Alertas sobre el uso del celular y otras tecnologías digitales en las escuelas

Durante el cierre de las instituciones educativas por dos años a causa de la pandemia originada por la COVID 19, los celulares y otros dispositivos digitales jugaron un papel importante como medio de comunicación entre los docentes, alumnos y familias a lo largo y ancho del país. Inclusive, muchas instituciones educativas que habían sido renuentes al celular antes de la pandemia empezaron a flexibilizar su posición y aprovechar que está herramienta estaba muy al alcance de un porcentaje significativo de escolares desde muy temprana edad.

De acuerdo con el INEI, en promedio, el 95,1% de los hogares peruanos contaba con un celular; seis de cada diez accedía al internet y un tercio a una computadora. Si bien casi nueve de cada diez hogares de las áreas rurales poseen un celular, las brechas en cuanto al acceso a internet y a una computadora con respecto a los hogares de Lima Metropolitana y el Resto Urbano son considerables (Informe sobre Disponibilidad de las TIC. I Trimestre 2023).

El referido informe señala además que la mitad de niños de 6 a 11 años de edad utiliza el internet y seis de cada diez el celular, porcentajes que suben hasta el 93,9% y 96.9% respectivamente entre las edades de 19 a 24 años. Hay que destacar que, en comparación al año 2019, el grupo de edad de 6 a 11 años fue el que más incrementó el uso del celular: 27%. Son indicadores que deben tenerse en cuenta en el diseño de una política sobre empleo de las tecnologías digitales en el sistema educativo.

Según el Currículo Nacional de la Educación Básica, un estudiante debe lograr a lo largo de la educación básica las siguientes competencias TIC: personalizar entornos virtuales, gestionar información de los entornos virtuales, interactuar en esos entornos virtuales y crear objetos virtuales en diversos formatos. En la práctica, el desarrollo de las competencias TIC ha sido muy heterogéneo por lo desigual del equipamiento informático, de la conectividad y por las grandes diferencias de experiencia del manejo y aprovechamiento pedagógico de las herramientas digitales por los docentes, estudiantes y padres de familia. Se suma que las inversiones en equipamiento digital y la capacitación carecieron de la eficacia e impactos esperados.

En el ámbito internacional crecen las preocupaciones respecto del uso de las tecnologías digitales en la educación básica. Las primeras se derivan de las varias evaluaciones internacionales y nacionales sobre la relación entre los aprendizajes y el uso de las tecnologías. El Estudio Internacional de Progreso en Comprensión Lectora (PIRLS), realizado en 57 países entre escolares del 4º grado de primaria, señala que en promedio los que emplean los dispositivos digitales más de media hora para buscar y leer información, así como para hacer tareas escolares, logran resultados inferiores a los escolares que disfrutan de esos dispositivos menos tiempo. Inclusive en nueve países se encontró que los estudiantes que nunca los utilizan alcanzan mejores resultados que los que lo hacen más de media hora. Según los evaluadores del PIRLS, habría tres factores que incidirían en estos resultados: (i) los que utilizan un ordenador, una tablet o un celular más de media hora pueden ser aquellos que por el hecho de ir retrasados tienen como encargo realizar trabajo extra; (ii) es posible que sean lectores más lentos lo que les obliga a estar más tiempo en la pantalla; y (iii) se distraen más usando las herramientas digitales.

Por su parte, la evaluación 2018 del Programa Internacional para la Evaluación de Alumnos (PISA), realizada en 79 países, encontró una asociación positiva en el uso moderado de las TIC y los puntajes obtenidos en lectura, matemáticas y ciencias. Pero advierte que cuando se va más allá de un umbral de uso, es decir, varias veces a la semana, se produce una disminución en las aptitudes académicas. Durante la pandemia, el aprendizaje en línea afectó más a los estudiantes de la educación primaria que a la secundaria y superior donde los estudiantes mayores que pudieron mantener mejor su aprendizaje en un entorno remoto.

