Por José Carlos Vásquez
En 2016, el Ministerio de Educación Peruano incorporó en la Evaluación Censal de Estudiantes a 213 niños y jóvenes con necesidades educativas especiales asociadas a discapacidad sensorial (baja visión, ceguera, hipoacusia y sordera). Hicieron acomodaciones en los instrumentos y procedimientos, con la finalidad de omitir las barreras que dificultan el que estos estudiantes puedan rendir las pruebas, "no se altera el foco de la evaluación ni se pone en ventaja a los estudiantes con discapacidad". La prueba se aplicó en segundo y cuarto de primaria y en segundo de secundaria, en Lectura, Matemática e Historia, Geografía y Economía. En segundo de secundaria los resultados de los jóvenes con baja visión estuvieron muy cerca del promedio general en Lectura; en Historia, Geografía y Economía los estudiantes con baja visión obtuvieron mejores resultados que el promedio y los ciegos estuvieron muy cerca.
Sin embargo, no basta tener un sitio en el aula, los docentes requieren contar con el entrenamiento y los recursos que les permitan diseñar experiencias de aprendizaje para todos.
Los estudiantes con discapacidad sensorial están capacitados para aprender, tal y como lo están los niños y jóvenes que no tienen esa condición. Por eso tiene sentido que asistan a las mismas escuelas de Educación Básica Regular. Sin embargo, no basta tener un sitio en el aula, los docentes requieren contar con el entrenamiento y los recursos que les permitan diseñar experiencias de aprendizaje para todos. No se trata de planificar y ejecutar una clase diferente para cada grupo de estudiantes; es más bien, proponer situaciones de aprendizaje flexibles, con múltiples opciones para interactuar, colaborar y construir los aprendizajes al ritmo y estilo de cada uno. Los proyectos de aprendizaje y el Diseño Universal de Aprendizaje son enfoques metodológicos muy apropiados en este sentido.
La tecnología digital puede ser un gran aliado, de hecho, los principales sistemas operativos (Android, IoS, Windows, Linux) cuentan con características de accesibilidad que muchos utilizamos de manera habitual: asistentes de voz, lectura de pantalla, zoom, escalado de fuentes, alto contraste, colores invertidos, entre otras. Los profesores, siguiendo algunos criterios básicos, pueden crear material didáctico que aproveche estas características y sea aprovechado por todos. Por otro lado, los estudiantes con discapacidad sensorial, cuentan (o podrían contar) con la posibilidad de comunicarse y presentar sus avances y evidencias de aprendizaje en el formato que resulte más adecuado. Pero la realidad no deja de pegarnos en la cara. Antes de la pandemia, según la Encuesta Nacional de Hogares 2019 (INEI, Perú) apenas el 29.3% de hogares con algún miembro con alguna discapacidad contaba con una computadora. Un estudio de GRADE, referido en el Proyecto Educativo Nacional al 2036, menciona que el 47.8% de las personas con discapacidad entre 3 y 18 años no asiste a un centro educativo.
Nos toca actuar desde varios frentes, aceptar que de una u otra forma todos necesitamos ser incluidos y ser proactivos para incluirnos a todos. Si eliminamos las barreras de accesibilidad, la discapacidad sensorial se termina en la escuela y fuera de ella. Todos tenemos derecho a disfrutar el aprender en la edad escolar y a lo largo de la vida.
Por José Carlos Vásquez
En 2016, el Ministerio de Educación Peruano incorporó en la Evaluación Censal de Estudiantes a 213 niños y jóvenes con necesidades educativas especiales asociadas a discapacidad sensorial (baja visión, ceguera, hipoacusia y sordera). Hicieron acomodaciones en los instrumentos y procedimientos, con la finalidad de omitir las barreras que dificultan el que estos estudiantes puedan rendir las pruebas, “no se altera el foco de la evaluación ni se pone en ventaja a los estudiantes con discapacidad”. La prueba se aplicó en segundo y cuarto de primaria y en segundo de secundaria, en Lectura, Matemática e Historia, Geografía y Economía. En segundo de secundaria los resultados de los jóvenes con baja visión estuvieron muy cerca del promedio general en Lectura; en Historia, Geografía y Economía los estudiantes con baja visión obtuvieron mejores resultados que el promedio y los ciegos estuvieron muy cerca.
Sin embargo, no basta tener un sitio en el aula, los docentes requieren contar con el entrenamiento y los recursos que les permitan diseñar experiencias de aprendizaje para todos.
Los estudiantes con discapacidad sensorial están capacitados para aprender, tal y como lo están los niños y jóvenes que no tienen esa condición. Por eso tiene sentido que asistan a las mismas escuelas de Educación Básica Regular. Sin embargo, no basta tener un sitio en el aula, los docentes requieren contar con el entrenamiento y los recursos que les permitan diseñar experiencias de aprendizaje para todos. No se trata de planificar y ejecutar una clase diferente para cada grupo de estudiantes; es más bien, proponer situaciones de aprendizaje flexibles, con múltiples opciones para interactuar, colaborar y construir los aprendizajes al ritmo y estilo de cada uno. Los proyectos de aprendizaje y el Diseño Universal de Aprendizaje son enfoques metodológicos muy apropiados en este sentido.
La tecnología digital puede ser un gran aliado, de hecho, los principales sistemas operativos (Android, IoS, Windows, Linux) cuentan con características de accesibilidad que muchos utilizamos de manera habitual: asistentes de voz, lectura de pantalla, zoom, escalado de fuentes, alto contraste, colores invertidos, entre otras. Los profesores, siguiendo algunos criterios básicos, pueden crear material didáctico que aproveche estas características y sea aprovechado por todos. Por otro lado, los estudiantes con discapacidad sensorial, cuentan (o podrían contar) con la posibilidad de comunicarse y presentar sus avances y evidencias de aprendizaje en el formato que resulte más adecuado. Pero la realidad no deja de pegarnos en la cara. Antes de la pandemia, según la Encuesta Nacional de Hogares 2019 (INEI, Perú) apenas el 29.3% de hogares con algún miembro con alguna discapacidad contaba con una computadora. Un estudio de GRADE, referido en el Proyecto Educativo Nacional al 2036, menciona que el 47.8% de las personas con discapacidad entre 3 y 18 años no asiste a un centro educativo.
Nos toca actuar desde varios frentes, aceptar que de una u otra forma todos necesitamos ser incluidos y ser proactivos para incluirnos a todos. Si eliminamos las barreras de accesibilidad, la discapacidad sensorial se termina en la escuela y fuera de ella. Todos tenemos derecho a disfrutar el aprender en la edad escolar y a lo largo de la vida.
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