Uno de los temas que ingresó al debate sobre el sistema universitario es si pueden existir universidades que solo forman o si las universidades deben también investigar. Recordemos que las finalidades de las universidades han sido tradicionalmente tres: (i) formación en disciplinas o profesiones, trasmitiendo conocimientos en el pregrado o posgrados; (ii) investigación básica y aplicada, esta última realizada mediante la generación de conocimientos en beneficio de una determinada realidad; y (ii) proyección social, en sus dimensiones dirigidas hacia el entorno social, empresarial y político y a poner, de modo adecuado a disposición de la sociedad, lo avanzado de la ciencia y los hallazgos culturales. Cabe indicar que también hay demandas del entorno hacia la universidad. La investigación y la proyección social son las funciones menos ejecutadas. En especial, la investigación para el desarrollo científico tecnológico, es la que menos realiza la mayoría de los centros universitarios.
En el mundo actual, las universidades no deberían descuidar el cumplimiento de esas dos funciones. Hacer más investigación científica, de impacto y proyectarla socialmente, es lo que marca la diferencia entre las universidades más exitosas del mundo desarrollado y las del medio latinoamericano, salvo muy pocas excepciones. Por otro lado, es difícil imaginar una formación que no este ligada a la generación de conocimiento pues es la mejor manera de que los futuros profesionales tengan capacidades para ejercer mejor sus funciones y participar imaginativa y creativamente en el estudio y solución de problemas. En tercer lugar, está comprobado que si las funciones de investigación y bienestar se cumplen con cierta regularidad existe mayor garantía que la calidad de la formación eleve su estándar, además de generar una fuerte complementariedad entre el mundo científico-académico y la sociedad. Los cursos de posgrado ayudarían a reforzar, elevar y actualizar la formación académica y profesional.
Enfrentar los cuellos de botella
La investigación para el desarrollo y la innovación y la proyección social tuvieron siempre una insuficiente prioridad en la asignación de recursos de las universidades. Por esta razón, el gasto en investigación, desarrollo e innovación (I+D+I), respecto del PIB, es en el Perú uno de los más bajos de América Latina y el Caribe: 0.13%. Es casi 22 veces menos de lo invertido en Estados Unidos, 19 veces menos que el promedio en los países de la Unión Europea y 16 veces menos que China. El promedio de inversión en la Región es de 0.67, siendo Brasil y Argentina los países que mayor porcentaje destinan a este rubro. Ellos invierten nueve y siete veces más que Perú, respectivamente. De otro lado, según el CONCYTEC, Perú invertía el 2015 el 16.1% de sus presupuestos para investigación en desarrollo tecnológico mientras en América Latina el promedio era 60% y en los países de mayor desarrollo 70%. La situación en el país no habría cambiado, mas bien, las inversiones en I+D+I se dificultan al advertirse que el presupuesto del Tesoro Público para las universidades estatales va disminuyendo año tras año. La política financiera trata, más bien, forzar el aumento de sus capacidades para captar recursos por cuenta propia.
Salidas al problema de financiamiento existen pero urge que las universidades sepan aprovecharlas y mejorar sustantivamente el diálogo y cooperación con la empresa y otros sectores públicos. Experiencias aprovechables hay muchas. Una es la organización de fondos rotatorios, con participación del Estado, la empresa privada y el apoyo de la cooperación internacional para facilitar la realización de posgrados en universidades líderes. Otra es la que ofrecen algunas universidades privadas peruanas -las pocas que más investigan-. Ellas tienen una política de captación de recursos para la investigación que reinvierten solo en investigación. Igualmente, es esencial que exista un plan de formación para I+D+I en donde se establezcan las prioridades y estrategias de impulso a la investigación, las que deben incluir, además del financiamiento, la formación de investigadores, la potenciación de los posgrados en las áreas científicas, estímulos para retener a los mejores talentos en el país, el fortalecimiento de las relaciones con la cooperación internacional y horizontal y políticas que promuevan que en el sistema educativo se adopte la decisión de empezar la formación de capacidades como las de descubrimiento, invención y programación, muy ligadas a la investigación, desde edades muy tempranas.