Una investigación en el Reino Unido realizada en 91 colegios por investigadores de la London School of Economics descubrió que “el impacto de prohibir los teléfonos a estudiantes de 16 años equivale a una hora adicional de clases por semana, o a aumentar el año escolar en cinco días". Las escuelas que prohibieron los celulares mejoraron los resultados académicos en un 6,4% al igual que entre los estudiantes con peores calificaciones donde las mejoras fueron aún más notables: del 14%. Adicionalmente, coincidiendo con la conclusión del PIRLS, constata que los estudiantes con más bajo rendimiento están más propensos a distraerse con los teléfonos móviles, mientras que los más brillantes son capaces de enfocarse en las clases independientemente de las políticas de uso de dichos teléfonos (Richard Murphy y Louis-Philippe Beland).

Aumentan los países de todas las regiones del mundo que adoptan medidas para limitar o prohibir el uso de los celulares en las instituciones educativas. En Suecia, Bélgica, España y el Reino Unido se ha dispuesto la retirada de los teléfonos celulares, aunque todavía en menos de la cuarta parte de las escuelas. En ellas mejoraron los resultados del aprendizaje, pero no quiere decir que las tecnologías no ayuden a mejorarlos; lo que hay que buscar son fórmulas que conduzcan al uso racional y adecuada utilización.  

Han sido estudios como los mencionados los que llevaron a Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, a recomendar la prohibición mundial de los teléfonos inteligentes en las aulas. Ha expresado que si bien las tecnologías digitales en el aula pueden ser beneficiosas para mejorar las experiencias de aprendizaje y para el bienestar de estudiantes y profesores, pueden tener un impacto perjudicial si se utilizan de forma inadecuada o excesiva, como en el caso de los teléfonos inteligentes, tal como lo señala el informe GEM 2023 de la mencionada organización. Manos Antoninis, Director del Informe, concluye diciendo que "Tenemos que aprender de nuestros errores pasados al utilizar la tecnología en la educación para no repetirlos en el futuro... Tenemos que enseñar a los niños a vivir tanto con la tecnología como sin ella... a tomar lo que necesitan de la abundancia de información, pero a ignorar lo que no es necesario; a dejar que la tecnología apoye, pero nunca suplante las interacciones humanas en la enseñanza y el aprendizaje".

Las reacciones

Estudios como los citados y el comunicado de la UNESCO, abren paso a un debate crucial que va más allá del futuro desarrollo de los procesos de aprendizaje. No cabe duda que las mayores preocupaciones sobre el uso de los celulares entre los escolares -a favor o en contra- están en los variados beneficios o daños que pueden generar para las escuelas, los docentes, los estudiantes y las familias.

El asunto es complejo, por un lado, porque se hace difícil imaginar procesos de aprendizaje que excluyan las tecnologías en generaciones que han nacido y están rodeados constantemente de ellas; por otro lado, porque así como hay evidencias del impacto negativo que pueden tener las tecnologías digitales, también hay otras que dicen que su aporte enriquece el uso de metodologías activas, ofrece data abundante para una enseñanza más personalizada y para el monitoreo y evaluación. En tercer lugar, la prohibición se dirige al ámbito de las instituciones educativas, pero queda la interrogante ¿y cuál es el impacto que tendrá el uso de los celulares fuera de ellas?. Finalmente, lograr acuerdos y consensos podría no resultar fácil. Entre los padres las opiniones están divididas en algunos países. El Washington Post en un artículo titulado: “Las escuelas deberían prohibir los teléfonos inteligentes. Los padres deberían ayudar” (25-11-2023), destaca que los opositores más fervientes a la prohibición de dispositivos durante todo el día tienden a ser los padres, algunos inclusive enfurecidos, como lo declaró al Daily Progress una madre cuyo hijo está en el último año de la escuela secundaria en Charlottesville. Para ella la medida es demasiado extrema, torpe y no bien pensada a la luz de la ansiedad activa que enfrenta la comunidad con un nuevo año escolar y los casos de tiroteo que se incrementan en las escuelas. Hay padres que piensan que la prohibición de celulares es peligrosa cuando se enfrenta una emergencia, que frente a algo que suceda durante el horario escolar no haya manera de comunicarse con sus hijos y que ellos no puedan pedir ayuda. Para ellos, la necesidad de permanecer en contacto con sus hijos es imprescindible para organizar la entrada y salida de la escuela y saber su paradero.

