El estudio "Demand for online education is growing — are providers ready?” (McKinsey, 2022) es enfático en afirmar que en el futuro la educación en línea será parte fundamental de un sistema y mercado educativo global renovados continuamente, con numerosos nuevos actores, tipos de programas y plataformas. Las instituciones de formación estarán obligadas a diferenciarse para captar y retener estudiantes. Sus características serán: la personalización masiva, el aprendizaje continuo, la democratización del acceso, la permanente innovación pedagógica y los nuevos modelos de negocio. La educación experimentará una transformación dinámica impulsada por las tecnologías emergentes, en especial la inteligencia artificial, y por una mayor colaboración internacional, con fuerte énfasis en la preparación de las personas para un mercado laboral en constante evolución.
Según el “Informe del Mercado Global de Educación on Line 2024-2032” (e-Learning Actual, Junio 2024), la demanda de esta oferta crece y se masifica por el aumento de la competencia entre los proveedores de títulos en línea y las inversiones en el sector educativo. Proliferan las empresas de educación en línea y los mayores flujos de financiación para capital de riesgo en su apoyo. Otros factores por los que evoluciona rápidamente son los cambios en las expectativas de los estudiantes y del mercado laboral, la posibilidad de abaratar costos debido a las economías que pueden lograrse en infraestructura física, personal y materiales tradicionales, el aumento en los consumidores de teléfonos inteligentes, de tabletas y ordenadores, así como alcanzar mayor eficiencia operativa y académica, tanto para el estudiante como para los centros de formación.
La transformación que viven los sistemas educativos en el mundo empezó desde hace algunos años y se intensificó con la pandemia de COVID-19 al incrementarse la demanda por educación en línea. El referido Informe de e-Learning Actual proporciona varios indicadores sobre la actual situación de este mercado: estima que hasta el 2024 el 49% de los estudiantes han participado en alguna forma de aprendizaje en línea; el 70% creen que el aprendizaje en línea supera al aprendizaje en el aula tradicional. Es en la industria de la educación donde más se expande: en 900% desde el 2000. Entre las empresas, el 80% ofrecen soluciones de aprendizaje o capacitación en línea pues podría mejorar el rendimiento de los empleados entre un 15% y 25%.
La perspectiva de crecimiento a largo plazo de la educación en línea no es pasajera: para el 2027 podría alcanzar los 57 millones de usuarios según Prosperity for All. Son evidentes los beneficios que puede traer como factor diferenciador en un mercado muy dinámico si se producen respuestas pertinentes y oportunas a los cambios que experimentan los perfiles de los trabajadores en el mercado laboral y si se extiende la oportunidad de extender la cobertura de beneficiarios con cursos de aprendizaje para todas las edades, tanto dentro como fuera del país y sin un incremento proporcional en costos.
Bien ejecutados, los modelos de educación en línea – sean semi-presenciales o cien por ciento a distancia- podrán ayudar a superar muchos de los problemas, limitaciones y nuevas necesidades de adquisición de habilidades que enfrenta la formación de técnicos y profesionales; es el caso de personalizar la enseñanza, utilizar metodologías como el aprendizaje adaptativo y basado en proyectos, el aula invertida, la realidad virtual y aumentada, la gamificación, la inteligencia artificial y el aprendizaje automático y profundo. Puede ser determinante, en la renovación académica como valor añadido para enfrentar con éxito la alta y persistente deserción estudiantil en los primeros ciclos. También para implementar planes formativos que enfaticen la solución de problemas prácticos, la creatividad, el pensamiento crítico y acostumbren a las personas a trabajar con diferentes lenguajes: materno, inglés, tecnológico, científico, artístico, imaginativo, de programación, de pensamiento humanístico...
