TV Perú es el canal del Estado. Junto con Radio Nacional y Radio La Crónica conforman el Instituto de Radio y Televisión del Perú (IRTP), creado en 1996 para difundir contenidos educativos, informativos, culturales y de esparcimiento a nivel nacional. Conversamos con Hugo Coya, periodista, escritor y profesor universitario, quien fuera hasta hace unos días su presidente ejecutivo y promoviera, desde ese rol, importantes cambios. Aquí un balance de su gestión.
¿Qué encontraste a tu llegada a la presidencia de IRTP?
Llegamos el 6 de agosto del 2016 y nos encontramos con un Instituto cuya estructura y sistema de producción no tenían un correlato con la evolución que el país había sufrido. No sólo en la parte burocrática, sino en la forma de aproximarse al público. Te lo digo en cifras para darte una idea: TV Perú llega al 90 % del territorio nacional. Es, de lejos, la mayor cadena de televisión en el país. No hay ninguna emisora privada que se le acerque. Esto responde a que el Estado invirtió en la instalación de antenas, pero no en la calidad de los contenidos. Otro de los grandes problemas era que el promedio de audiencia era de 0.5 al mes y el público objetivo, de acuerdo a distintos estudios, era de 55 años a más. Es decir, éramos líderes en el segmento de 60 años, que no es el mayoritario ya que este es un país joven.
¿Por qué casi nadie veía TV Perú?
Simplemente porque los contenidos y la forma de concebir la televisión se habían quedado congelados en el tiempo. Se ofrecían contenidos con la creencia de que la televisión educa y que el televidente es un receptor pasivo que no interactúa. Eso condiciona mucho la forma en que tú te aproximas al espectador. Lo primero que hicimos cuando llegamos fue cambiar la programación. Incorporamos una serie de programas, como “La hora de los niños”. Los programas infantiles habían desaparecido por razones comerciales de toda la televisión peruana. Debido, en parte, a los cuestionamientos que hay sobre el uso de niños para promocionar determinados productos de comida chatarra. Pensamos que no era posible que la televisión pública no tuviera un espacio para ellos. Teníamos que construir el espacio que no existe en la televisión privada. Eso no significa colocar dibujitos para que los niños se entretengan. Nuestra propuesta fue brindar entretenimiento con algún tipo de contenido que los aproxime a una realidad nacional.
Fue muy reconocida la creación de noticieros en lenguas originarias.
Sí, se incorporó una serie de contenidos que han sido muy bien acogidos por la mayoría de la población, como los noticieros "Ñuqanchik", en quechua y "Jiwasanaka", en aymara. Hemos sido especialmente cuidadosos de reflejar la diversidad cultural y étnica. La televisión peruana de las primeras décadas, parecía española o sueca. No la estoy despreciando, pero no reflejaba la realidad. La gente ahora se siente más cercana porque los que aparecen en la televisión son más parecidos a ellos.
¿Qué resultados consiguieron?
Sextuplicamos la audiencia (pasamos al 4,8 y 4,9%). Eso significa que hay un público potencial, pero al que hemos logrado acercarnos más. Y lo hemos conseguido rehuyendo los clásicos formatos y contenidos de la TV privada. Tenemos Ipe, el canal para niños y jóvenes que se sustenta en el entretenimiento con contenido cultural, educacional, pero no con el formato “profesor que dicta la clase”. Buscamos que el televidente interactúe, de modo que trabajamos mucho con las redes sociales que antes estaban divorciadas de la televisión.
¿Es un problema el presupuesto con que cuenta TVPerú?
El principal problema es la falta de autonomía económica. Enunciativamente somos autónomos. Como es lógico, al aumentar la audiencia aumentó la publicidad. Ahora tenemos publicidad, pero ese dinero no se queda aquí, sino que se va al Ministerio de Economía. Tenemos tandas comerciales en algunos programas (otros, por su naturaleza, no la tienen). La diferencia entre nosotros y el resto es que nuestras tandas comerciales no exceden los 3 minutos.
Hablaste de Ipe, el canal juvenil. ¿Cuál es el balance?