Formar investigadores, en especial para los posgrados, es tan urgente como el financiamiento, además que es una condición para captar y aprovechar los recursos que se consigan. Un dato es dramáticamente revelador: en Perú, por cada cinco mil miembros de la PEA hay un investigador; en cambio, en Chile esa relación es 1,4 por cada mil, en Brasil 2,5 y en los países de la OCDE tres investigadores (Sánchez, W., CONCYTEC). La meta debería ser que el 100% del profesorado del sistema educativo tenga capacidad de transferir capacidades de investigación a quienes forma; de lo contrario, los contenidos del currículo que tengan que ver con dotar de capacidades investigación solo se quedarán en lo teórico, siendo el perjudicado el futuro profesional. Si las universidades no persisten y son exigentes en que su profesorado cuente con esas capacidades, no podrán aspirar a estándares mayores de calidad, a una mayor participación en el esfuerzo de investigación nacional que el que ahora tienen, ni a un mayor desarrollo de tecnológico para su inserción en el mundo cada vez más digitalizado. El Estado y el sector privado tienen que unirse en este esfuerzo. Es necesario fortalecer los programas de becas y crédito educativo; evaluar si se potencia el Pronabec o se diseña un nuevo mecanismo más eficiente; contar con políticas mas precisas y efectivas de retención y retorno de investigadores peruanos calificados.
Se advierte que la formación de capacidades de investigación surge en un momento difícil para las universidades. Los costos del tránsito de aquellas con modelos de funcionamiento predominantemente analógico al digital serán altos y si no hay los recursos suficientes y bien invertidos, les será difícil subsistir y enfrentar a las nuevas ofertas de estudios superiores que se organizan utilizando diversas herramientas digitales. El fortalecimiento de las relaciones, por ahora muy pobres de la mayoría de las universidades, con las empresas, los sectores públicos y la cooperación para el emprendimiento de proyectos científico-tecnológicos es clave. Por un lado, las universidades fortalecerían el cumplimiento de sus finalidades e incrementarían su financiamiento y, por otro, las empresas tendrían el soporte académico que las mantenga actualizadas, innovando y haciendo más competitivos y eficientes sus procesos.
La gobernanza e institucionalidad de la I+D+I es otro gran desafío. En el Perú existe el CONCYTEC y recientemente, con la Ley Orgánica de Educación, se ha creado el Viceministerio de Educación Superior. La pregunta es si esa organización es la más pertinente o si deberían explorarse otras alternativas. La experiencia de varios países de la Región con la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación no es tan alentadora. En Colombia nació mal financiado y arrastra las prácticas burocráticas de una administración que había demostrado ineficiencia. Una de sus finalidades, lograr la verdadera y efectiva articulación entre el sector académico, empresarial, gubernamental y la sociedad civil, no es posible mientras la mayoría de las universidades se resistan a abrirse a la actividad investigadora (Wassetrman, M. 2021). Manuel Burga (2022), al referirse al proyecto de creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación en el país se pregunta si el mismo debe crearse sin las universidades. Considera que si bien se está en buen camino, en esta nueva institucionalidad tendría que considerarse la necesidad de reunir y potenciar en una institución a la enseñanza superior con la investigación y la innovación.
Temas para la agenda de I+D+I en las universidades
En sus esfuerzos de investigación la universidad peruana está llamada a satisfacer dos tipos de necesidades: las que vienen del entorno social y económico y las propias del desarrollo de la educación superior y las del sistema educativo en general.
Demandas que vienen del entorno socio económico. Importantes por el aporte que la investigación universitaria puede hacer al desarrollo nacional , a que el país reduzca su carácter de exportador de materias primas e implementar objetivos nacionales expresados en los planes como el de Competitividad y Productividad, Medio Ambiente, Proyecto Educativo Nacional... Pero también es importante porque ser fuente de financiamiento para hacer investigación vinculada a su mejora interna y de la educación en general, ayudando a definir las vías y estrategias que más convengan.