Los problemas que arrastra el uso de los celulares se extienden también a otros campos. Uno de los más importantes es el que puede producir en el bienestar físico y mental una interactividad en línea para la cual no se está suficientemente preparado. Es el caso en aumento de la falta de sueño, dependencia, ansiedad, estrés, problemas en las articulaciones, cuello, espalda, ser víctimas de delitos como el ciberacoso, robos, chantajes, extorsiones, etc. 

Lecciones para el Perú

Sobre el desarrollo de las tecnologías en el sistema educativo, al país se le han acumulado desafíos de diversa índole. Uno es promover el acceso, sobre todo a la población de escasos recursos, a eficaces plataformas digitales educativas para diferentes niveles y lenguajes y bibliotecas digitales. En segundo lugar, buscar y adoptar prontas soluciones a la recomendación planteada por la Unesco, en el entendido que más que en las tecnologías digitales, el problema radica en corregir en los casos necesarios las maneras y condiciones que caracterizan su empleo teniendo en cuenta la variedad de contextos que caracterizan a las escuelas. Una de las claves está en que estudiantes, docentes y padres de familia sean capacitados para que sepan cómo beneficiarse de ellas, convencerse que las tecnologías digitales no son la única forma de entretenerse y aprender más, y adaptarse a la evolución que tendrán. De otro lado, urge que instituciones como el Ministerio de Educación y el Consejo Nacional de Educación investiguen con detalle situaciones en que las tecnologías y los productos de inteligencia artificial son un valor agregado para los aprendizajes y aquellas en las que sucede lo contrario; asimismo  conocer su posición con respecto al tiempo sugerido de empleo de los celulares e internet, el papel deben jugar las familias y las empresas que trabajan en el sector tecnológico. Tener esas decisiones antes de iniciarse el año escolar 2024 sería deseable.

Si bien el Diseño Curricular establece las capacidades que se deben alcanzar en la Competencia 28, la realidad muestra lo difícil que es lograrlo por razones asociadas al equipamiento y la capacitación de los docentes. Adicionalmente hay que destacar que no se trata que los recursos digitales vayan reemplazando a los que tradicionalmente se han empleado en las aulas, sino combinarlos debidamente pues ambos aportan en el desarrollo de habilidades clave para el desarrollo de los estudiantes. En este propósito, la experiencia en otros países recomienda evaluar el retorno a los libros impresos en la etapa escolar. Se los ha sustituído con los cuadernos de trabajo sin existir ninguna investigación que demuestre que éstos tengan más impacto en los aprendizajes que el texto escolar. La evidencia en otros países es que para la adquisición de la lectura, sobre todo cuando se está en proceso de desarrollo leer, es importante no reemplazar el texto impreso; se puede combinarlo con un dispositivo para facilitar y ganar en el proceso de comprensión lectora, pero no dejar de repartirlos a los estudiantes.

