¿Se incrementará la deserción escolar el presente año escolar?

Por Santiago Cueto

GRADE

Tal vez el logro más importante de la educación peruana durante las últimas décadas haya sido el incremento en cobertura en educación básica. Así, casi la totalidad de estudiantes en edad de asistir a la educación primaria se encontraban matriculados, hasta antes de la pandemia. La cobertura para educación inicial (3 a 5 años) y secundaria eran un poco menores, pero siempre por encima del 80% de tasa neta de cobertura y aumentando. La poca deserción se daba principalmente para algunos grupos (por ejemplo, estudiantes con discapacidad o en zonas rurales alejadas).

La presente pandemia ha generado una serie de retos para el sistema educativo, entre ellos el de la deserción. La investigación sugiere que hay varios factores asociados a la deserción, principalmente el nivel socioeconómico, el bajo rendimiento en la escuela, haber repetido de grado y tener una lengua materna indígena. Cuando se ha preguntado a los desertores por qué han abandonado la escuela, en un estudio hecho antes de la pandemia, las respuestas más comunes fueron necesidad de trabajar para obtener una remuneración y falta de interés en los estudios.

En el presente estado de emergencia sanitaria, se espera que la pobreza aumente entre 8 y 10 puntos porcentuales, para situarse cerca de 30% de la población a fines de año. Dada la asociación entre pobreza y deserción mencionada antes, es de esperar que esta también aumente, aunque es difícil precisar en qué cantidad. ¿Qué pueden hacer los docentes y directores/as de escuela al respecto?

Si miramos los datos de los pocos estudios realizados en el Perú sobre el tema, lo primero que se desprende es la necesidad de identificar individuos en riesgo de desertar. Estos incluyen a los grupos mencionados antes, pero también a los estudiantes que no han podido ser contactados por los docentes durante la pandemia. Entendemos, de un grupo de encuestas realizadas recientemente, que muchos docentes no han podido contactar a una parte de sus estudiantes. El número de estudiantes no contactados para actividades educativas varía entre escuelas, pero todo indica que es mayor en contextos de alta pobreza. Estos estudiantes y sus familias en muchos casos no tienen computadoras ni celular y por tanto no acceden a las sesiones de aprendizaje ni a las orientaciones de sus docentes. Algunos docentes y comunidades se han organizado para llegar a sus estudiantes de otras formas, por ejemplo con alta voces y entregando material de la escuela, u otro material, en las casas o en ambientes abiertos donde interactúan con sus estudiantes.

En segundo lugar, el apoyo que necesitan las familias es en muchos casos no solamente pedagógico, sino también emocional y eventualmente de acceso a información sobre programas públicos de apoyo para la economía del hogar (por ejemplo, cómo acceder a los bonos o programas de trabajo) o salud (por ejemplo, cómo acceder a servicios de atención gratuitos o de muy bajo costo). Los docentes pueden ser en este contexto, más que nunca, fuentes de apoyo y líderes para el bienestar de sus estudiantes y sus familias. Lo anterior sin embargo requiere un intenso trabajo, pues hay que conocer y apoyar a cada estudiante y su familia en sus retos particulares, al mismo tiempo que los propios docentes resuelven sus propios retos personales y familiares.

En tercer lugar, algunos estudios muestran que las jóvenes que quedan embarazadas, de manera planificada o no, pueden en algunos casos abandonar sus estudios antes de terminar la secundaria. Esto hace clave identificar casos de matrimonio, convivencia y embarazo adolescente entre estudiantes. Las madres adolescentes también tienen por lo general una carga extra de trabajo familiar, visto el tradicional machismo que restringe la distribución equitativa de labores en el hogar.

Finalmente, el que los estudiantes digan que abandonan la escuela por falta de interés sugiere que las actividades pedagógicas tradicionales en ocasiones no son atractivas para ellos. En el contexto de la presente pandemia, es posible que este resultado cobre aun mayor vigencia. El reto para los docentes es por lo tanto diseñar actividades que fomenten que los estudiantes se enganchen en formas activas de aprendizaje, fomentando así la motivación intrínseca.

