El inglés es uno de los idiomas más hablados en el mundo y el más utilizado en internet. Es clave en la comunicación global, el acceso a la información científica y técnica más reciente, a cursos en línea, a mejores oportunidades laborales y para relacionarse con las tecnologías emergentes. Las empresas que demandan a sus empleados el dominio del inglés no dejan de aumentar, en especial, aquellas relacionadas con la industria, la tecnología, la investigación y el comercio internacional. Es cierto que con los avances en Inteligencia Artificial es posible la traducción automática de cualquier idioma, sin embargo, el inglés ofrece un valor agregado para interactuar con sistemas de inteligencia artificial y comprender mejor su funcionamiento. En cualquier parte del mundo el inglés es siempre una herramienta básica para comunicarse.
No obstante su importancia, el sistema educativo peruano no ha logrado que la mayoría de los estudiantes al concluir la educación básica tengan un manejo siquiera medianamente suficiente del inglés. Una prueba de lo expresado son los resultados de la investigación que realizó el British Council sobre habilidades en inglés requeridas para la empleabilidad en sectores productivos claves para el Perú (2019). La muestra comprendió casi mil cien entrevistados entre empleadores, cámaras de comercio, centros de empleo, organismos sectoriales, alumnos, docentes y directivos de institutos superiores tecnológicos. Tomando como referencia el Marco Común Europeo de Referencia, que clasifica el dominio del Inglés en seis niveles (A1, A2, B1, B2, C1, C2), se encontró que el 77 por ciento de los entrevistados perciben que el inglés que tienen los estudiantes se ubica en el Nivel A1 -el más bajo-, que solo 1 por ciento se ubica en el Nivel B2 y ninguno se siente en el Nivel C -de competencia más desarrollada-. No sorprende entonces que al empezar los estudios universitarios los egresados de la secundaria opten masivamente por inscribirse en el curso de inglés para principiantes.
Aquellos que lograron un mayor desarrollo en inglés principalmente transitaron por dos vías: estudiaron en una escuela cuyo proyecto educativo pone énfasis en el idioma durante toda la formación o alcanzaron una certificación de competencia en un programa como los que ofrecen los Institutos Culturales Peruano Norteamericano y Peruano Británico, Euroidiomas o los centros de idiomas que existen en las universidades. Como instituciones especializadas, que han adquirido una amplia experiencia en la enseñanza de idiomas, deberían ser más ampliamente aprovechadas, en especial, para capacitar y certificar a los docentes en la enseñanza del inglés como segunda lengua. Ellas investigan y desarrollan buenas prácticas de enseñanza, reposan en profesores capaces de aplicar enfoques y metodologías activas, emplean recursos que inciden en potencializar el aprendizaje en estudiantes de diversas edades, en horarios diversos y en modalidades presenciales, semipresenciales o virtuales.
Razones del escaso logro
En el escaso logro en la enseñanza del inglés confluyen varios factores asociados al docente, el currículo, los recursos didácticos, la gestión y la falta de prioridad que ha tenido una política orientada a impulsarla.
El factor crítico es el déficit de docentes y su calificación. Al no cubrir la oferta las necesidades de profesores, el sistema se ve obligado muchas veces a improvisar el contrato o nombramiento de una plaza vacante para inglés con un docente que no reúne las calificaciones necesarias, pues carecen de suficiente vocabulario, tienen dificultades para expresarse con amplitud y facilidad ante sus estudiantes, para organizar diálogos, recomendar variadas lecturas y comentarlas en clase, hacer interpretaciones sobre aspectos de la vida cotidiana o aprovechar material que en las redes pueda ser visitado fuera del horario de clases. Por lo general, también son docentes sin las habilidades suficientes para el empleo de metodologías adecuadas para la enseñanza del inglés como segunda lengua. No pocos recurren al uso de un enfoque académico y teórico que no se alinea con las necesidades de los estudiantes que requieren desarrollar habilidades comunicativas en situaciones reales, con fluidez y confianza.
