#ContextosEducativos #InteraccionesDeCalidad #EcosistemasDeAprendizaje
San Francisco del Monte de Oro, San Luis (Argentina). Ubicación
¿Te imaginas a un adolescente de 15 años fundar una escuela? Dale play al video para conocer la historia.
Dice la historia que, en 1928, Domingo Faustino Sarmiento fundó su primera escuela en un rancho abandonado. Todo comenzó cuando se instaló en la región de San Luis, para acompañar a su tío, que era sacerdote. En ese lugar, notó que gran parte de los pobladores —en su mayoría trabajadores— no sabían leer ni escribir. «El cura Monte de Oro y yo, su discípulo, resolvimos crear una escuela de ambos sexos e introducir pláticas doctrinales a los padres para mandar a sus hijos», recordaba Sarmiento en sus escritos.
Sarmiento, quien luego fuera presidente de Argentina entre 1868 y 1874, es llamado «padre del aula»; y el 11 de septiembre se celebra el Día del Maestro en homenaje a la fecha de su fallecimiento, en 1888.
Visitar la escuela fundada por Sarmiento y observar ese espacio «tan sencillo» -como se muestra en el video-, y a la vez tan trascendente, me cuestiona sobre la relación entre el proceso de aprendizaje y ambiente donde sucede, al que solemos llamar aula o salón de clases.
Me encontraba en el proceso de escribir este post hace unas semanas, cuando me llegó una invitación de un congreso para presentar una ponencia titulada: «Transformando el aula para la excelencia». La coincidencia no pudo ser más feliz. Les confieso que usualmente comienzo los posts grabando un video. La idea surge en el momento, inspirada por el lugar o la ocasión. Otras veces, claro está, es un encuentro planificado. Luego, lo más complicado para mí es empezar a escribir el texto. Así que, esta vez, el ejercicio me sirvió para preparar la ponencia y para escribir este post. Fue un «2x1».
El aula ha sido un tema recurrente del blog Qué tal si… Repensamos el aula, a raíz de la experiencia del confinamiento que vivimos durante la pandemia, y discutimos acerca de la emergencia de aulas híbridas, que son escenarios de aprendizaje capaces de combinar la virtualidad y la presencialidad al mismo tiempo. También visitamos las aulas de innovación pedagógica, estos espacios especializados que lideran muchos de los maestros de Educared.
Hoy te propongo sacarle el jugo al aula y pensar cómo convertirla en inspiración de excelencia y de ciudadanía. Para ello, vamos a deconstruir el concepto de «aula», lo vamos a deshacer analíticamente para darle una nueva estructura, nuevas configuraciones y usos. Comenzaremos con apropiarnos de tres conceptos: el contexto, las interacciones y los ecosistemas de aprendizaje.
El contexto
Qué tal si reconsideramos la idea del aula como un espacio físico y, en su lugar, pensamos en un contexto real que combine un «espacio» y un «tiempo» donde ocurre el proceso de aprendizaje. Es clave entender que el aprendizaje no sucede en un lugar separado del mundo. El aprendizaje ocurre en una coyuntura social, política, económica, ecológica, etc., a un nivel local, nacional y, al mismo tiempo, mundial.
La escuela debe estar conectada con la realidad para crear sentido de pertenencia y conciencia ciudadana.
Entonces:
Interacciones
En el imaginario colectivo, las «aulas» se siguen organizando de manera muy similar, ya sea en una escuela, en un instituto o en la universidad. Cuando uno abre la puerta de un aula, la mayor parte del tiempo se encuentra con carpetas alineadas en filas mirando a una pizarra. Por ello, hay que hacer «pedagogía» de la importancia de salir de ese modelo en nuestras comunidades educativas. No basta con deconstruir el concepto de aula física y adoptar el de contextos educativos sin entender que el objetivo es promover interacciones de calidad entre todos los actores.
Paulo Freire decía sobre las aulas que se trataba de un modelo de «educación bancaria», aludiendo a la dinámica tradicional de la educación en la que el docente ocupa el poder total dentro del aula y el estudiante está en un banco, recibiendo una instrucción.
