El 27 de enero del presente año apareció en el diario El País de España un interesante artículo de Ivanna Vallespín que lleva el nombre de este informe. La autora analiza los argumentos que dan doce estudiantes que habían concluído su educación secundaria obligatoria con relación al porqué de los malos resultados educativos que se obtienen en pruebas como PISA y otras similares que miden los aprendizajes. Se trata de estudiantes que habían asistido a colegios que atendían a población proveniente de familias de ingresos medios. Mucho de la problemática y de las propuestas de mejora que hacen los jóvenes no son nada nuevo, ni en España, ni en Perú o cualquier otro país de América Latina, pues desde hace décadas se vienen expresando. Lo que sorprende es que poco o nada se haga para responder al reclamo planteado.
Para los entrevistados, el nivel académico que tienen las escuelas secundarias es bajo y poco exigente. La opinión de un estudiante es ilustrativa: “sin hacer nada, pues jugaba durante las clases, terminaba sacando buenas notas. Fue en bachillerato que aprendí a tomar apuntes”. Otros estudiantes se quejan de la carencia de formas de aprendizaje suficientemente dinámicas y prácticas; de la insuficiente atención hacia los problemas de salud mental, y de que el profesorado no está pendiente del qué y cómo se aprende, simplemente le preocupa exponer su clase.
La investigadora también encontró amplio consenso respecto de que los docentes de algunos cursos no muestran el suficiente interés o destrezas para que sus estudiantes estén siempre motivados para lograr los objetivos programados. Expresan que ello se puede deberse a razones como las siguientes:
Hacia donde ir
La aspiración de todo sistema educativo es que sus instituciones educativas sean efectivas en la misión que tienen de trasmitir y lograr que los estudiantes adquieran los conocimientos y competencias necesarias. Por esta razón hay que partir de establecer cuáles son los contenidos, habilidades y metas de aprendizaje que habría que alcanzar para cada grado, nivel y etapa de la escolaridad, tomando en cuenta lo que pretende el programa educativo en cuestión. La administración educativa podrá decir que cumple con esta exigencia, pero es una aspiración que cada vez es más difícil de lograr por la complejidad que adquiere la adquisición de los aprendizajes, la complejidad y vulnerabilidad del mundo que encierra cada estudiante y, sobre todo en los países de ingresos bajo y mediano, las limitaciones que tiene el magisterio para enfrentar esas complejidades.
El breve diagnóstico sobre lo que opinan los estudiantes destaca, entre los varios problemas, dos que son fundamentales: (i) el docente y la manera como desarrolla su práctica en las aulas; (ii) el currículo y los mecanismos de gestión y de información sobre los logros que se han establecido. La reacción de la gestión del proceso de enseñanza y aprendizaje es lenta, con exceso de ilusión y poco realista ante los evidentes problemas y desafíos que hay que enfrentar.
El docente y el desarrollo de su práctica. Buena parte de las opiniones que ofrecen los estudiantes sobre las razones de los pobres resultados de aprendizaje apuntan hacia el docente. Consideran que sería más fácil si estuvieran calificados para trabajar con diferentes metodologías en donde en unos momentos pueden ser los docentes los que asuman el papel protagónico, pero que en otros -y mayormente- sean los alumnos los que asuman el protagonismo de su formación, trabajando en grupo, colaborativamente o de manera individual. El éxito en uso de metodologías activas y aplicativos está en entrenar a docentes y estudiantes en su manejo: invertir tiempo para conocerlos. Es uno de los campos en los que menos énfasis han tenido las políticas de formación continua en la escuela pública peruana.
El currículo y los mecanismos de gestión y de información sobre sus logros. Una característica de los sistemas educativos en muchos países ha sido el constante cambio curricular. En el Perú no lo ha cambiado desde el 2016; sin embargo, cabría preguntarse si ello se debe a que existe acuerdo con el documento del Currículo Nacional o si los constantes cambios de la administración educativa impidieron que se den nuevas propuestas curriculares. En todo caso -de mantener el actual currículo o reformarlo en el futuro- habría que tomar en cuenta que su formulación no debería limitarse solo al establecimiento de las finalidades, perfiles, competencias, contenidos, criterios de aplicación y evaluación. Tan importante como ellos es identificar y correlacionar la propuesta curricular con las condiciones que garanticen su adecuada implementación.
