La decisión de la mayoría de países de suspender las clases presenciales a causa del COVID-19 y sustituirlas por clases a distancia obligó a las administraciones de la educación y a las instituciones educativas de todos los niveles de enseñanza a desarrollar rápidos e importantes esfuerzos de creación o fortalecimiento de sus capacidades de enseñanza remota bajo algunas de las opciones que tenían a su disposición. Es así como se multiplicaron las plataformas, se organizaron cientos de webinar para capacitar a maestros y se multiplicó la cantidad de recursos de enseñanza aprendizaje en sus diferentes versiones: on line, off line, multicanal. Para implementar el programa Aprendo en Casa, el Ministerio de Educación recurrió a material que tenía disponible de años anteriores, al cual se sumó la contribución que hicieron varias editoriales y otras organizaciones privadas, además que se aprovecharon los recursos de aprendizaje abiertos que existen en diferentes plataformas digitales.
No cabe duda que la pandemia ha sido la oportunidad para que los docentes impulsen sus habilidades de manejo pedagógico de las tecnologías digitales. Muchos de ellos pasaron de ser solo proveedores de contenidos a ser ingeniosos maestros que buscan sacar el mejor provecho a los escasos tiempos de aprendizaje y de comunicación con sus estudiantes haciendo una eficiente combinación y uso de recursos. El objetivo es, por lo general, aumentar el interés, motivación, secuencia de contenidos, seguimiento, retroalimentación y evaluación de lo que van adquiriendo los estudiantes.
Igualmente, la pandemia ha sido ocasión para perfeccionar la capacidad de diseño y producción de recursos de aprendizaje en todas las áreas de formación, los que debían ser incorporados en diferentes dispositivos y plataformas digitales. No ha sido una tarea fácil. En especial, las editoriales, tuvieron que acelerar la digitalización de casi todos sus recursos y realizar un intenso trabajo de creación, curación y adecuación de contenidos, adaptarlos al conocimiento de los niños y acercarlos a las diveras realidades del país, diseñar rutas pedagógicas y de desarrollo de actualizadores de miradas históricas.
No se olvida el esfuerzo que han realizado miles de escuelas y maestros para construir o buscar en las redes recursos adicionales con los que trabajan. También iniciativas como las de Fundación Telefónica con su proyecto Aula Digital en Casa que, a lo largo del año, tiene programado incorporar en su plataforma alrededor de cinco mil recursos de aprendizaje para implementar el currículo de la educación primaria. Seguramente todas estas iniciativas incrementarán en el 2021, aunque cabe advertir, que la empresa privada sufrirá las consecuencias del aumento del desempleo, la caída del ingreso familiar, el traslado de un porcentaje significativo de estudiantes de la escuela privada a la pública y, por el lado del presupuesto público, las limitaciones de su crecimiento.
Pensando en el siguiente año escolar, deberìan evaluarse estos meritorios esfuerzos realizados por el Ministerio de Educación, instituciones educativas y el sector privado. Se necesita reconocer las bondades y limitaciones de la experiencia, saber las áreas en las que se ha concentrado la producción, lo qué convendría crear, perfeccionar, fortalecer o reemplazar por otros recursos que den mejores resultados y establecer la estrategia para seguir avanzando. No cabe duda que se encontrarán muchas experiencias valiosas y otras no tanto, pero el balance terminará siendo positivo. Lo que parece evidente es que mucho de este esfuerzo ha servido para generar el interés y motivación del alumno por aprender de otras formas, mejorar sus logros de aprendizaje, apoyar a los docentes facilitando sus tareas de programación y organización de sus sesiones de clase y métodos de enseñanza, así como también ayudar a los padres de familia en las tareas de acompañamiento educativo a sus hijos que tuvieron que asumir.