Riesgos y problemas a superar
Utilizar tecnologías avanzadas, plataformas robustas enriquecidas con inteligencia artificial y con sistemas de gestión de aprendizaje representa un esfuerzo financiero elevado y complejo que por ahora solo pocos centros de educación superior privados del Perú y América Latina están en condiciones de realizarlo. En el mercado crece considerablemente la oferta de plataformas y aplicativos de calidad y pertinencia muy heterogénea que hay que saber seleccionar ya que mucho de lo utilizado enfrenta dificultades para adaptarse a la propuesta curricular institucional y proporcionar una enseñanza personalizada a gran escala y adecuada a diferentes estilos de aprendizaje y necesidades individuales. Esta limitación, asociada a la falta de un renovado sistema de tutoría cercano a los estudiantes contribuye a disminuir su satisfacción y compromiso y, por lo tanto, a no superar la deserción temprana, que podría tender a mantenerse e incluso ser mayor que en la educación presencial.
La mayoría de los centros de formación carece de la infraestructura necesaria y, sobre todo, de conocimientos técnicos para preparar y transformar sus modelos y ofertas para escalar a coberturas mayores, ser competitivos y ofrecer experiencias formativas de calidad en el futuro. No se trata de abandonar todo lo que ahora funciona, tampoco de hacer un simple cambio del ambiente de estudio; sino de llevar adelante una transformación que implique rescatar lo valioso de las prácticas existentes e introducir los aportes que traen las tecnologías emergentes en lo que son las finalidades básicas de formación, investigación y aporte al crecimiento inclusivo.
Además, al crecer el carácter internacional de la formación, son indispensables ajustes en la normatividad y estándares de acreditación que varían entre países y pueden ser una traba para escalar o validar programas. Igualmente, cambios en la cultura organizacional, contar con una constante actitud de adaptación al cambio, vencer las resistencias internas y dotar de competencias al personal en el uso académico y en la gerencia de las herramientas tecnológicas digitales que le permitan desarrollar innovaciones en campos como la enseñanza híbrida, las metodologías y recursos para la enseñanza, el agrupamiento de estudiantes, la gestión de los horarios y el aprovechamiento de la data generada por la inteligencia artificial sobre el comportamiento y desempeño de los estudiantes para personalizar, evaluar, retroalimentar, orientar la tutoría y facilitar la mejora continua de los programas y experiencias de aprendizaje.
Desafíos próximos
Bajo modelos presenciales, la matrícula de la educación superior podría tener a estabilizarse debido a una menor tasa de crecimiento de los egresados de la secundaria a causa del bono demográfico; no obstante, esa tendencia será compensada principalmente por dos factores: con las modalidades de educación en línea podrán acceder más fácilmente estudiantes que antes no lo hacían -viven en zonas alejadas o no pueden combinar sus actividades de estudio presencial con otras ocupaciones; inclusive, captar estudiantes de otros países-. Por otro lado, la dinámica renovación de habilidades para los puestos de trabajo y el interés de seguir aprendiendo, han abierto nuevas opciones de oferta para todas las edades: cursos cortos, certificaciones, micro-credenciales y programas de actualización, que a la vez se convierten en fuentes de financiamiento. Y es que la educación ha pasado a convertirse en un ciclo continuo que acompaña a las personas a lo largo de toda su vida laboral y personal.
Las dudas sobre incursionar en la educación en línea no parecen ser una limitación pues aumenta el convencimiento de que tarde o temprano los centros de enseñanza tendrán que hacerlo. McKinsey destaca la importancia de la transformación digital como condición necesaria para competir. En países como el Perú, las decisiones sobre utilizar la educación en línea se postergan debido a que faltan respuestas a los cómo hacerlo y por dónde empezar; cómo replantear los modelos de negocio académicos y de gestión tradicionales, cómo adoptar enfoques más ágiles, escalables y centrados en el estudiante; cómo vencer la resistencia del personal para transitar hacia nuevas formas de brindar servicio; cómo superar los problemas de conectividad, tecnológicos, pedagógicos y organizativos; cómo replantear las estructuras de costos, financiamiento y la manera de captar y retener estudiantes.
