En julio pasado, el Consejo Nacional de Educación publicó el Proyecto Educativo Nacional (PEN) al 2036: el reto de la ciudadanía plena[1]. El PEN al 2036 continúa, actualiza y expande muchas de las propuestas que se incluían en el PEN original, aprobado el 2007. El propósito del presente artículo es presentar algunas de sus características y relevancia, que adquieren particular importancia en el contexto actual.
El PEN al 2036 plantea la siguiente visión: “Todas las personas en el Perú aprendemos, nos desarrollamos y prosperamos a lo largo de nuestras vidas, ejerciendo responsablemente nuestra libertad para construir proyectos personales y colectivos, conviviendo y dialogando intergeneracional e interculturalmente, en una sociedad democrática, equitativa, igualitaria e inclusiva, que respeta y valora la diversidad en todas sus expresiones y asegura la sostenibilidad ambiental.” Como se puede apreciar, el reto de la ciudadanía plena planteado en el título se articula con el fortalecimiento de un sistema democrático, bajo un enfoque de derechos, en particular a una educación de calidad; este derecho está reconocido además en nuestra Ley General de Educación.
El PEN plantea cuatro propósitos, como una forma de avanzar en el análisis de la visión planteada: “1. Asegurar que la educación de las personas en todas las etapas de la vida contribuya a construir una vida ciudadana… 2. enfrentar los grandes desafíos vinculados a asegurar que el derecho a la educación sea ejercido por TODAS LAS PERSONAS… 3. Asegurar que las personas alcancen una vida activa y emocionalmente saludable… y 4. Asegurar que las experiencias educativas que viven las personas en todas las etapas de la vida las equipen para desarrollar labores productivas sostenibles que, en armonía con el ambiente, contribuyan a la prosperidad.”
Vinculado con lo anterior, el PEN plantea diez orientaciones estratégicas que se vinculan con la acción educativa de las familias, de los docentes, así como de los equipos directivos y otros gestores y actores educativos. Se incluyen también orientaciones para que organizaciones sociales, empresas, medios de comunicación y comunidades asuman activamente un rol educativo. Adicionalmente, se incluyen orientaciones para atender particularmente individuos y equipos en situación de vulnerabilidad. En cuanto al progreso en el sistema educativo, el PEN plantea que se promuevan y certifiquen aprendizajes logrados dentro o fuera de la escolaridad, brindando trayectorias diversas y flexibles a lo largo de la vida de las personas. Se plantea también que las instituciones educativas operen con autonomía dentro de un sistema articulado, descentralizado, moderno, flexible, libre de violencia, segregación y discriminación. Vista la escasa inversión histórica en el sector, se plantea la necesidad de un financiamiento publico mayor que priorice la asignación de recursos según la diversidad de necesidades garantizando equidad, transparencia y rendición de cuentas. La penúltima orientación estratégica plantea que las instancias de gestión educativa del Estado operan orientadas hacia la ciudadanía de modo profesional, estratégico y planificado para el mediano y largo plazo, haciendo uso intensivo
de lo digital. Finalmente, se plantea que se debe promover la indagación y el pensamiento científico además de nutrir la innovación y la tecnología en interacción con un fortalecido sistema nacional de investigación, innovación y desarrollo sostenible para desplegar el potencial creativo y la generación de conocimiento.
El PEN tomó en consideración algunos de los retos principales del sistema educativo y en general de la sociedad peruana durante las últimas décadas. Entre esto se incluye la profunda inequidad que históricamente ha limitado las oportunidades educativas de estudiantes con discapacidad, indígenas, población afroperuana, en zonas rurales (particularmente las más alejadas) y familias que viven en pobreza o pobreza extrema. De hecho, hay mucha evidencia que la pobreza limita considerablemente las oportunidades educativas de las personas, pero si además se presenta con alguna de las otras circunstancias recién mencionadas, las limitaciones se potencian. Así por ejemplo, ser pobre y tener alguna discapacidad presenta un reto educativo mayor para el individuo y su familia que presentar solo una de estas circunstancias. Mención aparte merecen las consideraciones sobre igualdad de género, que son rescatadas por el PEN, de acuerdo con múltiples pronunciamientos del Consejo durante los últimos años y siguiendo la normativa vigente en diferentes instrumentos. En este contexto, el PEN hace un fuerte llamado a la equidad y a la integración de estudiantes en instituciones diversas e inclusivas.
