La población urbana ha venido experimentando un aumento en su participación en la estructura demográfica del país. De representar en 1940 el 64,6% de la población, para el 2024 se estima que llega al 83,1%. El urbanismo tiene como su principal causa la migración de la población rural, en especial de los jóvenes que buscan mejorar sus expectativas de movilidad social y de progresar en sus condiciones de vida ya que, en el medio en que viven, son prácticamente nulas. La ciudad es la alternativa que tienen para encontrar mejores oportunidades de acceso a servicios sociales básicos, como educación y empleo. Sin embargo, el objetivo de lograr un ascenso social para la población que llega a la ciudad del entorno rural no es fácil y muy pocos logran conseguirlo. El acceso al mercado de trabajo para ellos, e inclusive para los jóvenes de sectores populares del área urbana, está prácticamente circunscrito al empleo informal con todo lo que ello supone en explotación salarial y de derechos laborales.
A la hora actual una característica del mercado laboral es el dinamismo con el que un sector crecente de empresas empieza a modernizarse tecnológicamente. Y es que esa modernización se ha convertido en un factor clave de sobrevivencia y de cambios en los perfiles de requerimientos de capital humano. La Comisión Económica para América Latina y Ayuda en Acción, en su Estudio prospectivo del empleo juvenil en América Latina: La educación y la formación para el trabajo como eje clave (Nov, 2024), advierten que el aumento de las oportunidades de educación en América Latina y las expectativas de mayor bienestar contrastan con las dificultades encontradas en las relaciones entre las escuelas y el trabajo y la situación de precariedad del empleo juvenil que amenaza empeorar.
Y es que los jóvenes peruanos, y de América Latina en general, comienzan su tránsito hacia o en el mercado de trabajo con algún tipo de desventaja, ya sea laboral, educativa o de ambos tipos. Esas desventajas se relacionan, por el lado del mercado laboral, con los bajos niveles de cobertura y suficiencia de la protección social, una altísima presencia del sector informal en la economía, la distribución desigual de la riqueza, y las brechas de acceso a derechos sociales. Por el lado de la educación, las insuficientes oportunidades de acceso y calidad de formación para los estratos más pobres de la población, la casi ausencia de preparación en la secundaria para el mundo laboral, la desactualización tecnológica de la mayoría de centros que forman técnicos y profesionales, así como la falta de coordinación entre la educación y la empresa para establecer perfiles, programas de formación y otras formas de colaboración que faciliten el acceso de los jóvenes al mercado laboral.
Adicionalmente hay que señalar que los que abandonaron la educación básica regular en el momento oportuno y se reincorporan a la educación de básica alternativa o la educación técnico arrastran las mismas falencias que muestran las evaluaciones nacionales e internacionales de aprendizaje con pocas posibilidades de ser superadas pues la calidad de la formación de la mayoría de los centros a los que asisten se caracterizan por su precaria formación. Estos factores, entre otros, marcan el deterioro del Estado de bienestar para este importante sector de población y obligan a pensar en transformar el modelo de desarrollo de los países de América Latina (CEPAL, 2022a).
Facilitar el acceso al mercado laboral requiere, como primer paso, que toda la población acceda a una educación básica completa e integral, lo que implica que sea el espacio en donde los jóvenes adquieran las competencias y actitudes que los orienten en su camino hacia una carrera técnica o profesional universitaria o hacia el mundo del trabajo. Es una finalidad que aún no ha podido lograr plenamente. Todavía faltan que asistan a ese nivel de enseñanza un 11% de los estudiantes pobres y 16% de los pobres extremos[1]. También falta que los que ya cursan la secundaria adquieran lo que necesitan para seguir aprendiendo y fortaleciendo sus capacidades de adaptación a una sociedad que muestra un dinamismo creciente de cambio. Por ello, es deseable enfatizar esfuerzos en cuatro campos:
Se necesita que las autoridades educativas empiecen a actuar. No hay tiempo que perder. No hacerlo hará que la juventud termine pagando las consecuencias.
Se recomienda leer el siguiente artículo: El futuro laboral en los próximos 5 a 10 años: la visión de dos expertas https://www.nextidea4u.com/news/65-el-futuro-laboral-en-los-proximos-5-a-10-anos-la-vision-de-dos-expertas#google_vignette
[1] Escale, Minedu. Magnitudes de la Educación, 2023.
