Aumentan los problemas de salud emocional

Los problemas socioemocionales en la niñez y juventud se han agudizado debido a factores como la inseguridad alimentaria, el hacinamiento y la falta de acceso a servicios básicos. Se suman las altas tasas de violencia en las familias y en las calles, la poco planificada migración internacional e interna, los problemas de aislamiento social, de interrupción de estudios y la pérdida de seres queridos durante la pandemia de COVID-19. Los servicios públicos muestran escasa capacidad para detectar y atender problemas de salud mental, encontrar soluciones eficaces y de mayor cobertura, y frenar el mal uso de las herramientas digitales y las redes sociales entre cuyos impactos negativos están el aumento de niveles de dependencia hacia las mismas, el ciberacoso, la pérdida de habilidades sociales básicas, la adicción por el celular, los videojuegos y otros recursos digitales.

En la sociedad en general, en especial entre la niñez y juventud, las consecuencias son enormes. Los centros de enseñanza son conscientes del estancamiento del rendimiento académico, el aumento de las tasas de retiro temporal o permanente de los estudios y las dificultades del estudiante para concentrarse y mantenerse motivados. Graves y determinantes son los traumas emocionales que se viven con variada intensidad en los locales escolares asociados a las dificultades de autorregulación, comportamiento, agresividad, nerviosismo, miedo y tristeza persistentes, pérdida de interés en actividades que antes se disfrutaba, hasta pensamientos autodestructivos. Son problemas que al no ser tratados a tiempo llevan al ensimismamiento, la baja autoestima e inseguridad, la dificultad para establecer relaciones sanas. No son pocos los centros de enseñanza, especialmente privados que se han visto obligados a reforzar sus servicios de tutoría y apoyo psicológico, inclusive los de asesoría legal.

Estadísticas sobre el incremento de los problemas socioemocionales recomiendan adoptar políticas públicas más agresivas. En el año 2024, según la Dirección de Salud Mental del Ministerio Salud se atendieron más de novecientos mil casos de trastornos mentales y problemas psicosociales, de ellos los más demandados: 24,5% por ansiedad, 14,6% por depresión, trastornos emocionales en niños y adolescentes 14,4% y síndrome de maltrato 13,8%. Según el Ministerio del Interior en el año 2023 los menores de edad implicados en actos contra el patrimonio fueron 6 442 y los retenidos en fiscalías, juzgados de menores, centros preventivos y tutelares 5 349. Con relación al 2019, estos delitos se incrementaron en 22% y 33%, respectivamente. El Decano del Colegio de Psicólogos alerta sobre el aumento de casos de violencia escolar: casi 2 mil en el 2021, 7 mil en el 2022 y 12 mil en el 2023.  

Por otro lado, la Evaluación Nacional de Estudiantes 2023 reveló algunas mejoras en el rendimiento estudiantil comparadas con el 2023, pero aún lejos de recuperarse si la comparación es con respecto al 2019. Varios factores afectan los resultados, siendo uno de ellos las dificultades que tienen muchos docentes de manejo de los problemas socioemocionales en el aula y los suyos propios. En opinión de los estudiantes del 2º de secundaria, el 40% no logra establecer una buena relación con el grupo de clase, 45% se muestra poco preocupado por observar los sentimientos de cada uno y más del 75% solicita demasiadas tareas para hacer en casa. Además, los estudiantes se sienten sobre estresados: al 60% le resulta difícil dormir por la preocupación de no poder alcanzar las notas que se proponen, 80% tiene miedo de desaprobar el examen de matemáticas.

Esfuerzos en marcha

Repensar el trabajo de los docentes en las aulas y los objetivos de la capacitación deberían contribuir a establecer un ambiente favorable y propicio para desarrollar habilidades emocionales desde edades tempranas. No se trata de disminuir tensiones a costa de debilitar los procesos de aprendizaje, pero sí evitar actitudes y prácticas que generen presión, miedo, competencia negativa o sobrecarga y hacer comprender a los estudiantes que aprender lleva tiempo y esfuerzo. La empatía, la comunicación positiva, la planificación adecuada, el respeto por el ritmo de aprendizaje y el desarrollo de actividades formativas prácticas y retadoras son fundamentales para mantener un ambiente saludable y motivador.

