Hace poco más de 10 años, estaba dedicada a investigar sobre las competencias del docente del siglo XXI. En ese proceso me encontré con Anna Lucia Campos, una de las grandes estudiosas y divulgadoras sobre las neurociencias. Debo confesar que a raíz de ese encuentro y, desde luego, de mucha investigación, mi mirada sobre el aprendizaje se enriqueció significativamente y plasmé esas ideas en el diseño de un nuevo currículo orientado a la formación inicial docente. Al desarrollar una mejor comprensión sobre cómo funciona nuestro cerebro, poco a poco, los demás ingredientes - la tecnología, la gestión, la innovación, entre otros- fueron encajando en un plan de estudios bajo el hilo conductor de una mirada más respetuosa sobre el aprendizaje.
Hoy en día las ciencias de la educación nutridas con las neurociencias y la psicología del aprendizaje, entre otras ciencias, nos permiten tener una base más sólida para diseñar experiencias de aprendizaje, pero sobre todo, mejor adaptadas a las necesidades de cada persona y sus contextos. Hoy sabemos que el aprendizaje involucra a múltiples estructuras cerebrales implicadas en diversos procesos y que la interacción constante entre nuestra herencia genética y cultural hace posible la maduración y los aprendizajes del sistema nervioso. El aprendizaje es resultado de un intercambio dinámico entre emoción, cognición y motivación, pero también sabemos que podemos intervenir de manera crucial en la organización de los contextos de aprendizaje. En este sentido, uno de los conceptos poderosos que aportan las neurociencias es el de plasticidad neuronal que hace referencia a la capacidad que tiene la estructura cerebral para modificarse con el aprendizaje.
Muchas veces se nos ha dicho que “no servimos” para aprender tal o cual concepto. Y así se han ido configurando algunas creencias que han tenido consecuencias nefastas al limitar nuestras reales posibilidades de aprendizaje. ¿Te ha pasado?
La psicóloga Carol Dweck (2009) ha investigado largamente acerca de las creencias del estudiante y su impacto en su forma de enfrentar el aprendizaje. Estas creencias se expresan en “mentalidades” que se generan a raíz de la visión que tenemos de nosotros mismos y del mundo. Según Dweck hay dos tipos de mentalidades:
Tipos | Características |
Mentalidad de crecimiento(Growth mindset) | Las personas con mentalidad de crecimiento piensan que el talento y las habilidades se pueden desarrollar. Esta creencia nos permite afrontar los retos de mejor manera, al creer que nuestras habilidades personales pueden perfeccionarse gracias a la plasticidad del cerebro, que es capaz de generar nuevas neuronas y conexiones. |
Mentalidad fija(Fixed mindset) | Las personas con una “mentalidad fija” creen que la inteligencia y las habilidades son talentos naturales y piensan que no se pueden desarrollar. Una persona con esta creencia evita los retos y las críticas, se dan por vencidos con facilidad y ven el esfuerzo como algo que no merece la pena. |
Los estudios de Dweck evidencian que los niños que desarrollan una “mentalidad de crecimiento” son más propensos a enfrentar desafíos y oportunidades para mejorar. Por el contrario, los niños con una “mentalidad estática” creen que sus habilidades o talentos son innatos y limitados; por lo tanto, no alteran ni buscan mejorar sus aprendizajes.
En ese orden de ideas, es clave incentivar tempranamente una mentalidad de crecimiento en los estudiantes, potenciando las siguientes características:
· El esfuerzo: Como parte del proceso de aprendizaje y de gran utilidad para la consecución de las metas que uno se traza.
· Los retos: Para desafiar las habilidades de los estudiantes, la experimentación de nuevas estrategias y su capacidad de persistir en los objetivos a pesar de los contratiempos.
· Los errores: Como una oportunidad para aprender y mejorar.
· Los consejos o críticas constructivas: Como una fuente de información para monitorear, ajustar el proceso de aprendizaje y reflexionar sobre los resultados.
Las conclusiones del informe realizado por McKinsey (2017) a partir de los resultados de las pruebas PISA en Latinoamérica encontraron que: “los alumnos con un fuerte foco en el crecimiento – y que están convencidos de que pueden triunfar si se esfuerzan lo suficiente – obtuvieron en promedio resultados un 12 por ciento mayores que los de los estudiantes con una mentalidad fija – i.e., quienes creen que sus capacidades son estáticas. Tener una mentalidad de crecimiento resultó muy predictivo para los estudiantes de escuelas con resultados pobres, los de menores ingresos y los hombres” (McKinsey, 2017.p.10). El informe concluye que las mentalidades de los estudiantes tienen un efecto sobre los resultados de aprendizaje que es superior al efecto del contexto socioeconómico. |
Me alegra observar vientos de cambio nutridos por las evidencias que aportan la neurociencia para el aprendizaje, por ejemplo en la formulación de proyectos que impactan en el aprendizaje que promueve el MineduLab. Así también me complace ver a nuevas generaciones de educadores que desarrollan una mirada más respetuosa, llamando a la acción a las familias y a otros educadores. El ejemplo de @la.neuronita, a quien logré entrevistar para armar este post, es sumamente alentador.
Para conocer más sobre el tema lee el post sobre 8 consejos sobre neurociencias en la educación infantil publicado en el portal de de Educared:
Referencias
Chaia, A; Cadena, A.; Child, F.; Dorn E. Krawitz M. y Mourshed, M. (2017) Factores que inciden en el desempeños de los estudiantes: perpectivas de Latinoamérica. Mckinsey.