Si bien el PEN se empezó a trabajar desde antes de la pandemia, queda claro que las consideraciones sobre ciudadanía plena y fortalecimiento de la democracia son relevantes para el contexto actual. Digo esto porque la pandemia ha hecho muy evidentes o ha agudizado las inequidades entre grupos de personas que mencioné en párrafos anteriores. Se trata de brechas históricas que costará tiempo, creatividad y recursos remontar. El programa Aprendo en Casa y el programa de cierre de brechas digitales apuntan en la dirección correcta sin duda. Sin embargo, constantemente se escuchan relatos de estudiantes que no pueden conectarse regularmente a sus clases por limitaciones de equipos o acceso a internet. Estas son manifestaciones concretas sobre cómo la pobreza limita las oportunidades educativas de las personas. A la larga, menores oportunidades resultan en menores resultados educativos (por ejemplo, menores aprendizajes o menores tasas de graduación de la secundaria).
El PEN resulta
relevante también durante la actual crisis política. Si hubiera clases
presenciales, seguramente muchos docentes organizarían discusiones con los
estudiantes para preguntarles sobre sus impresiones, cómo se sienten, pedirles
que se informen sobre lo ocurrido y luego discutir sobre qué piensan de la crisis.
Este tipo de discusiones se puede tener a todo nivel, adaptándose a la edad y
el contexto en que viven los estudiantes. En el contexto actual de pandemia tal
vez se puedan organizar foros virtuales, vinculando así acontecimientos
nacionales al quehacer educativo. No se trata por supuesto de defender una
posición versus otra, sino de fomentar que los estudiantes adquieran
habilidades propias. En última instancia, la acción pedagógica de los docentes
es lo que hará del PEN al 2036 y su planteamiento de ciudadanía plena uno que
cobre vida en las interacciones pedagógicas de docentes y estudiantes en todo
el país.
[1] El PEN está disponible en http://www.cne.gob.pe/uploads/publicaciones/2020/proyecto-educativo-nacional-al-2036.pdf.
En julio pasado, el Consejo Nacional de Educación publicó el Proyecto Educativo Nacional (PEN) al 2036: el reto de la ciudadanía plena[1]. El PEN al 2036 continúa, actualiza y expande muchas de las propuestas que se incluían en el PEN original, aprobado el 2007. El propósito del presente artículo es presentar algunas de sus características y relevancia, que adquieren particular importancia en el contexto actual.
El PEN al 2036 plantea la siguiente visión: “Todas las personas en el Perú aprendemos, nos desarrollamos y prosperamos a lo largo de nuestras vidas, ejerciendo responsablemente nuestra libertad para construir proyectos personales y colectivos, conviviendo y dialogando intergeneracional e interculturalmente, en una sociedad democrática, equitativa, igualitaria e inclusiva, que respeta y valora la diversidad en todas sus expresiones y asegura la sostenibilidad ambiental.” Como se puede apreciar, el reto de la ciudadanía plena planteado en el título se articula con el fortalecimiento de un sistema democrático, bajo un enfoque de derechos, en particular a una educación de calidad; este derecho está reconocido además en nuestra Ley General de Educación.
El PEN plantea cuatro propósitos, como una forma de avanzar en el análisis de la visión planteada: “1. Asegurar que la educación de las personas en todas las etapas de la vida contribuya a construir una vida ciudadana… 2. enfrentar los grandes desafíos vinculados a asegurar que el derecho a la educación sea ejercido por TODAS LAS PERSONAS… 3. Asegurar que las personas alcancen una vida activa y emocionalmente saludable… y 4. Asegurar que las experiencias educativas que viven las personas en todas las etapas de la vida las equipen para desarrollar labores productivas sostenibles que, en armonía con el ambiente, contribuyan a la prosperidad.”