Otro aspecto a tener en cuenta en la formación y capacitación es superar algunas creencias equivocadas de docentes y directores inclinados a desarrollar actividades más selectivas que con todo el grupo de clase. En Evaluación Nacional de Estudiantes 2024 se encuentra que muchos directores y docentes no aplican criterios adecuados para establecer un programa de desarrollo de habilidades socioemocionales: dos tercios de directores no considera tan importante involucrar a los estudiantes en acciones dirigidas a compañeros que necesitan ayuda, casi el 90% piensa que estas habilidades hay que trabajarlas prioritariamente con quienes tienen problemas de conducta y cerca del 80% que el control de los comportamientos o emociones se origina especialmente en los problemas traídos de casa. Las opiniones de los docentes tutores sobre temas como los mencionados van por la misma tendencia.

Hay urgencia de abordar con mayor intensidad los problemas socioemocionales. Pero para tener posibilidades de éxito se requieren superar varias barreras. Un primer grupo se relaciona con la ausencia de una clara visión de lo que se quiere lograr y cómo hacerlo. Es común constatar el lanzamiento de programas sin planificación, sin recursos humanos, materiales ni presupuestos adecuados; se copian modelos aplicados en otros contextos o se quiere aplicarlos en Lima y el resto de regiones sin la adaptación sociocultural, sin evidencias sólidas de éxito o sin el diagnóstico necesario. En los programas exitosos se aprecia que la contextualización a la realidad local es determinante en la aceptación y eficacia; que debe trabajarse simultáneamente en prevención, promoción y atención en lugar de solo intervenir en situaciones graves; asimismo que debe encontrarse el justo balance entre las preocupaciones y medidas adoptadas por la seguridad física y la seguridad emocional, por ahora más sesgadas en las primeras.

La huella persistente que dejan los actos de violencia o de abuso, de no tratarse oportunamente, empieza a ser vista por niños y adolescentes que viven en zonas violentas como parte de la normalidad de vida, lo cual dificulta la detección y tratamiento de los problemas. Luego de la pandemia surgieron algunas iniciativas importantes de apoyo a la salud mental de niños y adolescentes; un ejemplo en el 2022 fue la Guía de Soporte Socioemocional publicada por la Dirección Regional de Lima Metropolitana y que estuvo dirigida a la comunidad educativa para ayudarla a restablecerse emocionalmente de los efectos de la situación de emergencia. El Ministerio de Salud cuenta con la Línea 113, Opción 5, gratuita y en funcionamiento las 24 horas del día, a través de la cual especialistas en salud mental brindan soporte emocional y atienden inquietudes o situaciones difíciles de afrontar según las necesidades de los usuarios. Iniciativas después de la pandemia no han faltado, el problema sigue siendo la continuidad y sostenibilidad de los esfuerzos; de allí que en prácticamente en todas las escuelas continúen siendo frecuentes y cada vez más intensos los episodios como los del bullying .

Un segundo grupo de barreras está en la gestión: la falta de continuidad y voluntad política, la alta rotación de funcionarios en las instituciones públicas, la insuficiencia de presupuestos parasalud mental de la infancia y adolescencia, la falta de una acción integrada -interinstitucional e interregional- y sostenible entre centros de enseñanza, centros de salud, servicios sociales, de seguridad y justicia. Se olvida que el trabajo conjunto de educación, salud, protección social y familiar, produce un impacto mucho mayor.

De otro lado, una normatividad centralista y poco flexible, la poca libertad que tienen los directores y docentes para encontrar soluciones o buscar diversos canales de apoyo, así como el exceso de solicitudes de información a los directores y docentes son también limitantes para identificar y aplicar soluciones creativas. Habría que evitar la realización de proyectos piloto que después no puedan generalizarse, ser más exigente en la evaluación de propuestas de proyectos que no estén precedidos y respaldados con investigaciones que demuestren la solidez y sostenibilidad. El fracaso se produce generalmente porque se descuida la atención de alguno o algunos de los componentes clave de ejecución; por ejemplo, la falta de campañas educativas eficaces que sensibilicen a los ejecutores, estudiantes y familias acerca de la importancia de la iniciativa emprendida y de su participación. La experiencia enseña que los programas que incluyen a padres, cuidadores y líderes comunitarios generan cambios más sostenibles.