Los campos en los que la investigación debe impulsarse son amplios. Uno primero concierne a las salidas a los problemas sociales estructurales, como son atacar los factores de pobreza y desigualdades (territoriales, de género, acceso a servicios básicos, a la conectividad y las tecnologías digitales. Igualmente apoyar con investigaciones el cumplimiento de los objetivos de los ODS. El segundo campo es el de la transición demográfica, de la estructura poblacional y el aumento de las migraciones internas e internacionales. ¿Cuáles serán los impactos y medidas a tomar frente a esas tendencias?. El tercer campo es el económico, que cubre varios frentes: la modernización tecnológica de los procesos productivos y las implicancias de la robotización, inteligencia artificial, los big data, cuarta revolución industrial; la adaptación a los escenarios que surgen de profundizar la globalización. Este campo repercute en la transformación de las estructuras de empleo, las demandas de calificación de la PEA y la urgencia de incrementar la ocupación formal. Un último campo es la gobernanza y gestión pública y privada. Hay desafíos pendientes de mejora de la regionalización, el acondicionamiento del territorio, los servicios a la población, el sistema democrático y del ejercicio ciudadano, entre otros.
Demandas que trae la transformación del sistema educativo para su adaptación al cambio. La universidad está obligada a conducir su proceso de transformación, así como tener más protagonismo en el diseño y monitoreo de las reformas clave que la educación en general debe experimentar. Un primer campo de contribución es de balance de tres años de pandemia en cuanto sus impactos en la oferta y demanda, en lo pedagógico y lo socioemocional; las repercusiones de la pérdida de aprendizajes por el cierre de locales escolares en el rendimiento de quienes ingresarán a la educación superior; el futuro de la educación privada; los modelos híbridos con mayor o menor intensidad tecnológica. Igualmente explorar las perspectivas de la educación superior. Las estrategias de internacionalización y de movilidad internacional de estudiantes y docentes; los impactos del bono demográfico en la oferta, de los cursos cortos y los nuevos ofertantes que emplean intensamente las tecnologías digitales; retomar el valor e incrementar la formación técnica profesional; impulsar posgrados de calidad, con énfasis en la formación científica; calificar a los docentes en investigación, en destrezas para el manejo académico de las tecnologías digitales. Un tercer campo es el de las competencias básicas y para la vida ofertadas para toda la población en el marco de una educación a lo largo de la existencia de las personas; el replanteo del currículum y sus estrategias de implementación, certificación y evaluación teniendo en cuenta los modelos híbridos que se implementen, así como estándares de equivalencia internacional para la formación. Un cuarto campo es el de la docencia y la adaptación y reforma de la formación inicial y en servicio a los nuevos tiempos; la carrera docente y la presencia de otros profesionales; la renovación del cuerpo docente y políticas de bienestar frente a las tendencias de retiro por jubilación y otras razones.
Gobernanza, descentralización, financiamiento son temas de larga data que requieren seguir investigándose. ¿Cómo se gestionarán y financiarán las ofertas de educación a lo largo de la vida que implican triplicar la actual cobertura del sistema?, ¿cómo abordar la modernización tecnológica de la administración en todas sus instancias y la rendición de cuentas? ¿Cómo dar más eficiencia a la calidad de ejecución del gasto y la descentralización y autonomía de las instituciones educativas?. El quinto es el de los recursos necesarios para los modelos híbridos: los materiales educativos metamedia -digitales, personalizados, conectados, conducentes al hiperaprendizaje-; el rol de herramientas como el YouTube, los Videojuegos, los cursos fuera de la escuela; la mejora de las plataformas; y mientras no se generalice la conectividad y el acceso a las tecnologías para los más pobres, como mejorar la educación a distancia usando medios como la televisión y la radio.