[2] Elisa Silió. Entrevista a Félix Lozano, economista: “No podemos decir a los alumnos dónde van a tener un futuro laboral en cinco años”. Madrid – Diario El País 15 FEB 2024 - 05:30 CET
La población urbana ha venido experimentando un aumento en su participación en la estructura demográfica del país. De representar en 1940 el 64,6% de la población, para el 2024 se estima que llega al 83,1%. El urbanismo tiene como su principal causa la migración de la población rural, en especial de los jóvenes que buscan mejorar sus expectativas de movilidad social y de progresar en sus condiciones de vida ya que, en el medio en que viven, son prácticamente nulas. La ciudad es la alternativa que tienen para encontrar mejores oportunidades de acceso a servicios sociales básicos, como educación y empleo. Sin embargo, el objetivo de lograr un ascenso social para la población que llega a la ciudad del entorno rural no es fácil y muy pocos logran conseguirlo. El acceso al mercado de trabajo para ellos, e inclusive para los jóvenes de sectores populares del área urbana, está prácticamente circunscrito al empleo informal con todo lo que ello supone en explotación salarial y de derechos laborales.
A la hora actual una característica del mercado laboral es el dinamismo con el que un sector crecente de empresas empieza a modernizarse tecnológicamente. Y es que esa modernización se ha convertido en un factor clave de sobrevivencia y de cambios en los perfiles de requerimientos de capital humano. La Comisión Económica para América Latina y Ayuda en Acción, en su Estudio prospectivo del empleo juvenil en América Latina: La educación y la formación para el trabajo como eje clave (Nov, 2024), advierten que el aumento de las oportunidades de educación en América Latina y las expectativas de mayor bienestar contrastan con las dificultades encontradas en las relaciones entre las escuelas y el trabajo y la situación de precariedad del empleo juvenil que amenaza empeorar.
Y es que los jóvenes peruanos, y de América Latina en general, comienzan su tránsito hacia o en el mercado de trabajo con algún tipo de desventaja, ya sea laboral, educativa o de ambos tipos. Esas desventajas se relacionan, por el lado del mercado laboral, con los bajos niveles de cobertura y suficiencia de la protección social, una altísima presencia del sector informal en la economía, la distribución desigual de la riqueza, y las brechas de acceso a derechos sociales. Por el lado de la educación, las insuficientes oportunidades de acceso y calidad de formación para los estratos más pobres de la población, la casi ausencia de preparación en la secundaria para el mundo laboral, la desactualización tecnológica de la mayoría de centros que forman técnicos y profesionales, así como la falta de coordinación entre la educación y la empresa para establecer perfiles, programas de formación y otras formas de colaboración que faciliten el acceso de los jóvenes al mercado laboral.
Adicionalmente hay que señalar que los que abandonaron la educación básica regular en el momento oportuno y se reincorporan a la educación de básica alternativa o la educación técnico arrastran las mismas falencias que muestran las evaluaciones nacionales e internacionales de aprendizaje con pocas posibilidades de ser superadas pues la calidad de la formación de la mayoría de los centros a los que asisten se caracterizan por su precaria formación. Estos factores, entre otros, marcan el deterioro del Estado de bienestar para este importante sector de población y obligan a pensar en transformar el modelo de desarrollo de los países de América Latina (CEPAL, 2022a).
Facilitar el acceso al mercado laboral requiere, como primer paso, que toda la población acceda a una educación básica completa e integral, lo que implica que sea el espacio en donde los jóvenes adquieran las competencias y actitudes que los orienten en su camino hacia una carrera técnica o profesional universitaria o hacia el mundo del trabajo. Es una finalidad que aún no ha podido lograr plenamente. Todavía faltan que asistan a ese nivel de enseñanza un 11% de los estudiantes pobres y 16% de los pobres extremos[1]. También falta que los que ya cursan la secundaria adquieran lo que necesitan para seguir aprendiendo y fortaleciendo sus capacidades de adaptación a una sociedad que muestra un dinamismo creciente de cambio. Por ello, es deseable enfatizar esfuerzos en cuatro campos:
Se necesita que las autoridades educativas empiecen a actuar. No hay tiempo que perder. No hacerlo hará que la juventud termine pagando las consecuencias.
Se recomienda leer el siguiente artículo: El futuro laboral en los próximos 5 a 10 años: la visión de dos expertas https://www.nextidea4u.com/news/65-el-futuro-laboral-en-los-proximos-5-a-10-anos-la-vision-de-dos-expertas#google_vignette
[1] Escale, Minedu. Magnitudes de la Educación, 2023.
[2] Elisa Silió. Entrevista a Félix Lozano, economista: “No podemos decir a los alumnos dónde van a tener un futuro laboral en cinco años”. Madrid – Diario El País 15 FEB 2024 – 05:30 CET
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