Vinculado con lo anterior, el PEN plantea diez orientaciones estratégicas que se vinculan con la acción educativa de las familias, de los docentes, así como de los equipos directivos y otros gestores y actores educativos. Se incluyen también orientaciones para que organizaciones sociales, empresas, medios de comunicación y comunidades asuman activamente un rol educativo. Adicionalmente, se incluyen orientaciones para atender particularmente individuos y equipos en situación de vulnerabilidad. En cuanto al progreso en el sistema educativo, el PEN plantea que se promuevan y certifiquen aprendizajes logrados dentro o fuera de la escolaridad, brindando trayectorias diversas y flexibles a lo largo de la vida de las personas. Se plantea también que las instituciones educativas operen con autonomía dentro de un sistema articulado, descentralizado, moderno, flexible, libre de violencia, segregación y discriminación. Vista la escasa inversión histórica en el sector, se plantea la necesidad de un financiamiento publico mayor que priorice la asignación de recursos según la diversidad de necesidades garantizando equidad, transparencia y rendición de cuentas. La penúltima orientación estratégica plantea que las instancias de gestión educativa del Estado operan orientadas hacia la ciudadanía de modo profesional, estratégico y planificado para el mediano y largo plazo, haciendo uso intensivo
de lo digital. Finalmente, se plantea que se debe promover la indagación y el pensamiento científico además de nutrir la innovación y la tecnología en interacción con un fortalecido sistema nacional de investigación, innovación y desarrollo sostenible para desplegar el potencial creativo y la generación de conocimiento.
El PEN tomó en consideración algunos de los retos principales del sistema educativo y en general de la sociedad peruana durante las últimas décadas. Entre esto se incluye la profunda inequidad que históricamente ha limitado las oportunidades educativas de estudiantes con discapacidad, indígenas, población afroperuana, en zonas rurales (particularmente las más alejadas) y familias que viven en pobreza o pobreza extrema. De hecho, hay mucha evidencia que la pobreza limita considerablemente las oportunidades educativas de las personas, pero si además se presenta con alguna de las otras circunstancias recién mencionadas, las limitaciones se potencian. Así por ejemplo, ser pobre y tener alguna discapacidad presenta un reto educativo mayor para el individuo y su familia que presentar solo una de estas circunstancias. Mención aparte merecen las consideraciones sobre igualdad de género, que son rescatadas por el PEN, de acuerdo con múltiples pronunciamientos del Consejo durante los últimos años y siguiendo la normativa vigente en diferentes instrumentos. En este contexto, el PEN hace un fuerte llamado a la equidad y a la integración de estudiantes en instituciones diversas e inclusivas.
Si bien el PEN se empezó a trabajar desde antes de la pandemia, queda claro que las consideraciones sobre ciudadanía plena y fortalecimiento de la democracia son relevantes para el contexto actual. Digo esto porque la pandemia ha hecho muy evidentes o ha agudizado las inequidades entre grupos de personas que mencioné en párrafos anteriores. Se trata de brechas históricas que costará tiempo, creatividad y recursos remontar. El programa Aprendo en Casa y el programa de cierre de brechas digitales apuntan en la dirección correcta sin duda. Sin embargo, constantemente se escuchan relatos de estudiantes que no pueden conectarse regularmente a sus clases por limitaciones de equipos o acceso a internet. Estas son manifestaciones concretas sobre cómo la pobreza limita las oportunidades educativas de las personas. A la larga, menores oportunidades resultan en menores resultados educativos (por ejemplo, menores aprendizajes o menores tasas de graduación de la secundaria).
El PEN resulta
relevante también durante la actual crisis política. Si hubiera clases
presenciales, seguramente muchos docentes organizarían discusiones con los
estudiantes para preguntarles sobre sus impresiones, cómo se sienten, pedirles
que se informen sobre lo ocurrido y luego discutir sobre qué piensan de la crisis.
Este tipo de discusiones se puede tener a todo nivel, adaptándose a la edad y
el contexto en que viven los estudiantes. En el contexto actual de pandemia tal
vez se puedan organizar foros virtuales, vinculando así acontecimientos
nacionales al quehacer educativo. No se trata por supuesto de defender una
posición versus otra, sino de fomentar que los estudiantes adquieran
habilidades propias. En última instancia, la acción pedagógica de los docentes
es lo que hará del PEN al 2036 y su planteamiento de ciudadanía plena uno que
cobre vida en las interacciones pedagógicas de docentes y estudiantes en todo
el país.
[1] El PEN está disponible en http://www.cne.gob.pe/uploads/publicaciones/2020/proyecto-educativo-nacional-al-2036.pdf.
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