La combinación de factores de riesgo incrementa la probabilidad de desertar. Así, por ejemplo, estudiantes que viven en pobreza, que tienen hijos o hijas pequeños y no tienen computadora ni celular, están en mayor riesgo que aquellos que solo presentan una de estas circunstancias. Es tal vez a estos grupos con varios factores de riesgo a los que habría que dirigir particularmente los esfuerzos de parte del docente y la escuela en general.

Entre los factores protectores contra la deserción, la investigación sugiere que el interés y las expectativas de los propios estudiantes, desde temprana edad, predice que continúen estudiando hasta terminar la secundaria. Así, identificar estudiantes que en el pasado hayan mostrado poca motivación y trabajar particularmente con ellos y ellas también puede ser eficaz. También se ha encontrado que el abandono a menudo no es definitivo, es decir que algunos estudiantes abandonan la escuela, pero vuelven luego.

La investigación muestra que mientras más temprano abandonen los estudiantes la escuela, mayor es el perjuicio en habilidades lectoras y de matemática en la adultez temprana. También se observa a largo plazo mayor perjuicio en la salud e ingresos del individuo. Si bien en los últimos años la deserción se ha producido principalmente durante la secundaria, no se puede descartar que se presente también para estudiantes en primaria durante el presente año.

Cada estudiante que no termina la secundaria es una tragedia educativa; para él o ella, para su familia, comunidad y para el país. Cualquier esfuerzo que podamos hacer como sociedad para prevenir la deserción o recuperar a los desertores, será un gran mérito del propio estudiante, pero también de sus docentes, que pueden, una vez más, ser actores clave para el desarrollo.

Gran parte de los resultados reseñados aquí han sido tomados del Boletín Análisis y Propuestas No 52 de GRADE, disponible en http://www.grade.org.pe/publicaciones/predictores-de-la-desercion-escolar-en-el-peru/.

¿Se incrementará la deserción escolar el presente año escolar?

Autor: Publicado: septiembre 7, 2020

Por Santiago Cueto

GRADE

Tal vez el logro más importante de la educación peruana durante las últimas décadas haya sido el incremento en cobertura en educación básica. Así, casi la totalidad de estudiantes en edad de asistir a la educación primaria se encontraban matriculados, hasta antes de la pandemia. La cobertura para educación inicial (3 a 5 años) y secundaria eran un poco menores, pero siempre por encima del 80% de tasa neta de cobertura y aumentando. La poca deserción se daba principalmente para algunos grupos (por ejemplo, estudiantes con discapacidad o en zonas rurales alejadas).

La presente pandemia ha generado una serie de retos para el sistema educativo, entre ellos el de la deserción. La investigación sugiere que hay varios factores asociados a la deserción, principalmente el nivel socioeconómico, el bajo rendimiento en la escuela, haber repetido de grado y tener una lengua materna indígena. Cuando se ha preguntado a los desertores por qué han abandonado la escuela, en un estudio hecho antes de la pandemia, las respuestas más comunes fueron necesidad de trabajar para obtener una remuneración y falta de interés en los estudios.

En el presente estado de emergencia sanitaria, se espera que la pobreza aumente entre 8 y 10 puntos porcentuales, para situarse cerca de 30% de la población a fines de año. Dada la asociación entre pobreza y deserción mencionada antes, es de esperar que esta también aumente, aunque es difícil precisar en qué cantidad. ¿Qué pueden hacer los docentes y directores/as de escuela al respecto?