Este informe puede verse en: https://educared.fundaciontelefonica.com.pe/desafios/universidades-que-solo-forman-o-tambien-investigan/
Uno de los temas que ingresó al debate sobre el sistema universitario es si pueden existir universidades que solo forman o si las universidades deben también investigar. Recordemos que las finalidades de las universidades han sido tradicionalmente tres: (i) formación en disciplinas o profesiones, trasmitiendo conocimientos en el pregrado o posgrados; (ii) investigación básica y aplicada, esta última realizada mediante la generación de conocimientos en beneficio de una determinada realidad; y (ii) proyección social, en sus dimensiones dirigidas hacia el entorno social, empresarial y político y a poner, de modo adecuado a disposición de la sociedad, lo avanzado de la ciencia y los hallazgos culturales. Cabe indicar que también hay demandas del entorno hacia la universidad. La investigación y la proyección social son las funciones menos ejecutadas. En especial, la investigación para el desarrollo científico tecnológico, es la que menos realiza la mayoría de los centros universitarios.
En el mundo actual, las universidades no deberían descuidar el cumplimiento de esas dos funciones. Hacer más investigación científica, de impacto y proyectarla socialmente, es lo que marca la diferencia entre las universidades más exitosas del mundo desarrollado y las del medio latinoamericano, salvo muy pocas excepciones. Por otro lado, es difícil imaginar una formación que no este ligada a la generación de conocimiento pues es la mejor manera de que los futuros profesionales tengan capacidades para ejercer mejor sus funciones y participar imaginativa y creativamente en el estudio y solución de problemas. En tercer lugar, está comprobado que si las funciones de investigación y bienestar se cumplen con cierta regularidad existe mayor garantía que la calidad de la formación eleve su estándar, además de generar una fuerte complementariedad entre el mundo científico-académico y la sociedad. Los cursos de posgrado ayudarían a reforzar, elevar y actualizar la formación académica y profesional.
Enfrentar los cuellos de botella
La investigación para el desarrollo y la innovación y la proyección social tuvieron siempre una insuficiente prioridad en la asignación de recursos de las universidades. Por esta razón, el gasto en investigación, desarrollo e innovación (I+D+I), respecto del PIB, es en el Perú uno de los más bajos de América Latina y el Caribe: 0.13%. Es casi 22 veces menos de lo invertido en Estados Unidos, 19 veces menos que el promedio en los países de la Unión Europea y 16 veces menos que China. El promedio de inversión en la Región es de 0.67, siendo Brasil y Argentina los países que mayor porcentaje destinan a este rubro. Ellos invierten nueve y siete veces más que Perú, respectivamente. De otro lado, según el CONCYTEC, Perú invertía el 2015 el 16.1% de sus presupuestos para investigación en desarrollo tecnológico mientras en América Latina el promedio era 60% y en los países de mayor desarrollo 70%. La situación en el país no habría cambiado, mas bien, las inversiones en I+D+I se dificultan al advertirse que el presupuesto del Tesoro Público para las universidades estatales va disminuyendo año tras año. La política financiera trata, más bien, forzar el aumento de sus capacidades para captar recursos por cuenta propia.
Salidas al problema de financiamiento existen pero urge que las universidades sepan aprovecharlas y mejorar sustantivamente el diálogo y cooperación con la empresa y otros sectores públicos. Experiencias aprovechables hay muchas. Una es la organización de fondos rotatorios, con participación del Estado, la empresa privada y el apoyo de la cooperación internacional para facilitar la realización de posgrados en universidades líderes. Otra es la que ofrecen algunas universidades privadas peruanas -las pocas que más investigan-. Ellas tienen una política de captación de recursos para la investigación que reinvierten solo en investigación. Igualmente, es esencial que exista un plan de formación para I+D+I en donde se establezcan las prioridades y estrategias de impulso a la investigación, las que deben incluir, además del financiamiento, la formación de investigadores, la potenciación de los posgrados en las áreas científicas, estímulos para retener a los mejores talentos en el país, el fortalecimiento de las relaciones con la cooperación internacional y horizontal y políticas que promuevan que en el sistema educativo se adopte la decisión de empezar la formación de capacidades como las de descubrimiento, invención y programación, muy ligadas a la investigación, desde edades muy tempranas.