Conxita Gimeno, directora de la escuela Montessori de Rubí de Barcelona, expresa que si el sistema no va en paralelo a las necesidades psicoeducativas, económicas y sociales de los alumnos, es difícil poder avanzar en contenido (Diario El País, 01-01-2024). ¿Cómo aprende un niño desnutrido, con secuelas graves ocasionadas con la pandemia, que estudia y trabaja a la vez?, ¿cómo fomentar masivamente estrategias de promoción de la lectura con cada vez menores o ausentes inversiones en bibliotecas de aula y libros de texto? Hay problemas de audición, lenguaje, socioemocionales y muchos otros para los cuales los docentes no han sido preparados y que requieren de otros profesionales, en su gran mayoría ausentes de los cuadros de asignación de personal en las instituciones educativas. Datos del Ministerio de Educación refieren a que solo el 2% de las escuelas cuenta con psicólogos existiendo una cantidad significativa de docentes y estudiantes con problemas socioemocionales.
Por otra parte, es reiterativa la crítica de que luego de casi tres décadas, la mayoría de los docentes no aplica el currículo por competencias. Es un aspecto que convendría investigar para saber dónde se encuentran los nudos críticos. En todos los años que han pasado se ensayaron muchos conceptos que han sumergido al magisterio en gran desconcierto, agravado por lo complejo de las metodologías establecidas para evaluar e informar sobre la aplicación del currículo y los resultados. Sin embargo, no se trata de resolver cuestiones meramente conceptuales, sino también de simplificar y establecer procedimientos comprensibles y fáciles de ser aplicados. Mientras no se establezca otra tendencia en materia de objetivos de formación, las competencias seguirán penetrando como metas a lograrse en todos los niveles de enseñanza y como necesidad de dominio para todos los docentes. Es el primer paso que debe dar la gestión que norma los asuntos pedagógicos: clarificar bien a qué nos referimos cuando hablamos de competencias, simplificarlas y hacer más sencillos los procesos.
A propósito del inicio del nuevo año escolar
A partir de la primera semana de marzo se inicia un nuevo año escolar. Aparte de las normas que el Congreso ha dado para introducir contenidos, no se darán mayores cambios en el proceso educativo. Lo deseable hubiese sido que problemas como los descritos en este informe sean atacados con la intensidad que se requiere. Hay que recordar que como resultado del imparable desarrollo digital, los sistemas educativos en el mundo van hacia transformaciones sustantivas en buena parte de los factores de su funcionamiento. Mientras más nos demoremos en llevar adelante esos cambios, más perjudicados terminarán siendo las actuales generaciones de estudiantes peruanos.
Este informe puede verse en:
El 27 de enero del presente año apareció en el diario El País de España un interesante artículo de Ivanna Vallespín que lleva el nombre de este informe. La autora analiza los argumentos que dan doce estudiantes que habían concluído su educación secundaria obligatoria con relación al porqué de los malos resultados educativos que se obtienen en pruebas como PISA y otras similares que miden los aprendizajes. Se trata de estudiantes que habían asistido a colegios que atendían a población proveniente de familias de ingresos medios. Mucho de la problemática y de las propuestas de mejora que hacen los jóvenes no son nada nuevo, ni en España, ni en Perú o cualquier otro país de América Latina, pues desde hace décadas se vienen expresando. Lo que sorprende es que poco o nada se haga para responder al reclamo planteado.
Para los entrevistados, el nivel académico que tienen las escuelas secundarias es bajo y poco exigente. La opinión de un estudiante es ilustrativa: “sin hacer nada, pues jugaba durante las clases, terminaba sacando buenas notas. Fue en bachillerato que aprendí a tomar apuntes”. Otros estudiantes se quejan de la carencia de formas de aprendizaje suficientemente dinámicas y prácticas; de la insuficiente atención hacia los problemas de salud mental, y de que el profesorado no está pendiente del qué y cómo se aprende, simplemente le preocupa exponer su clase.
La investigadora también encontró amplio consenso respecto de que los docentes de algunos cursos no muestran el suficiente interés o destrezas para que sus estudiantes estén siempre motivados para lograr los objetivos programados. Expresan que ello se puede deberse a razones como las siguientes:
Hacia donde ir
La aspiración de todo sistema educativo es que sus instituciones educativas sean efectivas en la misión que tienen de trasmitir y lograr que los estudiantes adquieran los conocimientos y competencias necesarias. Por esta razón hay que partir de establecer cuáles son los contenidos, habilidades y metas de aprendizaje que habría que alcanzar para cada grado, nivel y etapa de la escolaridad, tomando en cuenta lo que pretende el programa educativo en cuestión. La administración educativa podrá decir que cumple con esta exigencia, pero es una aspiración que cada vez es más difícil de lograr por la complejidad que adquiere la adquisición de los aprendizajes, la complejidad y vulnerabilidad del mundo que encierra cada estudiante y, sobre todo en los países de ingresos bajo y mediano, las limitaciones que tiene el magisterio para enfrentar esas complejidades.
