Jaume Sarramona, prestigiado profesor emérito de la Universidad de Barcelona nos hace llegar un interesante artículo sobre la ortografía y cómo el desarrollo de las tecnologías digitales, en especial, en los espacios de comunicación mediante las redes sociales, están afectando el buen empleo y formas de pensar no sólo en cuanto a expresiones escritas sino también las orales. Sarramona advierte algo muy importante: que la degradación de la expresión escrita y oral influye en la degradación del idioma en su conjunto.
No es un tema que exclusivamente preocupa a los educadores, también al empresariado en general. Hoy en día las empresas buscan trabajadores que sepan comunicarse con claridad, dar y recibir una orden, redactar correctamente un mensaje, analizar, realizar un informe, entender los mensajes que reciben a través de diversos formatos y contextos, etc. No poseer esas habilidades puede afectar significativamente las metas de desarrollo de la empresa.
Las tecnologías digitales son valiosas y hay que seguir insistiendo en su empleo; pero sin descuidar el desarrollo de habilidades fundamentales de comunicación, entre ellas, una buena ortografía. Como lo señala Sarramona, es con el dominio comprensivo del lenguaje que se accede a conocimientos superiores y complejos, y es mediante la expresión lingüística que se puede debatir y comunicar. Los emoticones, las abreviatura y equivalentes pueden servir para la comunicación informal pero no para el tratamiento del conocimiento científico.
La Ortografía sí es importante
Jaume Sarramona. Profesor Emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona(www.sarramona.net)
La generalización de la comunicación a través de las redes sociales ha traído, entre otras consecuencias, el abandono de las reglas formales de la escritura, en beneficio de la agilidad y rapidez en el intercambio de mensajes, eso cuando los textos no son substituidos por simples imágenes, emoticones, que quieren ser referentes de frases enteras. La resultante es un progresivo empobrecimiento de la lengua escrita, pero también de la oral, que se traduce en serias dificultades cuando llega el momento de comunicar cuestiones complejas, que requieren matices y precisan de riqueza de vocabulario. Un lenguaje rico es la manifestación clara de un pensamiento rico.
Ni que decir que el propio sistema educativo se ha visto directamente afectado por esta situación, que se enfrenta directamente al cultivo de la expresión oral y escrita siguiendo las normas ortográficas y sintácticas. Y las consecuencias no son otras que la progresiva degradación del idioma compartido que, no se olvide, se mantiene y enriquece en la medida que conserve unas normas que sean comunes. Esto justifica, por ejemplo, la existencia y tarea de las Academias de la lengua. Sin esta tarea de conservación – que no excluye progresivos cambios, dado que los idiomas son organismos vivos –, pronto se harán imposibles los documentos escritos de amplio espectro y se impondrán los idiomas imperantes en el mundo audiovisual.
Por todo ello, el sistema educativo debe redoblar sus esfuerzos por enseñar y mantener la comprensión y expresión lingüística según las normas ortográficas y sintácticas que dictan las Academias respectivas. Craso error si se decide no considerar tales normas, como ha hecho, por ejemplo, la Consejería de Educación de Catalunya en España, que determinó que en unas pruebas de evaluación aplicadas a segundo curso de la secundaria obligatoria (14-15 años) no se tuvieran en cuenta los errores ortográficos, a menos que “dificultasen seriamente la comprensión de las respuestas”. Ya se ve el inicio de una tendencia que, lógicamente, ha recibido el rechazo de los docentes más concientizados. En todo caso, el debate sobre la importancia de la Ortografía está servido.
Convendría recordar qué significa la palabra “Ortografía”. Su origen nos viene del griego, donde “orthós” significa “correcto” i “grápho” significa escritura. Por tanto, la Ortografía se preocupa de como escribir correctamente, lo cual implica tanto la utilización de los grafismos pertinentes como la aplicación de las estructuras y expresiones normativas que hagan comprensible el texto. Dicho con otras palabras, la correcta escritura incluye tanto la aplicación de signos gráficos como la construcción de frases sintácticamente correctas.
