Como todos los años, por esta época se publica el Informe Global de Competitividad. A lo largo de los años el número de países que forman parte del informe han ido creciendo. Para el 2015 son 140 países.
Por competitividad se entiende al conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país. Para evaluarla, se toman en cuenta más de un centenar de indicadores, algunos –alrededor de las dos terceras partes- de percepción de los actores entrevistados y otros basados en estadística relevante. Estos indicadores están agrupados en doce pilares que son los siguientes: Instituciones, Infraestructura, Entorno Macroeconómico, Salud y Educación Primaria; Educación Superior y Capacitación; Eficiencia del Mercado de Bienes; Eficiencia del Mercado Laboral; Desarrollo del Mercado Financiero; Preparación Tecnológica; Tamaño del Mercado; Sofistificación de los Negocios; e Innovación.
En el Informe 2015, el Perú se ubica en el puesto 69. Entre los países latinoamericanos es superado por Colombia, México y Chile, ubicados en los puestos 63, 57 y 35, respectivamente. En cambio, supera a Uruguay, Brasil, Ecuador y Argentina. Cabe indicar que los indicadores asociados a la economía han sido claves para el ascenso del Perú, al haber superado al 34% de las economías evaluadas en el 2007, y al 59% el 2013. En el 2014 el Perú había ocupado el puesto 65 de un total de 144 economías.
El Consejo Nacional de Competitividad le encargó a Luis Chang Chang Fun el informe sobre la participación del Perú en el Informe Global de Competitividad en los últimos veinte años. Según el análisis realizado, donde mejor le ha ido es en los índices de desarrollo económico, es decir, de macro economía, mercados financieros, laborales y de bienes. Donde tendría que mejorar sustantivamente es en los índices de desarrollo de las instituciones, infraestructura, educación e innovación. Entre los índices relativos a instituciones preocupa cómo se percibe la gravedad de problemas asociados a los costos empresariales de criminalidad y violencia, crimen organizado y confiabilidad en los servicios de la policía.
Educación en el Índice Global
La educación es evaluada a través de índices que tienen que ver con la educación primaria y la educación superior y el entrenamiento. Si bien en cuanto a cobertura de la educación primaria el Perú supera al 39% de las economías evaluadas, en la calidad de la misma solo se percibe que supera al 3%. En el 2014 este indicador de calidad era 6% superior. Chile aparece superando al 23% de las economías y Colombia al 25%.
Es un indicador que no obstante no reflejar lo expresado por la estadística oficial y la que se desprende de la participación de los estudiantes peruanos en las pruebas de rendimiento académico, explica algunas actitudes de un sector de la población respecto del esfuerzo estatal y privado realizado en educación. La aún débil confianza en la escuela pública, aunada a una mejora de los ingresos de la población, es un factor importante en el aumento de la educación privada, cuya calidad es grandemente heterogénea. Lo mismo puede decirse sobre la imagen del maestro de la escuela pública, la que algunos la asocian a las paralizaciones y los reclamos constantes, a pesar que en los últimos años la situación cambió y; por el contrario, ahora hay miles de maestros preocupados por estar actualizados y calificándose periódicamente, incluso por su cuenta.
Pero, de otro lado, la relatividad de las opiniones sobre la cual se construye esta información no debe llevarnos a dejar de reconocer que debemos continuar realizando esfuerzos para superar situaciones como la necesidad de reducir las brechas de resultados entre áreas urbanas y rurales en la evaluación censal de estudiantes y de racionalizar la red de escuelas y de docentes. En general, el tamaño promedio de las escuelas en el país es muy reducido, lo que incide en que tengamos un excesivo número de ellas, dificultándose las acciones de supervisión, asistencia, capacitación, distribución de textos y mantenimiento de escuelas.
El otro pilar que ha sido determinante en el índice logrado por el Perú es el de Educación Superior y Capacitación donde Perú supera al 41% de las economías, Colombia al 50% y Chile al 76%. Este pilar analiza el comportamiento de tres tipos de indicadores: de cantidad de educación secundaria y terciaria, de calidad de la educación y de capacitación en el trabajo. Al igual que en la educación primaria, lo crítico está en la calidad de los servicios prestados en esos niveles de enseñanza; en especial, en la formación en matemática y científica que adquieren nuestros estudiantes.
Tanto en la cobertura de la matrícula secundaria como terciaria superamos al 50% de las economías evaluadas. Las dificultades están en la calidad de estos servicios y en la débil formación que reciben los estudiantes en matemáticas y ciencias. Es cierto, si se toman como referencia las pruebas PISA aplicadas el año 2012 podrá apreciarse que el desempeño logrado por Perú es el más bajo entre ocho de los países latinoamericanos que intervinieron. En esas pruebas se considera que un estudiante alcanza un mínimo satisfactorio cuando logra ubicarse en el nivel 2 de rendimiento. Shanghái y Corea logran ubicar a más del 90% de sus estudiantes en ese nivel o en uno superior. Chile, el país de América Latina con mejor desempeño de sus estudiantes ubica al 47% en esos niveles, mientras que Perú sólo al 25%. Otro dato relevante es que Shanghái cuenta con 56% de estudiantes ubicados en los niveles 5 y 6, los de más alto rendimiento en PISA, en tanto que Perú no logró tenerlos en esos niveles. No estamos formando una vanguardia suficiente de jóvenes que lideren los destinos del país dentro de diez o quince años.