El problema de esta configuración «bancaria» es que modelan interacciones verticales que son contrarias a la evidencia científica de teorías de aprendizajes, las cuales nos demuestran que para aprender necesitamos hacer, experimentar, socializar y reflexionar. Por lo tanto, necesitamos contextos educativos que habiliten interacciones de calidad basadas en valores de justicia, equidad y atención a la diversidad, como se promueven en los enfoques transversales del CNEB. Una clave para transformar el aula para la excelencia la brinda justamente la definición del enfoque transversal de «búsqueda de excelencia» que propone: «Utilizar al máximo las facultades y adquirir estrategias para el éxito de las propias metas a nivel personal y social».
Este enfoque promueve dos valores:
La búsqueda de la excelencia se observa en interacciones resptuosas consigo mismo y con los demás, y en la capacidad para cambiar y adaptarse, orientado a la mejora de la persona.
Ecosistemas de aprendizaje
Ahora, combinemos el concepto de «contexto» con el de «interacciones» para integrar las condiciones que habiliten a los niños y las niñas a desenvolverse en entornos seguros, respetuosos y motivadores para desplegar sus potencialidades y alcanzar sus propias metas.
Un ecosistema de aprendizaje es un concepto holístico donde se define que el aprendizaje sucede en un contexto donde los seres vivos y objetos inanimados interactúan y establecen relaciones entre sí. Lo importante del concepto de ecosistema es el foco en las relaciones y procesos que se desarrollan en el entorno. Un ecosistema refleja los valores y la cultura de la comunidad. En ese sentido, un ecosistema que valora, por ejemplo, la libertad de decidir, la responsabilidad y la ayuda mutua es un ecosistema que permite desarrollar en sus miembros la autonomía y la cooperación.
En esa línea, Loris Malaguzzi, nos invita a considerar al «espacio como tercer maestro». Esta expresión es usada en las escuelas Reggio Emilia, para enfatizar que el espacio apoya el trabajo y los intereses de los niños. El hecho de que «debe estar pensado para y por los niños» es clave para involucrarlos en la generación de interacciones. Debe ser lo suficientemente estimulante como para promover su curiosidad, intereses y exploraciones, sin necesidad de la intervención de un adulto.
Manos a la obra
¿Qué tal si nos detenemos para observar nuestro contexto y explorar nuevas oportunidades de organizarlo de otra manera, rompiendo con el orden de las carpetas y mesas en filas?
Una opción es salir del aula, pero también podemos recrear o modificarla desde el interior, adoptando nuevas configuraciones. Esta idea no es nada nueva. Ya la empleaban los discípulos de los círculos de arte en la antigua Grecia. Más tarde, en la era moderna, Célestin Freinet (1896 - 1966) popularizó este concepto en la educación infantil al proponer rincones y talleres que atienden las necesidades del estudiante de explorar, crear, descubrir y socializar. Lo curioso es que estas configuraciones son valoradas y promovidas en la educación infantil, pero en la primaria empiezan a desaparecer para mantener a los estudiantes en filas ordenadas, como se observa en las imágenes:
En los últimos años, con la necesidad de integrar tecnologías en los espacios de aprendizaje, se han realizado propuestas de transformación del aula. Muchas de ellas consisten en cambios en los que se adicionan dispositivos o pantallas, pero no necesariamente inciden modificar la forma en la que estudiantes y docentes interactúan.
Un estudio de la European Schoolnet (2016) propone que los laboratorios del futuro se organicen en seis zonas de aprendizaje diferentes: investiga, crea, presenta, explora, interactúa y desarrolla. Cada espacio destaca áreas específicas de aprendizaje y enseñanza y ayuda a repensar diferentes puntos: el espacio físico, los recursos, los roles cambiantes del estudiante y del profesor, y cómo apoyar diferentes estilos de aprendizaje.
