Luego de un año, es recomendable hacer un balance de la gestión del gobierno liderado por el profesor Pedro Castillo y analizar lo que dijo en su segundo mensaje a la Nación. Entre los primeros ofrecimientos que hizo al iniciar su mandato estuvieron que la salud física y mental, el retorno a la educación presencial y la creación de fuentes de empleo serán prioridad; que la educación se declaraba en emergencia; que se promovería y valoraría la función docente, las oportunidades de acceso a la educación universitaria y técnica; y que la educación tendría el presupuesto suficiente. También anunció que antes del inicio del año escolar 2022 estarían vacunados los maestros, promotores, auxiliares y administrativos de todas las instituciones educativas, y que en las instituciones educativas se implementarían medidas de bio-seguridad, alimentación escolar, acceso a la conectividad y el fomento de la innovación. La primera infancia merecería también un esfuerzo especial.
Eran metas ambiciosas pero necesarias para una educación que sufría los impactos de una de las mayores pandemias de la historia y que llevó a que casi todas las actividades educativas de los años 2020 y 2021 se realicen bajo formas no presenciales. Como en otras ocasiones, la emergencia del sistema no pasó de ser declarativa y, sobre el retorno a la educación presencial, hay que preguntarse si se hizo en el momento necesario. A fines del 2021, menos del 20% de las escuelas y cerca del 11% de los estudiantes habían retornado a la presencialidad; porcentajes muy por debajo del promedio de América Latina, según Unicef. Dos años de cierre de las escuelas en Perú representaron 76 semanas de educación remota, el doble de lo que fue el promedio en la región que se situaba en 37. Si bien para el 2022 se dispuso el retorno a la presencialidad, puede asegurarse que en muchos casos no se produce plenamente, además que el año escolar se ve a veces interrumpido por diversas razones lo que termina menoscabando el aprendizaje de los escolares.
Encuesta sobre aprendizajes 2021 Quizá una razón por la que la reacción de las autoridades de gobierno fue tardía para el retorno a clases presenciales fue la falta de seguimiento de los impactos que iba mostrando el cierre de escuelas. En especial, las alarmas venían de los resultados de investigaciones en otros países. Es con el reciente “Estudio Virtual de Aprendizajes EVA 2021”, dado a conocer hace pocas semanas, que se tiene una idea aproximada de la magnitud del retroceso registrado en la educación básica regular. Es cierto que por ser una evaluación virtual, solo se aplicó en una muestra de estudiantes que por tener acceso a una tecnología digital podían rendir las pruebas y cuestionarios. La muestra no es representativa del universo nacional ni comparable en procedimientos con evaluaciones previas aplicadas por la UMC, pero sus resultados guardan similitud con las tendencias dadas en evaluaciones previas aplicadas en otros países de contextos similares. Asumiendo las limitaciones de esa comparabilidad, al confrontar los resultados de la ECE 2019 y la EVA Virtual 2021 se observa que el rendimiento promedio y de estudiantes con nivel satisfactorio de 2º año de secundaria disminuyó, tanto en lectura y matemática. También se advierten retrocesos al analizar los rendimientos según género y tipos de escuela.
Una pregunta que flota es: ¿qué resultados se habrían obtenido si la prueba se hubiese aplicado también a estudiantes que no pudieron rendirla? Al tener condiciones menos ventajosas para aprender, es probable que los resultados hayan sido más desalentadores y que el esfuerzo para recuperar aprendizajes sea más difícil de conseguir. Las diferencias según tipos de escuela revelan, en cierta medida, el papel que jugaron el acceso a la tecnología y la calidad de la conectividad para ofrecer un mejor servicio educativo no presencial. Los estudiantes de 2º de secundaria que logran nivel satisfactorio en lectura y matemática fue mayor en 15,9% y 18,9%, respectivamente, en las escuelas privadas que en las escuelas públicas urbanas. Del mismo modo, grandes son las diferencias entre los que asisten a escuelas públicas urbanas y rurales. Sobre todo, preocupa que solo el 7,2% y 12,7% de estudiantes alcanzó el nivel satisfactorio en las dos áreas evaluadas. Como se apreció en anteriores evaluaciones, las mujeres logran mejor rendimiento promedio en lectura y los varones en matemática.
Un mayor acceso a la tecnología hubiese sido posible si, desde principios del siglo, el país se hubiese preocupado por implementar una clara estrategia de desarrollo educativo digital. Se invirtió en tecnología, pero en proyectos mal concebidos, peor implementados y pobres resultados. La situación se agrava cuando las empresas líderes expresan que uno de cada tres trabajadores no cuenta con las habilidades digitales requeridas y que ocho de cada diez empresas tienen dificultades para cubrir vacantes digitales (“Talento Digital en el Perú 2022”. EsHoy, BID y MIDE Development).
