Medir las competencias mediáticas

Este post es, en parte, una traducción del artículo de Sonia Livingstone para la European Digital Media Observatory, con el agregado de la investigación publicada por Julio César Mateus, Pablo Andrada y Joan Ferrés en 2021. En ambos textos se resalta la importancia de medir las competencias mediáticas y el impacto de los esfuerzos por desarrollarlas.

En nuestro mundo globalizado y extensamente mediatizado, convivimos cotidianamente con medios. Existen diferentes formas de acceder a ellos, entenderlos, analizarlos y utilizarlos. A esto se le llama competencia mediática.

¿En qué contextos cobran importancia las competencias mediáticas?

  • Por ejemplo, en esta era de desinformación, importa la competencia de evaluar los medios.
  • En el “Sur Global”, es decir, países en vías de desarrollo, todavía tiene mucha importancia el conocimiento, recursos y habilidades necesarias para acceder a mensajes.
  • Para las infancias, la habilidad de crear mensajes es crucial para ser miembros activos en la sociedad.
  • Para la sociedad en general, importa la habilidad de analizar la naturaleza de la ecología digital, sus ecosistemas de datos y las formas de conexión y visibilidad mediadas por algoritmos.

Livingstone prefiere definir las competencias mediáticas como todo aquello que necesitamos conocer para participar como agentes y ciudadanos de una sociedad digital. Esto implica que su relevancia es integral a toda la sociedad, que las competencias mediáticas están en constante cambio y que depende de la infraestructura digital de nuestra sociedad. Asimismo, enfatiza en la importancia del contexto: diferentes grupos necesitan saber cosas diferentes, dependiendo de cómo es la vida de cada quién, las competencias pueden variar.

Como apuntan los investigadores Mateus, Andrada y Ferrés, en Iberoamérica se ha priorizado la compra y uso de tecnología para disminuir brechas tecnológicas, desde un discurso “tecnosolucionista”, y poco se ha hecho en cuanto a la formación en medios para el ejercicio de la ciudadanía. Hay asimetrías entre las visiones y aplicaciones de la educación mediática en países desarrollados versus los de Iberoamérica, sobre todo a nivel de políticas públicas e iniciativas. A pesar de esto, sí se coincide en el aumento a la inversión en tecnologías y en la noción de que se necesita interacción crítica con los medios.

Foto: Pixabay.com

¿Qué pasa con la medición del impacto de iniciativas de alfabetización mediática?

Sin embargo, las iniciativas de educación en medios tienen problemas, principalmente en cuanto a la medición de su impacto. Existen diversas formas de enseñar y aprender sobre los medios, no obstante, no siempre los resultados de estas iniciativas son deseados.

Entre estos problemas encontramos:

  • La falta de medidas como base para comparación futura de mejoras.
  • Los factores causales que pueden llevar a cambios observables no tienen claridad de causalidad y medición.
  • Los objetivos de iniciativas de alfabetización mediática suelen ser poco concretos.
  • Delimitación de públicos objetivos difusa.

Todo aquello responde, en parte, a cómo se conciben las iniciativas. Algunas, con fondos cuantiosos, que pregonan haber alcanzado a muchas personas, y situados desde una visión moralmente superior, no siempre dan detalles sobre cómo funcionaron, con quiénes, comparadas a qué. Suelen tener metodologías y resultados opacos, con preguntas tal vez imprecisas o basadas en indicadores como asistencia y alcance, pero no en el impacto en las vidas reales de los participantes luego de participar en las iniciativas.

Foto: Kevin Ku (pexels).

¡Necesitamos conocer qué funciona!

Para mejorar las competencias mediáticas de estudiantes, docentes, y de la sociedad en general, es necesario medir estas iniciativas. Para ello, un paso previo es tener una base de medidas con las cuales comparar los resultados después de las intervenciones.

Como mencionan Mateus, Andrada y Ferrés, las competencias mediáticas están constituidas por la capacidad de interactuar críticamente con mensajes mediáticos de otros y de producir los propios. Ellos observan que se suelen medir desde la autopercepción, pero esto no suele ser del todo fiable para tener una idea real de las competencias y cómo enseñarlas.

Los investigadores proponen una evaluación orientada a la idea de “prosumidor”, es decir, “un consumidor o receptor de medios que al mismo tiempo se expresa con ellos”. Las preguntas de estos estudios deberían proponer un reto que implique razonamiento y emotividad, así como permitir que se muestre un grado de reflexión que implique la solución de problemas más allá de los propuestos en la evaluación. Esto permitiría estudios de diagnóstico a gran escala, replicables, y de mayor objetividad, logrando una base comparativa sobre la cual construir cualitativamente mejoras en formación de competencias mediáticas.