El tercer grupo de barreras está la intensidad como se trabajan los problemas y habilidades socioemocionales en los centros de enseñanza y en la comunidad. La programación curricular requiere reestructurarse para dar más espacio al desarrollo de habilidades como empatía, manejo de emociones, resolución de conflictos y autoestima. Habría que sacar el mejor provecho al tiempo de trabajo integrando contenidos, personalizando, trabajando en pequeños grupos el análisis de los problemas que más afectan al entorno y utilizando los recursos disponibles, tanto impresos como digitales. Igualmente, incorporar actividades prácticas, juegos y debates que ayuden al manejo del estrés. Es clave dotar a los docentes, tutores, psicólogos y directores de las habilidades para que puedan, identificar y comprender signos de sufrimiento emocional, brinden el apoyo adicional personalizado cuando sea necesario, abran espacios de discusión y búsqueda de soluciones para que los jóvenes se expresen o reciban contención emocional. Participar en redes de intercambio de experiencias y apoyo para el autocuidado emocional contribuirúa a que sepan enfrentar sus propios problemas.

No basta solo con capacitar a este personal, también acompañarlo, prestarle asesoría constante y abastecerlo con recursos materiales y digitales que faciliten su trabajo. Igualmente, son necesarios protocolos claros de atención y derivación, guías orientadoras y mucha flexibilidad para adaptar la programación horaria a fortalecer el desarrollo de actividades interdisciplinarias. No obstante, hay que recordar siempre que las capacidades de los docentes y tutores de solucionar problemas de sus estudiantes tiene límites y que hay otros problemas más graves donde la presencia de profesionales especializados es indispensable. Para ellos es recomendable reducir al mínimo sus roles y tareas administrativas y darles atribuciones dirigidas a encontrar vías para integrar a profesionales que viven en el entorno para suplir el déficit de personal especializado y reforzar las actividades de apoyo emocional en la vida diaria de la escuela.

Papel de las tecnologías digitales

Las tecnologías digitales, en especial la inteligencia artificial, pueden ofrecer vasto aporte al enfrentamiento de problemas y adquisición de habilidades socioemocionales. El desafío para instituciones como los Ministerios de Educación, Salud, Desarrollo e Inclusión Social, Justicia e Interior está en conocer lo que existe como recurso aprovechable, lo que se adapta a las necesidades de la población beneficiada y en el caso de las tecnologías digitales, que garanticen costos asequibles y sostenibilidad, ética, seguridad de datos, complemento en soporte técnico y/o formación. En ese propósito, es indispensable la adopción de modelos híbridos que amplíen la cobertura de ayuda psicológica y compensen la falta de suficientes psicólogos, psiquiatras y tutores. Allí donde hay conectividad los modelos pueden utilizar una variedad de recursos como canales digitales, plataformas, chatboots interactivos o teléfonos.

Algunos programas, como los que impulsa UNICEF en América Latina, utilizan chatbots interactivos para que los adolescentes puedan hablar sobre sus emociones y recibir orientación automatizada o ser derivados a profesionales si es necesario. Una de las más grandes plataformas que trabajan en el Perú y otros países de la Región es la Khan Academy que tiene varias líneas de apoyo a las políticas socioemocionales: formación docente y talleres virtuales gratuitos y en español sobre salud mental, manejo emocional en el aula y educación socioemocional; desarrollo de habilidades socioemocionales en niños a través de juegos interactivos y contenidos adaptados; uso de plataformas digitales para conectar docentes, compartir experiencias y fortalecer la educación emocional. Aportes en uno o más de esos campos también los ofrecen Facebook, WhatsApp, Telegram, Coursera, edX y la Red de Escuelas Transformadoras (Ashoka – LATAM).

La magnitud de los problemas socioemocionales que enfrentan estudiantes y docentes recomienda una mejor integración de los esfuerzos que realizan diversos ministerios y otras instituciones públicas y privadas. Por otro lado, allí donde hay conectividad, las tecnologías digitales pueden dar la oportunidad de definir con precisión los roles que pueden tener diversos actores en la atención de estos problemas: los casos leves manejados en aula con apoyo emocional, los casos moderados derivados a psicólogo virtual y los casos graves activando protocolos de emergencia para atención especializada en un hospital, un centro de protección o la Fiscalía.

