Por: Julio César Mateus (@juliussinmundo)
Sílvia Majó-Vázquez es investigadora postdoctoral en el Instituto Reuters de la Universidad de Oxford. Sus áreas de trabajo incluyen el comportamiento de las audiencias, la estructura de las noticias digitales y los roles de los medios de comunicación en ese contexto. En esta entrevista nos explica cómo vienen cambiando las prácticas informativas y qué riesgos enfrenta la privatización de la información y el auge de noticias falsas.
Si hablamos de Internet, nuestros datos confirman que sí existen dietas informativas más diversas entre segmentos específicos de la población. Los medios que existían antes de Internet siguen atrayendo la mayoría de la audiencia. Sin embargo, Internet da lugar a dietas en las que también se incluyen los medios digitales que no tienen una versión offline, y los "medios nicho", aquellos que además de haber nacido en Internet tocan temas muy específicos como el medio ambiente, la política parlamentaria o los desarrollos tecnológicos. En nuestros estudios vemos además que estas dietas más diversas tienen efectos positivos, como repercutir en una agenda pública más diversa.
Para explicar esta diversificación hay que tener en cuenta cómo la gente accede a las noticias ahora. Según datos del Reuters Institute el 23% de la audiencia online usa principalmente las redes para acceder a las noticias. Sabemos que el consumo de noticias en redes sociales, especialmente en Twitter, pero también en Facebook, es más diverso de lo que se tiende a pensar. Esto se explica, entre otros motivos, primero porque en redes sociales la gente tiende a tener relaciones más diversas que en el mundo físico, y por lo tanto también accede a noticias, recomendadas por estos contactos, más diversas. Otro motivo es que en las redes sociales la audiencia es menos hábil a la hora de identificar las fuentes de información y puede acabar consumiendo noticias de un medio que a priori no compraría en el kiosko o no vería en televisión.
Las redes sociales, principalmente Facebook, representan la principal entrada a noticias para el 23% de la audiencia. Junto con los buscadores (24%), como Google, y los agregadores (6%), son ya la principal entrada a noticias en Internet por delante del acceso directo (32%). Sin embargo, como dices, el consumo a través de aplicaciones de mensajería crece. Según nuestros datos, un 15% de la población ya consume noticias por Whatsapp –media de 12 países incluyendo España, Estados Unidos o Italia–.
Los retos de esta nueva realidad son muchos, pero lo más preocupante es que los investigadores estamos muy limitados a la hora de estudiar qué está pasando. ¿Cómo consumen los ciudadanos noticias en Whatsapp? ¿Qué tipo de noticias consumen y quién las produce? Preguntas como estas y otras no las podemos responder con datos observados porque no podemos acceder a estos espacios --por ser privados, a diferencia de otras redes sociales--.
En efecto, crece el porcentaje de gente que estaría dispuesta a donar a un medio de comunicación. Por ejemplo en España el 28%, según el Digital News Report, estaría dispuesto a hacerlo. Sin embargo, actualmente, solo alrededor de un 2 o 3% dona dinero a un medio de comunicación. Son los más jóvenes, menores de 45 años, los más dispuestos a contribuir económicamente a la actividad de un medio. Los motivos, según los datos del Reuters Institute, son variados, pero tienen en común la toma de consciencia que la buena información tiene un coste. Frente al auge de las noticias falsas, una parte de la audiencia es consciente de que los medios de calidad, necesitan ser financiados para elaborar información. Los ciudadanos además expresan su temor a que solo una parte de la población, aquella que puede pagar subscripciones a medios de calidad, pueda tener información confiable.
Corremos el riesgo de que la información de calidad deje de ser un bien público al alcance de todo el mundo en Internet. Justamente Alan Rusbridger, el exeditor de The Guardian en el Reino Unido, habla de esto en su último libro. Y hace un alegato para seguir garantizando que los ciudadanos, todos, puedan acceder a información de calidad.
Los medios de los países que recientemente han vivido elecciones importantes han hecho un gran trabajo para combatir la difusión de noticias falsas. México lanzó Verificado en 2018; en Brasil lanzaron Comprova antes de la victoria de Bolsonaro. Mucho antes en Francia ya se había lanzado CrossCheck, en 2016, para hacer frente a las noticias falsas que iban a aparecer durante las elecciones presidenciales. A estos esfuerzos se unen las propias iniciativas internas de cada medio para formar a sus periodistas y fortalecer sus sistemas de defensa frente a la difusión de noticias falsas. Y también, las iniciativas como FirstDraft para dotar a periodistas de todo el mundo de formación y herramientas para hacer frente a este problema real o el incremento de fact-checkers independientes que están haciendo un trabajo muy necesario. En España un ejemplo sería el caso de Maldito Bulo.
La alfabetización mediática debería haber formado parte de los currículos educativos desde hace mucho tiempo. Ya antes de Internet. Ahora, se toma más consciencia de su importancia, y esto es algo positivo. Sin embargo la sofisticación de las estrategias de desinformación en Internet, lo que se conoce como deep fakes, nos obliga a redoblar los esfuerzos para formarnos todos. Y es importante que se tome consciencia real desde el sector público de la necesidad de abordar este problema con recursos y a través de la educación reglada y no reglada.
Puedes conocer más sobre Silvia Majó-Vázquez en este enlace del Reuters Institute.