Conociendo a las diferentes audiencias mejor, se pueden diseñar mejores iniciativas. Y, a partir de ello, podremos medir y comparar iniciativas para saber, como apunta Livingstone:

  • Qué iniciativas funcionan mejor y para qué audiencias. Esto ayuda a destinar mejor nuestros recursos y esfuerzos.
  • Qué resultados queremos obtener, y así saber si lo hemos logrado.
  • Tenemos que compartir qué funciona con otros, en lugar de mantener en privado nuestros resultados.
  • Del mismo modo, tendríamos que compartir qué no funcionó, y así otros no desperdiciarán recursos en los mismos errores.

¿Cómo optimizar las iniciativas de educación mediática para un mayor impacto?

Para lograr un mayor impacto con nuestras iniciativas de competencias mediáticas, Sandra Livingstone recomienda lo siguiente:

  1. Si diseñas tus iniciativas para el “público en general”, aquellos que ya tenían ventajas (privilegios, motivación, conocimiento, interés), se beneficiarán más. Quienes tengan desventajas (no tienen tiempo, se distraen, están ansiosos por otras cosas, no hablan tu idioma, no tienen conexión, etc.), no van a recibir bien el mensaje. Esto podría exacerbar desigualdades.
  2. Es necesario conocer, consultar, escuchar o haber trabajado previamente con la audiencia a la que te diriges. De otro modo, las intervenciones e iniciativas pueden ser percibidas como condescendientes o desubicadas.
  3. Debes determinar si estás buscando impactar en sus acciones o en su conocimiento. Si es en sus acciones, hay que tener muy en cuenta cómo vas a medir aquello.
  4. Las competencias mediáticas son materia educativa. Involucran progresión, son multidimensionales, cambian cómo nos relacionamos con el mundo digital y analógico. No hay atajos ni trucos para lograr que las personas “la absorban” rápidamente. Es necesario respetar los procesos de aprendizaje y las necesidades de cada quién.

Más sobre educación en medios y competencias mediáticas: Tercera temporada del Podcast de Educación Mediática

Medir las competencias mediáticas

Autor: Julio César Mateus Publicado: septiembre 6, 2022

Este post es, en parte, una traducción del artículo de Sonia Livingstone para la European Digital Media Observatory, con el agregado de la investigación publicada por Julio César Mateus, Pablo Andrada y Joan Ferrés en 2021. En ambos textos se resalta la importancia de medir las competencias mediáticas y el impacto de los esfuerzos por desarrollarlas.

En nuestro mundo globalizado y extensamente mediatizado, convivimos cotidianamente con medios. Existen diferentes formas de acceder a ellos, entenderlos, analizarlos y utilizarlos. A esto se le llama competencia mediática.

¿En qué contextos cobran importancia las competencias mediáticas?

  • Por ejemplo, en esta era de desinformación, importa la competencia de evaluar los medios.
  • En el “Sur Global”, es decir, países en vías de desarrollo, todavía tiene mucha importancia el conocimiento, recursos y habilidades necesarias para acceder a mensajes.
  • Para las infancias, la habilidad de crear mensajes es crucial para ser miembros activos en la sociedad.
  • Para la sociedad en general, importa la habilidad de analizar la naturaleza de la ecología digital, sus ecosistemas de datos y las formas de conexión y visibilidad mediadas por algoritmos.

Livingstone prefiere definir las competencias mediáticas como todo aquello que necesitamos conocer para participar como agentes y ciudadanos de una sociedad digital. Esto implica que su relevancia es integral a toda la sociedad, que las competencias mediáticas están en constante cambio y que depende de la infraestructura digital de nuestra sociedad. Asimismo, enfatiza en la importancia del contexto: diferentes grupos necesitan saber cosas diferentes, dependiendo de cómo es la vida de cada quién, las competencias pueden variar.

Como apuntan los investigadores Mateus, Andrada y Ferrés, en Iberoamérica se ha priorizado la compra y uso de tecnología para disminuir brechas tecnológicas, desde un discurso “tecnosolucionista”, y poco se ha hecho en cuanto a la formación en medios para el ejercicio de la ciudadanía. Hay asimetrías entre las visiones y aplicaciones de la educación mediática en países desarrollados versus los de Iberoamérica, sobre todo a nivel de políticas públicas e iniciativas. A pesar de esto, sí se coincide en el aumento a la inversión en tecnologías y en la noción de que se necesita interacción crítica con los medios.