Aumentan los problemas de salud emocional

Autor: Hugo Diaz Publicado: mayo 1, 2025

Los problemas socioemocionales en la niñez y juventud se han agudizado debido a factores como la inseguridad alimentaria, el hacinamiento y la falta de acceso a servicios básicos. Se suman las altas tasas de violencia en las familias y en las calles, la poco planificada migración internacional e interna, los problemas de aislamiento social, de interrupción de estudios y la pérdida de seres queridos durante la pandemia de COVID-19. Los servicios públicos muestran escasa capacidad para detectar y atender problemas de salud mental, encontrar soluciones eficaces y de mayor cobertura, y frenar el mal uso de las herramientas digitales y las redes sociales entre cuyos impactos negativos están el aumento de niveles de dependencia hacia las mismas, el ciberacoso, la pérdida de habilidades sociales básicas, la adicción por el celular, los videojuegos y otros recursos digitales.

En la sociedad en general, en especial entre la niñez y juventud, las consecuencias son enormes. Los centros de enseñanza son conscientes del estancamiento del rendimiento académico, el aumento de las tasas de retiro temporal o permanente de los estudios y las dificultades del estudiante para concentrarse y mantenerse motivados. Graves y determinantes son los traumas emocionales que se viven con variada intensidad en los locales escolares asociados a las dificultades de autorregulación, comportamiento, agresividad, nerviosismo, miedo y tristeza persistentes, pérdida de interés en actividades que antes se disfrutaba, hasta pensamientos autodestructivos. Son problemas que al no ser tratados a tiempo llevan al ensimismamiento, la baja autoestima e inseguridad, la dificultad para establecer relaciones sanas. No son pocos los centros de enseñanza, especialmente privados que se han visto obligados a reforzar sus servicios de tutoría y apoyo psicológico, inclusive los de asesoría legal.

Estadísticas sobre el incremento de los problemas socioemocionales recomiendan adoptar políticas públicas más agresivas. En el año 2024, según la Dirección de Salud Mental del Ministerio Salud se atendieron más de novecientos mil casos de trastornos mentales y problemas psicosociales, de ellos los más demandados: 24,5% por ansiedad, 14,6% por depresión, trastornos emocionales en niños y adolescentes 14,4% y síndrome de maltrato 13,8%. Según el Ministerio del Interior en el año 2023 los menores de edad implicados en actos contra el patrimonio fueron 6 442 y los retenidos en fiscalías, juzgados de menores, centros preventivos y tutelares 5 349. Con relación al 2019, estos delitos se incrementaron en 22% y 33%, respectivamente. El Decano del Colegio de Psicólogos alerta sobre el aumento de casos de violencia escolar: casi 2 mil en el 2021, 7 mil en el 2022 y 12 mil en el 2023.  

Por otro lado, la Evaluación Nacional de Estudiantes 2023 reveló algunas mejoras en el rendimiento estudiantil comparadas con el 2023, pero aún lejos de recuperarse si la comparación es con respecto al 2019. Varios factores afectan los resultados, siendo uno de ellos las dificultades que tienen muchos docentes de manejo de los problemas socioemocionales en el aula y los suyos propios. En opinión de los estudiantes del 2º de secundaria, el 40% no logra establecer una buena relación con el grupo de clase, 45% se muestra poco preocupado por observar los sentimientos de cada uno y más del 75% solicita demasiadas tareas para hacer en casa. Además, los estudiantes se sienten sobre estresados: al 60% le resulta difícil dormir por la preocupación de no poder alcanzar las notas que se proponen, 80% tiene miedo de desaprobar el examen de matemáticas.

Esfuerzos en marcha

Repensar el trabajo de los docentes en las aulas y los objetivos de la capacitación deberían contribuir a establecer un ambiente favorable y propicio para desarrollar habilidades emocionales desde edades tempranas. No se trata de disminuir tensiones a costa de debilitar los procesos de aprendizaje, pero sí evitar actitudes y prácticas que generen presión, miedo, competencia negativa o sobrecarga y hacer comprender a los estudiantes que aprender lleva tiempo y esfuerzo. La empatía, la comunicación positiva, la planificación adecuada, el respeto por el ritmo de aprendizaje y el desarrollo de actividades formativas prácticas y retadoras son fundamentales para mantener un ambiente saludable y motivador.