Un aspecto a destacar durante la ejecución del año escolar 2020 ha sido la disposición de varias editoriales de permitir, para los docentes, el acceso gratuito a sus plataformas, a capacitaciones y a recursos de aprendizaje. Las visitas a las plataformas de varias editoriales suman varios millones y permitieron que mmiles de profesores y estudiantes, sin importar que sean usuarios de sus productos, se beneficiaron de esta oportunidad. Asimismo, la plataforma de Aprendo en Casa y la emisión de contenidos a través de las diferentes modalidades de educación a distancia via web, radio y televisión no habrían mostrado una variedad de contenidos de no haberse logrado esa articulación de iniciativas. Fue una manera en que la empresa privada contribuyó a que las brechas de aprendizaje entre los que tienen mejores y los que tienen limitadas condiciones para aprender no aumenten; también una demostración de que es posible realizar y reforzar esfuerzos mancomunados, públicos y privados, en favor de la población más necesitada.
Lo que se puede aprovechar de la experiencia
La presencia de las tecnologías digitales en los procesos de enseñanza no es un fenómeno nuevo; venía de años atrás con la transformación progresiva de los tradicionales libros de texto que iban introduciendo referentes digitales como complemento al contenido del material impreso. Paralelamente se trabajaba en el diseño y aprovechamiento de otros recursos, como los video juegos educativos, los libros electrónicos, las animaciones virtuales que facilitaban el aprendizaje de la geografia, historia, lecto-escritura, matemática o ciencias, por citar algunos de ellos. Este material ha sido muy valioso en la organización de repositorios de materiales para programas como Aprendo en Casa y Aula Digital en Casa, los cuales poco a poco han ido avanzando en la clasificación y categorización de recursos por áreas y ciclos de formación. Quizá lo más trascendente en la experiencia del 2020 ha sido dejar fuera de discusión la necesidad urgente de invertir en desarrollos tecnológicos digitales que ayuden a renovar las metodologías, las estrategias de capacitación y los recursos para aprender y enseñar.
Continuar incrementando la presencia de las tecnologías digitales no supone descuidar los procesos de capacitación docente y el desarrollo y perfeccionamiento de los recursos audiovisuales e impresos. Videos cortos, al igual que los textos escolares, cuadernos de trabajo y guías de actividades y proyectos siguen jugando un papel muy importante en la formación, no solo en el país sino en países de mayor desarrollo educativo.
En el caso de la capacitación, habrá que avanzar en el desarrollo de capacidades de uso pedagógico de las tecnologías digitales, en especial, que los docentes aumenten la calidad de la programación y desarrollo de las sesiones de clase, que refuercen las actividades de interacción y participación de sus estudiantes y que saquen provecho al limitado tiempo de conexión y disponibilidad del equipamiento tecnológico que muchas veces enfrentan sus estudiantes, sea en el hogar o, cuando tengan que retornar a la enseñanza presencial, en la escuela. En épocas previas al COVID-19 se observó en muchas aulas que ese tiempo de conexión no era siempre bien utilizado al existir muchos maestros que dedicaban solo un tercio de la sesión de noventa minutos al trabajo con el equipamiento digital debido a que la mayor parte del tiempo se destinaba a organizar la clase, hacer una introducción del tema y un resumen de lo aprendido.
En cuanto a los recursos de aprendizaje, difícil es imaginar que el texto escolar digital reemplace totalmente al impreso, ya que este último es esencial en el cultivo de ciertas habilidades que los escolares necesitan desarrollar, principalmente en los primeros años de escolaridad. Pero, así como se espera que la escuela que viene sea un híbrido de trabajo presencial y a distancia, cuya combinación está todavía por definir, es probable que las diferencias entre el material escolar impreso y el digital tiendan a reducirse y complementarse fuertemente. De otro lado, si bien el 2020 fue un año en el que se aprovechó mucho del material existente, el 2021 tendrá que ser un año en el que se se vayan consolidando experiencias y se vayan definiendo las caracteristicas de la escuela post COVID-19 y los cambios que requiere en términos pedagógicos y de gestión. Asímismo, es conveniente que el Ministerio de Educación siga promoviendo iniciativas de identificación y desarrollo de nuevos recursos. Por ejemplo, tratándose de los maestros, produzca orientaciones respecto de los protocolos a seguir para asegurar la selección y uso pertinente de recursos de aprendizaje. La experiencia está enseñando que si bien es posible aprovechar libremente los recursos colocados en varias plataformas, hay que hacerlo cuidando no distorsionar los objetivos de la programación curricular ni la necesaria y pertinente secuencia pedagógica a las que deben responder los contenidos.