Hace poco más de 10 años, estaba dedicada a investigar sobre las competencias del docente del siglo XXI. En ese proceso me encontré con Anna Lucia Campos, una de las grandes estudiosas y divulgadoras sobre las neurociencias. Debo confesar que a raíz de ese encuentro y, desde luego, de mucha investigación, mi mirada sobre el aprendizaje se enriqueció significativamente y plasmé esas ideas en el diseño de un nuevo currículo orientado a la formación inicial docente. Al desarrollar una mejor comprensión sobre cómo funciona nuestro cerebro, poco a poco, los demás ingredientes – la tecnología, la gestión, la innovación, entre otros- fueron encajando en un plan de estudios bajo el hilo conductor de una mirada más respetuosa sobre el aprendizaje.
Hoy en día las ciencias de la educación nutridas con las neurociencias y la psicología del aprendizaje, entre otras ciencias, nos permiten tener una base más sólida para diseñar experiencias de aprendizaje, pero sobre todo, mejor adaptadas a las necesidades de cada persona y sus contextos. Hoy sabemos que el aprendizaje involucra a múltiples estructuras cerebrales implicadas en diversos procesos y que la interacción constante entre nuestra herencia genética y cultural hace posible la maduración y los aprendizajes del sistema nervioso. El aprendizaje es resultado de un intercambio dinámico entre emoción, cognición y motivación, pero también sabemos que podemos intervenir de manera crucial en la organización de los contextos de aprendizaje. En este sentido, uno de los conceptos poderosos que aportan las neurociencias es el de plasticidad neuronal que hace referencia a la capacidad que tiene la estructura cerebral para modificarse con el aprendizaje.
Muchas veces se nos ha dicho que “no servimos” para aprender tal o cual concepto. Y así se han ido configurando algunas creencias que han tenido consecuencias nefastas al limitar nuestras reales posibilidades de aprendizaje. ¿Te ha pasado?
La psicóloga Carol Dweck (2009) ha investigado largamente acerca de las creencias del estudiante y su impacto en su forma de enfrentar el aprendizaje. Estas creencias se expresan en “mentalidades” que se generan a raíz de la visión que tenemos de nosotros mismos y del mundo. Según Dweck hay dos tipos de mentalidades:
Tipos | Características |
Mentalidad de crecimiento(Growth mindset) | Las personas con mentalidad de crecimiento piensan que el talento y las habilidades se pueden desarrollar. Esta creencia nos permite afrontar los retos de mejor manera, al creer que nuestras habilidades personales pueden perfeccionarse gracias a la plasticidad del cerebro, que es capaz de generar nuevas neuronas y conexiones. |
Mentalidad fija(Fixed mindset) | Las personas con una “mentalidad fija” creen que la inteligencia y las habilidades son talentos naturales y piensan que no se pueden desarrollar. Una persona con esta creencia evita los retos y las críticas, se dan por vencidos con facilidad y ven el esfuerzo como algo que no merece la pena. |
Los estudios de Dweck evidencian que los niños que desarrollan una “mentalidad de crecimiento” son más propensos a enfrentar desafíos y oportunidades para mejorar. Por el contrario, los niños con una “mentalidad estática” creen que sus habilidades o talentos son innatos y limitados; por lo tanto, no alteran ni buscan mejorar sus aprendizajes.
En ese orden de ideas, es clave incentivar tempranamente una mentalidad de crecimiento en los estudiantes, potenciando las siguientes características:
· El esfuerzo: Como parte del proceso de aprendizaje y de gran utilidad para la consecución de las metas que uno se traza.
· Los retos: Para desafiar las habilidades de los estudiantes, la experimentación de nuevas estrategias y su capacidad de persistir en los objetivos a pesar de los contratiempos.
· Los errores: Como una oportunidad para aprender y mejorar.
· Los consejos o críticas constructivas: Como una fuente de información para monitorear, ajustar el proceso de aprendizaje y reflexionar sobre los resultados.
Las conclusiones del informe realizado por McKinsey (2017) a partir de los resultados de las pruebas PISA en Latinoamérica encontraron que: “los alumnos con un fuerte foco en el crecimiento – y que están convencidos de que pueden triunfar si se esfuerzan lo suficiente – obtuvieron en promedio resultados un 12 por ciento mayores que los de los estudiantes con una mentalidad fija – i.e., quienes creen que sus capacidades son estáticas. Tener una mentalidad de crecimiento resultó muy predictivo para los estudiantes de escuelas con resultados pobres, los de menores ingresos y los hombres” (McKinsey, 2017.p.10). El informe concluye que las mentalidades de los estudiantes tienen un efecto sobre los resultados de aprendizaje que es superior al efecto del contexto socioeconómico. |
Me alegra observar vientos de cambio nutridos por las evidencias que aportan la neurociencia para el aprendizaje, por ejemplo en la formulación de proyectos que impactan en el aprendizaje que promueve el MineduLab. Así también me complace ver a nuevas generaciones de educadores que desarrollan una mirada más respetuosa, llamando a la acción a las familias y a otros educadores. El ejemplo de @la.neuronita, a quien logré entrevistar para armar este post, es sumamente alentador.
Para conocer más sobre el tema lee el post sobre 8 consejos sobre neurociencias en la educación infantil publicado en el portal de de Educared:
Referencias
Chaia, A; Cadena, A.; Child, F.; Dorn E. Krawitz M. y Mourshed, M. (2017) Factores que inciden en el desempeños de los estudiantes: perpectivas de Latinoamérica. Mckinsey.
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