No saber leer y escribir aún afecta a más de 700 millones de personas en el mundo (UNESCO). No obstante, en la era de la información, surgen nuevos analfabetismos. La alfabetización digital de la que se habla desde inicios del nuevo milenio, no es suficiente para navegar y ejercer ciudadanía activa y crítica en los nuevos medios y realidades extendidas que estos traen.
Esta entrada en el blog surge a partir del artículo publicado en 2021 de Roberto Aparici, Fernando Rául, Alfredo Bordignon y Jorge Martínez-Pérez. En él, exploran cómo se puede enseñar sobre algoritmos y otros saberes digitales desde la metodología de Paulo Freire.
Alfabetización liberadora
Paulo Freire fue un educador que nació en Brasil (1921-1997) y desarrolló la pedagogía liberadora desde su obra “Pedagogía del Oprimido” y el movimiento de educación de base que creó. Destaca la importancia de la alfabetización y educación popular, buscando la creación de conciencia de la realidad de la gente para lograr justicia social.
Aquello implica apuntar a la igualdad de condiciones, para no ser manipulados o aislados por nuevas tecnologías o lenguajes. Sus ideas han influido en la aproximación educativa muchos países (especialmente aquellos en vías de desarrollo), y hoy siguen siendo vigentes.
¿Qué son los algoritmos?
Si bien la definición se remonta a la matemática desarrollada por Euclides en la Grecia Helenística (otros indican que empezó en Sumeria, más de 4500 años atrás), hoy, su relevancia parte del mismo concepto inicial. Un algoritmo es una serie de pasos ordenados y finitos que llegan a la solución de un problema. En computación, se trata de un conjunto de procesos que toman una o muchas variables, ordenándolas, calculando soluciones para problemas varios.
Esto se aplica ampliamente en redes sociales como Facebook, por ejemplo. Ahí, hay algoritmos dedicados a ordenar el “Inicio” (la sección principal donde se muestran diferentes posts, avisos, y demás). Las variables que ordenan el “Inicio” de cada usuario son distintas: desde la edad, cantidad de amigos, país de origen, horas al día dedicadas a estar en la red, las páginas que visita fuera de ella, el tipo de post que más se mira, los likes que da, entre muchas otras. Así, los algoritmos aprenden de cada usuario, y crean “perfiles” distintos para cada persona, con el objetivo de retener su atención, mostrarle avisos que considere “pertinentes”, y más. Esto, multiplicado por la cantidad de usuarios de Facebook registrados (que son más de 2900 millones), genera una cantidad de información gigantesca.
¿De qué se trata la alfabetización algorítmica?
No se trata de un curso de informática, sino de entender, reflexionar y crear desde los nuevos lenguajes de esta época. Para poder participar manteniendo igualdad de condiciones, es necesaria una educación que permita a ciudadanos y ciudadanas no ser “interactuados por los algoritmos”, sino interactuantes con ellos. Es decir, ir más allá de lo que está impuesto y hacerlo propio, maleable.
En los primeros años del internet, nos encontrábamos frente a un medio aún no “domado” por las empresas y gobiernos. Era una herramienta nueva, que conectaba gente común y corriente, con límites invisibles en su momento. Cuando empezó a popularizarse, gracias a reducción de costes de conexión y tecnología, también empezó a normarse y limitarse.
Al inicio, solo unos pocos podían entender cómo navegar, y poco a poco las interfaces fueron haciéndose más legibles y amigables. Luego, los sitios web, programas y, más tarde, aplicativos, empezaron a hacerse más y más complejos. Las grandes empresas y estados manejan con reserva y seguridad absoluta los códigos que hacen funcionar sus softwares, que empezaron a ser ofrecidos de forma gratuita, a cambio de que cada usuario les dé sus datos personales, para luego venderlos a agencias de publicidad.
Este código, vuelto algoritmo e inteligencia artificial, resulta verdaderamente opaco para la gran mayoría de personas. Es necesario conocer los elementos mínimos de los códigos actuales para producir ciudadanos críticos que puedan defenderse de noticias falsas, estafas, hacking, suplantación de identidad, y tantos otros males de la era informática.
Algoritmos y educación
Grandes empresas como Google, Amazon, Facebook y Apple han incursionado desde años recientes en la educación, más aún durante la pandemia de COVID-19. Si bien la innovación y empuje de llevar la enseñanza a más personas, esto no está exento de problemas. Hoy, se pueden avizorar tres fuerzas principales:
Entender que las tecnologías con las que interactuamos “aprenden” de cómo interactuamos con ellas por medio de algoritmos es un primer paso hacia la alfabetización algorítmica. Los investigadores proponen tres ejes para impulsarla:
En nuestro próximo episodio del Podcast de Educación Mediática hablaremos con una experta en alfabetización algorítmica. Pueden escuchar episodios pasados y mantenerse al tanto de nuevos episodios en el siguiente enlace: https://spoti.fi/35Lx1Me
No saber leer y escribir aún afecta a más de 700 millones de personas en el mundo (UNESCO). No obstante, en la era de la información, surgen nuevos analfabetismos. La alfabetización digital de la que se habla desde inicios del nuevo milenio, no es suficiente para navegar y ejercer ciudadanía activa y crítica en los nuevos medios y realidades extendidas que estos traen.