No puede servir el argumento de que en determinadas pruebas de evaluación sólo se pretende conocer el dominio de la comprensión escrita, porque comprensión y expresión van ineludiblemente unidas, y en ambas dimensiones entran las reglas ortográficas fijadas para la lengua en cuestión. ¿Acaso no se pretende que la escuela forme alumnos competentes lingüísticamente? ¿Y qué otra cosa supone la competencia lingüística que no sea la comprensión y la expresión, oral y escrita, acorde con las normas que han fijado las correspondientes Academias?
Dentro de la lógica, cabría esperar que los alumnos que han completado la escolaridad obligatoria, y más aún si han cursado estudios de bachillerato, dominen perfectamente el idioma oficial del país – y algún otro de comunicación internacional -, de modo que al acceder a los estudios superiores estén en condiciones de adentrarse en los conocimientos científicos correspondientes. Pero para garantizar tal dominio lingüístico inicial, las universidades y las mismas administraciones educativas aplican pruebas de lengua en los requisitos de acceso. Un buen ejemplo sería Dinamarca. Pero es evidente que el dominio lingüístico se advierte en todo tipo de prueba que no sea simplemente de elección múltiple o dicotómica (V-F). Entonces surge nuevamente la cuestión de cómo valorar las incorrecciones ortográficas. Y la solución de rebajar unos puntos en la calificación de la prueba cuando aparecen – como ha establecido también la Administración de Catalunya – no pueden ser la solución, porque sin el dominio correcto de la lengua no resulta posible avanzar en el conocimiento superior. Porque es mediante el dominio comprensivo del lenguaje como se accede a conocimientos superiores y complejos, y es mediante la expresión lingüística como se pueden debatir y comunicar. Los emoticones, las abreviatura y equivalentes pueden servir para la comunicación informal pero no para el tratamiento del conocimiento científico. ¿Hacen falta más aclaraciones?
Jaume Sarramona, prestigiado profesor emérito de la Universidad de Barcelona nos hace llegar un interesante artículo sobre la ortografía y cómo el desarrollo de las tecnologías digitales, en especial, en los espacios de comunicación mediante las redes sociales, están afectando el buen empleo y formas de pensar no sólo en cuanto a expresiones escritas sino también las orales. Sarramona advierte algo muy importante: que la degradación de la expresión escrita y oral influye en la degradación del idioma en su conjunto.
No es un tema que exclusivamente preocupa a los educadores, también al empresariado en general. Hoy en día las empresas buscan trabajadores que sepan comunicarse con claridad, dar y recibir una orden, redactar correctamente un mensaje, analizar, realizar un informe, entender los mensajes que reciben a través de diversos formatos y contextos, etc. No poseer esas habilidades puede afectar significativamente las metas de desarrollo de la empresa.
Las tecnologías digitales son valiosas y hay que seguir insistiendo en su empleo; pero sin descuidar el desarrollo de habilidades fundamentales de comunicación, entre ellas, una buena ortografía. Como lo señala Sarramona, es con el dominio comprensivo del lenguaje que se accede a conocimientos superiores y complejos, y es mediante la expresión lingüística que se puede debatir y comunicar. Los emoticones, las abreviatura y equivalentes pueden servir para la comunicación informal pero no para el tratamiento del conocimiento científico.
La Ortografía sí es importante
Jaume Sarramona. Profesor Emérito de la Universidad Autónoma de Barcelona(www.sarramona.net)
La generalización de la comunicación a través de las redes sociales ha traído, entre otras consecuencias, el abandono de las reglas formales de la escritura, en beneficio de la agilidad y rapidez en el intercambio de mensajes, eso cuando los textos no son substituidos por simples imágenes, emoticones, que quieren ser referentes de frases enteras. La resultante es un progresivo empobrecimiento de la lengua escrita, pero también de la oral, que se traduce en serias dificultades cuando llega el momento de comunicar cuestiones complejas, que requieren matices y precisan de riqueza de vocabulario. Un lenguaje rico es la manifestación clara de un pensamiento rico.