La presencia de docentes poco calificados para la enseñanza del inglés coincide casi siempre con la escasez de recursos didácticos y digitales. La adquisición de material didáctico para la enseñanza del este idioma en la escuela básica pública no ha sido una prioridad. A diferencia de la escuela privada, donde el docente puede solicitar para sus estudiantes la adquisición de material didáctico, en la escuela pública no es posible por normas que se lo prohíben. Se desaprovecha lo innovador que va apareciendo en el mercado como material impreso y la amplia variedad de recursos interactivos, actividades personalizadas, ejercicios de práctica y lecciones adaptativas existentes en internet que podrían enriquecer lo hecho en clase. Algunas plataformas ya integran la inteligencia artificial y la gamificación para hacer el aprendizaje más atractivo, eficaz y personalizado.
Es obvio que las limitaciones en la calificación de los docentes como las señaladas conducen inevitablemente a un ineficiente uso del tiempo en las aulas. Estudios comparados sobre el tiempo semanal dedicado a la enseñanza formal del inglés recomiendan que sea entre tres a cinco horas. En el Perú son dos horas pedagógicas en el primer y segundo grado de educación primaria y tres horas pedagógicas desde el tercero de primaria al quinto de secundaria. Esas tres horas semanales a partir del tercero de primaria están en el mínimo deseable, aunque hay que advertir que la hora pedagógica es de 45 minutos y que el año escolar comprende 36 semanas. Durante su educación primaria y secundaria el estudiante recibe 1,116 horas pedagógicas o su equivalente, 837 horas cronológicas.
El ideal sería sacar el mayor beneficio a las horas de trabajo en clase y estimular la práctica del inglés fuera de ella. Lamentablemente el principal factor en contra de un mejor uso del tiempo en las aulas es nuevamente la calificación de la mayoría de los docentes, quienes muchas veces no superan el conocimiento del idioma que poseen los estudiantes. Por ello, les es difícil cumplir los estándares que establece el Currículo Nacional y que se relacionan con la adquisición gradual de niveles aceptables de competencia en comunicación oral, lectura y escritura en inglés. Cada tipo de competencia comprende ocho niveles de logro, siendo el máximo “Destacado” que regularmente debería alcanzarse al concluir la educación secundaria. Sin embargo, diagnósticos objetivos como los realizados por el British Council nos demuestran que en la mayoría de las instituciones de educación básica del país los estándares oficiales no han sido alcanzados.
Por donde encaminarse
Una de las debilidades de la política educativa es estar concebida principalmente para atender los problemas y necesidades del sector y en alguna medida los de otros sectores sociales. Es poco frecuente ver a la educación participando y apoyando con dinamismo el desarrollo de proyectos productivos que sean estratégicos para el país. La investigación realizada por el British Council es enfática en señalar que la falta de dominio del inglés se percibe como un factor que afecta el desarrollo general de la industria que requiere técnicos con competencias comunicativas en el idioma. No disponer de esos técnicos es un obstáculo para mejorar la participación del país en el mercado internacional, limita el enfrentamiento de los desafíos laborales emergentes y obliga a que las empresas recurran a soluciones temporales para mitigar la falta de trabajadores adecuadamente especializados, como por ejemplo, traerlos de otros países o contratar graduados universitarios en cargos técnicos.
Algunos programas de impulso de la enseñanza del inglés cuentan con la ayuda de la cooperación internacional. El British Council en estos años ha venido colaborando en proyectos como Formación de docentes públicos en inglés, Champion Teachers y recientemente en el proyecto Escuelas de Confianza de la Dirección Regional de Educación de Lima Metropolitana. En ese proyecto, en el año 2023 se capacitaron 112 de los 1,255 docentes que en el área metropolitana enseñan inglés en escuelas públicas. El objetivo es que sean evaluados y certificados a través de APTIS, una prueba alineada al Marco Común Europeo de Referencia para definir la competencia lingüística en este idioma.
Otra iniciativa con apoyo de la cooperación es el English Access Microscholarship Program promovido por Estados Unidos en varios países latinoamericanos. En uno de sus componentes brinda dos años de clases en Inglés, después del horario escolar a adolescentes de rendimiento académico sobresaliente en zonas poco privilegiadas y que cursan los últimos años de secundaria. Enfatiza la fluidez en el uso del idioma y vincula su estudio con fuertes componentes interculturales, cívicos, tecnologías de la información y liderazgo. Se recomienda que los programas de Access tengan una política de clases abiertas que permita observar las clases programadas y aliente a compartir las mejores prácticas con profesores de la comunidad.