Esta entrada en el blog surge a partir del artículo publicado en 2021 de Roberto Aparici, Fernando Rául, Alfredo Bordignon y Jorge Martínez-Pérez. En él, exploran cómo se puede enseñar sobre algoritmos y otros saberes digitales desde la metodología de Paulo Freire.
Alfabetización liberadora
Paulo Freire fue un educador que nació en Brasil (1921-1997) y desarrolló la pedagogía liberadora desde su obra “Pedagogía del Oprimido” y el movimiento de educación de base que creó. Destaca la importancia de la alfabetización y educación popular, buscando la creación de conciencia de la realidad de la gente para lograr justicia social.
Aquello implica apuntar a la igualdad de condiciones, para no ser manipulados o aislados por nuevas tecnologías o lenguajes. Sus ideas han influido en la aproximación educativa muchos países (especialmente aquellos en vías de desarrollo), y hoy siguen siendo vigentes.
¿Qué son los algoritmos?
Si bien la definición se remonta a la matemática desarrollada por Euclides en la Grecia Helenística (otros indican que empezó en Sumeria, más de 4500 años atrás), hoy, su relevancia parte del mismo concepto inicial. Un algoritmo es una serie de pasos ordenados y finitos que llegan a la solución de un problema. En computación, se trata de un conjunto de procesos que toman una o muchas variables, ordenándolas, calculando soluciones para problemas varios.
Esto se aplica ampliamente en redes sociales como Facebook, por ejemplo. Ahí, hay algoritmos dedicados a ordenar el “Inicio” (la sección principal donde se muestran diferentes posts, avisos, y demás). Las variables que ordenan el “Inicio” de cada usuario son distintas: desde la edad, cantidad de amigos, país de origen, horas al día dedicadas a estar en la red, las páginas que visita fuera de ella, el tipo de post que más se mira, los likes que da, entre muchas otras. Así, los algoritmos aprenden de cada usuario, y crean “perfiles” distintos para cada persona, con el objetivo de retener su atención, mostrarle avisos que considere “pertinentes”, y más. Esto, multiplicado por la cantidad de usuarios de Facebook registrados (que son más de 2900 millones), genera una cantidad de información gigantesca.
¿De qué se trata la alfabetización algorítmica?
No se trata de un curso de informática, sino de entender, reflexionar y crear desde los nuevos lenguajes de esta época. Para poder participar manteniendo igualdad de condiciones, es necesaria una educación que permita a ciudadanos y ciudadanas no ser “interactuados por los algoritmos”, sino interactuantes con ellos. Es decir, ir más allá de lo que está impuesto y hacerlo propio, maleable.
En los primeros años del internet, nos encontrábamos frente a un medio aún no “domado” por las empresas y gobiernos. Era una herramienta nueva, que conectaba gente común y corriente, con límites invisibles en su momento. Cuando empezó a popularizarse, gracias a reducción de costes de conexión y tecnología, también empezó a normarse y limitarse.
Al inicio, solo unos pocos podían entender cómo navegar, y poco a poco las interfaces fueron haciéndose más legibles y amigables. Luego, los sitios web, programas y, más tarde, aplicativos, empezaron a hacerse más y más complejos. Las grandes empresas y estados manejan con reserva y seguridad absoluta los códigos que hacen funcionar sus softwares, que empezaron a ser ofrecidos de forma gratuita, a cambio de que cada usuario les dé sus datos personales, para luego venderlos a agencias de publicidad.
Este código, vuelto algoritmo e inteligencia artificial, resulta verdaderamente opaco para la gran mayoría de personas. Es necesario conocer los elementos mínimos de los códigos actuales para producir ciudadanos críticos que puedan defenderse de noticias falsas, estafas, hacking, suplantación de identidad, y tantos otros males de la era informática.
Algoritmos y educación
Grandes empresas como Google, Amazon, Facebook y Apple han incursionado desde años recientes en la educación, más aún durante la pandemia de COVID-19. Si bien la innovación y empuje de llevar la enseñanza a más personas, esto no está exento de problemas. Hoy, se pueden avizorar tres fuerzas principales:
Entender que las tecnologías con las que interactuamos “aprenden” de cómo interactuamos con ellas por medio de algoritmos es un primer paso hacia la alfabetización algorítmica. Los investigadores proponen tres ejes para impulsarla:
En nuestro próximo episodio del Podcast de Educación Mediática hablaremos con una experta en alfabetización algorítmica. Pueden escuchar episodios pasados y mantenerse al tanto de nuevos episodios en el siguiente enlace: https://spoti.fi/35Lx1Me
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