Además, hay que asegurar que el cambio de modelo de educación vaya más allá del trabajo con un computador: es un proceso mucho más complejo. Entre las claves para implantar la educación en línea están: planificar cuidadosamente; en el caso de los centros estatales que el Estado procure financiamiento interno y externo y entienda la transformación como una inversión que genera retornos tanto económicos como en calidad educativa a largo plazo. La capacidad de innovar con realismo es fundamental, siendo aconsejable comenzar dando pasos pequeños, pero estratégicos, alineados con los recursos y necesidades. Enfocarse en áreas que puedan ofrecer resultados rápidos y visibles, como mejorar la plataforma de enseñanza, ofrecer cursos en línea en áreas de alta demanda o implementar soluciones de aprendizaje adaptativo. La transformación debe ser gradual, participativa, priorizando la colaboración entre instituciones, empresas tecnológicas y plataformas de contenido, aplicativos, materiales impresos y digitales que amplíen y enriquezcan la oferta, mejoren la calidad de la educación en línea y extiendan su alcance y capacidad competitiva en un entorno cada vez más digitalizado.
Se requiere una buena base informativa que monitoree y ayude a responder con pertinencia a los cambios en la demanda por carreras y en las preferencias de los estudiantes; evaluar la creación de una variedad de programas que sigan de cerca las necesidades del mercado laboral; diseñar las características de los módulos de recursos y materiales que dispondrán los estudiantes en cada programa. Son condiciones indispensables si se quiere tener mayores posibilidades de éxito en la adaptación y escalamiento a mayores coberturas. En los Estados Unidos, por ejemplo, para ofrecer programas completos de pregrado, posgrado, cursos de capacitación de variada duración, muchas universidades utilizan diversos medios -como sitios web, aplicaciones móviles, correo electrónico y celulares-. El costo de los estudios incluye el acceso a un kit de herramientas digitales que comprende cursos en línea, libros de texto, sitios web educativos, videos, juegos, cuestionarios, inteligencia artificial.
El otro factor clave en la implementación de la educación en línea es el financiamiento factible y sostenible. Mantener modelos de negocio rentables en el entorno digital puede ser difícil, especialmente cuando la competencia presiona los precios y los costos de innovación y tecnología aumentan. Se requieren inversiones en infraestructura tecnológica, plataformas, contenido, capacitación del personal y nueva organización. Los costos pueden ser significativos y variarán según la escala y el alcance de la transformación. Dependiendo de la capacidad financiera, pueden incluir el desarrollo de plataformas propias, adquisición de licencias de uso, capacitación, contratación de talento especializado y marketing para posicionar la nueva oferta. Serán las instituciones con mayor financiamiento o mayores ingresos las que pueden asumir estos costos -o parte de ellos- como inversión estratégica a largo plazo. Lo que no debe olvidarse es destinar recursos para la innovación, transformación y proyectos con mayor impacto potencial. Se pueden buscar alianzas con empresas tecnológicas, inversores o fondos especializados en innovación educativa para complementar los recursos disponibles.
Las instituciones con recursos limitados o con menos capacidad de inversión tendrán que comenzar con pilotos o proyectos de menor escala y, lógicamente con una estrategia de aplicación más pausada que incluya buscar alianzas con plataformas tecnológicas, gobiernos, fundaciones o empresas privadas que ofrezcan financiamiento, subsidios o apoyo técnico; asimismo, aprovechar programas de financiamiento gubernamentales o internacionales destinados a innovación educativa y digitalización. Dos acciones adicionales que podrían emprender son, por un lado, optar por soluciones en la nube y tecnologías de bajo costo que permitan una implementación más asequible. Las plataformas en la nube y soluciones SaaS (Software as a Service) suelen tener costos iniciales menores y mayor flexibilidad; también aprovechar los recursos gratuitos, de código abierto u off line para contenidos, plataformas y herramientas pedagógicas. Los desafíos son grandes y pocos centros de formación empiezan su implementación. Importante será una autoevaluación permanente de lo que están haciendo y que la administración defina estándares básicos de calidad para la educación en línea.