De otro lado, los cuestionarios aplicados revelan la gravedad de los problemas socio emocionales entre los estudiantes evaluados. Nueve de cada diez no controlan sus emociones, se desalientan en el desanimo y no muestran actitud positiva; a ocho de cada diez les cuesta hacer amigos, expresar opiniones y no se esfuerzan por lograr objetivos, hacer planes, corregir errores; seis de cada diez no prestan atención en clase, estudian poco para un examen y no lo aprueban. Por suerte hay habilidades que los estudiantes valoran y les serán de enorme utilidad: seis de cada diez se sienten bien cuando cooperan, desarrollan habilidades útiles para su futuro y reúnen mucha información antes de tomar una decisión; siete de cada diez ayudan a un compañero cuando lo necesita, respetan reglas y se esfuerzan.
Son datos que deberían aprovecharse para renovación de las metodologías de enseñanza, tutoría, seguimiento y evaluación de competencias y desarrollo personal a las cuales no se les otorga la importancia necesaria. Sin embargo, son factores clave para revolucionar la enseñanza y que el docente logre que el estudiante se motive, identifique, enganche y encuentre placer en lo que aprende. La reestructuración curricular y la real renovación de las metodologías son indispensables para que los estudiantes asuman mayor protagonismo en su formación. Además, los horizontes y forma en que se plantea la reestructuración curricular adolece de una visión de largo plazo. Se necesita plantear y llevar a cabo una transformación de la educación peruana que la haga pasar de un estado de carencias de aprendizajes, a otro superior que lance a la educación a una situación de permanente cambio y mejora.
El Presidente Castillo en su reciente mensaje manifestó que la elaboración de una propuesta curricular tiene un avance del 70% y que está en marcha una consulta nacional entre docentes, directivos, estudiantes, padres de familia y comunidad en general. Lo que parece ausente son foros de reflexión más especializados que aborden cómo el currículo responderá a las demandas estratégicas del desarrollo: productividad, nuevos empleos, educación a lo largo de la vida, ciudadanía y cultura global, enseñanza efectiva de idiomas, competencias digitales universales para toda la población, desarrollo físico y psicoemocional, además de estimar los costos que implica se implementación.
El Presidente Castillo ofreció promover y valorar la profesión docente. La deuda continúa con la formación inicial que no tiene cuándo responder a un proyecto que esté a tono con las demandas actuakes y futuras de la educación. Asimismo, si bien se necesita reducir el número de docentes contratados, habría que hacerlo planificadamente, sobre todo asumiendo que el bono demográfico seguirá teniendo impactos en la reducción de la tasa de incremento de la matrícula de educación básica y, dentro de pocos años, de la demandante de educación superior. De otro lado, al demandar el currículo futuro perfiles renovados de enseñantes, no deberían adoptarse sin distinción criterios uniformes de conversión de docentes contratados a nombrados. Por ejemplo, la estrategia a seguir en la educación inicial y primaria, debería ser diferente a la de otros niveles y modalidades donde es recomendable una determinada proporción de contratados.
Para este año el Presidente ha anunciado que los docentes y auxiliares de educación básica y técnico productiva recibirán una bonificación excepcional, por única vez, de S/ 950 y los administrativos del Decreto Legislativo N° 276 del sector Educación de S/ 500. Desde el 2023 se aumentará el sueldo de docentes nombrados y contratados siendo la meta que el 2026 los que están en la primera escala reciban una remuneración equivalente a una UIT; es decir, aproximadamente el doble de lo que ganan ahora. Desde el siguiente año, los administrativos recibirán 50 soles mensuales de soporte alimentario.
Nadie duda que una condición para lograr una educación de calidad es contar con buen recurso humano y bien remunerado. El anuncio presidencial apunta principalmente a la mejora económica y no tanto a la elevación de la calidad del docente. Se insiste en aumentos generales y se relega el criterio del mérito. Adicionalmente se pregunta ¿cuál será el costo de estas mejoras salariales y de ingresar a un proceso indiscriminado de nombramientos este año y los años siguientes?, ¿qué otros factores del proceso educativo serían afectados con el incremento del presupuesto de personal?, ¿serán los materiales, la capacitación, el acompañamiento, ...?
