La violencia en las escuelas ha aumentado. Diversas causas influyen en ello, como el pandillaje y la delincuencia, el incremento de hogares de familias incompletas, el encierro de dos años o más en casa de los estudiantes a consecuencia de la pandemia originada por el COVID-19.

Desde que los estudiantes regresaron a las escuelas este problema, que ya venía dándose desde antes del 2019, se agravó. Para muchos docentes, al ser consultados sobre los mayores problemas que enfrentan, mayoritariamente señalan que son el aumento de los niveles de agresividad de los estudiantes y lo difícil de establecer adecuadas relaciones con los padres de familia.

Es posible que los reiterados cambios de autoridades ministeriales hayan incidido en descuidar la aplicación de medidas que enfrenten esta situación. Los diagnósticos sobre la gravedad de los problemas socioemocionales se conocen, hay conciencia de que es un problema que debe ser atendido prioritariamente, pero nos quedamos solo en intenciones, sino adoptar medidas concretas.

Algunas medidas que convendría evaluar para urgente aplicación son las siguientes:

A nivel de la administración central y regional

1. Los psicólogos educacionales que trabajan en la atención de estudiantes en las 82,734 escuelas públicas de educación básica son apenas 2,291, según la información del Ministerio de Educación (Diario El Comercio 19/07/2023). Es indudable que resulta una cifra totalmente insuficiente. Una alternativa que podría aumentar la cobertura de servicios que ofrecen estos profesionales es que participen de un servicio on line que por psicólogo cubra varias escuelas.
2. Ayudaría a enfrentar este problema capacitar a los docentes en servicio en la atención de problemas socioemocionales y relaciones con las familias; por lo menos aquellos aspectos que estén en capacidad de atenderlos. Los más graves se derivarían a un psicólogo profesional. Igualmente, para lograr capacitaciones de docentes de más amplia cobertura, lo aconsejable sería que las mismas sean semi presenciales o virtuales.
3. De igual forma, el Ministerio de Educación podría ofrecer a las Facultades de Educación e Institutos y Escuelas que forman docentes, material para que refuercen en sus planes de estudio la atención de problemas socioemocionales y el trabajo de este tema con los padres de familia.
4. Finalmente, realizar campañas de sensibilización, alerta y enfrentamiento sobre el tema utilizando los medios de comunicación y redes sociales.

En las escuelas

1. Revisar los reglamentos internos y asegurar que existan normas claras sobre convivencia escolar, entre ellas, que se prohíba la posesión de armas de los estudiantes, así como las sanciones correspondientes y las denuncias ante las autoridades cuando el caso lo amerite. Difundir esas normas entre los estudiantes y sus padres.
2. También adoptar medidas de control al momento de ingresar diariamente a la escuela. Ya se dan casos de escuelas donde este procedimiento se establece. En donde sea posible, instalar detectores de metales o cámaras de seguridad, para identificar y prevenir la entrada de armas en la escuela.
3. Cuando sea necesario, crear la plaza en la escuela de personal de seguridad, auxiliares o asistentes sociales. Ellos podrían colaborar en detectar comportamientos sospechosos y en atender situaciones de emergencia.
4. Fortalecer la alianza familia-escuela. Organizar talleres destinados a padres de familia y la comunidad que promueven la conciencia sobre los peligros de las armas, la resolución pacífica de conflictos y la creación de un entorno seguro.
5. Coordinar con las autoridades autoridades locales para desarrollar una estrategia común.

No debería descuidarse el enfrentamiento de estos problemas pues terminarían agravándose y a que las medidas que se adopten en el futuro tengan que ser más complejas, al igual que más difíciles los logros de su aplicación.