Esta propuesta ha inspirado un proyecto del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF) de España, que propone diseñar e implementar «situaciones de aprendizaje” en un entorno denominado Aulas del futuro. Se trata de diseñar procesos de enseñanza y aprendizaje fundamentados en la innovación pedagógica y apoyados por la tecnología. El término «aula» se refiere no solo a un aula tradicional, sino a cualquier lugar o espacio que se utilice con fines educativos o donde se pueda producir el aprendizaje, incluyendo los hogares u otros lugares fuera del centro educativo (INTEF).
El siguiente gráfico ilustra el modelo de Aula del Futuro y la organización de seis zonas que habilitan interacciones específicas de los estudiantes en el proceso de aprendizaje.
Tomado de: https://www.robotix.es/es/blog/red-de-aula-del-futuro-intef-n264
Seguramente estás pensando que es un modelo muy sofisticado y que no es viable contar con las seis zonas propuestas al mismo tiempo en tu contexto. Pero, qué tal si no todo tiene que suceder al mismo tiempo ni lugar. Imaginamos que el espacio puede reorganizarse habilitando zonas para investigar en los centros de recursos o bibliotecas escolares, zonas de exploración y desarrollo en las aulas de innovación y zonas de interacción y presentación en la propia aula. Qué tal si permitimos que los estudiantes circulen en el espacio, cambiándolo y adaptándolo para el desarrollo de sus actividades en tiempos y ritmos diferenciados.
¿Te lo imaginas? Esa es la verdadera deconstrucción del aula. Permitir atender a las necesidades de aprendizaje del estudiante para crear ecosistemas de aprendizaje que permitan la búsqueda de la excelencia.
Arquitectos de ecosistemas de aprendizaje
Finalmente, te propongo usar la metáfora de convertirnos en arquitectos para asumir el reto de concebir un ecosistema de aprendizaje. Esto implica considerar también color, iluminación, aspectos visuales, acústicos, térmicos, de calidad del aire, de resonancia, ventilación, estructura dinámica, limpieza fácil, seguridad, entre otros.
Sabías que:
El color desempeña una función relevante en la emoción, la productividad, la comunicación y el aprendizaje. (Meghani, 2009)
El color mejora el aprendizaje del 55% al 78%. (Embry, 1984)
Es importante incluir a los niños en este proyecto, escucharlos y crear espacios que respeten sus necesidades y ritmo de vida.
El profesor Ron Berger en su libro La ética de la excelencia señala que, en los lugares donde la comunidad y los padres de familia se sienten orgullosos de la escuela, los niños aprenden mejor: «Si el ‘orgullo’ está ausente, las renovaciones o mejoras que se hagan pronto se llenarán de grafitis o serán vandalizadas».
¿Qué tal si hacemos que el aula y tu escuela se conviertan en símbolo de orgullo y excelencia para cada estudiante y para su comunidad?
«La cultura basada en el respeto hace que la excelencia no solo se expanda a la excelencia personal sino a la persona como ser humano». (Berger, 2003)
Te invitamos a compartir tus comentarios en la comunidad Educared.
Filmación: Sergio Lizzulli
Música original: Adriel Calvelo
Edición: Lea Sulmont
2024
Referencias:
Imágenes:
Imagen 1. Aula en la antigua Grecia
Imagen 2. Aula clásica a fines del siglo XIX
Imagen 3. Aula del futuro INTEF
Berger, Ron (2003). An Ethic of Excellence European Schoolnet (2016). Learning zones. https://fcl.eun.org/documents/10180/13526/FCL+learning+zones+Dec+2016/a091a761-7a63-443e-afe0-d1870e430686INTEF. Kit de herramientas para el aula del futuro
#ContextosEducativos #InteraccionesDeCalidad #EcosistemasDeAprendizaje
San Francisco del Monte de Oro, San Luis (Argentina). Ubicación
¿Te imaginas a un adolescente de 15 años fundar una escuela? Dale play al video para conocer la historia.
