¿Qué tal si hoy hablamos de la evaluación como aprendizaje?
https://youtu.be/NoyOu7ixyaw

La evaluación es quizás uno de los temas que más nos preocupa a los docentes. Especialmente porque para avanzar en la implementación de una educación basada en competencias es necesario alinear enseñanza y evaluación, bajo un mismo enfoque.

En ese sentido, se propone un enfoque de evaluación auténtica que valora los desempeños de los estudiantes durante el proceso de aprendizaje a través de las diversas situaciones del mundo real y problemas significativos de naturaleza compleja.

Esto suena magnífico a nivel conceptual, pero complejo de implementar mientras no comencemos por revisar nuestras propias creencias,  heredadas de un enfoque tradicional de evaluación por contenidos, y plantearnos los desafíos de evaluar por competencias.

Sucede que en la  mente de muchos docentes y estudiantes la evaluación se asocia comúnmente a una  calificación, a una nota y a un instrumento llamado examen, cuando en realidad es un proceso más amplio que tiene por finalidad la mejora continua y el bienestar de las personas.

La evaluación es un proceso crucial para los estudiantes, pues tiene efectos que pueden ser críticos en su vida escolar, tanto en el corto como en el largo plazo. Por ello, para crear una cultura evaluativa de las competencias en la escuela es importante identificar y  desterrar estos prejuicios existentes sobre la evaluación. 

Una de las causas de estos prejuicios reside en las percepciones que tienen los docentes acerca de la evaluación.  Prieto (2008) señala que las prácticas evaluativas de los profesores, orientadas por sus creencias constituyen “teorías implícitas” sobre el aprendizaje y la enseñanza. Estas teorías están profundamente enraizadas, no sólo en la cultura escolar, en la organización del aula, sino también en la propia estructura cognitiva de profesores y estudiantes.

La influencia de estas creencias es decisiva:

  • Cuando el docente elige el contenido a enseñar y sesga su inclusión o no en pruebas de evaluación. 
  • Cuando las creencias que tiene el docente sobre sus estudiantes,  respecto a su origen y rendimiento, pueden influir en la realización de una profecía auto cumplida, a modo del efecto Pigmalión. Por ejemplo, un docente que considera a un estudiante como vago o flojo, es posible que lo califique con menor puntaje que otro alumno que tiene una producción similar, pero sobre el cual no ha desarrollado un prejuicio.

Ahora que sabemos un poco más sobre las implicancias de nuestras creencias,  te propongo un primer reto: Crea una metáfora personal sobre la evaluación que refleje un sentido de evaluación auténtica vinculado con el desarrollo de  competencias.

Por ejemplo, mi metáfora es: “La evaluación es la celebración del aprendizaje”.

Creo que esta celebración no solo se da al final del proceso de aprendizaje, sino de manera continua.

Tradicionalmente nos concentramos en evaluar al término del  proceso de aprendizaje, pero la evaluación que mayor impacto tiene para el aprendizaje es la evaluación formativa. Observemos cómo se complementan los tipos de evaluación según el propósito y el momento.

  • Evaluación del aprendizaje:  Según su propósito es una evaluación sumativa  y, según el momento de aplicación es una evaluación final. La evaluación del aprendizaje está orientada a la rendición de cuentas pues recoge información sobre lo alcanzado respecto de los resultados de aprendizaje esperados y emitir reportes sobre el estado o avances alcanzados.
  • Evaluación para el aprendizaje:  tiene como propósito ser una evaluación formativa y, según el momento de aplicación es una evaluación continua. Se realiza de manera permanente y a través de diferentes estrategias a lo largo del proceso de aprendizaje para ofrecer una retroalimentación oportuna para el estudiante que le permita reconocer sus avances, identificar brechas y orientar sus estrategias.

Finalmente, también es importante valorar el propio proceso de evaluación como un aprendizaje, pues aprendemos a establecer objetivos y contrastar las acciones que conducen a alcanzarlos. Es un proceso que requiere de honestidad, rigurosidad, humildad, autoconocimiento, capacidad de aceptación y alienta mucho la autonomía. Considerar la evaluación como un aprendizaje dentro de la cultura escolar es una oportunidad para empoderar a los estudiantes para autodirigir sus aprendizajes y para que los docentes asumamos un rol de mediadores para involucrar a los propios estudiantes a tomar el control, a través de estrategias de auto evaluación;  a sus pares a través de estrategias de  coevaluación; y finalmente animando a participar a la comunidad educativa en estrategias de  la heteroevaluación.

Como señala Monereo (2017) “al modificar la manera en que evaluamos aquello que aprenden nuestros alumnos tenemos la posibilidad de modificar lo que realmente aprenden y, en consecuencia, también tenemos la oportunidad de modificar el modo en que se enseña lo que aprenden”.  

¿Te animas a formular tu metáfora sobre la evaluación? 

Compártela con la comunidad de Educared.

Map with pin con relleno sólidoSobre el lugar: 

Chincha (Ica, Perú) 

Books on shelf con relleno sólidoReferencias:

Monereo, Carlos (2017).  Conferencia: Dime cómo evalúas y te diré cómo aprenden tus alumnos. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=AVI-xUEe7lA

Prieto P., Marcia (2008). Creencias de los profesores sobre Evaluación y  Efectos Incidentales. Revista de Pedagogía, 29(84),123-144.[fecha de Consulta 22 de marzo de 2020]. ISSN: 0798-9792. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=659/65908405

¿Qué tal si hoy hablamos de la evaluación como aprendizaje?