Otro desafío está en la relación entre tecnologías y violencia: como una solución y como un problema. La violencia callejera, sexual, pandillaje, bulliyng y otras manifestaciones crecen a ritmos alarmantes. Muchas de las agresiones sexuales en la población escolar se asocian al consumo masivo de pornografía a través de los celulares. El portal SISEVE del Ministerio de Educación, revela que en el 2022 se reportaron 12 037 denuncias relacionadas con violencia escolar; de ellas, el 51,2% correspondieron a violencia física, 44,5% a violencia psicológica y 4,3% a violencia sexual. Lo grave es que hasta el 31 de octubre del 2023, el número de denuncias se incrementaron hasta 16 190, siendo las de violencia sexual las que más crecieron: en 13,2%. Pero no solo preocupan los problemas socioemocionales de los estudiantes; también los del personal docente de la educación básica. La Encuesta Nacional de Docentes (ENDO, 2021), revela que solo el 23% desean continuar en el futuro como docentes de aula, 60% padece de stress y una cantidad similar recibe apoyo psicológico o emocional, 64% vive endeudado y 33% no practica deportes. Por constituir el docente factor fundamental del aprendizaje, medidas creativas y eficaces sobre su bienestar deberían crecer en importancia.

Siendo que algunas soluciones que no están dentro del sistema educativo lo recomendable es evaluar el desarrollo de las tecnologías digitales de manera integral, comprometiendo a diversas organizaciones del sistema social, multisectorial y territorial; en especial para proteger el entorno de las instituciones de enseñanza. Son medidas que deberían ser ejecutadas con amplio margen de eficacia y que, como lo ha expresado el Dr. Vivek Murthy, director de Salud Pública de Estados Unidos, comprometen también a las empresas tecnológicas y los legisladores para proteger la salud mental de los niños y adolescentes en las redes sociales: ellos no pueden darse el lujo de esperar años hasta conocer el alcance total del impacto de las redes sociales ya que su infancia y desarrollo están ocurriendo ahora (https://www.infobae.com/estados-unidos/2023/05/23/los-8-consejos-del-cirujano-general-de-estados-unidos-para-padres-y-adolescentes-sobre-el-uso-de-las-redes-sociales/). Articular esfuerzos disminuiría riesgos, peligros, vencer hábitos y hasta adicciones que una mayoría importante de estudiantes y padres de familia han adquirido con el celular.

https://educared.fundaciontelefonica.com.pe/wp-admin/edit.php?post_type=desafios

Alertas sobre el uso del celular y otras tecnologías digitales en las escuelas

Autor: Hugo Diaz Publicado: noviembre 29, 2023

Durante el cierre de las instituciones educativas por dos años a causa de la pandemia originada por la COVID 19, los celulares y otros dispositivos digitales jugaron un papel importante como medio de comunicación entre los docentes, alumnos y familias a lo largo y ancho del país. Inclusive, muchas instituciones educativas que habían sido renuentes al celular antes de la pandemia empezaron a flexibilizar su posición y aprovechar que está herramienta estaba muy al alcance de un porcentaje significativo de escolares desde muy temprana edad.

De acuerdo con el INEI, en promedio, el 95,1% de los hogares peruanos contaba con un celular; seis de cada diez accedía al internet y un tercio a una computadora. Si bien casi nueve de cada diez hogares de las áreas rurales poseen un celular, las brechas en cuanto al acceso a internet y a una computadora con respecto a los hogares de Lima Metropolitana y el Resto Urbano son considerables (Informe sobre Disponibilidad de las TIC. I Trimestre 2023).

El referido informe señala además que la mitad de niños de 6 a 11 años de edad utiliza el internet y seis de cada diez el celular, porcentajes que suben hasta el 93,9% y 96.9% respectivamente entre las edades de 19 a 24 años. Hay que destacar que, en comparación al año 2019, el grupo de edad de 6 a 11 años fue el que más incrementó el uso del celular: 27%. Son indicadores que deben tenerse en cuenta en el diseño de una política sobre empleo de las tecnologías digitales en el sistema educativo.

Según el Currículo Nacional de la Educación Básica, un estudiante debe lograr a lo largo de la educación básica las siguientes competencias TIC: personalizar entornos virtuales, gestionar información de los entornos virtuales, interactuar en esos entornos virtuales y crear objetos virtuales en diversos formatos. En la práctica, el desarrollo de las competencias TIC ha sido muy heterogéneo por lo desigual del equipamiento informático, de la conectividad y por las grandes diferencias de experiencia del manejo y aprovechamiento pedagógico de las herramientas digitales por los docentes, estudiantes y padres de familia. Se suma que las inversiones en equipamiento digital y la capacitación carecieron de la eficacia e impactos esperados.