Dice la historia que, en 1928, Domingo Faustino Sarmiento fundó su primera escuela en un rancho abandonado. Todo comenzó cuando se instaló en la región de San Luis, para acompañar a su tío, que era sacerdote. En ese lugar, notó que gran parte de los pobladores —en su mayoría trabajadores— no sabían leer ni escribir. «El cura Monte de Oro y yo, su discípulo, resolvimos crear una escuela de ambos sexos e introducir pláticas doctrinales a los padres para mandar a sus hijos», recordaba Sarmiento en sus escritos.
Sarmiento, quien luego fuera presidente de Argentina entre 1868 y 1874, es llamado «padre del aula»; y el 11 de septiembre se celebra el Día del Maestro en homenaje a la fecha de su fallecimiento, en 1888.
Visitar la escuela fundada por Sarmiento y observar ese espacio «tan sencillo» -como se muestra en el video-, y a la vez tan trascendente, me cuestiona sobre la relación entre el proceso de aprendizaje y ambiente donde sucede, al que solemos llamar aula o salón de clases.
Me encontraba en el proceso de escribir este post hace unas semanas, cuando me llegó una invitación de un congreso para presentar una ponencia titulada: «Transformando el aula para la excelencia». La coincidencia no pudo ser más feliz. Les confieso que usualmente comienzo los posts grabando un video. La idea surge en el momento, inspirada por el lugar o la ocasión. Otras veces, claro está, es un encuentro planificado. Luego, lo más complicado para mí es empezar a escribir el texto. Así que, esta vez, el ejercicio me sirvió para preparar la ponencia y para escribir este post. Fue un «2×1».
El aula ha sido un tema recurrente del blog Qué tal si… Repensamos el aula, a raíz de la experiencia del confinamiento que vivimos durante la pandemia, y discutimos acerca de la emergencia de aulas híbridas, que son escenarios de aprendizaje capaces de combinar la virtualidad y la presencialidad al mismo tiempo. También visitamos las aulas de innovación pedagógica, estos espacios especializados que lideran muchos de los maestros de Educared.
Hoy te propongo sacarle el jugo al aula y pensar cómo convertirla en inspiración de excelencia y de ciudadanía. Para ello, vamos a deconstruir el concepto de «aula», lo vamos a deshacer analíticamente para darle una nueva estructura, nuevas configuraciones y usos. Comenzaremos con apropiarnos de tres conceptos: el contexto, las interacciones y los ecosistemas de aprendizaje.
El contexto
Qué tal si reconsideramos la idea del aula como un espacio físico y, en su lugar, pensamos en un contexto real que combine un «espacio» y un «tiempo» donde ocurre el proceso de aprendizaje. Es clave entender que el aprendizaje no sucede en un lugar separado del mundo. El aprendizaje ocurre en una coyuntura social, política, económica, ecológica, etc., a un nivel local, nacional y, al mismo tiempo, mundial.
La escuela debe estar conectada con la realidad para crear sentido de pertenencia y conciencia ciudadana.
Entonces:
Interacciones
En el imaginario colectivo, las «aulas» se siguen organizando de manera muy similar, ya sea en una escuela, en un instituto o en la universidad. Cuando uno abre la puerta de un aula, la mayor parte del tiempo se encuentra con carpetas alineadas en filas mirando a una pizarra. Por ello, hay que hacer «pedagogía» de la importancia de salir de ese modelo en nuestras comunidades educativas. No basta con deconstruir el concepto de aula física y adoptar el de contextos educativos sin entender que el objetivo es promover interacciones de calidad entre todos los actores.
Paulo Freire decía sobre las aulas que se trataba de un modelo de «educación bancaria», aludiendo a la dinámica tradicional de la educación en la que el docente ocupa el poder total dentro del aula y el estudiante está en un banco, recibiendo una instrucción.
El problema de esta configuración «bancaria» es que modelan interacciones verticales que son contrarias a la evidencia científica de teorías de aprendizajes, las cuales nos demuestran que para aprender necesitamos hacer, experimentar, socializar y reflexionar. Por lo tanto, necesitamos contextos educativos que habiliten interacciones de calidad basadas en valores de justicia, equidad y atención a la diversidad, como se promueven en los enfoques transversales del CNEB. Una clave para transformar el aula para la excelencia la brinda justamente la definición del enfoque transversal de «búsqueda de excelencia» que propone: «Utilizar al máximo las facultades y adquirir estrategias para el éxito de las propias metas a nivel personal y social».