Por: Julio César Mateus (@juliussinmundo)
Sílvia Majó-Vázquez es investigadora postdoctoral en el Instituto Reuters de la Universidad de Oxford. Sus áreas de trabajo incluyen el comportamiento de las audiencias, la estructura de las noticias digitales y los roles de los medios de comunicación en ese contexto. En esta entrevista nos explica cómo vienen cambiando las prácticas informativas y qué riesgos enfrenta la privatización de la información y el auge de noticias falsas.
Si hablamos de Internet, nuestros datos confirman que sí existen dietas informativas más diversas entre segmentos específicos de la población. Los medios que existían antes de Internet siguen atrayendo la mayoría de la audiencia. Sin embargo, Internet da lugar a dietas en las que también se incluyen los medios digitales que no tienen una versión offline, y los “medios nicho”, aquellos que además de haber nacido en Internet tocan temas muy específicos como el medio ambiente, la política parlamentaria o los desarrollos tecnológicos. En nuestros estudios vemos además que estas dietas más diversas tienen efectos positivos, como repercutir en una agenda pública más diversa.
Para explicar esta diversificación hay que tener en cuenta cómo la gente accede a las noticias ahora. Según datos del Reuters Institute el 23% de la audiencia online usa principalmente las redes para acceder a las noticias. Sabemos que el consumo de noticias en redes sociales, especialmente en Twitter, pero también en Facebook, es más diverso de lo que se tiende a pensar. Esto se explica, entre otros motivos, primero porque en redes sociales la gente tiende a tener relaciones más diversas que en el mundo físico, y por lo tanto también accede a noticias, recomendadas por estos contactos, más diversas. Otro motivo es que en las redes sociales la audiencia es menos hábil a la hora de identificar las fuentes de información y puede acabar consumiendo noticias de un medio que a priori no compraría en el kiosko o no vería en televisión.
Las redes sociales, principalmente Facebook, representan la principal entrada a noticias para el 23% de la audiencia. Junto con los buscadores (24%), como Google, y los agregadores (6%), son ya la principal entrada a noticias en Internet por delante del acceso directo (32%). Sin embargo, como dices, el consumo a través de aplicaciones de mensajería crece. Según nuestros datos, un 15% de la población ya consume noticias por Whatsapp –media de 12 países incluyendo España, Estados Unidos o Italia–.
Los retos de esta nueva realidad son muchos, pero lo más preocupante es que los investigadores estamos muy limitados a la hora de estudiar qué está pasando. ¿Cómo consumen los ciudadanos noticias en Whatsapp? ¿Qué tipo de noticias consumen y quién las produce? Preguntas como estas y otras no las podemos responder con datos observados porque no podemos acceder a estos espacios –por ser privados, a diferencia de otras redes sociales–.
En efecto, crece el porcentaje de gente que estaría dispuesta a donar a un medio de comunicación. Por ejemplo en España el 28%, según el Digital News Report, estaría dispuesto a hacerlo. Sin embargo, actualmente, solo alrededor de un 2 o 3% dona dinero a un medio de comunicación. Son los más jóvenes, menores de 45 años, los más dispuestos a contribuir económicamente a la actividad de un medio. Los motivos, según los datos del Reuters Institute, son variados, pero tienen en común la toma de consciencia que la buena información tiene un coste. Frente al auge de las noticias falsas, una parte de la audiencia es consciente de que los medios de calidad, necesitan ser financiados para elaborar información. Los ciudadanos además expresan su temor a que solo una parte de la población, aquella que puede pagar subscripciones a medios de calidad, pueda tener información confiable.
Corremos el riesgo de que la información de calidad deje de ser un bien público al alcance de todo el mundo en Internet. Justamente Alan Rusbridger, el exeditor de The Guardian en el Reino Unido, habla de esto en su último libro. Y hace un alegato para seguir garantizando que los ciudadanos, todos, puedan acceder a información de calidad.
Los medios de los países que recientemente han vivido elecciones importantes han hecho un gran trabajo para combatir la difusión de noticias falsas. México lanzó Verificado en 2018; en Brasil lanzaron Comprova antes de la victoria de Bolsonaro. Mucho antes en Francia ya se había lanzado CrossCheck, en 2016, para hacer frente a las noticias falsas que iban a aparecer durante las elecciones presidenciales. A estos esfuerzos se unen las propias iniciativas internas de cada medio para formar a sus periodistas y fortalecer sus sistemas de defensa frente a la difusión de noticias falsas. Y también, las iniciativas como FirstDraft para dotar a periodistas de todo el mundo de formación y herramientas para hacer frente a este problema real o el incremento de fact-checkers independientes que están haciendo un trabajo muy necesario. En España un ejemplo sería el caso de Maldito Bulo.
La alfabetización mediática debería haber formado parte de los currículos educativos desde hace mucho tiempo. Ya antes de Internet. Ahora, se toma más consciencia de su importancia, y esto es algo positivo. Sin embargo la sofisticación de las estrategias de desinformación en Internet, lo que se conoce como deep fakes, nos obliga a redoblar los esfuerzos para formarnos todos. Y es importante que se tome consciencia real desde el sector público de la necesidad de abordar este problema con recursos y a través de la educación reglada y no reglada.
Puedes conocer más sobre Silvia Majó-Vázquez en este enlace del Reuters Institute.
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