El estudio “Demand for online education is growing — are providers ready?” (McKinsey, 2022) es enfático en afirmar que en el futuro la educación en línea será parte fundamental de un sistema y mercado educativo global renovados continuamente, con numerosos nuevos actores, tipos de programas y plataformas. Las instituciones de formación estarán obligadas a diferenciarse para captar y retener estudiantes. Sus características serán: la personalización masiva, el aprendizaje continuo, la democratización del acceso, la permanente innovación pedagógica y los nuevos modelos de negocio. La educación experimentará una transformación dinámica impulsada por las tecnologías emergentes, en especial la inteligencia artificial, y por una mayor colaboración internacional, con fuerte énfasis en la preparación de las personas para un mercado laboral en constante evolución.
Según el “Informe del Mercado Global de Educación on Line 2024-2032” (e-Learning Actual, Junio 2024), la demanda de esta oferta crece y se masifica por el aumento de la competencia entre los proveedores de títulos en línea y las inversiones en el sector educativo. Proliferan las empresas de educación en línea y los mayores flujos de financiación para capital de riesgo en su apoyo. Otros factores por los que evoluciona rápidamente son los cambios en las expectativas de los estudiantes y del mercado laboral, la posibilidad de abaratar costos debido a las economías que pueden lograrse en infraestructura física, personal y materiales tradicionales, el aumento en los consumidores de teléfonos inteligentes, de tabletas y ordenadores, así como alcanzar mayor eficiencia operativa y académica, tanto para el estudiante como para los centros de formación.
La transformación que viven los sistemas educativos en el mundo empezó desde hace algunos años y se intensificó con la pandemia de COVID-19 al incrementarse la demanda por educación en línea. El referido Informe de e-Learning Actual proporciona varios indicadores sobre la actual situación de este mercado: estima que hasta el 2024 el 49% de los estudiantes han participado en alguna forma de aprendizaje en línea; el 70% creen que el aprendizaje en línea supera al aprendizaje en el aula tradicional. Es en la industria de la educación donde más se expande: en 900% desde el 2000. Entre las empresas, el 80% ofrecen soluciones de aprendizaje o capacitación en línea pues podría mejorar el rendimiento de los empleados entre un 15% y 25%.
La perspectiva de crecimiento a largo plazo de la educación en línea no es pasajera: para el 2027 podría alcanzar los 57 millones de usuarios según Prosperity for All. Son evidentes los beneficios que puede traer como factor diferenciador en un mercado muy dinámico si se producen respuestas pertinentes y oportunas a los cambios que experimentan los perfiles de los trabajadores en el mercado laboral y si se extiende la oportunidad de extender la cobertura de beneficiarios con cursos de aprendizaje para todas las edades, tanto dentro como fuera del país y sin un incremento proporcional en costos.
Bien ejecutados, los modelos de educación en línea – sean semi-presenciales o cien por ciento a distancia- podrán ayudar a superar muchos de los problemas, limitaciones y nuevas necesidades de adquisición de habilidades que enfrenta la formación de técnicos y profesionales; es el caso de personalizar la enseñanza, utilizar metodologías como el aprendizaje adaptativo y basado en proyectos, el aula invertida, la realidad virtual y aumentada, la gamificación, la inteligencia artificial y el aprendizaje automático y profundo. Puede ser determinante, en la renovación académica como valor añadido para enfrentar con éxito la alta y persistente deserción estudiantil en los primeros ciclos. También para implementar planes formativos que enfaticen la solución de problemas prácticos, la creatividad, el pensamiento crítico y acostumbren a las personas a trabajar con diferentes lenguajes: materno, inglés, tecnológico, científico, artístico, imaginativo, de programación, de pensamiento humanístico…
Riesgos y problemas a superar
Utilizar tecnologías avanzadas, plataformas robustas enriquecidas con inteligencia artificial y con sistemas de gestión de aprendizaje representa un esfuerzo financiero elevado y complejo que por ahora solo pocos centros de educación superior privados del Perú y América Latina están en condiciones de realizarlo. En el mercado crece considerablemente la oferta de plataformas y aplicativos de calidad y pertinencia muy heterogénea que hay que saber seleccionar ya que mucho de lo utilizado enfrenta dificultades para adaptarse a la propuesta curricular institucional y proporcionar una enseñanza personalizada a gran escala y adecuada a diferentes estilos de aprendizaje y necesidades individuales. Esta limitación, asociada a la falta de un renovado sistema de tutoría cercano a los estudiantes contribuye a disminuir su satisfacción y compromiso y, por lo tanto, a no superar la deserción temprana, que podría tender a mantenerse e incluso ser mayor que en la educación presencial.