Es verdad que este año el presupuesto público de educación se incrementó en 8,3%; mayor en 0,7% respecto de lo que creció el presupuesto público total. La ejecución a fines de julio muestra que desde el 2021 las tres principales partidas genéricas del presupuesto tuvieron incrementos importantes comparados con los de los años 2019 y 2020; asimismo, que aumentaron los recursos invertidos y que, durante el 2022, porcentualmente la ejecución presupuestal de la partida Personal y Obligaciones Sociales supera a la registrada el 2019, se acerca en el caso de Bienes y Servicios, y es 5% mayor en Activos no Financieros. Lo lamentable es que en esa partida la ejecución apenas llega al 34%, muy distante del 58,2% invertido hasta julio el 2021. Las universidades solo alcanzan 22% de ejecución.
Ausencias del Mensaje Presidencial
Acerca de la educación superior, el Presidente Castillo solo hizo referencia al programa de becas y al proyecto de ley que se ha sometido a aprobación para implementar el ingreso libre a las universidades de estudiantes de familias de bajos ingresos económicos y buen rendimiento académico. El primero es encomiable para apoyar el logro de mejores niveles educativos entre un amplio sector de la población que necesita de oportunidades para una mejora personal y de su familia. El ingreso libre a las universidades necesita asegurar el presupuesto que permita contar con la infraestructura necesaria (numerosas aulas adicionales, laboratorios, talleres, máquinas, materiales e instrumentos, hardware y software licenciados, instalaciones de salud y bienestar, etc.), además del personal docente adicional para atender a la formación y que cuente con los requisitos de título y grado académico establecidos legalmente. Pero no hubo ninguna referencia a la formación profesional, la situación de la SUNEDU, el futuro de la universidad y de los posgrados. Otra ausencia notoria se relaciona con las políticas de gestión. La reglamentación de la Ley de Organización y Funciones y su implementación parecen haber ingresado a una congeladora. Tampoco se tiene mayor información sobre los progresos en cuanto a disminuir la burocracia y las consultorías. No cabe duda que la burocracia ha encontrado fórmulas para mantener, e incluso aumentar el personal. Una de ellas es no deshacerse de una plaza bajo el régimen CAS pues no podrá cubrirse; en cambio sí se puede contratar por Orden de Servicios y Bienes. Es lo que prima actualmente en el ingreso de nuevo personal a la administración.
Luego de un año, es recomendable hacer un balance de la gestión del gobierno liderado por el profesor Pedro Castillo y analizar lo que dijo en su segundo mensaje a la Nación. Entre los primeros ofrecimientos que hizo al iniciar su mandato estuvieron que la salud física y mental, el retorno a la educación presencial y la creación de fuentes de empleo serán prioridad; que la educación se declaraba en emergencia; que se promovería y valoraría la función docente, las oportunidades de acceso a la educación universitaria y técnica; y que la educación tendría el presupuesto suficiente. También anunció que antes del inicio del año escolar 2022 estarían vacunados los maestros, promotores, auxiliares y administrativos de todas las instituciones educativas, y que en las instituciones educativas se implementarían medidas de bio-seguridad, alimentación escolar, acceso a la conectividad y el fomento de la innovación. La primera infancia merecería también un esfuerzo especial.
Eran metas ambiciosas pero necesarias para una educación que sufría los impactos de una de las mayores pandemias de la historia y que llevó a que casi todas las actividades educativas de los años 2020 y 2021 se realicen bajo formas no presenciales. Como en otras ocasiones, la emergencia del sistema no pasó de ser declarativa y, sobre el retorno a la educación presencial, hay que preguntarse si se hizo en el momento necesario. A fines del 2021, menos del 20% de las escuelas y cerca del 11% de los estudiantes habían retornado a la presencialidad; porcentajes muy por debajo del promedio de América Latina, según Unicef. Dos años de cierre de las escuelas en Perú representaron 76 semanas de educación remota, el doble de lo que fue el promedio en la región que se situaba en 37. Si bien para el 2022 se dispuso el retorno a la presencialidad, puede asegurarse que en muchos casos no se produce plenamente, además que el año escolar se ve a veces interrumpido por diversas razones lo que termina menoscabando el aprendizaje de los escolares.