Ipe ha sido el principal artífice para la reducción de la edad del público objetivo. Bajamos más de 15 años. Por momentos fuimos líderes gracias a IPE. El día del censo (22 de octubre, declarado de inamovilidad) colocamos toda la mañana dibujos animados y programas para niños y tuvimos una audiencia por encima de varias televisoras comerciales. Tampoco es que el rating nos haya quitado el sueño, pero de nada vale que con los pocos recursos que nos da el Estado hagamos productos para que nos elogie la crítica, pero que no vea nadie.
¿Hay demanda para producciones educativas? Hay un gran vacío de ellas en el país.
Hay una gran demanda contenida porque la televisión comercial ha copado todos los espacios. Si tú vieras la cantidad de gente que viene con propuestas. Muchas de las cuales yo creo que debería estar en televisión abierta...
El IRTP ha sido parte del Ministerio de Educación y luego de la Presidencia del Consejo de Ministros. Hoy, que es parte del Ministerio de Cultura, ¿cómo aporta al desarrollo de otras industrias culturales?
He participado directamente en la elaboración del proyecto de Ley de Cinematografía que está actualmente en el Congreso. Allí se ha incorporado la posibilidad de que las televisoras públicas participen como coproductores de documentales y películas, por ahora el IRTP solo puede hacer televisión y radio. Por ejemplo, hay un súper proyecto que está dirigiendo Javier Corcuera sobre Javier Heraud, él nos pidió trabajarlo con TVPerú, pero no estamos autorizados legalmente. Confío en que esto cambie con la aprobación de la Ley. Podría ayudarnos a abrir el abanico para no sólo hacer producción desde Lima, sino apoyar contenidos educativos, culturales en diferentes partes del país.
¿Se ha podido descentralizar la producción?
Mayoritariamente los programas de TVPerú se hacen en Lima. Algunos en Piura y Arequipa. El 2018 proyectamos otros en Huancayo y Cusco, que tendrán programas propios. La idea fue trabajar para tener programación separada y dirigida. La producción en quechua se va a ampliar y este 3 de enero de 2018 estrenamos el primer programa a nivel nacional en la historia de los medios de comunicación del Perú en lengua asháninca. La idea era que culturalmente se enriquezcan con sus propios contenidos.
¿Y también es la idea que estos programas se vean en Lima?
Los de quechua y aimara, sí porque son lenguas nacionales. Si yo pongo un programa en shipibo, es probable que haga referencias a animales y cuestiones que no existen en la costa. Para ello trabajaremos con un equipo interdisciplinario y multilingüístico.
¿Y cómo responde la audiencia en las regiones?
El crecimiento de la audiencia se reflejó en provincias y sobre todo en las zonas donde el poblador no es mayoritariamente blanco. En Puno, Cusco y Cajamarca conseguimos ser líderes. Le ganamos a la televisión comercial ese espacio simple y llanamente porque se sienten conectados. El señor que aparece en la pantalla es igual a mí y puede sentir o saber lo que siento yo. Hicimos un casting en provincias para los equipos de los noticieros y el primer requisito era que la lengua materna sea el idioma en el cual se informen, porque el idioma condiciona la forma en que construyes y reconstruyes el mundo. Lo que para nosotros es un cerro y no tiene mayor importancia, para otros es un apu y tiene connotaciones mágicas religiosas.
Esa visión intercultural tan compleja y necesaria...
Sí. Por ejemplo, hicimos un documental acerca de un puente colgante, que se lo llevó la BBC (“Big cities”). Totalmente en quechua y dirigido por quechuablantes. Era sobre la construcción de un puente hecho por la propia comunidad y cómo fue su experiencia. Le pusimos subtítulos en castellano y en inglés. Desde la fotografía era diferente hasta la forma en que estuvo narrado y el lenguaje audiovisual también. Luego estuvimos trabajando programas de música regional, conducidos no por modelos que lean un prompter, sino por músicos de las regiones.
Usualmente criticamos la calidad de la oferta y no de la demanda. ¿Crees que tenemos una demanda poco calificada?
