) Colaborador del blog. José Miguel es escritor, filósofo, profesor univeritario y candidato a doctor en Comunicación. Ha publicado la novela La caída de Cobra (Tusquets, 2016). Para conocer más sobre él, visita su página web.

El fenómeno de los booktubers: ¿qué podemos aprender los educadores?

Autor: EDUCARED admin Publicado: marzo 12, 2018

Por: José Miguel Tomasena (*)

Cuando supo que me convertí en booktuber para estudiar a los booktubers, un conocido me dijo: “Qué interesante. Hace unas semanas le recomendé Sherlock Holmes a mi hija adolescente y me mandó al diablo. Días después vio el video de un booktuber que hablaba bien de él y me rogó que se lo comprara”.

El comentario ilustra uno de los aspectos fascinantes del fenómeno, de honda importancia para instituciones educativas (en su sentido más amplio) como la familia, la escuela y las bibliotecas (donde las hay): que hay un desplazamiento de los espacios sociales en los que los jóvenes aprenden a valorar determinadas obras y construyen una cultura literaria.

Como ha dicho Gema Lluch (2017) en ¿Cómo leemos en la sociedad digital? Lectores, booktubers y prosumidores, este movimiento forma parte de un cambio de paradigma en el ecosistema del libro juvenil, producto de una generación de lectores marcados por la saga de Harry Potter, la emergencia de Amazon y el encuentro con otros lectores en foros online, blogs y redes sociales.

“El autor y la editorial empezaron a dirigirse directamente al lector, dejando fuera del circuito de lectura al mediador (docente, bibliotecario, padres), es decir, idearon campañas de promoción de los libros fuera de los escenarios tradicionales, trasladándolas a Internet”. (p. 31)

Los booktubers han construido comunidades de jóvenes apasionados por diferentes tipos de libros, que pueden ser juveniles, de terror, clásicos victorianos o feministas, etc., consiguen miles de vistas en sus videos, comentarios en sus perfiles de Instagram; se convierten en influencers capaces de catapultar las ventas de un libro.

En el entorno de nuestros países latinoamericanos, caracterizado por la pobreza y la desigualdad social, las industrias culturales frágiles, la brecha digital y la precariedad juvenil, esto suena como un milagro. Un milagro pequeñito, si se le compara con otras comunidades de youtubers como los gameplayers, las vloggers de belleza, de fitness o de entretenimiento. Pero gigante si se les compara con la escala de las industrias del libro y nuestros índices de lectura.

Las instituciones alrededor han reaccionado a este desplazamiento con distintas estrategias: las bibliotecas públicas (donde las hay) los invitan a dar talleres de promoción de la lectura; las editoriales les regalan libros, los invitan a conocer a sus autores preferidos, organizan concursos de video-reseñas y a los más populares los ha convertido en autores dirigidos al público juvenil; los autores auto-publicados los acosan con la esperanza de que una mención lo saque del anonimato que impone la sobreabundancia; y las ferias del libro los incluyen en sus programas para que abarroten sus salas de presentaciones.

En ocasiones, estas relaciones se han establecido en un diálogo respetuoso; en otras han derivado en procesos de cooptación (en el sentido de que imponen las lógicas y motivaciones externas a los chicos).

¿Y las escuelas qué tienen que decir? ¿Cuál es su papel? ¿Estamos dispuestos a renunciar a nuestra mediación, a nuestra herencia, como formadores de ciudadanos informados, críticos, cultos?

El fenómeno booktube es una oportunidad maravillosa para docentes, padres, madres y todos los involucrados en la gestión y la innovación educativa. Pero antes de querer meter la mano donde nadie nos necesita, debemos detenernos a conocer y admirar un fenómeno fascinante para pensar qué podemos aprender y ofrecer. De esto voy a hablar el próximo jueves 5 de abril, como parte del ciclo Mayeutic@ de Fundación Telefónica Perú.

José Miguel Tomasena(*) Colaborador del blog. José Miguel es escritor, filósofo, profesor univeritario y candidato a doctor en Comunicación. Ha publicado la novela La caída de Cobra (Tusquets, 2016). Para conocer más sobre él, visita su página web.

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  • Me interesa mucho, conocer más sobre la investigación que está llevando a cabo el Mtro. José Miguel, es un tema muy actual que considero muy útil para lograr un acercamiento de mis alumnos a lo libros y la literatura desde un contexto más actual, dinámico y de mucho mayor interés para los chicos.

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