Dos razones que podrían explicar los bajos rendimientos de los estudiantes peruanos tienen que ver con el tiempo de aprendizaje y la duración de la escolaridad primaria y secundaria en su conjunto. Según datos del Informe Panorama de la Educación 2014, Argentina, Chile, España y México, cubren en la educación secundaria una jornada semanal de 38 horas de clase. En el Perú son 35 horas semanales pero de 45 minutos o menos, lo que significan 26 horas cronológicas. En cuanto a la duración de la educación primaria y secundaria, en general, la mayoría de países del mundo tienen una secundaria de 12 años de estudio. En América Latina, Perú y Colombia son la excepción con 11 años.
Menos horas de clase a la semana y un año menos de estudio conllevan varias limitaciones en un nivel de enseñanza de gran importancia en la consolidación de actitudes y habilidades que necesitan los adolescentes para prepararse para la vida, en especial para una sociedad como la actual y para proseguir su escolarización. La primera, es que una jornada corta de horas de clases a la semana hace difícil que el aprendizaje de un idioma extranjero, las artes o el deporte puedan tener el tiempo debido en la programación curricular. La segunda, es que dejar de recibir aproximadamente mil horas cronológicas de clase, por tener un año menos de estudio, no solo es una desventaja en tiempo de aprendizaje, sino que quien egresa de la educación secundaria termina haciéndolo a los 16 o 17 años; es decir, sin suficiente madurez para tomar una decisión como es elegir una carrera profesional, en el caso de quienes deciden continuar la educación superior. Hacerlo sin la madurez suficiente es factor de una elevada tasa de cambio de carrera entre muchos jóvenes, lo cual encarece el costo de la educación por parte de los padres de familia y el Estado.
Frente a esta posición hay quienes dicen que aumentar más horas de clase y/o un año más de escuela secundaria no necesariamente llevaría al país a tener un sistema educativo de mejor calidad. Es verdad, siempre y cuando no se hagan los esfuerzos necesarios para mejorar otros factores que inciden en ella; entre ellos, la remuneración del profesorado; una de las más bajas en América Latina: un promedio de 600 US$ frente a US$ 1 420 en Argentina, US$ 1 951 en Chile, US$ 1552 en México, US$ 875 en Ecuador.
En cuanto a la calidad de la educación superior, diversos estudios muestran con preocupación(;): por un lado, la escasa valoración dada a la educación técnico profesional que únicamente es la tercera parte de la matrícula de educación superior. Por otro lado, la escasa inversión por estudiante y a la vez la limitada eficiencia académica e institucional de la universidad pública y, en tercer lugar, una universidad privada con grandes niveles de heterogeneidad en cuanto a calidad y pertinencia de formación.
De acuerdo a los datos de la web Escale, del Ministerio de Educación, la inversión promedio por alumno de universidad pública fue de US$ 2,630 en el año 2013. La OCDE, en el informe previamente citado, indica que Argentina invierte US$ 4 689, Chile US$ 4 248 y Brasil US$ 13 137 y México US$ 8 097. En los Estados Unidos la inversión es de US$ 12 112 y en Finlandia de US$ 17 680. Una baja inversión, como la realizada en la mayoría de las universidades públicas peruanas impide, al igual que en la educación básica, contar con suficientes profesores altamente calificados para la docencia e investigación, así como con los recursos necesarios para la actualización científica y tecnológica de los centros de documentación, laboratorios, talleres y otros ambientes de aprendizaje.
El INEI, en su publicación sobre Indicadores de Educación 2012, muestra que seis grupos de carreras representan las dos terceras partes de la matrícula universitaria. Sorprende que los estudiantes de la carrera de Educación sean un quinto del total de estudiantes universitarios cuando el desempleo en esta profesión es evidente: cada convocatoria realizada por el Ministerio de Educación para plazas de nombramiento o contrato congrega alrededor de 170 mil postulantes. Educación está seguida, muy de cerca, por las diversas carreras de ingeniería.
En general, preocupa la escasa relación entre la oferta de carreras de educación superior y las demandas de empleo. Se forman muchos ingenieros y profesionales en otras carreras pero pocos con los niveles de competencia profesional requerida. Por ello, es justificado el reclamo de casi un 50% del sector empleador en relación a las pobres habilidades con las que llegan los egresados del sistema educativo a postular un empleo.
Ver link: 20 Años del Perú en WEF L Chang
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