Son dos iniciativas valiosas pero largamente insuficientes para superar los problemas que enfrenta la mayoría de los profesores y estudiantes en el área de inglés. Por ello, lo urgente es una política clara de democratización de la enseñanza del inglés. Es imprescindible la decisión gubernamental, especialmente para aquellos vastos sectores de población que no reciben un servicio de calidad. Si no se hace, seguiremos estando en la zaga con relación a otros países que desde hace varios años apostaron por democratizar este aprendizaje tan fundamental en un mundo como el que vivimos. Como se aprecia en la tabla al final de este informe, hay varios ejemplos en América Latina que podrían servirnos de orientación que se caracterizan por ser integrales al comprender todos los actores que aseguren calidad y pertinencia.
Además, habría que sacar provecho a la experiencia de instituciones de enseñanza básica en donde se alcanzan mejores resultados. Tradicionalmente el inglés ha sido un área formativa muy innovadora. Por ejemplo, su enseñanza es personalizada y utilizan indicadores muy objetivos de seguimiento del progreso de los estudiantes, sus profesores saben cómo inducir, motivar y plantearse retos. Está claro que si no se atacan las limitaciones de calificación del docente y si no se emprende un programa amplio de certificación de sus competencias de dominio del idioma y de metodologías de enseñanza difícilmente habrán mejoras en la enseñanza del inglés. En ese esfuerzo las instituciones especializadas deberían tener una mayor presencia; asimismo, mientras no se logre calificar a todos los docentes, quizá sería conveniente el contrato de personas con amplio dominio del inglés, por supuesto previa capacitación en metodologías de enseñanza. Lo harían mejor que docentes que no conocen el idioma y la forma de enseñarlo.
El inglés es uno de los idiomas más hablados en el mundo y el más utilizado en internet. Es clave en la comunicación global, el acceso a la información científica y técnica más reciente, a cursos en línea, a mejores oportunidades laborales y para relacionarse con las tecnologías emergentes. Las empresas que demandan a sus empleados el dominio del inglés no dejan de aumentar, en especial, aquellas relacionadas con la industria, la tecnología, la investigación y el comercio internacional. Es cierto que con los avances en Inteligencia Artificial es posible la traducción automática de cualquier idioma, sin embargo, el inglés ofrece un valor agregado para interactuar con sistemas de inteligencia artificial y comprender mejor su funcionamiento. En cualquier parte del mundo el inglés es siempre una herramienta básica para comunicarse.
No obstante su importancia, el sistema educativo peruano no ha logrado que la mayoría de los estudiantes al concluir la educación básica tengan un manejo siquiera medianamente suficiente del inglés. Una prueba de lo expresado son los resultados de la investigación que realizó el British Council sobre habilidades en inglés requeridas para la empleabilidad en sectores productivos claves para el Perú (2019). La muestra comprendió casi mil cien entrevistados entre empleadores, cámaras de comercio, centros de empleo, organismos sectoriales, alumnos, docentes y directivos de institutos superiores tecnológicos. Tomando como referencia el Marco Común Europeo de Referencia, que clasifica el dominio del Inglés en seis niveles (A1, A2, B1, B2, C1, C2), se encontró que el 77 por ciento de los entrevistados perciben que el inglés que tienen los estudiantes se ubica en el Nivel A1 -el más bajo-, que solo 1 por ciento se ubica en el Nivel B2 y ninguno se siente en el Nivel C -de competencia más desarrollada-. No sorprende entonces que al empezar los estudios universitarios los egresados de la secundaria opten masivamente por inscribirse en el curso de inglés para principiantes.
