Durante mucho tiempo se pensaba que la herencia genética, es decir, las características y habilidades que traíamos al nacer, era lo que determinaba nuestra vida por encima de  cualquier influencia del ambiente.

Sin embargo, con los avances de las neurociencias, se descubrió que el cerebro posee una gran cualidad llamada plasticidad cerebral, y que es muy sensible a la calidad de las experiencias del entorno, del medio ambiente (para bien o para mal).

Traigo a colación esto porque las experiencias que el ambiente está brindando a los estudiantes hoy en tiempos de huelga magisterial, dejarán huella profunda en los cerebros de los estudiantes no sólo por la clase que se dejó de hacer, sino sobre todo, por el mensaje que se da frente a temas como las evaluaciones y retos a cumplir.

Desde la Convención Mundial de los Derechos de las personas con Discapacidad se ha trabajado mucho para quitar los rótulos de dar pena, de incapacidad, de conseguir cosas en la vida por caridad y no por esfuerzo.

Pero para lograrlo, no basta con leyes y decretos, sino con educación en la familia y en la escuela, y en la conducta de esos adultos, que son modelos a seguir.

No olvidemos que el ser maestro implica el estar para otros.