Uno de los desafíos de la industria editorial será acelerar ese proceso de integración y complementación del texto impreso y digital; inclusive, reunir en su construcción otros tipos de servicios, como podrían ser los de asesoría académica o psicológica, orientaciones para padres, acceso a museos, bibliotecas y otros potentes servicios de aprendizaje. Adicionalmente, las ventajas de aprovechar intensamente las herramientas digitales podrían conducir a la atención de algunas demandas que ahora existen sobre estos materiales de enseñanza. Una de ellas es la recomendación formulada por la Comisión encargada de la revisión de textos escolares, formada por el Ministerio de Educación en el año 2019, acerca de que los textos y cuadernos de trabajo debían responder en mayor medida a realidades regionales tan diversas como las que existen en el Perú; inclusive, pensar en textos educativos regionales.
Una segunda demanda es la aspiración de un sector creciente de instituciones educativas -principalmente redes de centros- de no utlizar los textos escolares que normalmente se comercializan en el país, sino contar con un material que responda a las características de sus programas de formación. Consideran que el texto ofrecido en el mercado, difícilmente responde a los modelos y expectativas de formación que se han propuesto. Es esta una de las razones por las que un número creciente de instituciones educativas procura trabajar con los recursos que ellas mismas van identificando o construyendo.
En tercer lugar, así como las instituciones educativas buscan personalizar sus libros, otra tendencia es que los textos escolares contribuyan a personalizar los aprendizajes de los estudiantes, potenciando sus talentos y ayudando a enfrentar las limitaciones de logro de estándares básicos de aprendizaje. La pandemia ha mostrado también la necesidad de desarrollar algunas orientaciones para los padres de familia las cuales podrían canalizarse a través de algunos links que lleven a la información correspondiente.
Para demandas como las mencionadas, las herramientas que ofrecen las tecnologías digitales permiten varias alternativas de solución. Pero es cierto que un mayor desarrollo digital de los recursos de aprendizaje está condicionado a varias situaciones. Una de ellas es ser consciente que hacer realidad soluciones que acerquen la tecnología a las prácticas de enseñanza aprendizaje es un proceso gradual, escalable y que requiere el desarrollo simultáneo y equilibrado de recursos educativos, el acceso a mecanismos multicanal y asegurar un acompañamiento muy profesional, especializado y que facilite el progreso constante de las experiencias de aprendizaje. Mientras los docentes no logren capacidades suficientes para el manejo integrado de la tecnología, acompañarlos y estímularlos es clave para avanzar más allá del desarrollo de la programación curricular hacia una experiencia de aprendizaje rica y significativa.
Mientras no se produzca la democratización del acceso a la banda ancha de internet, en aquellos lugares donde la conexión es deficiente o no existe, podrían implementarse sistemas offline en las escuelas que permitan que los escolares de menores recursos se beneficien de los adelantos tecnológicos. Mejor aún si esta medida se complementa con el acceso a alguna tecnología que ayude a esos estudiantes a estar comunicados; sea mediante celular, radio portatil o televisión. El objetivo debe ser reducir al mínimo o eliminar el número de estudiantes que no tiene acceso a ningún medio de comunicación con su profesor y con los materiales que le ayudan a aprender. Aumentar la cantidad de retrasmisoras de los programas de Aprendo en Casa y lograr un mayor involucramiento de los municipios distritales también ayudaría al logro de este objetivo. Finalmente, hay que subrayar que el desafío que se enfrenta es de una dimensión tal que requiere que la colaboración público-privada desarrollada con el inicio de la pandemia se refuerce y amplíe en el futuro. En juego está el destino de una generación de estudiantes, especialmente de los sectores más pobres, que no ha podido lograr un mínimo de aprendizajes deseados, no obstante los esfuerzos realizados. La intención de retornar a las clases presenciales anunciada por el Ministro de Educación es una medida que tendría ser muy selectiva y asegurando todas las condiciones sanitarias necesarias para evitar que las escuelas sean centros de propagación del virus. Descuidar esas medidas sería repetir la experiencia de retroceder en el retorno a clases que ahora viven varios países europeos.