En el ámbito internacional crecen las preocupaciones respecto del uso de las tecnologías digitales en la educación básica. Las primeras se derivan de las varias evaluaciones internacionales y nacionales sobre la relación entre los aprendizajes y el uso de las tecnologías. El Estudio Internacional de Progreso en Comprensión Lectora (PIRLS), realizado en 57 países entre escolares del 4º grado de primaria, señala que en promedio los que emplean los dispositivos digitales más de media hora para buscar y leer información, así como para hacer tareas escolares, logran resultados inferiores a los escolares que disfrutan de esos dispositivos menos tiempo. Inclusive en nueve países se encontró que los estudiantes que nunca los utilizan alcanzan mejores resultados que los que lo hacen más de media hora. Según los evaluadores del PIRLS, habría tres factores que incidirían en estos resultados: (i) los que utilizan un ordenador, una tablet o un celular más de media hora pueden ser aquellos que por el hecho de ir retrasados tienen como encargo realizar trabajo extra; (ii) es posible que sean lectores más lentos lo que les obliga a estar más tiempo en la pantalla; y (iii) se distraen más usando las herramientas digitales.

Por su parte, la evaluación 2018 del Programa Internacional para la Evaluación de Alumnos (PISA), realizada en 79 países, encontró una asociación positiva en el uso moderado de las TIC y los puntajes obtenidos en lectura, matemáticas y ciencias. Pero advierte que cuando se va más allá de un umbral de uso, es decir, varias veces a la semana, se produce una disminución en las aptitudes académicas. Durante la pandemia, el aprendizaje en línea afectó más a los estudiantes de la educación primaria que a la secundaria y superior donde los estudiantes mayores que pudieron mantener mejor su aprendizaje en un entorno remoto.

Una investigación en el Reino Unido realizada en 91 colegios por investigadores de la London School of Economics descubrió que “el impacto de prohibir los teléfonos a estudiantes de 16 años equivale a una hora adicional de clases por semana, o a aumentar el año escolar en cinco días”. Las escuelas que prohibieron los celulares mejoraron los resultados académicos en un 6,4% al igual que entre los estudiantes con peores calificaciones donde las mejoras fueron aún más notables: del 14%. Adicionalmente, coincidiendo con la conclusión del PIRLS, constata que los estudiantes con más bajo rendimiento están más propensos a distraerse con los teléfonos móviles, mientras que los más brillantes son capaces de enfocarse en las clases independientemente de las políticas de uso de dichos teléfonos (Richard Murphy y Louis-Philippe Beland).

Aumentan los países de todas las regiones del mundo que adoptan medidas para limitar o prohibir el uso de los celulares en las instituciones educativas. En Suecia, Bélgica, España y el Reino Unido se ha dispuesto la retirada de los teléfonos celulares, aunque todavía en menos de la cuarta parte de las escuelas. En ellas mejoraron los resultados del aprendizaje, pero no quiere decir que las tecnologías no ayuden a mejorarlos; lo que hay que buscar son fórmulas que conduzcan al uso racional y adecuada utilización.  

Han sido estudios como los mencionados los que llevaron a Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, a recomendar la prohibición mundial de los teléfonos inteligentes en las aulas. Ha expresado que si bien las tecnologías digitales en el aula pueden ser beneficiosas para mejorar las experiencias de aprendizaje y para el bienestar de estudiantes y profesores, pueden tener un impacto perjudicial si se utilizan de forma inadecuada o excesiva, como en el caso de los teléfonos inteligentes, tal como lo señala el informe GEM 2023 de la mencionada organización. Manos Antoninis, Director del Informe, concluye diciendo que “Tenemos que aprender de nuestros errores pasados al utilizar la tecnología en la educación para no repetirlos en el futuro… Tenemos que enseñar a los niños a vivir tanto con la tecnología como sin ella… a tomar lo que necesitan de la abundancia de información, pero a ignorar lo que no es necesario; a dejar que la tecnología apoye, pero nunca suplante las interacciones humanas en la enseñanza y el aprendizaje”.