Este enfoque promueve dos valores:
La búsqueda de la excelencia se observa en interacciones resptuosas consigo mismo y con los demás, y en la capacidad para cambiar y adaptarse, orientado a la mejora de la persona.
Ecosistemas de aprendizaje
Ahora, combinemos el concepto de «contexto» con el de «interacciones» para integrar las condiciones que habiliten a los niños y las niñas a desenvolverse en entornos seguros, respetuosos y motivadores para desplegar sus potencialidades y alcanzar sus propias metas.
Un ecosistema de aprendizaje es un concepto holístico donde se define que el aprendizaje sucede en un contexto donde los seres vivos y objetos inanimados interactúan y establecen relaciones entre sí. Lo importante del concepto de ecosistema es el foco en las relaciones y procesos que se desarrollan en el entorno. Un ecosistema refleja los valores y la cultura de la comunidad. En ese sentido, un ecosistema que valora, por ejemplo, la libertad de decidir, la responsabilidad y la ayuda mutua es un ecosistema que permite desarrollar en sus miembros la autonomía y la cooperación.
En esa línea, Loris Malaguzzi, nos invita a considerar al «espacio como tercer maestro». Esta expresión es usada en las escuelas Reggio Emilia, para enfatizar que el espacio apoya el trabajo y los intereses de los niños. El hecho de que «debe estar pensado para y por los niños» es clave para involucrarlos en la generación de interacciones. Debe ser lo suficientemente estimulante como para promover su curiosidad, intereses y exploraciones, sin necesidad de la intervención de un adulto.
Manos a la obra
¿Qué tal si nos detenemos para observar nuestro contexto y explorar nuevas oportunidades de organizarlo de otra manera, rompiendo con el orden de las carpetas y mesas en filas?
Una opción es salir del aula, pero también podemos recrear o modificarla desde el interior, adoptando nuevas configuraciones. Esta idea no es nada nueva. Ya la empleaban los discípulos de los círculos de arte en la antigua Grecia. Más tarde, en la era moderna, Célestin Freinet (1896 – 1966) popularizó este concepto en la educación infantil al proponer rincones y talleres que atienden las necesidades del estudiante de explorar, crear, descubrir y socializar. Lo curioso es que estas configuraciones son valoradas y promovidas en la educación infantil, pero en la primaria empiezan a desaparecer para mantener a los estudiantes en filas ordenadas, como se observa en las imágenes:
En los últimos años, con la necesidad de integrar tecnologías en los espacios de aprendizaje, se han realizado propuestas de transformación del aula. Muchas de ellas consisten en cambios en los que se adicionan dispositivos o pantallas, pero no necesariamente inciden modificar la forma en la que estudiantes y docentes interactúan.
Un estudio de la European Schoolnet (2016) propone que los laboratorios del futuro se organicen en seis zonas de aprendizaje diferentes: investiga, crea, presenta, explora, interactúa y desarrolla. Cada espacio destaca áreas específicas de aprendizaje y enseñanza y ayuda a repensar diferentes puntos: el espacio físico, los recursos, los roles cambiantes del estudiante y del profesor, y cómo apoyar diferentes estilos de aprendizaje.
Esta propuesta ha inspirado un proyecto del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF) de España, que propone diseñar e implementar «situaciones de aprendizaje” en un entorno denominado Aulas del futuro. Se trata de diseñar procesos de enseñanza y aprendizaje fundamentados en la innovación pedagógica y apoyados por la tecnología. El término «aula» se refiere no solo a un aula tradicional, sino a cualquier lugar o espacio que se utilice con fines educativos o donde se pueda producir el aprendizaje, incluyendo los hogares u otros lugares fuera del centro educativo (INTEF).
El siguiente gráfico ilustra el modelo de Aula del Futuro y la organización de seis zonas que habilitan interacciones específicas de los estudiantes en el proceso de aprendizaje.
