PISA 2022: aportes, dudas

El 5 de diciembre la OCDE presentó los resultados de PISA 2022. Se trata de la encuesta más grande realizada en el mundo para medir las competencias matemáticas, de lectura y ciencias de cerca de 700 mil estudiantes de 15 años de edad.

Existen sectores que cuestionan los objetivos, el tipo de contenidos de las pruebas o el uso de los resultados de la evaluación y quisieran la medición de otras variables cualitativas. Por su carácter global, PISA no abarca todos los factores del aprendizaje y de la formación de las personas que se requieren en un mundo como el que vivimos. A las tres áreas básicas que mide, añade el análisis de los niveles de competencia en educación financiera y pensamiento creativo. También es cierto que lo que más atrae la atención de quienes siguen sus informes son los resultados de aprendizaje, la preponderancia de los estudiantes en determinado nivel de logro, la ubicación de un país en el total de los que participan y su distancia en resultados respecto de otros países de mayor o menor desarrollo. Sin embargo, tan importante como los resultados son los análisis y las proposiciones que realiza a través del estudio de los aspectos individuales del estudiante, del entorno del hogar, de la escuela y del sistema educativo. Como es de suponer, el desafío de cada país es saber analizar y aprovechar la información que sea relevante a su realidad. En ese propósito, PISA puede ayudar a comprender la medida en que los diversos contextos en los que se desenvuelve el proceso educativo y las condiciones que tiene el estudiante pueden favorecer o perjudicar el desarrollo de las competencias, brindar ejemplos de países exitosos o de malas prácticas. De la lectura de sus informes se desprende que países, como los latinoamericanos, no mejorarán los aprendizajes o lo harán muy lentamente si no se intensifica, sostiene y se torna en eficaz la acción intersectorial y la relación familia-escuelas en favor del bienestar físco y emocional de los estudiantes.

Tampoco se olvida que PISA, al ser una muestra mundial, complementa la mirada que los países tienen a través de sus evaluaciones nacionales y, en el caso de América Latina, las del Laboratorio Latinoamericano de la Calidad de la Enseñanza en las áreas formativas que mide. Queda abierta la posibilidad que con los avances tecnológicos en materia de investigación educativa, neurociencia e inteligencia artificial y los nuevos énfasis que se demandan a la educación, será posible en el futuro que la OCDE, la Unesco u otra organización internacional exploren esos nuevos e innovadores campos de la evaluación cualitativa que los sistemas educativos necesitan para definir y ejecutar mejor sus políticas. 

En PISA 2022 las competencias matemáticas fueron el dominio principal y el pensamiento creativo la competencia innovadora del análisis. Se trató de medir la capacidad de respuesta de los estudiantes a las demandas de innovación y creatividad para adaptarse a un mundo en constante cambio, sin descuidar el monitoreo de las competencias lectoras y científicas. Para PISA, la competencia matemática no se limita a la simple reproducción de procedimientos matemáticos rutinarios, sino que permite ser capaz de razonar matemáticamente para modelar, analizar, explicar y resolver problemas complejos de la vida real, además de predecir y prevenir nuevas situaciones y problemas.

Perú en el entorno latinoamericano

La primera vez que Perú estuvo presente en PISA fue en el 2001, en lo que se llamó PISA Plus. Participaron 43 países y economías, número que aumentó a 81 en el 2022. Los países de América Latina y el Caribe pasaron de cinco a catorce. Perú, estuvo presente en seis de las ocho y en la última lo hizo con 337 instituciones educativas y 8,787 estudiantes; de ellos, el 70,7% cursaba el cuarto de secundaria y 73% asistía a colegios estatales.

Los recientes resultados muestran que los estudiantes de Chile y Uruguay obtuvieron los mayores puntajes en las tres áreas evaluadas, aunque dentro del total de países participantes ocupan los puestos 37 y 43 en lectura; 43 y 45 en ciencias, y 52 y 53 en matemática, respectivamente. Les siguen México y Costa Rica en Lectura, Costa Rica y Colombia en Ciencias y México y Perú en Matemática.

