A lo largo de su historia el mundo ha enfrentado muchas pandemias. De todas ellas, las asociadas a la gripe han sido las más amenazantes. Solo para recordar, la vivida entre los años 1918 y 1920 habría tenido, como uno de sus impactos, la muerte de alrededor de 50 millones de personas y el contagio de un tercio de la población mundial. Para protegerse de los riesgos que presentaba vivir en la ciudad, aumentó la migración a localidades rurales. Eran años en los que el mundo enfrentaba una primera guerra mundial que había ocasionado muchas muertes de soldados e impactado fuertemente la actividad económica mundial. Eran éocas en que la ciencia y los sistemas de salud estaban poco desarrollados y reservados prácticamente para un grupo selecto de población dejando casi sin sus beneficios a los más pobres.
No obstante, la desgracia se convirtió en una oportunidad en varios campos de la actividad económica y social. Es así como fue la ocasión para:
La pandemia y los sistemas educativos
La historia muestra que previo a antes de declararse la pandemia hubo un dinámico movimiento de búsqueda de metas educativas más ambiciosas, de renovación pedagógica de los sistemas educativos y en general, de las ciencias sociales y la cultura. Las naciones de mayor desarrollo comenzaban a plantearse la obligatoriedad de la enseñanza básica hasta los 12 grados al estar convencidos de la potencialidad de la escuela pública como factor de movilidad social. De otro lado, en Italia, María Montesori daba que hablar con su llamado Modelo Montesori, uno de los nuevos modelos pedagógicos cuya influencia dura hasta el presente. Su planteamiento era que debe priorizarse el cuidado físico del alumno y fortalecer el enorme potencial de aprendizaje que tiene, independientemente de su situación socioeconómica. Movimientos como el de Montesori, tuvieron un freno durante pandemia pero después retomaron su dinamismo; por ejemplo, con el desarrollo de iniciativas de escuela en casa, vanguardias en diversas expresiones del arte, algunas de las cuales, como el Jazz se expandieron universalmente. Además, se impulsó la formación técnica y universitaria para atender a las necesidades de los jòvenes que retornaban de la guerra y que querían una formación técnica o superior. La llamada “progressive education” fue la que marcaría el desarrollo educativo que sería luego esencial para los duros años que supondrían el crack del 29 y la II Guerra Mundial posteriormente.
La pandemia planteó el dilema de hacer clases presenciales o estudiar en casa. Como ahora, el temor estaba en el contagio de alumnos y profesores al ir a clases. Pero también se era consciente de que las escuelas eran en muchos casos más seguras que muchos hogares que tenían pésimas condiciones de salubridad y para el estudio en casa. Era muy difícil que los niños se concentren y que logren aprendizajes efectivos. Se constató la irremplazabilidad de la escuela, que no asistir a clases en la escuela disminuía la calidad y efectividad del servicio educativo y aumentaba el riesgo de repetición o abandono. A muchos padres les atormetaba asumir responsabilidades docentes en casa y más bien reclamaban que los gobernantes -algunos más eficientes que otros- se preocupen por mejorar las condiciones sanitarias de los locales escolares, pues ya tenían una idea más clara acerca del valor de la educación.
Estudios en el Reino Unido y Brasil mostraron que aumentaba la probabilidad de que los nacidos entre los años 1918 y 1919 tengan menor opción de acceso a la educación superior o ser empleados de tiempo completo.
Un caso ejemplar fue el de Nueva York en donde no se cerraron las escuelas y los contagios producidos fueron mínimos gracias a excelentes protocolos sanitarios puestos en práctica que incluían revisiones médicas del alumnado a cargo de enfermeras que, de ser el caso, daban las alertas y recomendaban las medidas que debian adoptarse en las escuelas. Se habilitaron espacios aisladod en los colegios para los casos necesarios y se fue exigente en la limpieza y ventilación de las aulas. Frente a los riesgos que los contagiados más pobres no regresen para continuar estudiando, se realizaron intensas y efectivas campañas para convencer a los padres sobre la importancia del retorno a clases de sus hijos luego que se recuperaban. En esa época la televisión no existía, sí la radio que se convirtió en una herramienta educativa para que los profesores emitan mensajes a los alumnos que no iban a la escuela. También se organizaron servicios de atención telefónica para orientar a los padres de familia. Ciertamente que no todas las familias tenían acceso a estos recursos o, como sucede ahora con el intenet, funcinaban con muchas limitaciones.
La CNN en español, en un especial trasmitido por la televisión señaló los principales errores cometidos hace cien años para enfrentar la pandemia que conviene recordar, pues tienen mucha vigencia: (i) las aglomeraciones, (ii) medidas apresuradas de reapertura o de vuelta a una “semi normalidad” de las actividades, (iii) uso incorrecto de las mascarillas, (iv) ignorar el valor de la ciencia en la adopción de las medidas de política, (v) no comunicar la verdad de la situación, y (vi) autoridades con débil liderazgo y credibilidad en los mensajes que trasmiten. No parece creíble, pero estos errores se siguen cometiendo.