Aquellos que lograron un mayor desarrollo en inglés principalmente transitaron por dos vías: estudiaron en una escuela cuyo proyecto educativo pone énfasis en el idioma durante toda la formación o alcanzaron una certificación de competencia en un programa como los que ofrecen los Institutos Culturales Peruano Norteamericano y Peruano Británico, Euroidiomas o los centros de idiomas que existen en las universidades. Como instituciones especializadas, que han adquirido una amplia experiencia en la enseñanza de idiomas, deberían ser más ampliamente aprovechadas, en especial, para capacitar y certificar a los docentes en la enseñanza del inglés como segunda lengua. Ellas investigan y desarrollan buenas prácticas de enseñanza, reposan en profesores capaces de aplicar enfoques y metodologías activas, emplean recursos que inciden en potencializar el aprendizaje en estudiantes de diversas edades, en horarios diversos y en modalidades presenciales, semipresenciales o virtuales.
Razones del escaso logro
En el escaso logro en la enseñanza del inglés confluyen varios factores asociados al docente, el currículo, los recursos didácticos, la gestión y la falta de prioridad que ha tenido una política orientada a impulsarla.
El factor crítico es el déficit de docentes y su calificación. Al no cubrir la oferta las necesidades de profesores, el sistema se ve obligado muchas veces a improvisar el contrato o nombramiento de una plaza vacante para inglés con un docente que no reúne las calificaciones necesarias, pues carecen de suficiente vocabulario, tienen dificultades para expresarse con amplitud y facilidad ante sus estudiantes, para organizar diálogos, recomendar variadas lecturas y comentarlas en clase, hacer interpretaciones sobre aspectos de la vida cotidiana o aprovechar material que en las redes pueda ser visitado fuera del horario de clases. Por lo general, también son docentes sin las habilidades suficientes para el empleo de metodologías adecuadas para la enseñanza del inglés como segunda lengua. No pocos recurren al uso de un enfoque académico y teórico que no se alinea con las necesidades de los estudiantes que requieren desarrollar habilidades comunicativas en situaciones reales, con fluidez y confianza.
La presencia de docentes poco calificados para la enseñanza del inglés coincide casi siempre con la escasez de recursos didácticos y digitales. La adquisición de material didáctico para la enseñanza del este idioma en la escuela básica pública no ha sido una prioridad. A diferencia de la escuela privada, donde el docente puede solicitar para sus estudiantes la adquisición de material didáctico, en la escuela pública no es posible por normas que se lo prohíben. Se desaprovecha lo innovador que va apareciendo en el mercado como material impreso y la amplia variedad de recursos interactivos, actividades personalizadas, ejercicios de práctica y lecciones adaptativas existentes en internet que podrían enriquecer lo hecho en clase. Algunas plataformas ya integran la inteligencia artificial y la gamificación para hacer el aprendizaje más atractivo, eficaz y personalizado.
Es obvio que las limitaciones en la calificación de los docentes como las señaladas conducen inevitablemente a un ineficiente uso del tiempo en las aulas. Estudios comparados sobre el tiempo semanal dedicado a la enseñanza formal del inglés recomiendan que sea entre tres a cinco horas. En el Perú son dos horas pedagógicas en el primer y segundo grado de educación primaria y tres horas pedagógicas desde el tercero de primaria al quinto de secundaria. Esas tres horas semanales a partir del tercero de primaria están en el mínimo deseable, aunque hay que advertir que la hora pedagógica es de 45 minutos y que el año escolar comprende 36 semanas. Durante su educación primaria y secundaria el estudiante recibe 1,116 horas pedagógicas o su equivalente, 837 horas cronológicas.
El ideal sería sacar el mayor beneficio a las horas de trabajo en clase y estimular la práctica del inglés fuera de ella. Lamentablemente el principal factor en contra de un mejor uso del tiempo en las aulas es nuevamente la calificación de la mayoría de los docentes, quienes muchas veces no superan el conocimiento del idioma que poseen los estudiantes. Por ello, les es difícil cumplir los estándares que establece el Currículo Nacional y que se relacionan con la adquisición gradual de niveles aceptables de competencia en comunicación oral, lectura y escritura en inglés. Cada tipo de competencia comprende ocho niveles de logro, siendo el máximo “Destacado” que regularmente debería alcanzarse al concluir la educación secundaria. Sin embargo, diagnósticos objetivos como los realizados por el British Council nos demuestran que en la mayoría de las instituciones de educación básica del país los estándares oficiales no han sido alcanzados.