Estar más adelante en el ranking que en el pasado no significa haber mejorado en comparación a pruebas anteriores. Al comparar los puntajes promedio de cada país en las evaluaciones PISA 2018 y 2022 se observan ciertos retrocesos significativos: en Costa Rica 18 puntos en Matemática, 11 en Lectura y 5 en Ciencias, en tanto que México retrocede 14 puntos en Matemáticas, 5 en Lectura y 9 en Ciencias. Chile retrocede en Matemática y Lectura, entretanto Uruguay y Perú solo en Matemática. El deterioro en los rendimientos no es exclusivo de América Latina, también se da en el promedio de los países de la OCDE en donde la caida es de 15 puntos en Matemática, 10 en Lectura y 2 en Ciencias. Aun cuando cae el promedio en los países de la OCDE, las brechas existentes respecto de América Latina se siguen manteniendo. Un indicador de esas brechas es asumiendo la estimación de la OCDE que establece que 20 puntos de diferencia negativa en el puntaje, equivale a un año de rezago de escolaridad. Tomando ese cálculo, el BID estima que con relación al promedio de la OCDE dicho rezago en Chile y Uruguay es de tres años en Matemática, mientras en México, Perú, Costa Rica y Colombia es de cuatro años. Si la comparación es con Singapur, el país mejor evaluado en PISA, la OCDE tiene un rezago de cinco años; Chile y Uruguay de ocho años y México, Perú, Costa Rica y Colombia de nueve años.

Las brechas educativas también se reflejan en la distribución de los estudiantes según el logro de competencia. PISA organiza la adquisición de competencias en seis niveles, siendo el nivel 6 el más desarrollado y el 2 el básico para el logro de una competencia. Dada la heterogeneidad de países con bajo rendimiento se dividió el nivel 1 en cuatro subniveles: 1a, 1b, 1c y debajo del 1c. En base a esta clasificación se encontró que en alguna de las tres áreas de competencia Chile y Uruguay lograron ubicar en los niveles 5 y 6 al 3,6% y 3,4% de sus estudiantes, seguidos de Brasil con 2,6%. Perú ubica al 1,3%, detrás de Colombia, Argentina y Jamaica. Casi no hay estudiantes en el nivel 6.

Mientras en Chile uno de cada cuatro estudiantes y en Uruguay tres de cada diez no alcanzan el nivel básico de competencias en las áreas evaluadas, en Perú son las dos terceras partes en matemáticas, el 53% en ciencias y la mitad en lectura. Comparados los resultados del período 2018-2022, se observa que en las escuelas públicas los estudiantes peruanos que alcanzan o superan el nivel 2 en matemáticas descienden en 6%, pero las mejoras de 2,2% en ciencias y 4,4% en lectura no se pueden considerar significativas. En las escuelas privadas se produce similar retroceso en matemática, un estancamiento en ciencias y una pequeña mejora de 1,6% en lectura. Pese a no darse mejoras significativas en lectura y ciencias, lo evidente es que en las tres áreas, los estudiantes de escuelas privadas que alcanzan el nivel 2 o más supera en 30% el logro de las escuelas públicas. Ese dato se complementa con el que analiza los rendimientos por cuartiles socioeconómicos. Entre los que están en el cuartil 1, de menor situación socioeconómica, el 37,2% de los que van a escuelas privadas alcanza o supera el nivel básico de competencia lectora frente al 25% en las escuelas públicas. Los que logran ese objetivo aumentan en el cuartil 4 hasta el 79,1% en las privadas y 53,2% en las públicas. Un dato importante es que quienes participaron en PISA 2022 fueron estudiantes que, como lo señala la Unidad de Medición de la Calidad de la Enseñanza del Ministerio de Educación, pertenecen a la cohorte evaluada en la ECE de 2° grado de primaria de los años 2013, 2014 y 2015, cuando se registraron los más altos porcentajes de estudiantes que alcanzaron el nivel satisfactorio. Como sucede en otros países, los varones rinden mejor en matemática y en ciencias y las mujeres mejor en lectura. Lo que preocupa es que en el período 2018-2022 las brechas por género aumentaron en matemática y ciencias en favor de los varones, mientras se acortaron en lectura.

Reflexiones finales

Es verdad que algunas de las conclusiones de los informes PISA son obvias pero otras requieren ser estudiadas con detención, inclusive investigar más para poderlas aprovechar. Es el caso de comprender como duraciones de cierre de escuelas tan desiguales durante la pandemia en varios países de Europa y de América Latina condujeron a caídas muy similares en el desempeño de los estudiantes en las pruebas. Además, lo que hace PISA es reafirmar o refutar algunas aseveraciones sobre la problemática educativa pero avanzando en el estudio de sus causas, manifestaciones y consecuencias, unas internas al sistema y otras relacionadas con factores como la inseguridad alimentaria, el impacto del uso excesivo y poco útil de los dispositivos digitales por los niños y jóvenes, la tremenda incidencia que vienen teniendo el cyber bulliyng, el acoso y otros factores de insuficiente protección y seguridad personal y socioemocional del estudiantes dentro y fuera de las escuelas.