A lo largo de su historia el mundo ha enfrentado muchas pandemias. De todas ellas, las asociadas a la gripe han sido las más amenazantes. Solo para recordar, la vivida entre los años 1918 y 1920 habría tenido, como uno de sus impactos, la muerte de alrededor de 50 millones de personas y el contagio de un tercio de la población mundial. Para protegerse de los riesgos que presentaba vivir en la ciudad, aumentó la migración a localidades rurales. Eran años en los que el mundo enfrentaba una primera guerra mundial que había ocasionado muchas muertes de soldados e impactado fuertemente la actividad económica mundial. Eran éocas en que la ciencia y los sistemas de salud estaban poco desarrollados y reservados prácticamente para un grupo selecto de población dejando casi sin sus beneficios a los más pobres.
No obstante, la desgracia se convirtió en una oportunidad en varios campos de la actividad económica y social. Es así como fue la ocasión para:
La pandemia y los sistemas educativos
La historia muestra que previo a antes de declararse la pandemia hubo un dinámico movimiento de búsqueda de metas educativas más ambiciosas, de renovación pedagógica de los sistemas educativos y en general, de las ciencias sociales y la cultura. Las naciones de mayor desarrollo comenzaban a plantearse la obligatoriedad de la enseñanza básica hasta los 12 grados al estar convencidos de la potencialidad de la escuela pública como factor de movilidad social. De otro lado, en Italia, María Montesori daba que hablar con su llamado Modelo Montesori, uno de los nuevos modelos pedagógicos cuya influencia dura hasta el presente. Su planteamiento era que debe priorizarse el cuidado físico del alumno y fortalecer el enorme potencial de aprendizaje que tiene, independientemente de su situación socioeconómica. Movimientos como el de Montesori, tuvieron un freno durante pandemia pero después retomaron su dinamismo; por ejemplo, con el desarrollo de iniciativas de escuela en casa, vanguardias en diversas expresiones del arte, algunas de las cuales, como el Jazz se expandieron universalmente. Además, se impulsó la formación técnica y universitaria para atender a las necesidades de los jòvenes que retornaban de la guerra y que querían una formación técnica o superior. La llamada “progressive education” fue la que marcaría el desarrollo educativo que sería luego esencial para los duros años que supondrían el crack del 29 y la II Guerra Mundial posteriormente.
La pandemia planteó el dilema de hacer clases presenciales o estudiar en casa. Como ahora, el temor estaba en el contagio de alumnos y profesores al ir a clases. Pero también se era consciente de que las escuelas eran en muchos casos más seguras que muchos hogares que tenían pésimas condiciones de salubridad y para el estudio en casa. Era muy difícil que los niños se concentren y que logren aprendizajes efectivos. Se constató la irremplazabilidad de la escuela, que no asistir a clases en la escuela disminuía la calidad y efectividad del servicio educativo y aumentaba el riesgo de repetición o abandono. A muchos padres les atormetaba asumir responsabilidades docentes en casa y más bien reclamaban que los gobernantes -algunos más eficientes que otros- se preocupen por mejorar las condiciones sanitarias de los locales escolares, pues ya tenían una idea más clara acerca del valor de la educación.
Estudios en el Reino Unido y Brasil mostraron que aumentaba la probabilidad de que los nacidos entre los años 1918 y 1919 tengan menor opción de acceso a la educación superior o ser empleados de tiempo completo.
Un caso ejemplar fue el de Nueva York en donde no se cerraron las escuelas y los contagios producidos fueron mínimos gracias a excelentes protocolos sanitarios puestos en práctica que incluían revisiones médicas del alumnado a cargo de enfermeras que, de ser el caso, daban las alertas y recomendaban las medidas que debian adoptarse en las escuelas. Se habilitaron espacios aisladod en los colegios para los casos necesarios y se fue exigente en la limpieza y ventilación de las aulas. Frente a los riesgos que los contagiados más pobres no regresen para continuar estudiando, se realizaron intensas y efectivas campañas para convencer a los padres sobre la importancia del retorno a clases de sus hijos luego que se recuperaban. En esa época la televisión no existía, sí la radio que se convirtió en una herramienta educativa para que los profesores emitan mensajes a los alumnos que no iban a la escuela. También se organizaron servicios de atención telefónica para orientar a los padres de familia. Ciertamente que no todas las familias tenían acceso a estos recursos o, como sucede ahora con el intenet, funcinaban con muchas limitaciones.
La CNN en español, en un especial trasmitido por la televisión señaló los principales errores cometidos hace cien años para enfrentar la pandemia que conviene recordar, pues tienen mucha vigencia: (i) las aglomeraciones, (ii) medidas apresuradas de reapertura o de vuelta a una “semi normalidad” de las actividades, (iii) uso incorrecto de las mascarillas, (iv) ignorar el valor de la ciencia en la adopción de las medidas de política, (v) no comunicar la verdad de la situación, y (vi) autoridades con débil liderazgo y credibilidad en los mensajes que trasmiten. No parece creíble, pero estos errores se siguen cometiendo.
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