Si miramos los datos de los pocos estudios realizados en el Perú sobre el tema, lo primero que se desprende es la necesidad de identificar individuos en riesgo de desertar. Estos incluyen a los grupos mencionados antes, pero también a los estudiantes que no han podido ser contactados por los docentes durante la pandemia. Entendemos, de un grupo de encuestas realizadas recientemente, que muchos docentes no han podido contactar a una parte de sus estudiantes. El número de estudiantes no contactados para actividades educativas varía entre escuelas, pero todo indica que es mayor en contextos de alta pobreza. Estos estudiantes y sus familias en muchos casos no tienen computadoras ni celular y por tanto no acceden a las sesiones de aprendizaje ni a las orientaciones de sus docentes. Algunos docentes y comunidades se han organizado para llegar a sus estudiantes de otras formas, por ejemplo con alta voces y entregando material de la escuela, u otro material, en las casas o en ambientes abiertos donde interactúan con sus estudiantes.

En segundo lugar, el apoyo que necesitan las familias es en muchos casos no solamente pedagógico, sino también emocional y eventualmente de acceso a información sobre programas públicos de apoyo para la economía del hogar (por ejemplo, cómo acceder a los bonos o programas de trabajo) o salud (por ejemplo, cómo acceder a servicios de atención gratuitos o de muy bajo costo). Los docentes pueden ser en este contexto, más que nunca, fuentes de apoyo y líderes para el bienestar de sus estudiantes y sus familias. Lo anterior sin embargo requiere un intenso trabajo, pues hay que conocer y apoyar a cada estudiante y su familia en sus retos particulares, al mismo tiempo que los propios docentes resuelven sus propios retos personales y familiares.

En tercer lugar, algunos estudios muestran que las jóvenes que quedan embarazadas, de manera planificada o no, pueden en algunos casos abandonar sus estudios antes de terminar la secundaria. Esto hace clave identificar casos de matrimonio, convivencia y embarazo adolescente entre estudiantes. Las madres adolescentes también tienen por lo general una carga extra de trabajo familiar, visto el tradicional machismo que restringe la distribución equitativa de labores en el hogar.

Finalmente, el que los estudiantes digan que abandonan la escuela por falta de interés sugiere que las actividades pedagógicas tradicionales en ocasiones no son atractivas para ellos. En el contexto de la presente pandemia, es posible que este resultado cobre aun mayor vigencia. El reto para los docentes es por lo tanto diseñar actividades que fomenten que los estudiantes se enganchen en formas activas de aprendizaje, fomentando así la motivación intrínseca.

La combinación de factores de riesgo incrementa la probabilidad de desertar. Así, por ejemplo, estudiantes que viven en pobreza, que tienen hijos o hijas pequeños y no tienen computadora ni celular, están en mayor riesgo que aquellos que solo presentan una de estas circunstancias. Es tal vez a estos grupos con varios factores de riesgo a los que habría que dirigir particularmente los esfuerzos de parte del docente y la escuela en general.

Entre los factores protectores contra la deserción, la investigación sugiere que el interés y las expectativas de los propios estudiantes, desde temprana edad, predice que continúen estudiando hasta terminar la secundaria. Así, identificar estudiantes que en el pasado hayan mostrado poca motivación y trabajar particularmente con ellos y ellas también puede ser eficaz. También se ha encontrado que el abandono a menudo no es definitivo, es decir que algunos estudiantes abandonan la escuela, pero vuelven luego.

La investigación muestra que mientras más temprano abandonen los estudiantes la escuela, mayor es el perjuicio en habilidades lectoras y de matemática en la adultez temprana. También se observa a largo plazo mayor perjuicio en la salud e ingresos del individuo. Si bien en los últimos años la deserción se ha producido principalmente durante la secundaria, no se puede descartar que se presente también para estudiantes en primaria durante el presente año.

Cada estudiante que no termina la secundaria es una tragedia educativa; para él o ella, para su familia, comunidad y para el país. Cualquier esfuerzo que podamos hacer como sociedad para prevenir la deserción o recuperar a los desertores, será un gran mérito del propio estudiante, pero también de sus docentes, que pueden, una vez más, ser actores clave para el desarrollo.

Gran parte de los resultados reseñados aquí han sido tomados del Boletín Análisis y Propuestas No 52 de GRADE, disponible en http://www.grade.org.pe/publicaciones/predictores-de-la-desercion-escolar-en-el-peru/.

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