Ni que decir que el propio sistema educativo se ha visto directamente afectado por esta situación, que se enfrenta directamente al cultivo de la expresión oral y escrita siguiendo las normas ortográficas y sintácticas. Y las consecuencias no son otras que la progresiva degradación del idioma compartido que, no se olvide, se mantiene y enriquece en la medida que conserve unas normas que sean comunes. Esto justifica, por ejemplo, la existencia y tarea de las Academias de la lengua. Sin esta tarea de conservación – que no excluye progresivos cambios, dado que los idiomas son organismos vivos –, pronto se harán imposibles los documentos escritos de amplio espectro y se impondrán los idiomas imperantes en el mundo audiovisual.
Por todo ello, el sistema educativo debe redoblar sus esfuerzos por enseñar y mantener la comprensión y expresión lingüística según las normas ortográficas y sintácticas que dictan las Academias respectivas. Craso error si se decide no considerar tales normas, como ha hecho, por ejemplo, la Consejería de Educación de Catalunya en España, que determinó que en unas pruebas de evaluación aplicadas a segundo curso de la secundaria obligatoria (14-15 años) no se tuvieran en cuenta los errores ortográficos, a menos que “dificultasen seriamente la comprensión de las respuestas”. Ya se ve el inicio de una tendencia que, lógicamente, ha recibido el rechazo de los docentes más concientizados. En todo caso, el debate sobre la importancia de la Ortografía está servido.
Convendría recordar qué significa la palabra “Ortografía”. Su origen nos viene del griego, donde “orthós” significa “correcto” i “grápho” significa escritura. Por tanto, la Ortografía se preocupa de como escribir correctamente, lo cual implica tanto la utilización de los grafismos pertinentes como la aplicación de las estructuras y expresiones normativas que hagan comprensible el texto. Dicho con otras palabras, la correcta escritura incluye tanto la aplicación de signos gráficos como la construcción de frases sintácticamente correctas.
No puede servir el argumento de que en determinadas pruebas de evaluación sólo se pretende conocer el dominio de la comprensión escrita, porque comprensión y expresión van ineludiblemente unidas, y en ambas dimensiones entran las reglas ortográficas fijadas para la lengua en cuestión. ¿Acaso no se pretende que la escuela forme alumnos competentes lingüísticamente? ¿Y qué otra cosa supone la competencia lingüística que no sea la comprensión y la expresión, oral y escrita, acorde con las normas que han fijado las correspondientes Academias?
Dentro de la lógica, cabría esperar que los alumnos que han completado la escolaridad obligatoria, y más aún si han cursado estudios de bachillerato, dominen perfectamente el idioma oficial del país – y algún otro de comunicación internacional -, de modo que al acceder a los estudios superiores estén en condiciones de adentrarse en los conocimientos científicos correspondientes. Pero para garantizar tal dominio lingüístico inicial, las universidades y las mismas administraciones educativas aplican pruebas de lengua en los requisitos de acceso. Un buen ejemplo sería Dinamarca. Pero es evidente que el dominio lingüístico se advierte en todo tipo de prueba que no sea simplemente de elección múltiple o dicotómica (V-F). Entonces surge nuevamente la cuestión de cómo valorar las incorrecciones ortográficas. Y la solución de rebajar unos puntos en la calificación de la prueba cuando aparecen – como ha establecido también la Administración de Catalunya – no pueden ser la solución, porque sin el dominio correcto de la lengua no resulta posible avanzar en el conocimiento superior. Porque es mediante el dominio comprensivo del lenguaje como se accede a conocimientos superiores y complejos, y es mediante la expresión lingüística como se pueden debatir y comunicar. Los emoticones, las abreviatura y equivalentes pueden servir para la comunicación informal pero no para el tratamiento del conocimiento científico. ¿Hacen falta más aclaraciones?
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