La mayoría de los centros de formación carece de la infraestructura necesaria y, sobre todo, de conocimientos técnicos para preparar y transformar sus modelos y ofertas para escalar a coberturas mayores, ser competitivos y ofrecer experiencias formativas de calidad en el futuro. No se trata de abandonar todo lo que ahora funciona, tampoco de hacer un simple cambio del ambiente de estudio; sino de llevar adelante una transformación que implique rescatar lo valioso de las prácticas existentes e introducir los aportes que traen las tecnologías emergentes en lo que son las finalidades básicas de formación, investigación y aporte al crecimiento inclusivo.
Además, al crecer el carácter internacional de la formación, son indispensables ajustes en la normatividad y estándares de acreditación que varían entre países y pueden ser una traba para escalar o validar programas. Igualmente, cambios en la cultura organizacional, contar con una constante actitud de adaptación al cambio, vencer las resistencias internas y dotar de competencias al personal en el uso académico y en la gerencia de las herramientas tecnológicas digitales que le permitan desarrollar innovaciones en campos como la enseñanza híbrida, las metodologías y recursos para la enseñanza, el agrupamiento de estudiantes, la gestión de los horarios y el aprovechamiento de la data generada por la inteligencia artificial sobre el comportamiento y desempeño de los estudiantes para personalizar, evaluar, retroalimentar, orientar la tutoría y facilitar la mejora continua de los programas y experiencias de aprendizaje.
Desafíos próximos
Bajo modelos presenciales, la matrícula de la educación superior podría tener a estabilizarse debido a una menor tasa de crecimiento de los egresados de la secundaria a causa del bono demográfico; no obstante, esa tendencia será compensada principalmente por dos factores: con las modalidades de educación en línea podrán acceder más fácilmente estudiantes que antes no lo hacían -viven en zonas alejadas o no pueden combinar sus actividades de estudio presencial con otras ocupaciones; inclusive, captar estudiantes de otros países-. Por otro lado, la dinámica renovación de habilidades para los puestos de trabajo y el interés de seguir aprendiendo, han abierto nuevas opciones de oferta para todas las edades: cursos cortos, certificaciones, micro-credenciales y programas de actualización, que a la vez se convierten en fuentes de financiamiento. Y es que la educación ha pasado a convertirse en un ciclo continuo que acompaña a las personas a lo largo de toda su vida laboral y personal.
Las dudas sobre incursionar en la educación en línea no parecen ser una limitación pues aumenta el convencimiento de que tarde o temprano los centros de enseñanza tendrán que hacerlo. McKinsey destaca la importancia de la transformación digital como condición necesaria para competir. En países como el Perú, las decisiones sobre utilizar la educación en línea se postergan debido a que faltan respuestas a los cómo hacerlo y por dónde empezar; cómo replantear los modelos de negocio académicos y de gestión tradicionales, cómo adoptar enfoques más ágiles, escalables y centrados en el estudiante; cómo vencer la resistencia del personal para transitar hacia nuevas formas de brindar servicio; cómo superar los problemas de conectividad, tecnológicos, pedagógicos y organizativos; cómo replantear las estructuras de costos, financiamiento y la manera de captar y retener estudiantes.