Por donde encaminarse
Una de las debilidades de la política educativa es estar concebida principalmente para atender los problemas y necesidades del sector y en alguna medida los de otros sectores sociales. Es poco frecuente ver a la educación participando y apoyando con dinamismo el desarrollo de proyectos productivos que sean estratégicos para el país. La investigación realizada por el British Council es enfática en señalar que la falta de dominio del inglés se percibe como un factor que afecta el desarrollo general de la industria que requiere técnicos con competencias comunicativas en el idioma. No disponer de esos técnicos es un obstáculo para mejorar la participación del país en el mercado internacional, limita el enfrentamiento de los desafíos laborales emergentes y obliga a que las empresas recurran a soluciones temporales para mitigar la falta de trabajadores adecuadamente especializados, como por ejemplo, traerlos de otros países o contratar graduados universitarios en cargos técnicos.
Algunos programas de impulso de la enseñanza del inglés cuentan con la ayuda de la cooperación internacional. El British Council en estos años ha venido colaborando en proyectos como Formación de docentes públicos en inglés, Champion Teachers y recientemente en el proyecto Escuelas de Confianza de la Dirección Regional de Educación de Lima Metropolitana. En ese proyecto, en el año 2023 se capacitaron 112 de los 1,255 docentes que en el área metropolitana enseñan inglés en escuelas públicas. El objetivo es que sean evaluados y certificados a través de APTIS, una prueba alineada al Marco Común Europeo de Referencia para definir la competencia lingüística en este idioma.
Otra iniciativa con apoyo de la cooperación es el English Access Microscholarship Program promovido por Estados Unidos en varios países latinoamericanos. En uno de sus componentes brinda dos años de clases en Inglés, después del horario escolar a adolescentes de rendimiento académico sobresaliente en zonas poco privilegiadas y que cursan los últimos años de secundaria. Enfatiza la fluidez en el uso del idioma y vincula su estudio con fuertes componentes interculturales, cívicos, tecnologías de la información y liderazgo. Se recomienda que los programas de Access tengan una política de clases abiertas que permita observar las clases programadas y aliente a compartir las mejores prácticas con profesores de la comunidad.
Son dos iniciativas valiosas pero largamente insuficientes para superar los problemas que enfrenta la mayoría de los profesores y estudiantes en el área de inglés. Por ello, lo urgente es una política clara de democratización de la enseñanza del inglés. Es imprescindible la decisión gubernamental, especialmente para aquellos vastos sectores de población que no reciben un servicio de calidad. Si no se hace, seguiremos estando en la zaga con relación a otros países que desde hace varios años apostaron por democratizar este aprendizaje tan fundamental en un mundo como el que vivimos. Como se aprecia en la tabla al final de este informe, hay varios ejemplos en América Latina que podrían servirnos de orientación que se caracterizan por ser integrales al comprender todos los actores que aseguren calidad y pertinencia.
Además, habría que sacar provecho a la experiencia de instituciones de enseñanza básica en donde se alcanzan mejores resultados. Tradicionalmente el inglés ha sido un área formativa muy innovadora. Por ejemplo, su enseñanza es personalizada y utilizan indicadores muy objetivos de seguimiento del progreso de los estudiantes, sus profesores saben cómo inducir, motivar y plantearse retos. Está claro que si no se atacan las limitaciones de calificación del docente y si no se emprende un programa amplio de certificación de sus competencias de dominio del idioma y de metodologías de enseñanza difícilmente habrán mejoras en la enseñanza del inglés. En ese esfuerzo las instituciones especializadas deberían tener una mayor presencia; asimismo, mientras no se logre calificar a todos los docentes, quizá sería conveniente el contrato de personas con amplio dominio del inglés, por supuesto previa capacitación en metodologías de enseñanza. Lo harían mejor que docentes que no conocen el idioma y la forma de enseñarlo.
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¡Interesante! Un idioma importante y crucial en la educación.
Asi es. Un tema interesante y muy necesario en la época actual. Saludos