El 19 de junio del 2021 el gobierno del Presidente Francisco Sagasti promulgó la Ley de Organización y Funciones del Ministerio de Educación (LOF). En su momento, Ricardo Cuenca, ministro de Educación de aquel entonces, declaraba que la Ley trata de ordenar la educación en dos Viceministerios -de Educación Básica y Educación Superior- buscando fortalecer la rectoría del sector. Asimismo, procura que los gobiernos regionales, los municipios provinciales y locales, así como las instancias de gestión educativa sean igualmente beneficiados permitiéndoles realizar una mejor coordinación y un trabajo conjunto con el Poder Ejecutivo.
Posiblemente la necesidad de atender con prioridad las urgencias derivadas del enfrentamiento de la COVID-19 hicieron que la reglamentación de la LOF se vaya postergando. Lo que hoy circula es un documento de trabajo cuyo contenido está en consulta para contar posiblemente con una norma que establezca la nueva organización de la Sede Central del Ministerio. Es urgente reorganizar el Ministerio, pues en la medida en que no se cuente con una buena gestión será más difícil resolver los problemas que hoy se enfrentan.
Cabe destacar que la LOF aprobada no entra en detalles específicos de la organización los cuales formarán parte de la reglamentación correspondiente. Lo que establece principalmente son las competencias y funciones generales y compartidas del Ministerio de Educación, los grandes bloques de organización de la alta dirección con especificación de las funciones de los Viceministerios, Secretaria General, los órganos consultivos, de control institucional, defensa jurídica, administración interna y línea.
La reglamentación es una herramienta clave para el éxito futuro de la gestión, por lo que es indispensable acertar en los criterios de organización, roles y estructuras que se adopten. De ello dependerán las posibilidades de lograr un mejor enfrentamiento de los problemas mayores de la gestión sectorial e identificar las reformas necesarias para hacer frente a los principales desafíos que se vienen en los años siguientes.
Problemas mayores de la gestión sectorial
Es absolutamente crucial que la formulación del reglamento de la LOF parta de una correcta identificación de los problemas mayores de la gestión, sus causas y consecuencias si se quiere que sea más eficiente y efectiva en la solución de los graves problemas y desafíos de la educación nacional. INIDEN propone tener en cuenta algunos de los principales, como los que se describen a continuación:
Actualmente la gestión pedagógica responde a un doble criterio de organización: hay direcciones asociadas a los niveles de enseñanza y otras que atienden áreas funcionales consideradas estratégicas; entre ellas las de Tecnologías Educativas, Tutoría y Orientación Educativa, Supervisión y Documentación, Educación Comunitaria y Ambiental, Educación Intercultural Bilingüe y Rural, etc. La propuesta de reglamento de la LOF propone un cambio sustantivo de los criterios de organización apostando únicamente por el criterio funcional, pero mayormente con unidades diferentes a las que ahora existen. Hace algún tiempo se intentó una reorganización del Ministerio usando similares criterios, lo que no funcionó. Una limitante es que un proyecto de reorganización que plantea cambios radicales requiere personal especializado en esos campos, por lo que habrá que evaluar si se cuenta con ellos o qué parte del personal actual podría realizar esa reconversión de funciones. Otras limitantes son que se trata de un cambio que demanda nuevos procedimientos de trabajo y, sobre todo, mucha estabilidad de gestión, lo que por ahora no es una característica que nos ha venido acompañando.
La pregunta, en este caso, es si el proyecto de reglamento resuelve o atenúa los problemas de centralismo, escasa autonomía regional y local, y si reduce la burocracia en la Sede Central. Lo recomendable es efectuar una revisión de los módulos de personal que ahora rigen para las instancias de gestión central, regional y local, así como los que se dan en la práctica. Destaques, reasignaciones, contratos temporales y otros procedimientos de administración de personal terminan distorsionando los criterios de asignación, lo que produce un desbalance que merecería corregirse. No debe olvidarse que una mala distribución de funciones es generalmente el orígen de ineficiencia, baja productividad y pobres resultados.
Lo que sugieren estos comentarios es la necesidad que la estructura de organización de la Sede Central consideren los equipos necesarios para atender con eficiencia estas demandas. Lamentablemente los avances en cuanto a digitalización de la gestión educativa no avanzaron al ritmo deseado; tampoco la ejecución de programas que tengan como objetivo la calificación de equipos técnicos de excelencia. Son políticas que deberían ser fortalecidas prontamente y ampliarse en cobertura para beneficiar a las regiones, Ugeles e instituciones educativas. En el recuerdo quedó el único esfuerzo de formación de cuadros para la gestión educativa realizado en la década del setenta del siglo pasado, cuando aproximadamente doscientos funcionarios de la administración central, regional y local (incluidos directivos de centros educativos) fueron a prepararse en reconocidos centros de formación de América Latina, Estados Unidos y Europa.