Además, hay que asegurar que el cambio de modelo de educación vaya más allá del trabajo con un computador: es un proceso mucho más complejo. Entre las claves para implantar la educación en línea están: planificar cuidadosamente; en el caso de los centros estatales que el Estado procure financiamiento interno y externo y entienda la transformación como una inversión que genera retornos tanto económicos como en calidad educativa a largo plazo. La capacidad de innovar con realismo es fundamental, siendo aconsejable comenzar dando pasos pequeños, pero estratégicos, alineados con los recursos y necesidades. Enfocarse en áreas que puedan ofrecer resultados rápidos y visibles, como mejorar la plataforma de enseñanza, ofrecer cursos en línea en áreas de alta demanda o implementar soluciones de aprendizaje adaptativo. La transformación debe ser gradual, participativa, priorizando la colaboración entre instituciones, empresas tecnológicas y plataformas de contenido, aplicativos, materiales impresos y digitales que amplíen y enriquezcan la oferta, mejoren la calidad de la educación en línea y extiendan su alcance y capacidad competitiva en un entorno cada vez más digitalizado.
Se requiere una buena base informativa que monitoree y ayude a responder con pertinencia a los cambios en la demanda por carreras y en las preferencias de los estudiantes; evaluar la creación de una variedad de programas que sigan de cerca las necesidades del mercado laboral; diseñar las características de los módulos de recursos y materiales que dispondrán los estudiantes en cada programa. Son condiciones indispensables si se quiere tener mayores posibilidades de éxito en la adaptación y escalamiento a mayores coberturas. En los Estados Unidos, por ejemplo, para ofrecer programas completos de pregrado, posgrado, cursos de capacitación de variada duración, muchas universidades utilizan diversos medios -como sitios web, aplicaciones móviles, correo electrónico y celulares-. El costo de los estudios incluye el acceso a un kit de herramientas digitales que comprende cursos en línea, libros de texto, sitios web educativos, videos, juegos, cuestionarios, inteligencia artificial.
El otro factor clave en la implementación de la educación en línea es el financiamiento factible y sostenible. Mantener modelos de negocio rentables en el entorno digital puede ser difícil, especialmente cuando la competencia presiona los precios y los costos de innovación y tecnología aumentan. Se requieren inversiones en infraestructura tecnológica, plataformas, contenido, capacitación del personal y nueva organización. Los costos pueden ser significativos y variarán según la escala y el alcance de la transformación. Dependiendo de la capacidad financiera, pueden incluir el desarrollo de plataformas propias, adquisición de licencias de uso, capacitación, contratación de talento especializado y marketing para posicionar la nueva oferta. Serán las instituciones con mayor financiamiento o mayores ingresos las que pueden asumir estos costos -o parte de ellos- como inversión estratégica a largo plazo. Lo que no debe olvidarse es destinar recursos para la innovación, transformación y proyectos con mayor impacto potencial. Se pueden buscar alianzas con empresas tecnológicas, inversores o fondos especializados en innovación educativa para complementar los recursos disponibles.
Las instituciones con recursos limitados o con menos capacidad de inversión tendrán que comenzar con pilotos o proyectos de menor escala y, lógicamente con una estrategia de aplicación más pausada que incluya buscar alianzas con plataformas tecnológicas, gobiernos, fundaciones o empresas privadas que ofrezcan financiamiento, subsidios o apoyo técnico; asimismo, aprovechar programas de financiamiento gubernamentales o internacionales destinados a innovación educativa y digitalización. Dos acciones adicionales que podrían emprender son, por un lado, optar por soluciones en la nube y tecnologías de bajo costo que permitan una implementación más asequible. Las plataformas en la nube y soluciones SaaS (Software as a Service) suelen tener costos iniciales menores y mayor flexibilidad; también aprovechar los recursos gratuitos, de código abierto u off line para contenidos, plataformas y herramientas pedagógicas. Los desafíos son grandes y pocos centros de formación empiezan su implementación. Importante será una autoevaluación permanente de lo que están haciendo y que la administración defina estándares básicos de calidad para la educación en línea.
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