Otro aspecto a tener en cuenta en la formación y capacitación es superar algunas creencias equivocadas de docentes y directores inclinados a desarrollar actividades más selectivas que con todo el grupo de clase. En Evaluación Nacional de Estudiantes 2024 se encuentra que muchos directores y docentes no aplican criterios adecuados para establecer un programa de desarrollo de habilidades socioemocionales: dos tercios de directores no considera tan importante involucrar a los estudiantes en acciones dirigidas a compañeros que necesitan ayuda, casi el 90% piensa que estas habilidades hay que trabajarlas prioritariamente con quienes tienen problemas de conducta y cerca del 80% que el control de los comportamientos o emociones se origina especialmente en los problemas traídos de casa. Las opiniones de los docentes tutores sobre temas como los mencionados van por la misma tendencia.

Hay urgencia de abordar con mayor intensidad los problemas socioemocionales. Pero para tener posibilidades de éxito se requieren superar varias barreras. Un primer grupo se relaciona con la ausencia de una clara visión de lo que se quiere lograr y cómo hacerlo. Es común constatar el lanzamiento de programas sin planificación, sin recursos humanos, materiales ni presupuestos adecuados; se copian modelos aplicados en otros contextos o se quiere aplicarlos en Lima y el resto de regiones sin la adaptación sociocultural, sin evidencias sólidas de éxito o sin el diagnóstico necesario. En los programas exitosos se aprecia que la contextualización a la realidad local es determinante en la aceptación y eficacia; que debe trabajarse simultáneamente en prevención, promoción y atención en lugar de solo intervenir en situaciones graves; asimismo que debe encontrarse el justo balance entre las preocupaciones y medidas adoptadas por la seguridad física y la seguridad emocional, por ahora más sesgadas en las primeras.

La huella persistente que dejan los actos de violencia o de abuso, de no tratarse oportunamente, empieza a ser vista por niños y adolescentes que viven en zonas violentas como parte de la normalidad de vida, lo cual dificulta la detección y tratamiento de los problemas. Luego de la pandemia surgieron algunas iniciativas importantes de apoyo a la salud mental de niños y adolescentes; un ejemplo en el 2022 fue la Guía de Soporte Socioemocional publicada por la Dirección Regional de Lima Metropolitana y que estuvo dirigida a la comunidad educativa para ayudarla a restablecerse emocionalmente de los efectos de la situación de emergencia. El Ministerio de Salud cuenta con la Línea 113, Opción 5, gratuita y en funcionamiento las 24 horas del día, a través de la cual especialistas en salud mental brindan soporte emocional y atienden inquietudes o situaciones difíciles de afrontar según las necesidades de los usuarios. Iniciativas después de la pandemia no han faltado, el problema sigue siendo la continuidad y sostenibilidad de los esfuerzos; de allí que en prácticamente en todas las escuelas continúen siendo frecuentes y cada vez más intensos los episodios como los del bullying .

Un segundo grupo de barreras está en la gestión: la falta de continuidad y voluntad política, la alta rotación de funcionarios en las instituciones públicas, la insuficiencia de presupuestos parasalud mental de la infancia y adolescencia, la falta de una acción integrada -interinstitucional e interregional- y sostenible entre centros de enseñanza, centros de salud, servicios sociales, de seguridad y justicia. Se olvida que el trabajo conjunto de educación, salud, protección social y familiar, produce un impacto mucho mayor.

De otro lado, una normatividad centralista y poco flexible, la poca libertad que tienen los directores y docentes para encontrar soluciones o buscar diversos canales de apoyo, así como el exceso de solicitudes de información a los directores y docentes son también limitantes para identificar y aplicar soluciones creativas. Habría que evitar la realización de proyectos piloto que después no puedan generalizarse, ser más exigente en la evaluación de propuestas de proyectos que no estén precedidos y respaldados con investigaciones que demuestren la solidez y sostenibilidad. El fracaso se produce generalmente porque se descuida la atención de alguno o algunos de los componentes clave de ejecución; por ejemplo, la falta de campañas educativas eficaces que sensibilicen a los ejecutores, estudiantes y familias acerca de la importancia de la iniciativa emprendida y de su participación. La experiencia enseña que los programas que incluyen a padres, cuidadores y líderes comunitarios generan cambios más sostenibles.