Reformas necesarias frente a nuevos desafíos
Superar la crisis originada por la COVID-19 condujo al Perú al cierre de sus instituciones educativas de educación básica y superior durante dos años. La experiencia dejó para el país muchos aprendizajes a la vez que enormes retos para el corto y el largo plazo. Afrontarlos demanda mucha creatividad, una óptima capacidad de gestión, financiamiento adecuado y una visión de futuro respecto del camino que conviene seguir. De inmediato es una prioridad conducir al sistema educativo hacia modelos de retorno a la presencialidad o semi-presencialidad muy realistas en cuanto a factibilidad de implementación y resultados esperados para no generar excesos de confianza y expectativas. No será una tarea fácil pues muchos de los indicadores clave de desarrollo de la educación sufrieron un deterioro significativo en los dos últimos años. El rezago y el abandono escolar aumentaron, las metas de aprendizaje estuvieron lejos de cumplirse, la población terminó convencida de la necesidad de la educación presencial ante las limitaciones que fue mostrando la educación a distancia y el financiamiento para los próximos años no será fácil incrementarlo. No es que la educación a distancia deba ser descartada; lo que requiere es que sea bien organizada, con los recursos tecnológicos, conectividad y presupuestos adecuados. Es la razón por la que es urgente que la reestructuración administrativa piense las formas de adecuar las estructuras y funcionamiento de la educación presencial y no presencial a un escenario que será de cambios acelerados, de actuación en una sociedad crecientemente digitalizada y que requiere que sus aportaciones se produzcan a una velocidad mayor -o cuando menos similar- a la que experimentan los cambios sociales. Esos deberían ser referentes al momento de pensar en una organización no diseñada para lo inmediato sino pensando en lo que se enfrentará en el futuro.
Los cambios que experimentará la sociedad sugieren que el sistema educativo revise los alcances de sus principales políticas. En la perspectiva de futuro, algunas que no deberían dejar de trabajarse lo más pronto posible se describen a continuación:
El 19 de junio del 2021 el gobierno del Presidente Francisco Sagasti promulgó la Ley de Organización y Funciones del Ministerio de Educación (LOF). En su momento, Ricardo Cuenca, ministro de Educación de aquel entonces, declaraba que la Ley trata de ordenar la educación en dos Viceministerios -de Educación Básica y Educación Superior- buscando fortalecer la rectoría del sector. Asimismo, procura que los gobiernos regionales, los municipios provinciales y locales, así como las instancias de gestión educativa sean igualmente beneficiados permitiéndoles realizar una mejor coordinación y un trabajo conjunto con el Poder Ejecutivo.
Posiblemente la necesidad de atender con prioridad las urgencias derivadas del enfrentamiento de la COVID-19 hicieron que la reglamentación de la LOF se vaya postergando. Lo que hoy circula es un documento de trabajo cuyo contenido está en consulta para contar posiblemente con una norma que establezca la nueva organización de la Sede Central del Ministerio. Es urgente reorganizar el Ministerio, pues en la medida en que no se cuente con una buena gestión será más difícil resolver los problemas que hoy se enfrentan.
Cabe destacar que la LOF aprobada no entra en detalles específicos de la organización los cuales formarán parte de la reglamentación correspondiente. Lo que establece principalmente son las competencias y funciones generales y compartidas del Ministerio de Educación, los grandes bloques de organización de la alta dirección con especificación de las funciones de los Viceministerios, Secretaria General, los órganos consultivos, de control institucional, defensa jurídica, administración interna y línea.
La reglamentación es una herramienta clave para el éxito futuro de la gestión, por lo que es indispensable acertar en los criterios de organización, roles y estructuras que se adopten. De ello dependerán las posibilidades de lograr un mejor enfrentamiento de los problemas mayores de la gestión sectorial e identificar las reformas necesarias para hacer frente a los principales desafíos que se vienen en los años siguientes.