Tomado de: https://www.robotix.es/es/blog/red-de-aula-del-futuro-intef-n264
Seguramente estás pensando que es un modelo muy sofisticado y que no es viable contar con las seis zonas propuestas al mismo tiempo en tu contexto. Pero, qué tal si no todo tiene que suceder al mismo tiempo ni lugar. Imaginamos que el espacio puede reorganizarse habilitando zonas para investigar en los centros de recursos o bibliotecas escolares, zonas de exploración y desarrollo en las aulas de innovación y zonas de interacción y presentación en la propia aula. Qué tal si permitimos que los estudiantes circulen en el espacio, cambiándolo y adaptándolo para el desarrollo de sus actividades en tiempos y ritmos diferenciados.
¿Te lo imaginas? Esa es la verdadera deconstrucción del aula. Permitir atender a las necesidades de aprendizaje del estudiante para crear ecosistemas de aprendizaje que permitan la búsqueda de la excelencia.
Arquitectos de ecosistemas de aprendizaje
Finalmente, te propongo usar la metáfora de convertirnos en arquitectos para asumir el reto de concebir un ecosistema de aprendizaje. Esto implica considerar también color, iluminación, aspectos visuales, acústicos, térmicos, de calidad del aire, de resonancia, ventilación, estructura dinámica, limpieza fácil, seguridad, entre otros.
Sabías que:
El color desempeña una función relevante en la emoción, la productividad, la comunicación y el aprendizaje. (Meghani, 2009)
El color mejora el aprendizaje del 55% al 78%. (Embry, 1984)
Es importante incluir a los niños en este proyecto, escucharlos y crear espacios que respeten sus necesidades y ritmo de vida.
El profesor Ron Berger en su libro La ética de la excelencia señala que, en los lugares donde la comunidad y los padres de familia se sienten orgullosos de la escuela, los niños aprenden mejor: «Si el ‘orgullo’ está ausente, las renovaciones o mejoras que se hagan pronto se llenarán de grafitis o serán vandalizadas».
¿Qué tal si hacemos que el aula y tu escuela se conviertan en símbolo de orgullo y excelencia para cada estudiante y para su comunidad?
«La cultura basada en el respeto hace que la excelencia no solo se expanda a la excelencia personal sino a la persona como ser humano». (Berger, 2003)
Te invitamos a compartir tus comentarios en la comunidad Educared.
Filmación: Sergio Lizzulli
Música original: Adriel Calvelo
Edición: Lea Sulmont
2024
Referencias:
Imágenes:
Imagen 1. Aula en la antigua Grecia
Imagen 2. Aula clásica a fines del siglo XIX
Imagen 3. Aula del futuro INTEF
Berger, Ron (2003). An Ethic of Excellence European Schoolnet (2016). Learning zones. https://fcl.eun.org/documents/10180/13526/FCL+learning+zones+Dec+2016/a091a761-7a63-443e-afe0-d1870e430686INTEF. Kit de herramientas para el aula del futuro
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¡Increíble publicación! La transformación del aula hacia la excelencia es una visión inspiradora. Al replantear el concepto de aula y fomentar interacciones significativas, no solo enriquecemos el proceso de aprendizaje, sino que también creamos entornos más inclusivos y motivadores. La idea de involucrar a los estudiantes en el diseño de su espacio de aprendizaje es clave para promover su autonomía y curiosidad. Sigamos construyendo aulas que reflejen estos valores y que sean un símbolo de orgullo para toda la comunidad. ¡Gracias por compartir esta reflexión!
Gracias por compartir esta reflexión.
Pienso que innovar el aprendizaje tradicional que se da en las 4 paredes, a un nuevo forma de aprendizaje en espacios libres,dode el niño o niña interactúe directamente con los recursos o elementos que se encuentren en su alrededor.
Por lo tanto es necesario salir del del aula y ubicarse en ambientes libres, que haga sentir al niño motivado y seguro de su aprendizaje.
Hola Pedro, gracias por compartir tu reflexión. Efectivamente, hay que salir de las cuatro paredes.