El breve diagnóstico sobre lo que opinan los estudiantes destaca, entre los varios problemas, dos que son fundamentales: (i) el docente y la manera como desarrolla su práctica en las aulas; (ii) el currículo y los mecanismos de gestión y de información sobre los logros que se han establecido. La reacción de la gestión del proceso de enseñanza y aprendizaje es lenta, con exceso de ilusión y poco realista ante los evidentes problemas y desafíos que hay que enfrentar.
El docente y el desarrollo de su práctica. Buena parte de las opiniones que ofrecen los estudiantes sobre las razones de los pobres resultados de aprendizaje apuntan hacia el docente. Consideran que sería más fácil si estuvieran calificados para trabajar con diferentes metodologías en donde en unos momentos pueden ser los docentes los que asuman el papel protagónico, pero que en otros -y mayormente- sean los alumnos los que asuman el protagonismo de su formación, trabajando en grupo, colaborativamente o de manera individual. El éxito en uso de metodologías activas y aplicativos está en entrenar a docentes y estudiantes en su manejo: invertir tiempo para conocerlos. Es uno de los campos en los que menos énfasis han tenido las políticas de formación continua en la escuela pública peruana.
El currículo y los mecanismos de gestión y de información sobre sus logros. Una característica de los sistemas educativos en muchos países ha sido el constante cambio curricular. En el Perú no lo ha cambiado desde el 2016; sin embargo, cabría preguntarse si ello se debe a que existe acuerdo con el documento del Currículo Nacional o si los constantes cambios de la administración educativa impidieron que se den nuevas propuestas curriculares. En todo caso -de mantener el actual currículo o reformarlo en el futuro- habría que tomar en cuenta que su formulación no debería limitarse solo al establecimiento de las finalidades, perfiles, competencias, contenidos, criterios de aplicación y evaluación. Tan importante como ellos es identificar y correlacionar la propuesta curricular con las condiciones que garanticen su adecuada implementación.
Conxita Gimeno, directora de la escuela Montessori de Rubí de Barcelona, expresa que si el sistema no va en paralelo a las necesidades psicoeducativas, económicas y sociales de los alumnos, es difícil poder avanzar en contenido (Diario El País, 01-01-2024). ¿Cómo aprende un niño desnutrido, con secuelas graves ocasionadas con la pandemia, que estudia y trabaja a la vez?, ¿cómo fomentar masivamente estrategias de promoción de la lectura con cada vez menores o ausentes inversiones en bibliotecas de aula y libros de texto? Hay problemas de audición, lenguaje, socioemocionales y muchos otros para los cuales los docentes no han sido preparados y que requieren de otros profesionales, en su gran mayoría ausentes de los cuadros de asignación de personal en las instituciones educativas. Datos del Ministerio de Educación refieren a que solo el 2% de las escuelas cuenta con psicólogos existiendo una cantidad significativa de docentes y estudiantes con problemas socioemocionales.
Por otra parte, es reiterativa la crítica de que luego de casi tres décadas, la mayoría de los docentes no aplica el currículo por competencias. Es un aspecto que convendría investigar para saber dónde se encuentran los nudos críticos. En todos los años que han pasado se ensayaron muchos conceptos que han sumergido al magisterio en gran desconcierto, agravado por lo complejo de las metodologías establecidas para evaluar e informar sobre la aplicación del currículo y los resultados. Sin embargo, no se trata de resolver cuestiones meramente conceptuales, sino también de simplificar y establecer procedimientos comprensibles y fáciles de ser aplicados. Mientras no se establezca otra tendencia en materia de objetivos de formación, las competencias seguirán penetrando como metas a lograrse en todos los niveles de enseñanza y como necesidad de dominio para todos los docentes. Es el primer paso que debe dar la gestión que norma los asuntos pedagógicos: clarificar bien a qué nos referimos cuando hablamos de competencias, simplificarlas y hacer más sencillos los procesos.
A propósito del inicio del nuevo año escolar
A partir de la primera semana de marzo se inicia un nuevo año escolar. Aparte de las normas que el Congreso ha dado para introducir contenidos, no se darán mayores cambios en el proceso educativo. Lo deseable hubiese sido que problemas como los descritos en este informe sean atacados con la intensidad que se requiere. Hay que recordar que como resultado del imparable desarrollo digital, los sistemas educativos en el mundo van hacia transformaciones sustantivas en buena parte de los factores de su funcionamiento. Mientras más nos demoremos en llevar adelante esos cambios, más perjudicados terminarán siendo las actuales generaciones de estudiantes peruanos.
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