Problemas mayores de la gestión sectorial
Es absolutamente crucial que la formulación del reglamento de la LOF parta de una correcta identificación de los problemas mayores de la gestión, sus causas y consecuencias si se quiere que sea más eficiente y efectiva en la solución de los graves problemas y desafíos de la educación nacional. INIDEN propone tener en cuenta algunos de los principales, como los que se describen a continuación:
Actualmente la gestión pedagógica responde a un doble criterio de organización: hay direcciones asociadas a los niveles de enseñanza y otras que atienden áreas funcionales consideradas estratégicas; entre ellas las de Tecnologías Educativas, Tutoría y Orientación Educativa, Supervisión y Documentación, Educación Comunitaria y Ambiental, Educación Intercultural Bilingüe y Rural, etc. La propuesta de reglamento de la LOF propone un cambio sustantivo de los criterios de organización apostando únicamente por el criterio funcional, pero mayormente con unidades diferentes a las que ahora existen. Hace algún tiempo se intentó una reorganización del Ministerio usando similares criterios, lo que no funcionó. Una limitante es que un proyecto de reorganización que plantea cambios radicales requiere personal especializado en esos campos, por lo que habrá que evaluar si se cuenta con ellos o qué parte del personal actual podría realizar esa reconversión de funciones. Otras limitantes son que se trata de un cambio que demanda nuevos procedimientos de trabajo y, sobre todo, mucha estabilidad de gestión, lo que por ahora no es una característica que nos ha venido acompañando.
La pregunta, en este caso, es si el proyecto de reglamento resuelve o atenúa los problemas de centralismo, escasa autonomía regional y local, y si reduce la burocracia en la Sede Central. Lo recomendable es efectuar una revisión de los módulos de personal que ahora rigen para las instancias de gestión central, regional y local, así como los que se dan en la práctica. Destaques, reasignaciones, contratos temporales y otros procedimientos de administración de personal terminan distorsionando los criterios de asignación, lo que produce un desbalance que merecería corregirse. No debe olvidarse que una mala distribución de funciones es generalmente el orígen de ineficiencia, baja productividad y pobres resultados.
Lo que sugieren estos comentarios es la necesidad que la estructura de organización de la Sede Central consideren los equipos necesarios para atender con eficiencia estas demandas. Lamentablemente los avances en cuanto a digitalización de la gestión educativa no avanzaron al ritmo deseado; tampoco la ejecución de programas que tengan como objetivo la calificación de equipos técnicos de excelencia. Son políticas que deberían ser fortalecidas prontamente y ampliarse en cobertura para beneficiar a las regiones, Ugeles e instituciones educativas. En el recuerdo quedó el único esfuerzo de formación de cuadros para la gestión educativa realizado en la década del setenta del siglo pasado, cuando aproximadamente doscientos funcionarios de la administración central, regional y local (incluidos directivos de centros educativos) fueron a prepararse en reconocidos centros de formación de América Latina, Estados Unidos y Europa.
Reformas necesarias frente a nuevos desafíos
Superar la crisis originada por la COVID-19 condujo al Perú al cierre de sus instituciones educativas de educación básica y superior durante dos años. La experiencia dejó para el país muchos aprendizajes a la vez que enormes retos para el corto y el largo plazo. Afrontarlos demanda mucha creatividad, una óptima capacidad de gestión, financiamiento adecuado y una visión de futuro respecto del camino que conviene seguir. De inmediato es una prioridad conducir al sistema educativo hacia modelos de retorno a la presencialidad o semi-presencialidad muy realistas en cuanto a factibilidad de implementación y resultados esperados para no generar excesos de confianza y expectativas. No será una tarea fácil pues muchos de los indicadores clave de desarrollo de la educación sufrieron un deterioro significativo en los dos últimos años. El rezago y el abandono escolar aumentaron, las metas de aprendizaje estuvieron lejos de cumplirse, la población terminó convencida de la necesidad de la educación presencial ante las limitaciones que fue mostrando la educación a distancia y el financiamiento para los próximos años no será fácil incrementarlo. No es que la educación a distancia deba ser descartada; lo que requiere es que sea bien organizada, con los recursos tecnológicos, conectividad y presupuestos adecuados. Es la razón por la que es urgente que la reestructuración administrativa piense las formas de adecuar las estructuras y funcionamiento de la educación presencial y no presencial a un escenario que será de cambios acelerados, de actuación en una sociedad crecientemente digitalizada y que requiere que sus aportaciones se produzcan a una velocidad mayor -o cuando menos similar- a la que experimentan los cambios sociales. Esos deberían ser referentes al momento de pensar en una organización no diseñada para lo inmediato sino pensando en lo que se enfrentará en el futuro.
Los cambios que experimentará la sociedad sugieren que el sistema educativo revise los alcances de sus principales políticas. En la perspectiva de futuro, algunas que no deberían dejar de trabajarse lo más pronto posible se describen a continuación:
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