Si bien los resultados no son estrictamente comparables en el tiempo, es interesante observar que desde que el país interviene en PISA ha logrado mejoras en las tres áreas de evaluación: 81 puntos en Lectura, 75 en Ciencias y 99 en Matemáticas. Se trata de progresos más importantes que los logrados por otros países que participaron en la primera y última evaluación PISA en lo que va del siglo. Sin embargo, los resultados obtenidos por el Perú no son para ilusionarnos; partieron de una base muy pobre de logros de aprendizaje y no se condicen con un presupuesto para el sector Educación que para el año 2023 fue, en valores nominales, dieciséis veces mayor que el que se tuvo en el 2000 (Consulta Amigable del MEF). Continuamos en el tercio inferior de países evaluados por PISA y en la evaluación nacional muestral 2022 para el segundo de secundaria pública menos del 15% de estudiantes en lectura y menos del 10% en matemáticas logró nivel satisfactorio. El prolongando cierre de las instituciones educativas durante la pandemia no es el único factor que explica los pobres resultados, sobre todo en matemáticas. Hemos permitido que vayan aumentando los estudiantes que encuentran condiciones poco propicias y seguras de aprender, no hemos sabido apostar y dar continuidad a las políticas que más convienen, se han adoptado decisiones en materia curricular, de docentes, de uso de las tecnologías, de materiales de aprendizajes y de mejoras remunerativas que tendrían que replantearse a profundidad. Es urgente que la gestión se modernice, tenga continuidad, eficiencia y rinda cuentas. Tampoco se ha sabido lograr que el esfuerzo de la educación pública y la privada se complementen y retroalimenten en un marco de convivencia armoniosa, respetando y asegurando ambas estándares mínimos de calidad. Acelerar las reformas educativas es un imperativo en el cual docentes motivados y comprometidos son un factor clave. No se piden imposibles; hay experiencias en el mundo de países que han podido hacerlo. Si no lo hacemos seguiremos estancados.

PISA 2022: aportes, dudas

Autor: Hugo Diaz Publicado: diciembre 28, 2023

El 5 de diciembre la OCDE presentó los resultados de PISA 2022. Se trata de la encuesta más grande realizada en el mundo para medir las competencias matemáticas, de lectura y ciencias de cerca de 700 mil estudiantes de 15 años de edad.

Existen sectores que cuestionan los objetivos, el tipo de contenidos de las pruebas o el uso de los resultados de la evaluación y quisieran la medición de otras variables cualitativas. Por su carácter global, PISA no abarca todos los factores del aprendizaje y de la formación de las personas que se requieren en un mundo como el que vivimos. A las tres áreas básicas que mide, añade el análisis de los niveles de competencia en educación financiera y pensamiento creativo. También es cierto que lo que más atrae la atención de quienes siguen sus informes son los resultados de aprendizaje, la preponderancia de los estudiantes en determinado nivel de logro, la ubicación de un país en el total de los que participan y su distancia en resultados respecto de otros países de mayor o menor desarrollo. Sin embargo, tan importante como los resultados son los análisis y las proposiciones que realiza a través del estudio de los aspectos individuales del estudiante, del entorno del hogar, de la escuela y del sistema educativo. Como es de suponer, el desafío de cada país es saber analizar y aprovechar la información que sea relevante a su realidad. En ese propósito, PISA puede ayudar a comprender la medida en que los diversos contextos en los que se desenvuelve el proceso educativo y las condiciones que tiene el estudiante pueden favorecer o perjudicar el desarrollo de las competencias, brindar ejemplos de países exitosos o de malas prácticas. De la lectura de sus informes se desprende que países, como los latinoamericanos, no mejorarán los aprendizajes o lo harán muy lentamente si no se intensifica, sostiene y se torna en eficaz la acción intersectorial y la relación familia-escuelas en favor del bienestar físco y emocional de los estudiantes.

Tampoco se olvida que PISA, al ser una muestra mundial, complementa la mirada que los países tienen a través de sus evaluaciones nacionales y, en el caso de América Latina, las del Laboratorio Latinoamericano de la Calidad de la Enseñanza en las áreas formativas que mide. Queda abierta la posibilidad que con los avances tecnológicos en materia de investigación educativa, neurociencia e inteligencia artificial y los nuevos énfasis que se demandan a la educación, será posible en el futuro que la OCDE, la Unesco u otra organización internacional exploren esos nuevos e innovadores campos de la evaluación cualitativa que los sistemas educativos necesitan para definir y ejecutar mejor sus políticas. 