Ver link. Ministro de Educación anuncia posible retorno a clases presenciales
La decisión de la mayoría de países de suspender las clases presenciales a causa del COVID-19 y sustituirlas por clases a distancia obligó a las administraciones de la educación y a las instituciones educativas de todos los niveles de enseñanza a desarrollar rápidos e importantes esfuerzos de creación o fortalecimiento de sus capacidades de enseñanza remota bajo algunas de las opciones que tenían a su disposición. Es así como se multiplicaron las plataformas, se organizaron cientos de webinar para capacitar a maestros y se multiplicó la cantidad de recursos de enseñanza aprendizaje en sus diferentes versiones: on line, off line, multicanal. Para implementar el programa Aprendo en Casa, el Ministerio de Educación recurrió a material que tenía disponible de años anteriores, al cual se sumó la contribución que hicieron varias editoriales y otras organizaciones privadas, además que se aprovecharon los recursos de aprendizaje abiertos que existen en diferentes plataformas digitales.
No cabe duda que la pandemia ha sido la oportunidad para que los docentes impulsen sus habilidades de manejo pedagógico de las tecnologías digitales. Muchos de ellos pasaron de ser solo proveedores de contenidos a ser ingeniosos maestros que buscan sacar el mejor provecho a los escasos tiempos de aprendizaje y de comunicación con sus estudiantes haciendo una eficiente combinación y uso de recursos. El objetivo es, por lo general, aumentar el interés, motivación, secuencia de contenidos, seguimiento, retroalimentación y evaluación de lo que van adquiriendo los estudiantes.
Igualmente, la pandemia ha sido ocasión para perfeccionar la capacidad de diseño y producción de recursos de aprendizaje en todas las áreas de formación, los que debían ser incorporados en diferentes dispositivos y plataformas digitales. No ha sido una tarea fácil. En especial, las editoriales, tuvieron que acelerar la digitalización de casi todos sus recursos y realizar un intenso trabajo de creación, curación y adecuación de contenidos, adaptarlos al conocimiento de los niños y acercarlos a las diveras realidades del país, diseñar rutas pedagógicas y de desarrollo de actualizadores de miradas históricas.
No se olvida el esfuerzo que han realizado miles de escuelas y maestros para construir o buscar en las redes recursos adicionales con los que trabajan. También iniciativas como las de Fundación Telefónica con su proyecto Aula Digital en Casa que, a lo largo del año, tiene programado incorporar en su plataforma alrededor de cinco mil recursos de aprendizaje para implementar el currículo de la educación primaria. Seguramente todas estas iniciativas incrementarán en el 2021, aunque cabe advertir, que la empresa privada sufrirá las consecuencias del aumento del desempleo, la caída del ingreso familiar, el traslado de un porcentaje significativo de estudiantes de la escuela privada a la pública y, por el lado del presupuesto público, las limitaciones de su crecimiento.
Pensando en el siguiente año escolar, deberìan evaluarse estos meritorios esfuerzos realizados por el Ministerio de Educación, instituciones educativas y el sector privado. Se necesita reconocer las bondades y limitaciones de la experiencia, saber las áreas en las que se ha concentrado la producción, lo qué convendría crear, perfeccionar, fortalecer o reemplazar por otros recursos que den mejores resultados y establecer la estrategia para seguir avanzando. No cabe duda que se encontrarán muchas experiencias valiosas y otras no tanto, pero el balance terminará siendo positivo. Lo que parece evidente es que mucho de este esfuerzo ha servido para generar el interés y motivación del alumno por aprender de otras formas, mejorar sus logros de aprendizaje, apoyar a los docentes facilitando sus tareas de programación y organización de sus sesiones de clase y métodos de enseñanza, así como también ayudar a los padres de familia en las tareas de acompañamiento educativo a sus hijos que tuvieron que asumir.
