Por: Julio César Mateus.
La tele es más que una caja tonta. Sobre todo por muchas de sus series, comparables con las mejores obras literarias. Ese oasis de calidad en la pantalla chica se sostiene en nuevas formas de narrar, pero también de consumirla. Los expertos dicen, incluso, que vivimos una nueva edad dorada. Plataformas de distribución (y producción) como Netflix —de la cual el Perú es el tercer país en el mundo con más usuarios diarios— han reconfigurado la idea del espectador pasivo: hoy buscamos en el momento que preferimos productos adecuados a nuestros intereses.
Por eso, la oferta ha sabido enriquecerse. Y muchos de nosotros, gracias a Internet, hemos hallado espacios virtuales para encontrar pequeños tesoros audiovisuales. Disponemos de series que tratan asuntos históricos o polémicas contemporáneas, temas científicos o conceptos filosóficos, pero siempre bajo una lógica de entretenimiento que nos permite educarnos sin que nos demos cuenta. (En este artículo, por ejemplo, se presentan 15 series perfectas para explicar la ciencia). Entonces, ¿qué pasaría si los docentes tomáramos estos productos valiosos y los trajéramos al aula?
La resistencia de muchos sobre la estupidez que provee la televisión está justificada: pero la televisión no se limita a los realities que ridiculizan, a los escándalos prefabricados o a los chismes de los programas de farándula. Hay otros productos que sí destacan precisamente por su valor estético y narrativo; que nos enganchan emocionalmente haciéndonos vivir situaciones que, bien aprovechadas, resultan altamente educativas. Y resolverían, con ello, uno de los más grande retos docentes: hacer que los contenidos trasciendan el espacio de la escuela, que los alumnos se interesen y apropien de esas historias para, a partir de ellas, ir desarrollando conocimiento. Eso lo puede conseguir con creces una gran teleserie.
Usualmente los medios audiovisuales han ingresado al aula como ejemplos para ilustrar ciertos temas, pero no es suficiente el rol ejemplificante. Además de usar el relato televisivo como un complemento, habría que emplearlo como una “excusa afectiva para los aprendizajes”. Ya muchos profesores en el mundo han empezado a explotar las cualidades de las series para diseñar asignaturas con ellas de protagonistas. En ellos abordan temas que, bajo esquemas de enseñanza convencional, resultarían aburridos o densos. En estos artículos (artículo 1, artículo 2 y artículo 3) contamos experiencias concretas de clases que tienen en las series sus mejores recursos. Si bien la mayoría corresponden al nivel universitario, nada impediría diseñar experiencias para los niveles anteriores.
La educación mediática, en lo que hemos venido diciendo, cumple otra vez un rol importante al educar nuestra mirada. Mientras más críticos somos, nos convertimos en mejores usuarios. Y ser mejor usuario significa subir la valla de exigencia de lo que consumimos y de lo que queremos consumir. Pero, como dice Joan Ferrés, “para que la educación mediática influya en las experiencias de interacción con las pantallas es imprescindible que influya en la gestión de las emociones que generan estas pantallas”. Las aulas del colegio son un excelente escenario para desarrollar esta idea.
A todos nos gustan las historias. Son parte de nuestro ADN cultural. A través de ellas explicamos fenómenos y reproducimos costumbres y discutimos nuestra sociedad. Hoy, excelentes narrativas están en las series. Nos preguntamos entonces si es posible diseñar una sesión de clase que seduzca a través de la ficción, que capitalice personajes y líneas narrativas para generar inmersión en uno o varios temas del currículo. ¿Se pueden cruzar objetivos pedagógicos con narrativas comerciales desprovistas de intención educativa? Creemos que sí, pero es necesario experimentar, investigar y discutir.
El próximo jueves 5 abordaremos este tema en una edición de Mayéutica, el ciclo de charlas que propaga ideas innovadoras sobre TIC en educación. Participarán los expertos Omar Rincón, de Colombia, y Juan Manuel Auza, de Perú. Como dice la convocatoria: “la educación no puede estar ajena a las modas y procesos culturales a los que están expuestos los niños y niñas fuera de la escuela. Más bien, es una oportunidad para reflexionar sobre ellas y aprovechar su contenido rico en temáticas y puntos de vista para integrarlo en el aula”.
La charla se podrá ver en vivo a las 17.00 (hora de Lima) o en diferido a través de este enlace: http://educared.fundaciontelefonica.com.pe/mayeutica/ ¡Nos vemos allí!