En PISA 2022 las competencias matemáticas fueron el dominio principal y el pensamiento creativo la competencia innovadora del análisis. Se trató de medir la capacidad de respuesta de los estudiantes a las demandas de innovación y creatividad para adaptarse a un mundo en constante cambio, sin descuidar el monitoreo de las competencias lectoras y científicas. Para PISA, la competencia matemática no se limita a la simple reproducción de procedimientos matemáticos rutinarios, sino que permite ser capaz de razonar matemáticamente para modelar, analizar, explicar y resolver problemas complejos de la vida real, además de predecir y prevenir nuevas situaciones y problemas.

Perú en el entorno latinoamericano

La primera vez que Perú estuvo presente en PISA fue en el 2001, en lo que se llamó PISA Plus. Participaron 43 países y economías, número que aumentó a 81 en el 2022. Los países de América Latina y el Caribe pasaron de cinco a catorce. Perú, estuvo presente en seis de las ocho y en la última lo hizo con 337 instituciones educativas y 8,787 estudiantes; de ellos, el 70,7% cursaba el cuarto de secundaria y 73% asistía a colegios estatales.

Los recientes resultados muestran que los estudiantes de Chile y Uruguay obtuvieron los mayores puntajes en las tres áreas evaluadas, aunque dentro del total de países participantes ocupan los puestos 37 y 43 en lectura; 43 y 45 en ciencias, y 52 y 53 en matemática, respectivamente. Les siguen México y Costa Rica en Lectura, Costa Rica y Colombia en Ciencias y México y Perú en Matemática.

Estar más adelante en el ranking que en el pasado no significa haber mejorado en comparación a pruebas anteriores. Al comparar los puntajes promedio de cada país en las evaluaciones PISA 2018 y 2022 se observan ciertos retrocesos significativos: en Costa Rica 18 puntos en Matemática, 11 en Lectura y 5 en Ciencias, en tanto que México retrocede 14 puntos en Matemáticas, 5 en Lectura y 9 en Ciencias. Chile retrocede en Matemática y Lectura, entretanto Uruguay y Perú solo en Matemática. El deterioro en los rendimientos no es exclusivo de América Latina, también se da en el promedio de los países de la OCDE en donde la caida es de 15 puntos en Matemática, 10 en Lectura y 2 en Ciencias. Aun cuando cae el promedio en los países de la OCDE, las brechas existentes respecto de América Latina se siguen manteniendo. Un indicador de esas brechas es asumiendo la estimación de la OCDE que establece que 20 puntos de diferencia negativa en el puntaje, equivale a un año de rezago de escolaridad. Tomando ese cálculo, el BID estima que con relación al promedio de la OCDE dicho rezago en Chile y Uruguay es de tres años en Matemática, mientras en México, Perú, Costa Rica y Colombia es de cuatro años. Si la comparación es con Singapur, el país mejor evaluado en PISA, la OCDE tiene un rezago de cinco años; Chile y Uruguay de ocho años y México, Perú, Costa Rica y Colombia de nueve años.

Las brechas educativas también se reflejan en la distribución de los estudiantes según el logro de competencia. PISA organiza la adquisición de competencias en seis niveles, siendo el nivel 6 el más desarrollado y el 2 el básico para el logro de una competencia. Dada la heterogeneidad de países con bajo rendimiento se dividió el nivel 1 en cuatro subniveles: 1a, 1b, 1c y debajo del 1c. En base a esta clasificación se encontró que en alguna de las tres áreas de competencia Chile y Uruguay lograron ubicar en los niveles 5 y 6 al 3,6% y 3,4% de sus estudiantes, seguidos de Brasil con 2,6%. Perú ubica al 1,3%, detrás de Colombia, Argentina y Jamaica. Casi no hay estudiantes en el nivel 6.