Un aspecto a destacar durante la ejecución del año escolar 2020 ha sido la disposición de varias editoriales de permitir, para los docentes, el acceso gratuito a sus plataformas, a capacitaciones y a recursos de aprendizaje. Las visitas a las plataformas de varias editoriales suman varios millones y permitieron que mmiles de profesores y estudiantes, sin importar que sean usuarios de sus productos, se beneficiaron de esta oportunidad. Asimismo, la plataforma de Aprendo en Casa y la emisión de contenidos a través de las diferentes modalidades de educación a distancia via web, radio y televisión no habrían mostrado una variedad de contenidos de no haberse logrado esa articulación de iniciativas. Fue una manera en que la empresa privada contribuyó a que las brechas de aprendizaje entre los que tienen mejores y los que tienen limitadas condiciones para aprender no aumenten; también una demostración de que es posible realizar y reforzar esfuerzos mancomunados, públicos y privados, en favor de la población más necesitada.
Lo que se puede aprovechar de la experiencia
La presencia de las tecnologías digitales en los procesos de enseñanza no es un fenómeno nuevo; venía de años atrás con la transformación progresiva de los tradicionales libros de texto que iban introduciendo referentes digitales como complemento al contenido del material impreso. Paralelamente se trabajaba en el diseño y aprovechamiento de otros recursos, como los video juegos educativos, los libros electrónicos, las animaciones virtuales que facilitaban el aprendizaje de la geografia, historia, lecto-escritura, matemática o ciencias, por citar algunos de ellos. Este material ha sido muy valioso en la organización de repositorios de materiales para programas como Aprendo en Casa y Aula Digital en Casa, los cuales poco a poco han ido avanzando en la clasificación y categorización de recursos por áreas y ciclos de formación. Quizá lo más trascendente en la experiencia del 2020 ha sido dejar fuera de discusión la necesidad urgente de invertir en desarrollos tecnológicos digitales que ayuden a renovar las metodologías, las estrategias de capacitación y los recursos para aprender y enseñar.
Continuar incrementando la presencia de las tecnologías digitales no supone descuidar los procesos de capacitación docente y el desarrollo y perfeccionamiento de los recursos audiovisuales e impresos. Videos cortos, al igual que los textos escolares, cuadernos de trabajo y guías de actividades y proyectos siguen jugando un papel muy importante en la formación, no solo en el país sino en países de mayor desarrollo educativo.
En el caso de la capacitación, habrá que avanzar en el desarrollo de capacidades de uso pedagógico de las tecnologías digitales, en especial, que los docentes aumenten la calidad de la programación y desarrollo de las sesiones de clase, que refuercen las actividades de interacción y participación de sus estudiantes y que saquen provecho al limitado tiempo de conexión y disponibilidad del equipamiento tecnológico que muchas veces enfrentan sus estudiantes, sea en el hogar o, cuando tengan que retornar a la enseñanza presencial, en la escuela. En épocas previas al COVID-19 se observó en muchas aulas que ese tiempo de conexión no era siempre bien utilizado al existir muchos maestros que dedicaban solo un tercio de la sesión de noventa minutos al trabajo con el equipamiento digital debido a que la mayor parte del tiempo se destinaba a organizar la clase, hacer una introducción del tema y un resumen de lo aprendido.
En cuanto a los recursos de aprendizaje, difícil es imaginar que el texto escolar digital reemplace totalmente al impreso, ya que este último es esencial en el cultivo de ciertas habilidades que los escolares necesitan desarrollar, principalmente en los primeros años de escolaridad. Pero, así como se espera que la escuela que viene sea un híbrido de trabajo presencial y a distancia, cuya combinación está todavía por definir, es probable que las diferencias entre el material escolar impreso y el digital tiendan a reducirse y complementarse fuertemente. De otro lado, si bien el 2020 fue un año en el que se aprovechó mucho del material existente, el 2021 tendrá que ser un año en el que se se vayan consolidando experiencias y se vayan definiendo las caracteristicas de la escuela post COVID-19 y los cambios que requiere en términos pedagógicos y de gestión. Asímismo, es conveniente que el Ministerio de Educación siga promoviendo iniciativas de identificación y desarrollo de nuevos recursos. Por ejemplo, tratándose de los maestros, produzca orientaciones respecto de los protocolos a seguir para asegurar la selección y uso pertinente de recursos de aprendizaje. La experiencia está enseñando que si bien es posible aprovechar libremente los recursos colocados en varias plataformas, hay que hacerlo cuidando no distorsionar los objetivos de la programación curricular ni la necesaria y pertinente secuencia pedagógica a las que deben responder los contenidos.