Encuesta sobre aprendizajes 2021 Quizá una razón por la que la reacción de las autoridades de gobierno fue tardía para el retorno a clases presenciales fue la falta de seguimiento de los impactos que iba mostrando el cierre de escuelas. En especial, las alarmas venían de los resultados de investigaciones en otros países. Es con el reciente “Estudio Virtual de Aprendizajes EVA 2021”, dado a conocer hace pocas semanas, que se tiene una idea aproximada de la magnitud del retroceso registrado en la educación básica regular. Es cierto que por ser una evaluación virtual, solo se aplicó en una muestra de estudiantes que por tener acceso a una tecnología digital podían rendir las pruebas y cuestionarios. La muestra no es representativa del universo nacional ni comparable en procedimientos con evaluaciones previas aplicadas por la UMC, pero sus resultados guardan similitud con las tendencias dadas en evaluaciones previas aplicadas en otros países de contextos similares. Asumiendo las limitaciones de esa comparabilidad, al confrontar los resultados de la ECE 2019 y la EVA Virtual 2021 se observa que el rendimiento promedio y de estudiantes con nivel satisfactorio de 2º año de secundaria disminuyó, tanto en lectura y matemática. También se advierten retrocesos al analizar los rendimientos según género y tipos de escuela.
Una pregunta que flota es: ¿qué resultados se habrían obtenido si la prueba se hubiese aplicado también a estudiantes que no pudieron rendirla? Al tener condiciones menos ventajosas para aprender, es probable que los resultados hayan sido más desalentadores y que el esfuerzo para recuperar aprendizajes sea más difícil de conseguir. Las diferencias según tipos de escuela revelan, en cierta medida, el papel que jugaron el acceso a la tecnología y la calidad de la conectividad para ofrecer un mejor servicio educativo no presencial. Los estudiantes de 2º de secundaria que logran nivel satisfactorio en lectura y matemática fue mayor en 15,9% y 18,9%, respectivamente, en las escuelas privadas que en las escuelas públicas urbanas. Del mismo modo, grandes son las diferencias entre los que asisten a escuelas públicas urbanas y rurales. Sobre todo, preocupa que solo el 7,2% y 12,7% de estudiantes alcanzó el nivel satisfactorio en las dos áreas evaluadas. Como se apreció en anteriores evaluaciones, las mujeres logran mejor rendimiento promedio en lectura y los varones en matemática.
Un mayor acceso a la tecnología hubiese sido posible si, desde principios del siglo, el país se hubiese preocupado por implementar una clara estrategia de desarrollo educativo digital. Se invirtió en tecnología, pero en proyectos mal concebidos, peor implementados y pobres resultados. La situación se agrava cuando las empresas líderes expresan que uno de cada tres trabajadores no cuenta con las habilidades digitales requeridas y que ocho de cada diez empresas tienen dificultades para cubrir vacantes digitales (“Talento Digital en el Perú 2022”. EsHoy, BID y MIDE Development).
De otro lado, los cuestionarios aplicados revelan la gravedad de los problemas socio emocionales entre los estudiantes evaluados. Nueve de cada diez no controlan sus emociones, se desalientan en el desanimo y no muestran actitud positiva; a ocho de cada diez les cuesta hacer amigos, expresar opiniones y no se esfuerzan por lograr objetivos, hacer planes, corregir errores; seis de cada diez no prestan atención en clase, estudian poco para un examen y no lo aprueban. Por suerte hay habilidades que los estudiantes valoran y les serán de enorme utilidad: seis de cada diez se sienten bien cuando cooperan, desarrollan habilidades útiles para su futuro y reúnen mucha información antes de tomar una decisión; siete de cada diez ayudan a un compañero cuando lo necesita, respetan reglas y se esfuerzan.
Son datos que deberían aprovecharse para renovación de las metodologías de enseñanza, tutoría, seguimiento y evaluación de competencias y desarrollo personal a las cuales no se les otorga la importancia necesaria. Sin embargo, son factores clave para revolucionar la enseñanza y que el docente logre que el estudiante se motive, identifique, enganche y encuentre placer en lo que aprende. La reestructuración curricular y la real renovación de las metodologías son indispensables para que los estudiantes asuman mayor protagonismo en su formación. Además, los horizontes y forma en que se plantea la reestructuración curricular adolece de una visión de largo plazo. Se necesita plantear y llevar a cabo una transformación de la educación peruana que la haga pasar de un estado de carencias de aprendizajes, a otro superior que lance a la educación a una situación de permanente cambio y mejora.
El Presidente Castillo en su reciente mensaje manifestó que la elaboración de una propuesta curricular tiene un avance del 70% y que está en marcha una consulta nacional entre docentes, directivos, estudiantes, padres de familia y comunidad en general. Lo que parece ausente son foros de reflexión más especializados que aborden cómo el currículo responderá a las demandas estratégicas del desarrollo: productividad, nuevos empleos, educación a lo largo de la vida, ciudadanía y cultura global, enseñanza efectiva de idiomas, competencias digitales universales para toda la población, desarrollo físico y psicoemocional, además de estimar los costos que implica se implementación.