Formar investigadores, en especial para los posgrados, es tan urgente como el financiamiento, además que es una condición para captar y aprovechar los recursos que se consigan. Un dato es dramáticamente revelador: en Perú, por cada cinco mil miembros de la PEA hay un investigador; en cambio, en Chile esa relación es 1,4 por cada mil, en Brasil 2,5 y en los países de la OCDE tres investigadores (Sánchez, W., CONCYTEC). La meta debería ser que el 100% del profesorado del sistema educativo tenga capacidad de transferir capacidades de investigación a quienes forma; de lo contrario, los contenidos del currículo que tengan que ver con dotar de capacidades investigación solo se quedarán en lo teórico, siendo el perjudicado el futuro profesional. Si las universidades no persisten y son exigentes en que su profesorado cuente con esas capacidades, no podrán aspirar a estándares mayores de calidad, a una mayor participación en el esfuerzo de investigación nacional que el que ahora tienen, ni a un mayor desarrollo de tecnológico para su inserción en el mundo cada vez más digitalizado. El Estado y el sector privado tienen que unirse en este esfuerzo. Es necesario fortalecer los programas de becas y crédito educativo; evaluar si se potencia el Pronabec o se diseña un nuevo mecanismo más eficiente; contar con políticas mas precisas y efectivas de retención y retorno de investigadores peruanos calificados.
Se advierte que la formación de capacidades de investigación surge en un momento difícil para las universidades. Los costos del tránsito de aquellas con modelos de funcionamiento predominantemente analógico al digital serán altos y si no hay los recursos suficientes y bien invertidos, les será difícil subsistir y enfrentar a las nuevas ofertas de estudios superiores que se organizan utilizando diversas herramientas digitales. El fortalecimiento de las relaciones, por ahora muy pobres de la mayoría de las universidades, con las empresas, los sectores públicos y la cooperación para el emprendimiento de proyectos científico-tecnológicos es clave. Por un lado, las universidades fortalecerían el cumplimiento de sus finalidades e incrementarían su financiamiento y, por otro, las empresas tendrían el soporte académico que las mantenga actualizadas, innovando y haciendo más competitivos y eficientes sus procesos.
La gobernanza e institucionalidad de la I+D+I es otro gran desafío. En el Perú existe el CONCYTEC y recientemente, con la Ley Orgánica de Educación, se ha creado el Viceministerio de Educación Superior. La pregunta es si esa organización es la más pertinente o si deberían explorarse otras alternativas. La experiencia de varios países de la Región con la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación no es tan alentadora. En Colombia nació mal financiado y arrastra las prácticas burocráticas de una administración que había demostrado ineficiencia. Una de sus finalidades, lograr la verdadera y efectiva articulación entre el sector académico, empresarial, gubernamental y la sociedad civil, no es posible mientras la mayoría de las universidades se resistan a abrirse a la actividad investigadora (Wassetrman, M. 2021). Manuel Burga (2022), al referirse al proyecto de creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación en el país se pregunta si el mismo debe crearse sin las universidades. Considera que si bien se está en buen camino, en esta nueva institucionalidad tendría que considerarse la necesidad de reunir y potenciar en una institución a la enseñanza superior con la investigación y la innovación.
Temas para la agenda de I+D+I en las universidades
En sus esfuerzos de investigación la universidad peruana está llamada a satisfacer dos tipos de necesidades: las que vienen del entorno social y económico y las propias del desarrollo de la educación superior y las del sistema educativo en general.
Demandas que vienen del entorno socio económico. Importantes por el aporte que la investigación universitaria puede hacer al desarrollo nacional , a que el país reduzca su carácter de exportador de materias primas e implementar objetivos nacionales expresados en los planes como el de Competitividad y Productividad, Medio Ambiente, Proyecto Educativo Nacional… Pero también es importante porque ser fuente de financiamiento para hacer investigación vinculada a su mejora interna y de la educación en general, ayudando a definir las vías y estrategias que más convengan.