Por: Julio César Mateus.
La tele es más que una caja tonta. Sobre todo por muchas de sus series, comparables con las mejores obras literarias. Ese oasis de calidad en la pantalla chica se sostiene en nuevas formas de narrar, pero también de consumirla. Los expertos dicen, incluso, que vivimos una nueva edad dorada. Plataformas de distribución (y producción) como Netflix —de la cual el Perú es el tercer país en el mundo con más usuarios diarios— han reconfigurado la idea del espectador pasivo: hoy buscamos en el momento que preferimos productos adecuados a nuestros intereses.
Por eso, la oferta ha sabido enriquecerse. Y muchos de nosotros, gracias a Internet, hemos hallado espacios virtuales para encontrar pequeños tesoros audiovisuales. Disponemos de series que tratan asuntos históricos o polémicas contemporáneas, temas científicos o conceptos filosóficos, pero siempre bajo una lógica de entretenimiento que nos permite educarnos sin que nos demos cuenta. (En este artículo, por ejemplo, se presentan 15 series perfectas para explicar la ciencia). Entonces, ¿qué pasaría si los docentes tomáramos estos productos valiosos y los trajéramos al aula?
La resistencia de muchos sobre la estupidez que provee la televisión está justificada: pero la televisión no se limita a los realities que ridiculizan, a los escándalos prefabricados o a los chismes de los programas de farándula. Hay otros productos que sí destacan precisamente por su valor estético y narrativo; que nos enganchan emocionalmente haciéndonos vivir situaciones que, bien aprovechadas, resultan altamente educativas. Y resolverían, con ello, uno de los más grande retos docentes: hacer que los contenidos trasciendan el espacio de la escuela, que los alumnos se interesen y apropien de esas historias para, a partir de ellas, ir desarrollando conocimiento. Eso lo puede conseguir con creces una gran teleserie.
Usualmente los medios audiovisuales han ingresado al aula como ejemplos para ilustrar ciertos temas, pero no es suficiente el rol ejemplificante. Además de usar el relato televisivo como un complemento, habría que emplearlo como una “excusa afectiva para los aprendizajes”. Ya muchos profesores en el mundo han empezado a explotar las cualidades de las series para diseñar asignaturas con ellas de protagonistas. En ellos abordan temas que, bajo esquemas de enseñanza convencional, resultarían aburridos o densos. En estos artículos (artículo 1, artículo 2 y artículo 3) contamos experiencias concretas de clases que tienen en las series sus mejores recursos. Si bien la mayoría corresponden al nivel universitario, nada impediría diseñar experiencias para los niveles anteriores.
La educación mediática, en lo que hemos venido diciendo, cumple otra vez un rol importante al educar nuestra mirada. Mientras más críticos somos, nos convertimos en mejores usuarios. Y ser mejor usuario significa subir la valla de exigencia de lo que consumimos y de lo que queremos consumir. Pero, como dice Joan Ferrés, “para que la educación mediática influya en las experiencias de interacción con las pantallas es imprescindible que influya en la gestión de las emociones que generan estas pantallas”. Las aulas del colegio son un excelente escenario para desarrollar esta idea.
A todos nos gustan las historias. Son parte de nuestro ADN cultural. A través de ellas explicamos fenómenos y reproducimos costumbres y discutimos nuestra sociedad. Hoy, excelentes narrativas están en las series. Nos preguntamos entonces si es posible diseñar una sesión de clase que seduzca a través de la ficción, que capitalice personajes y líneas narrativas para generar inmersión en uno o varios temas del currículo. ¿Se pueden cruzar objetivos pedagógicos con narrativas comerciales desprovistas de intención educativa? Creemos que sí, pero es necesario experimentar, investigar y discutir.
El próximo jueves 5 abordaremos este tema en una edición de Mayéutica, el ciclo de charlas que propaga ideas innovadoras sobre TIC en educación. Participarán los expertos Omar Rincón, de Colombia, y Juan Manuel Auza, de Perú. Como dice la convocatoria: “la educación no puede estar ajena a las modas y procesos culturales a los que están expuestos los niños y niñas fuera de la escuela. Más bien, es una oportunidad para reflexionar sobre ellas y aprovechar su contenido rico en temáticas y puntos de vista para integrarlo en el aula”.
La charla se podrá ver en vivo a las 17.00 (hora de Lima) o en diferido a través de este enlace: http://educared.fundaciontelefonica.com.pe/mayeutica/ ¡Nos vemos allí!
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