Autor: Lea Sulmont Publicado: febrero 9, 2022

La evaluación es quizás uno de los temas que más nos preocupa a los docentes. Especialmente porque para avanzar en la implementación de una educación basada en competencias es necesario alinear enseñanza y evaluación, bajo un mismo enfoque.

En ese sentido, se propone un enfoque de evaluación auténtica que valora los desempeños de los estudiantes durante el proceso de aprendizaje a través de las diversas situaciones del mundo real y problemas significativos de naturaleza compleja.

Esto suena magnífico a nivel conceptual, pero complejo de implementar mientras no comencemos por revisar nuestras propias creencias,  heredadas de un enfoque tradicional de evaluación por contenidos, y plantearnos los desafíos de evaluar por competencias.

Sucede que en la  mente de muchos docentes y estudiantes la evaluación se asocia comúnmente a una  calificación, a una nota y a un instrumento llamado examen, cuando en realidad es un proceso más amplio que tiene por finalidad la mejora continua y el bienestar de las personas.

La evaluación es un proceso crucial para los estudiantes, pues tiene efectos que pueden ser críticos en su vida escolar, tanto en el corto como en el largo plazo. Por ello, para crear una cultura evaluativa de las competencias en la escuela es importante identificar y  desterrar estos prejuicios existentes sobre la evaluación. 

Una de las causas de estos prejuicios reside en las percepciones que tienen los docentes acerca de la evaluación.  Prieto (2008) señala que las prácticas evaluativas de los profesores, orientadas por sus creencias constituyen “teorías implícitas” sobre el aprendizaje y la enseñanza. Estas teorías están profundamente enraizadas, no sólo en la cultura escolar, en la organización del aula, sino también en la propia estructura cognitiva de profesores y estudiantes.

La influencia de estas creencias es decisiva:

  • Cuando el docente elige el contenido a enseñar y sesga su inclusión o no en pruebas de evaluación. 
  • Cuando las creencias que tiene el docente sobre sus estudiantes,  respecto a su origen y rendimiento, pueden influir en la realización de una profecía auto cumplida, a modo del efecto Pigmalión. Por ejemplo, un docente que considera a un estudiante como vago o flojo, es posible que lo califique con menor puntaje que otro alumno que tiene una producción similar, pero sobre el cual no ha desarrollado un prejuicio.

Ahora que sabemos un poco más sobre las implicancias de nuestras creencias,  te propongo un primer reto: Crea una metáfora personal sobre la evaluación que refleje un sentido de evaluación auténtica vinculado con el desarrollo de  competencias.

Por ejemplo, mi metáfora es: “La evaluación es la celebración del aprendizaje”.

Creo que esta celebración no solo se da al final del proceso de aprendizaje, sino de manera continua.

Tradicionalmente nos concentramos en evaluar al término del  proceso de aprendizaje, pero la evaluación que mayor impacto tiene para el aprendizaje es la evaluación formativa. Observemos cómo se complementan los tipos de evaluación según el propósito y el momento.

  • Evaluación del aprendizaje:  Según su propósito es una evaluación sumativa  y, según el momento de aplicación es una evaluación final. La evaluación del aprendizaje está orientada a la rendición de cuentas pues recoge información sobre lo alcanzado respecto de los resultados de aprendizaje esperados y emitir reportes sobre el estado o avances alcanzados.
  • Evaluación para el aprendizaje:  tiene como propósito ser una evaluación formativa y, según el momento de aplicación es una evaluación continua. Se realiza de manera permanente y a través de diferentes estrategias a lo largo del proceso de aprendizaje para ofrecer una retroalimentación oportuna para el estudiante que le permita reconocer sus avances, identificar brechas y orientar sus estrategias.

Finalmente, también es importante valorar el propio proceso de evaluación como un aprendizaje, pues aprendemos a establecer objetivos y contrastar las acciones que conducen a alcanzarlos. Es un proceso que requiere de honestidad, rigurosidad, humildad, autoconocimiento, capacidad de aceptación y alienta mucho la autonomía. Considerar la evaluación como un aprendizaje dentro de la cultura escolar es una oportunidad para empoderar a los estudiantes para autodirigir sus aprendizajes y para que los docentes asumamos un rol de mediadores para involucrar a los propios estudiantes a tomar el control, a través de estrategias de auto evaluación;  a sus pares a través de estrategias de  coevaluación; y finalmente animando a participar a la comunidad educativa en estrategias de  la heteroevaluación.

Como señala Monereo (2017) “al modificar la manera en que evaluamos aquello que aprenden nuestros alumnos tenemos la posibilidad de modificar lo que realmente aprenden y, en consecuencia, también tenemos la oportunidad de modificar el modo en que se enseña lo que aprenden”.  

¿Te animas a formular tu metáfora sobre la evaluación? 

Compártela con la comunidad de Educared.

Map with pin con relleno sólidoSobre el lugar: 

Chincha (Ica, Perú) 

Books on shelf con relleno sólidoReferencias:

Monereo, Carlos (2017).  Conferencia: Dime cómo evalúas y te diré cómo aprenden tus alumnos. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=AVI-xUEe7lA

Prieto P., Marcia (2008). Creencias de los profesores sobre Evaluación y  Efectos Incidentales. Revista de Pedagogía, 29(84),123-144.[fecha de Consulta 22 de marzo de 2020]. ISSN: 0798-9792. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=659/65908405

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