Uno de los desafíos de la industria editorial será acelerar ese proceso de integración y complementación del texto impreso y digital; inclusive, reunir en su construcción otros tipos de servicios, como podrían ser los de asesoría académica o psicológica, orientaciones para padres, acceso a museos, bibliotecas y otros potentes servicios de aprendizaje. Adicionalmente, las ventajas de aprovechar intensamente las herramientas digitales podrían conducir a la atención de algunas demandas que ahora existen sobre estos materiales de enseñanza. Una de ellas es la recomendación formulada por la Comisión encargada de la revisión de textos escolares, formada por el Ministerio de Educación en el año 2019, acerca de que los textos y cuadernos de trabajo debían responder en mayor medida a realidades regionales tan diversas como las que existen en el Perú; inclusive, pensar en textos educativos regionales.
Una segunda demanda es la aspiración de un sector creciente de instituciones educativas -principalmente redes de centros- de no utlizar los textos escolares que normalmente se comercializan en el país, sino contar con un material que responda a las características de sus programas de formación. Consideran que el texto ofrecido en el mercado, difícilmente responde a los modelos y expectativas de formación que se han propuesto. Es esta una de las razones por las que un número creciente de instituciones educativas procura trabajar con los recursos que ellas mismas van identificando o construyendo.
En tercer lugar, así como las instituciones educativas buscan personalizar sus libros, otra tendencia es que los textos escolares contribuyan a personalizar los aprendizajes de los estudiantes, potenciando sus talentos y ayudando a enfrentar las limitaciones de logro de estándares básicos de aprendizaje. La pandemia ha mostrado también la necesidad de desarrollar algunas orientaciones para los padres de familia las cuales podrían canalizarse a través de algunos links que lleven a la información correspondiente.
Para demandas como las mencionadas, las herramientas que ofrecen las tecnologías digitales permiten varias alternativas de solución. Pero es cierto que un mayor desarrollo digital de los recursos de aprendizaje está condicionado a varias situaciones. Una de ellas es ser consciente que hacer realidad soluciones que acerquen la tecnología a las prácticas de enseñanza aprendizaje es un proceso gradual, escalable y que requiere el desarrollo simultáneo y equilibrado de recursos educativos, el acceso a mecanismos multicanal y asegurar un acompañamiento muy profesional, especializado y que facilite el progreso constante de las experiencias de aprendizaje. Mientras los docentes no logren capacidades suficientes para el manejo integrado de la tecnología, acompañarlos y estímularlos es clave para avanzar más allá del desarrollo de la programación curricular hacia una experiencia de aprendizaje rica y significativa.
Mientras no se produzca la democratización del acceso a la banda ancha de internet, en aquellos lugares donde la conexión es deficiente o no existe, podrían implementarse sistemas offline en las escuelas que permitan que los escolares de menores recursos se beneficien de los adelantos tecnológicos. Mejor aún si esta medida se complementa con el acceso a alguna tecnología que ayude a esos estudiantes a estar comunicados; sea mediante celular, radio portatil o televisión. El objetivo debe ser reducir al mínimo o eliminar el número de estudiantes que no tiene acceso a ningún medio de comunicación con su profesor y con los materiales que le ayudan a aprender. Aumentar la cantidad de retrasmisoras de los programas de Aprendo en Casa y lograr un mayor involucramiento de los municipios distritales también ayudaría al logro de este objetivo. Finalmente, hay que subrayar que el desafío que se enfrenta es de una dimensión tal que requiere que la colaboración público-privada desarrollada con el inicio de la pandemia se refuerce y amplíe en el futuro. En juego está el destino de una generación de estudiantes, especialmente de los sectores más pobres, que no ha podido lograr un mínimo de aprendizajes deseados, no obstante los esfuerzos realizados. La intención de retornar a las clases presenciales anunciada por el Ministro de Educación es una medida que tendría ser muy selectiva y asegurando todas las condiciones sanitarias necesarias para evitar que las escuelas sean centros de propagación del virus. Descuidar esas medidas sería repetir la experiencia de retroceder en el retorno a clases que ahora viven varios países europeos.
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