Durante muchísimos años nos hemos acostumbrado a que los niveles de exigencia televisiva sean menores. “No pues, es peruano”, dicen menospreciando la calidad de lo que nosotros producimos. Somos un país mediano que tiene posibilidades de producción. Lo mismo pasa con el cine. Tenemos que cambiar el chip del público. Es un proceso lento. Yo ponía documentales a las siete de la noche y tenía que competir con “Esto es Guerra” y “Combate”, donde estaban todos semicalatos y agarrándose a golpes. Tratamos en lo posible de que sea algo más entretenido y el público vaya descubriendo que existen alternativas. Más que educar, habría que reeducarnos porque en el Perú durante años nos hemos dedicado a ver lo mismo.
¿Cuál debe ser la contribución de TVPerú al sistema educativo?
Yo no creo que la televisión eduque por sí sola, pero sí creo que ayuda a crear determinados estereotipos y a reforzar determinadas formas de pensar. La educación es mucho más compleja y amplia de lo que puede ser un programa de televisión. Un estudio de Concortv afirma que es la cuarta actividad más común entre los peruanos. Pasamos alrededor de 3 horas y media al día viendo televisión. No considero que sustituya a la educación tradicional. Puede ayudar a reforzar. La televisión es el medio que, por su propia naturaleza, integra.
¿Estás satisfecho con tu gestión? ¿Qué quedó pendiente?
Creo que hemos dado algunos pasos como el lanzamiento de la señal internacional, los programas en lenguas originarias, la pluralidad, los programas culturales dedicados al arte, la literatura, la ciencia, etc. Sin embargo, considero que los ciudadanos peruanos quienes, en efecto, deben responder esta pregunta. En mi caso, solo me sentiré satisfecho el día que en este país poseamos una televisión y radio públicas de calidad, aquellas que nos merecemos. Medios de comunicación públicos que reflejen nuestra grandeza. Solo así podré decir que lo realizado hoy valió la pena.
Entrevista realizada por: Julio César Mateus (Foto: Gilmar Pérez / Revista Caretas)
TV Perú es el canal del Estado. Junto con Radio Nacional y Radio La Crónica conforman el Instituto de Radio y Televisión del Perú (IRTP), creado en 1996 para difundir contenidos educativos, informativos, culturales y de esparcimiento a nivel nacional. Conversamos con Hugo Coya, periodista, escritor y profesor universitario, quien fuera hasta hace unos días su presidente ejecutivo y promoviera, desde ese rol, importantes cambios. Aquí un balance de su gestión.
¿Qué encontraste a tu llegada a la presidencia de IRTP?
Llegamos el 6 de agosto del 2016 y nos encontramos con un Instituto cuya estructura y sistema de producción no tenían un correlato con la evolución que el país había sufrido. No sólo en la parte burocrática, sino en la forma de aproximarse al público. Te lo digo en cifras para darte una idea: TV Perú llega al 90 % del territorio nacional. Es, de lejos, la mayor cadena de televisión en el país. No hay ninguna emisora privada que se le acerque. Esto responde a que el Estado invirtió en la instalación de antenas, pero no en la calidad de los contenidos. Otro de los grandes problemas era que el promedio de audiencia era de 0.5 al mes y el público objetivo, de acuerdo a distintos estudios, era de 55 años a más. Es decir, éramos líderes en el segmento de 60 años, que no es el mayoritario ya que este es un país joven.
¿Por qué casi nadie veía TV Perú?
Simplemente porque los contenidos y la forma de concebir la televisión se habían quedado congelados en el tiempo. Se ofrecían contenidos con la creencia de que la televisión educa y que el televidente es un receptor pasivo que no interactúa. Eso condiciona mucho la forma en que tú te aproximas al espectador. Lo primero que hicimos cuando llegamos fue cambiar la programación. Incorporamos una serie de programas, como “La hora de los niños”. Los programas infantiles habían desaparecido por razones comerciales de toda la televisión peruana. Debido, en parte, a los cuestionamientos que hay sobre el uso de niños para promocionar determinados productos de comida chatarra. Pensamos que no era posible que la televisión pública no tuviera un espacio para ellos. Teníamos que construir el espacio que no existe en la televisión privada. Eso no significa colocar dibujitos para que los niños se entretengan. Nuestra propuesta fue brindar entretenimiento con algún tipo de contenido que los aproxime a una realidad nacional.