Las reacciones

Estudios como los citados y el comunicado de la UNESCO, abren paso a un debate crucial que va más allá del futuro desarrollo de los procesos de aprendizaje. No cabe duda que las mayores preocupaciones sobre el uso de los celulares entre los escolares -a favor o en contra- están en los variados beneficios o daños que pueden generar para las escuelas, los docentes, los estudiantes y las familias.

El asunto es complejo, por un lado, porque se hace difícil imaginar procesos de aprendizaje que excluyan las tecnologías en generaciones que han nacido y están rodeados constantemente de ellas; por otro lado, porque así como hay evidencias del impacto negativo que pueden tener las tecnologías digitales, también hay otras que dicen que su aporte enriquece el uso de metodologías activas, ofrece data abundante para una enseñanza más personalizada y para el monitoreo y evaluación. En tercer lugar, la prohibición se dirige al ámbito de las instituciones educativas, pero queda la interrogante ¿y cuál es el impacto que tendrá el uso de los celulares fuera de ellas?. Finalmente, lograr acuerdos y consensos podría no resultar fácil. Entre los padres las opiniones están divididas en algunos países. El Washington Post en un artículo titulado: “Las escuelas deberían prohibir los teléfonos inteligentes. Los padres deberían ayudar” (25-11-2023), destaca que los opositores más fervientes a la prohibición de dispositivos durante todo el día tienden a ser los padres, algunos inclusive enfurecidos, como lo declaró al Daily Progress una madre cuyo hijo está en el último año de la escuela secundaria en Charlottesville. Para ella la medida es demasiado extrema, torpe y no bien pensada a la luz de la ansiedad activa que enfrenta la comunidad con un nuevo año escolar y los casos de tiroteo que se incrementan en las escuelas. Hay padres que piensan que la prohibición de celulares es peligrosa cuando se enfrenta una emergencia, que frente a algo que suceda durante el horario escolar no haya manera de comunicarse con sus hijos y que ellos no puedan pedir ayuda. Para ellos, la necesidad de permanecer en contacto con sus hijos es imprescindible para organizar la entrada y salida de la escuela y saber su paradero.

Los problemas que arrastra el uso de los celulares se extienden también a otros campos. Uno de los más importantes es el que puede producir en el bienestar físico y mental una interactividad en línea para la cual no se está suficientemente preparado. Es el caso en aumento de la falta de sueño, dependencia, ansiedad, estrés, problemas en las articulaciones, cuello, espalda, ser víctimas de delitos como el ciberacoso, robos, chantajes, extorsiones, etc. 

Lecciones para el Perú

Sobre el desarrollo de las tecnologías en el sistema educativo, al país se le han acumulado desafíos de diversa índole. Uno es promover el acceso, sobre todo a la población de escasos recursos, a eficaces plataformas digitales educativas para diferentes niveles y lenguajes y bibliotecas digitales. En segundo lugar, buscar y adoptar prontas soluciones a la recomendación planteada por la Unesco, en el entendido que más que en las tecnologías digitales, el problema radica en corregir en los casos necesarios las maneras y condiciones que caracterizan su empleo teniendo en cuenta la variedad de contextos que caracterizan a las escuelas. Una de las claves está en que estudiantes, docentes y padres de familia sean capacitados para que sepan cómo beneficiarse de ellas, convencerse que las tecnologías digitales no son la única forma de entretenerse y aprender más, y adaptarse a la evolución que tendrán. De otro lado, urge que instituciones como el Ministerio de Educación y el Consejo Nacional de Educación investiguen con detalle situaciones en que las tecnologías y los productos de inteligencia artificial son un valor agregado para los aprendizajes y aquellas en las que sucede lo contrario; asimismo  conocer su posición con respecto al tiempo sugerido de empleo de los celulares e internet, el papel deben jugar las familias y las empresas que trabajan en el sector tecnológico. Tener esas decisiones antes de iniciarse el año escolar 2024 sería deseable.