El Presidente Castillo ofreció promover y valorar la profesión docente. La deuda continúa con la formación inicial que no tiene cuándo responder a un proyecto que esté a tono con las demandas actuakes y futuras de la educación. Asimismo, si bien se necesita reducir el número de docentes contratados, habría que hacerlo planificadamente, sobre todo asumiendo que el bono demográfico seguirá teniendo impactos en la reducción de la tasa de incremento de la matrícula de educación básica y, dentro de pocos años, de la demandante de educación superior. De otro lado, al demandar el currículo futuro perfiles renovados de enseñantes, no deberían adoptarse sin distinción criterios uniformes de conversión de docentes contratados a nombrados. Por ejemplo, la estrategia a seguir en la educación inicial y primaria, debería ser diferente a la de otros niveles y modalidades donde es recomendable una determinada proporción de contratados.
Para este año el Presidente ha anunciado que los docentes y auxiliares de educación básica y técnico productiva recibirán una bonificación excepcional, por única vez, de S/ 950 y los administrativos del Decreto Legislativo N° 276 del sector Educación de S/ 500. Desde el 2023 se aumentará el sueldo de docentes nombrados y contratados siendo la meta que el 2026 los que están en la primera escala reciban una remuneración equivalente a una UIT; es decir, aproximadamente el doble de lo que ganan ahora. Desde el siguiente año, los administrativos recibirán 50 soles mensuales de soporte alimentario.
Nadie duda que una condición para lograr una educación de calidad es contar con buen recurso humano y bien remunerado. El anuncio presidencial apunta principalmente a la mejora económica y no tanto a la elevación de la calidad del docente. Se insiste en aumentos generales y se relega el criterio del mérito. Adicionalmente se pregunta ¿cuál será el costo de estas mejoras salariales y de ingresar a un proceso indiscriminado de nombramientos este año y los años siguientes?, ¿qué otros factores del proceso educativo serían afectados con el incremento del presupuesto de personal?, ¿serán los materiales, la capacitación, el acompañamiento, …?
Es verdad que este año el presupuesto público de educación se incrementó en 8,3%; mayor en 0,7% respecto de lo que creció el presupuesto público total. La ejecución a fines de julio muestra que desde el 2021 las tres principales partidas genéricas del presupuesto tuvieron incrementos importantes comparados con los de los años 2019 y 2020; asimismo, que aumentaron los recursos invertidos y que, durante el 2022, porcentualmente la ejecución presupuestal de la partida Personal y Obligaciones Sociales supera a la registrada el 2019, se acerca en el caso de Bienes y Servicios, y es 5% mayor en Activos no Financieros. Lo lamentable es que en esa partida la ejecución apenas llega al 34%, muy distante del 58,2% invertido hasta julio el 2021. Las universidades solo alcanzan 22% de ejecución.
Ausencias del Mensaje Presidencial
Acerca de la educación superior, el Presidente Castillo solo hizo referencia al programa de becas y al proyecto de ley que se ha sometido a aprobación para implementar el ingreso libre a las universidades de estudiantes de familias de bajos ingresos económicos y buen rendimiento académico. El primero es encomiable para apoyar el logro de mejores niveles educativos entre un amplio sector de la población que necesita de oportunidades para una mejora personal y de su familia. El ingreso libre a las universidades necesita asegurar el presupuesto que permita contar con la infraestructura necesaria (numerosas aulas adicionales, laboratorios, talleres, máquinas, materiales e instrumentos, hardware y software licenciados, instalaciones de salud y bienestar, etc.), además del personal docente adicional para atender a la formación y que cuente con los requisitos de título y grado académico establecidos legalmente. Pero no hubo ninguna referencia a la formación profesional, la situación de la SUNEDU, el futuro de la universidad y de los posgrados. Otra ausencia notoria se relaciona con las políticas de gestión. La reglamentación de la Ley de Organización y Funciones y su implementación parecen haber ingresado a una congeladora. Tampoco se tiene mayor información sobre los progresos en cuanto a disminuir la burocracia y las consultorías. No cabe duda que la burocracia ha encontrado fórmulas para mantener, e incluso aumentar el personal. Una de ellas es no deshacerse de una plaza bajo el régimen CAS pues no podrá cubrirse; en cambio sí se puede contratar por Orden de Servicios y Bienes. Es lo que prima actualmente en el ingreso de nuevo personal a la administración.
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Asi es Roberto. Estamos en un momento incierto. Lo grave es que mientras otros paìses avanzan seguimos estancados o retrocediendo. Saludos