Fue muy reconocida la creación de noticieros en lenguas originarias.
Sí, se incorporó una serie de contenidos que han sido muy bien acogidos por la mayoría de la población, como los noticieros “Ñuqanchik”, en quechua y “Jiwasanaka”, en aymara. Hemos sido especialmente cuidadosos de reflejar la diversidad cultural y étnica. La televisión peruana de las primeras décadas, parecía española o sueca. No la estoy despreciando, pero no reflejaba la realidad. La gente ahora se siente más cercana porque los que aparecen en la televisión son más parecidos a ellos.
¿Qué resultados consiguieron?
Sextuplicamos la audiencia (pasamos al 4,8 y 4,9%). Eso significa que hay un público potencial, pero al que hemos logrado acercarnos más. Y lo hemos conseguido rehuyendo los clásicos formatos y contenidos de la TV privada. Tenemos Ipe, el canal para niños y jóvenes que se sustenta en el entretenimiento con contenido cultural, educacional, pero no con el formato “profesor que dicta la clase”. Buscamos que el televidente interactúe, de modo que trabajamos mucho con las redes sociales que antes estaban divorciadas de la televisión.
¿Es un problema el presupuesto con que cuenta TVPerú?
El principal problema es la falta de autonomía económica. Enunciativamente somos autónomos. Como es lógico, al aumentar la audiencia aumentó la publicidad. Ahora tenemos publicidad, pero ese dinero no se queda aquí, sino que se va al Ministerio de Economía. Tenemos tandas comerciales en algunos programas (otros, por su naturaleza, no la tienen). La diferencia entre nosotros y el resto es que nuestras tandas comerciales no exceden los 3 minutos.
Hablaste de Ipe, el canal juvenil. ¿Cuál es el balance?
Ipe ha sido el principal artífice para la reducción de la edad del público objetivo. Bajamos más de 15 años. Por momentos fuimos líderes gracias a IPE. El día del censo (22 de octubre, declarado de inamovilidad) colocamos toda la mañana dibujos animados y programas para niños y tuvimos una audiencia por encima de varias televisoras comerciales. Tampoco es que el rating nos haya quitado el sueño, pero de nada vale que con los pocos recursos que nos da el Estado hagamos productos para que nos elogie la crítica, pero que no vea nadie.
¿Hay demanda para producciones educativas? Hay un gran vacío de ellas en el país.
Hay una gran demanda contenida porque la televisión comercial ha copado todos los espacios. Si tú vieras la cantidad de gente que viene con propuestas. Muchas de las cuales yo creo que debería estar en televisión abierta…
El IRTP ha sido parte del Ministerio de Educación y luego de la Presidencia del Consejo de Ministros. Hoy, que es parte del Ministerio de Cultura, ¿cómo aporta al desarrollo de otras industrias culturales?
He participado directamente en la elaboración del proyecto de Ley de Cinematografía que está actualmente en el Congreso. Allí se ha incorporado la posibilidad de que las televisoras públicas participen como coproductores de documentales y películas, por ahora el IRTP solo puede hacer televisión y radio. Por ejemplo, hay un súper proyecto que está dirigiendo Javier Corcuera sobre Javier Heraud, él nos pidió trabajarlo con TVPerú, pero no estamos autorizados legalmente. Confío en que esto cambie con la aprobación de la Ley. Podría ayudarnos a abrir el abanico para no sólo hacer producción desde Lima, sino apoyar contenidos educativos, culturales en diferentes partes del país.
¿Se ha podido descentralizar la producción?
Mayoritariamente los programas de TVPerú se hacen en Lima. Algunos en Piura y Arequipa. El 2018 proyectamos otros en Huancayo y Cusco, que tendrán programas propios. La idea fue trabajar para tener programación separada y dirigida. La producción en quechua se va a ampliar y este 3 de enero de 2018 estrenamos el primer programa a nivel nacional en la historia de los medios de comunicación del Perú en lengua asháninca. La idea era que culturalmente se enriquezcan con sus propios contenidos.