El tercer grupo de barreras está la intensidad como se trabajan los problemas y habilidades socioemocionales en los centros de enseñanza y en la comunidad. La programación curricular requiere reestructurarse para dar más espacio al desarrollo de habilidades como empatía, manejo de emociones, resolución de conflictos y autoestima. Habría que sacar el mejor provecho al tiempo de trabajo integrando contenidos, personalizando, trabajando en pequeños grupos el análisis de los problemas que más afectan al entorno y utilizando los recursos disponibles, tanto impresos como digitales. Igualmente, incorporar actividades prácticas, juegos y debates que ayuden al manejo del estrés. Es clave dotar a los docentes, tutores, psicólogos y directores de las habilidades para que puedan, identificar y comprender signos de sufrimiento emocional, brinden el apoyo adicional personalizado cuando sea necesario, abran espacios de discusión y búsqueda de soluciones para que los jóvenes se expresen o reciban contención emocional. Participar en redes de intercambio de experiencias y apoyo para el autocuidado emocional contribuirúa a que sepan enfrentar sus propios problemas.

No basta solo con capacitar a este personal, también acompañarlo, prestarle asesoría constante y abastecerlo con recursos materiales y digitales que faciliten su trabajo. Igualmente, son necesarios protocolos claros de atención y derivación, guías orientadoras y mucha flexibilidad para adaptar la programación horaria a fortalecer el desarrollo de actividades interdisciplinarias. No obstante, hay que recordar siempre que las capacidades de los docentes y tutores de solucionar problemas de sus estudiantes tiene límites y que hay otros problemas más graves donde la presencia de profesionales especializados es indispensable. Para ellos es recomendable reducir al mínimo sus roles y tareas administrativas y darles atribuciones dirigidas a encontrar vías para integrar a profesionales que viven en el entorno para suplir el déficit de personal especializado y reforzar las actividades de apoyo emocional en la vida diaria de la escuela.

Papel de las tecnologías digitales

Las tecnologías digitales, en especial la inteligencia artificial, pueden ofrecer vasto aporte al enfrentamiento de problemas y adquisición de habilidades socioemocionales. El desafío para instituciones como los Ministerios de Educación, Salud, Desarrollo e Inclusión Social, Justicia e Interior está en conocer lo que existe como recurso aprovechable, lo que se adapta a las necesidades de la población beneficiada y en el caso de las tecnologías digitales, que garanticen costos asequibles y sostenibilidad, ética, seguridad de datos, complemento en soporte técnico y/o formación. En ese propósito, es indispensable la adopción de modelos híbridos que amplíen la cobertura de ayuda psicológica y compensen la falta de suficientes psicólogos, psiquiatras y tutores. Allí donde hay conectividad los modelos pueden utilizar una variedad de recursos como canales digitales, plataformas, chatboots interactivos o teléfonos.

Algunos programas, como los que impulsa UNICEF en América Latina, utilizan chatbots interactivos para que los adolescentes puedan hablar sobre sus emociones y recibir orientación automatizada o ser derivados a profesionales si es necesario. Una de las más grandes plataformas que trabajan en el Perú y otros países de la Región es la Khan Academy que tiene varias líneas de apoyo a las políticas socioemocionales: formación docente y talleres virtuales gratuitos y en español sobre salud mental, manejo emocional en el aula y educación socioemocional; desarrollo de habilidades socioemocionales en niños a través de juegos interactivos y contenidos adaptados; uso de plataformas digitales para conectar docentes, compartir experiencias y fortalecer la educación emocional. Aportes en uno o más de esos campos también los ofrecen Facebook, WhatsApp, Telegram, Coursera, edX y la Red de Escuelas Transformadoras (Ashoka – LATAM).

La magnitud de los problemas socioemocionales que enfrentan estudiantes y docentes recomienda una mejor integración de los esfuerzos que realizan diversos ministerios y otras instituciones públicas y privadas. Por otro lado, allí donde hay conectividad, las tecnologías digitales pueden dar la oportunidad de definir con precisión los roles que pueden tener diversos actores en la atención de estos problemas: los casos leves manejados en aula con apoyo emocional, los casos moderados derivados a psicólogo virtual y los casos graves activando protocolos de emergencia para atención especializada en un hospital, un centro de protección o la Fiscalía.

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