Si bien el Diseño Curricular establece las capacidades que se deben alcanzar en la Competencia 28, la realidad muestra lo difícil que es lograrlo por razones asociadas al equipamiento y la capacitación de los docentes. Adicionalmente hay que destacar que no se trata que los recursos digitales vayan reemplazando a los que tradicionalmente se han empleado en las aulas, sino combinarlos debidamente pues ambos aportan en el desarrollo de habilidades clave para el desarrollo de los estudiantes. En este propósito, la experiencia en otros países recomienda evaluar el retorno a los libros impresos en la etapa escolar. Se los ha sustituído con los cuadernos de trabajo sin existir ninguna investigación que demuestre que éstos tengan más impacto en los aprendizajes que el texto escolar. La evidencia en otros países es que para la adquisición de la lectura, sobre todo cuando se está en proceso de desarrollo leer, es importante no reemplazar el texto impreso; se puede combinarlo con un dispositivo para facilitar y ganar en el proceso de comprensión lectora, pero no dejar de repartirlos a los estudiantes.

Otro desafío está en la relación entre tecnologías y violencia: como una solución y como un problema. La violencia callejera, sexual, pandillaje, bulliyng y otras manifestaciones crecen a ritmos alarmantes. Muchas de las agresiones sexuales en la población escolar se asocian al consumo masivo de pornografía a través de los celulares. El portal SISEVE del Ministerio de Educación, revela que en el 2022 se reportaron 12 037 denuncias relacionadas con violencia escolar; de ellas, el 51,2% correspondieron a violencia física, 44,5% a violencia psicológica y 4,3% a violencia sexual. Lo grave es que hasta el 31 de octubre del 2023, el número de denuncias se incrementaron hasta 16 190, siendo las de violencia sexual las que más crecieron: en 13,2%. Pero no solo preocupan los problemas socioemocionales de los estudiantes; también los del personal docente de la educación básica. La Encuesta Nacional de Docentes (ENDO, 2021), revela que solo el 23% desean continuar en el futuro como docentes de aula, 60% padece de stress y una cantidad similar recibe apoyo psicológico o emocional, 64% vive endeudado y 33% no practica deportes. Por constituir el docente factor fundamental del aprendizaje, medidas creativas y eficaces sobre su bienestar deberían crecer en importancia.

Siendo que algunas soluciones que no están dentro del sistema educativo lo recomendable es evaluar el desarrollo de las tecnologías digitales de manera integral, comprometiendo a diversas organizaciones del sistema social, multisectorial y territorial; en especial para proteger el entorno de las instituciones de enseñanza. Son medidas que deberían ser ejecutadas con amplio margen de eficacia y que, como lo ha expresado el Dr. Vivek Murthy, director de Salud Pública de Estados Unidos, comprometen también a las empresas tecnológicas y los legisladores para proteger la salud mental de los niños y adolescentes en las redes sociales: ellos no pueden darse el lujo de esperar años hasta conocer el alcance total del impacto de las redes sociales ya que su infancia y desarrollo están ocurriendo ahora (https://www.infobae.com/estados-unidos/2023/05/23/los-8-consejos-del-cirujano-general-de-estados-unidos-para-padres-y-adolescentes-sobre-el-uso-de-las-redes-sociales/). Articular esfuerzos disminuiría riesgos, peligros, vencer hábitos y hasta adicciones que una mayoría importante de estudiantes y padres de familia han adquirido con el celular.

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