¿Y también es la idea que estos programas se vean en Lima?
Los de quechua y aimara, sí porque son lenguas nacionales. Si yo pongo un programa en shipibo, es probable que haga referencias a animales y cuestiones que no existen en la costa. Para ello trabajaremos con un equipo interdisciplinario y multilingüístico.
¿Y cómo responde la audiencia en las regiones?
El crecimiento de la audiencia se reflejó en provincias y sobre todo en las zonas donde el poblador no es mayoritariamente blanco. En Puno, Cusco y Cajamarca conseguimos ser líderes. Le ganamos a la televisión comercial ese espacio simple y llanamente porque se sienten conectados. El señor que aparece en la pantalla es igual a mí y puede sentir o saber lo que siento yo. Hicimos un casting en provincias para los equipos de los noticieros y el primer requisito era que la lengua materna sea el idioma en el cual se informen, porque el idioma condiciona la forma en que construyes y reconstruyes el mundo. Lo que para nosotros es un cerro y no tiene mayor importancia, para otros es un apu y tiene connotaciones mágicas religiosas.
Esa visión intercultural tan compleja y necesaria…
Sí. Por ejemplo, hicimos un documental acerca de un puente colgante, que se lo llevó la BBC (“Big cities”). Totalmente en quechua y dirigido por quechuablantes. Era sobre la construcción de un puente hecho por la propia comunidad y cómo fue su experiencia. Le pusimos subtítulos en castellano y en inglés. Desde la fotografía era diferente hasta la forma en que estuvo narrado y el lenguaje audiovisual también. Luego estuvimos trabajando programas de música regional, conducidos no por modelos que lean un prompter, sino por músicos de las regiones.
Usualmente criticamos la calidad de la oferta y no de la demanda. ¿Crees que tenemos una demanda poco calificada?
Durante muchísimos años nos hemos acostumbrado a que los niveles de exigencia televisiva sean menores. “No pues, es peruano”, dicen menospreciando la calidad de lo que nosotros producimos. Somos un país mediano que tiene posibilidades de producción. Lo mismo pasa con el cine. Tenemos que cambiar el chip del público. Es un proceso lento. Yo ponía documentales a las siete de la noche y tenía que competir con “Esto es Guerra” y “Combate”, donde estaban todos semicalatos y agarrándose a golpes. Tratamos en lo posible de que sea algo más entretenido y el público vaya descubriendo que existen alternativas. Más que educar, habría que reeducarnos porque en el Perú durante años nos hemos dedicado a ver lo mismo.
¿Cuál debe ser la contribución de TVPerú al sistema educativo?
Yo no creo que la televisión eduque por sí sola, pero sí creo que ayuda a crear determinados estereotipos y a reforzar determinadas formas de pensar. La educación es mucho más compleja y amplia de lo que puede ser un programa de televisión. Un estudio de Concortv afirma que es la cuarta actividad más común entre los peruanos. Pasamos alrededor de 3 horas y media al día viendo televisión. No considero que sustituya a la educación tradicional. Puede ayudar a reforzar. La televisión es el medio que, por su propia naturaleza, integra.
¿Estás satisfecho con tu gestión? ¿Qué quedó pendiente?
Creo que hemos dado algunos pasos como el lanzamiento de la señal internacional, los programas en lenguas originarias, la pluralidad, los programas culturales dedicados al arte, la literatura, la ciencia, etc. Sin embargo, considero que los ciudadanos peruanos quienes, en efecto, deben responder esta pregunta. En mi caso, solo me sentiré satisfecho el día que en este país poseamos una televisión y radio públicas de calidad, aquellas que nos merecemos. Medios de comunicación públicos que reflejen nuestra grandeza. Solo así podré decir que lo realizado hoy valió la pena.
Entrevista realizada por: Julio César Mateus (Foto: Gilmar Pérez / Revista Caretas)
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