Mientras en Chile uno de cada cuatro estudiantes y en Uruguay tres de cada diez no alcanzan el nivel básico de competencias en las áreas evaluadas, en Perú son las dos terceras partes en matemáticas, el 53% en ciencias y la mitad en lectura. Comparados los resultados del período 2018-2022, se observa que en las escuelas públicas los estudiantes peruanos que alcanzan o superan el nivel 2 en matemáticas descienden en 6%, pero las mejoras de 2,2% en ciencias y 4,4% en lectura no se pueden considerar significativas. En las escuelas privadas se produce similar retroceso en matemática, un estancamiento en ciencias y una pequeña mejora de 1,6% en lectura. Pese a no darse mejoras significativas en lectura y ciencias, lo evidente es que en las tres áreas, los estudiantes de escuelas privadas que alcanzan el nivel 2 o más supera en 30% el logro de las escuelas públicas. Ese dato se complementa con el que analiza los rendimientos por cuartiles socioeconómicos. Entre los que están en el cuartil 1, de menor situación socioeconómica, el 37,2% de los que van a escuelas privadas alcanza o supera el nivel básico de competencia lectora frente al 25% en las escuelas públicas. Los que logran ese objetivo aumentan en el cuartil 4 hasta el 79,1% en las privadas y 53,2% en las públicas. Un dato importante es que quienes participaron en PISA 2022 fueron estudiantes que, como lo señala la Unidad de Medición de la Calidad de la Enseñanza del Ministerio de Educación, pertenecen a la cohorte evaluada en la ECE de 2° grado de primaria de los años 2013, 2014 y 2015, cuando se registraron los más altos porcentajes de estudiantes que alcanzaron el nivel satisfactorio. Como sucede en otros países, los varones rinden mejor en matemática y en ciencias y las mujeres mejor en lectura. Lo que preocupa es que en el período 2018-2022 las brechas por género aumentaron en matemática y ciencias en favor de los varones, mientras se acortaron en lectura.

Reflexiones finales

Es verdad que algunas de las conclusiones de los informes PISA son obvias pero otras requieren ser estudiadas con detención, inclusive investigar más para poderlas aprovechar. Es el caso de comprender como duraciones de cierre de escuelas tan desiguales durante la pandemia en varios países de Europa y de América Latina condujeron a caídas muy similares en el desempeño de los estudiantes en las pruebas. Además, lo que hace PISA es reafirmar o refutar algunas aseveraciones sobre la problemática educativa pero avanzando en el estudio de sus causas, manifestaciones y consecuencias, unas internas al sistema y otras relacionadas con factores como la inseguridad alimentaria, el impacto del uso excesivo y poco útil de los dispositivos digitales por los niños y jóvenes, la tremenda incidencia que vienen teniendo el cyber bulliyng, el acoso y otros factores de insuficiente protección y seguridad personal y socioemocional del estudiantes dentro y fuera de las escuelas.

Si bien los resultados no son estrictamente comparables en el tiempo, es interesante observar que desde que el país interviene en PISA ha logrado mejoras en las tres áreas de evaluación: 81 puntos en Lectura, 75 en Ciencias y 99 en Matemáticas. Se trata de progresos más importantes que los logrados por otros países que participaron en la primera y última evaluación PISA en lo que va del siglo. Sin embargo, los resultados obtenidos por el Perú no son para ilusionarnos; partieron de una base muy pobre de logros de aprendizaje y no se condicen con un presupuesto para el sector Educación que para el año 2023 fue, en valores nominales, dieciséis veces mayor que el que se tuvo en el 2000 (Consulta Amigable del MEF). Continuamos en el tercio inferior de países evaluados por PISA y en la evaluación nacional muestral 2022 para el segundo de secundaria pública menos del 15% de estudiantes en lectura y menos del 10% en matemáticas logró nivel satisfactorio. El prolongando cierre de las instituciones educativas durante la pandemia no es el único factor que explica los pobres resultados, sobre todo en matemáticas. Hemos permitido que vayan aumentando los estudiantes que encuentran condiciones poco propicias y seguras de aprender, no hemos sabido apostar y dar continuidad a las políticas que más convienen, se han adoptado decisiones en materia curricular, de docentes, de uso de las tecnologías, de materiales de aprendizajes y de mejoras remunerativas que tendrían que replantearse a profundidad. Es urgente que la gestión se modernice, tenga continuidad, eficiencia y rinda cuentas. Tampoco se ha sabido lograr que el esfuerzo de la educación pública y la privada se complementen y retroalimenten en un marco de convivencia armoniosa, respetando y asegurando ambas estándares mínimos de calidad. Acelerar las reformas educativas es un imperativo en el cual docentes motivados y comprometidos son un factor clave. No se piden imposibles; hay experiencias en el mundo de países que han podido hacerlo. Si no lo hacemos seguiremos estancados.

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