Foto: Pixabay.com

¿Qué pasa con la medición del impacto de iniciativas de alfabetización mediática?

Sin embargo, las iniciativas de educación en medios tienen problemas, principalmente en cuanto a la medición de su impacto. Existen diversas formas de enseñar y aprender sobre los medios, no obstante, no siempre los resultados de estas iniciativas son deseados.

Entre estos problemas encontramos:

  • La falta de medidas como base para comparación futura de mejoras.
  • Los factores causales que pueden llevar a cambios observables no tienen claridad de causalidad y medición.
  • Los objetivos de iniciativas de alfabetización mediática suelen ser poco concretos.
  • Delimitación de públicos objetivos difusa.

Todo aquello responde, en parte, a cómo se conciben las iniciativas. Algunas, con fondos cuantiosos, que pregonan haber alcanzado a muchas personas, y situados desde una visión moralmente superior, no siempre dan detalles sobre cómo funcionaron, con quiénes, comparadas a qué. Suelen tener metodologías y resultados opacos, con preguntas tal vez imprecisas o basadas en indicadores como asistencia y alcance, pero no en el impacto en las vidas reales de los participantes luego de participar en las iniciativas.

Foto: Kevin Ku (pexels).

¡Necesitamos conocer qué funciona!

Para mejorar las competencias mediáticas de estudiantes, docentes, y de la sociedad en general, es necesario medir estas iniciativas. Para ello, un paso previo es tener una base de medidas con las cuales comparar los resultados después de las intervenciones.

Como mencionan Mateus, Andrada y Ferrés, las competencias mediáticas están constituidas por la capacidad de interactuar críticamente con mensajes mediáticos de otros y de producir los propios. Ellos observan que se suelen medir desde la autopercepción, pero esto no suele ser del todo fiable para tener una idea real de las competencias y cómo enseñarlas.

Los investigadores proponen una evaluación orientada a la idea de “prosumidor”, es decir, “un consumidor o receptor de medios que al mismo tiempo se expresa con ellos”. Las preguntas de estos estudios deberían proponer un reto que implique razonamiento y emotividad, así como permitir que se muestre un grado de reflexión que implique la solución de problemas más allá de los propuestos en la evaluación. Esto permitiría estudios de diagnóstico a gran escala, replicables, y de mayor objetividad, logrando una base comparativa sobre la cual construir cualitativamente mejoras en formación de competencias mediáticas.

Conociendo a las diferentes audiencias mejor, se pueden diseñar mejores iniciativas. Y, a partir de ello, podremos medir y comparar iniciativas para saber, como apunta Livingstone:

  • Qué iniciativas funcionan mejor y para qué audiencias. Esto ayuda a destinar mejor nuestros recursos y esfuerzos.
  • Qué resultados queremos obtener, y así saber si lo hemos logrado.
  • Tenemos que compartir qué funciona con otros, en lugar de mantener en privado nuestros resultados.
  • Del mismo modo, tendríamos que compartir qué no funcionó, y así otros no desperdiciarán recursos en los mismos errores.

¿Cómo optimizar las iniciativas de educación mediática para un mayor impacto?

Para lograr un mayor impacto con nuestras iniciativas de competencias mediáticas, Sandra Livingstone recomienda lo siguiente:

  1. Si diseñas tus iniciativas para el “público en general”, aquellos que ya tenían ventajas (privilegios, motivación, conocimiento, interés), se beneficiarán más. Quienes tengan desventajas (no tienen tiempo, se distraen, están ansiosos por otras cosas, no hablan tu idioma, no tienen conexión, etc.), no van a recibir bien el mensaje. Esto podría exacerbar desigualdades.
  2. Es necesario conocer, consultar, escuchar o haber trabajado previamente con la audiencia a la que te diriges. De otro modo, las intervenciones e iniciativas pueden ser percibidas como condescendientes o desubicadas.
  3. Debes determinar si estás buscando impactar en sus acciones o en su conocimiento. Si es en sus acciones, hay que tener muy en cuenta cómo vas a medir aquello.
  4. Las competencias mediáticas son materia educativa. Involucran progresión, son multidimensionales, cambian cómo nos relacionamos con el mundo digital y analógico. No hay atajos ni trucos para lograr que las personas “la absorban” rápidamente. Es necesario respetar los procesos de aprendizaje y las necesidades de cada quién.

Más sobre educación en medios y competencias mediáticas: Tercera temporada del Podcast de Educación Mediática

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