Los campos en los que la investigación debe impulsarse son amplios. Uno primero concierne a las salidas a los problemas sociales estructurales, como son atacar los factores de pobreza y desigualdades (territoriales, de género, acceso a servicios básicos, a la conectividad y las tecnologías digitales. Igualmente apoyar con investigaciones el cumplimiento de los objetivos de los ODS. El segundo campo es el de la transición demográfica, de la estructura poblacional y el aumento de las migraciones internas e internacionales. ¿Cuáles serán los impactos y medidas a tomar frente a esas tendencias?. El tercer campo es el económico, que cubre varios frentes: la modernización tecnológica de los procesos productivos y las implicancias de la robotización, inteligencia artificial, los big data, cuarta revolución industrial; la adaptación a los escenarios que surgen de profundizar la globalización. Este campo repercute en la transformación de las estructuras de empleo, las demandas de calificación de la PEA y la urgencia de incrementar la ocupación formal. Un último campo es la gobernanza y gestión pública y privada. Hay desafíos pendientes de mejora de la regionalización, el acondicionamiento del territorio, los servicios a la población, el sistema democrático y del ejercicio ciudadano, entre otros.
Demandas que trae la transformación del sistema educativo para su adaptación al cambio. La universidad está obligada a conducir su proceso de transformación, así como tener más protagonismo en el diseño y monitoreo de las reformas clave que la educación en general debe experimentar. Un primer campo de contribución es de balance de tres años de pandemia en cuanto sus impactos en la oferta y demanda, en lo pedagógico y lo socioemocional; las repercusiones de la pérdida de aprendizajes por el cierre de locales escolares en el rendimiento de quienes ingresarán a la educación superior; el futuro de la educación privada; los modelos híbridos con mayor o menor intensidad tecnológica. Igualmente explorar las perspectivas de la educación superior. Las estrategias de internacionalización y de movilidad internacional de estudiantes y docentes; los impactos del bono demográfico en la oferta, de los cursos cortos y los nuevos ofertantes que emplean intensamente las tecnologías digitales; retomar el valor e incrementar la formación técnica profesional; impulsar posgrados de calidad, con énfasis en la formación científica; calificar a los docentes en investigación, en destrezas para el manejo académico de las tecnologías digitales. Un tercer campo es el de las competencias básicas y para la vida ofertadas para toda la población en el marco de una educación a lo largo de la existencia de las personas; el replanteo del currículum y sus estrategias de implementación, certificación y evaluación teniendo en cuenta los modelos híbridos que se implementen, así como estándares de equivalencia internacional para la formación. Un cuarto campo es el de la docencia y la adaptación y reforma de la formación inicial y en servicio a los nuevos tiempos; la carrera docente y la presencia de otros profesionales; la renovación del cuerpo docente y políticas de bienestar frente a las tendencias de retiro por jubilación y otras razones.
Gobernanza, descentralización, financiamiento son temas de larga data que requieren seguir investigándose. ¿Cómo se gestionarán y financiarán las ofertas de educación a lo largo de la vida que implican triplicar la actual cobertura del sistema?, ¿cómo abordar la modernización tecnológica de la administración en todas sus instancias y la rendición de cuentas? ¿Cómo dar más eficiencia a la calidad de ejecución del gasto y la descentralización y autonomía de las instituciones educativas?. El quinto es el de los recursos necesarios para los modelos híbridos: los materiales educativos metamedia -digitales, personalizados, conectados, conducentes al hiperaprendizaje-; el rol de herramientas como el YouTube, los Videojuegos, los cursos fuera de la escuela; la mejora de las plataformas; y mientras no se generalice la conectividad y el acceso a las tecnologías para los más pobres, como mejorar la educación a distancia usando medios como la televisión y la radio.
Este informe puede verse en: https://educared.fundaciontelefonica.com.pe/desafios/universidades-que-solo-forman-o-tambien-investigan/
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