El día 2 de marzo del 2018, a la edad de 75 años, ha fallecido Theo Peeters, quien ha sido una de esas mentes que han marcado un antes y un después en la comprensión del autismo. Aunque en sus inicios estudió Filosofía y Literatura, la vida le puso el autismo en su camino, en un momento donde nada era fácil, pero quizá, su propia formación le motivó a ver las cosas desde otro punto de vista.
Esa determinación le llevó a estudiar neurolingüística y a especializarse en autismo. Y fue, probablemente su formación, tan diferente a lo que alguien podría esperar, la que le llevó a dar un giro completo a la visión del autismo y su comprensión en todos los diferentes ámbitos de la vida de la persona.
Dibujó un panorama humano del autismo, puso énfasis en la importancia de la familia desde el primer momento. Lo que denominó “injusticia social”, en referencia a la culpabilización de la familia, le motivó para desarrollar una carrera intensa a todos los niveles, dibujó un nuevo panorama en al comprensión del autismo en toda su extensa y compleja dimensión.
Fue, muy probablemente, el primero en afirmar que el autismo NO es una enfermedad, acuñó el término de “espectro de la normalidad”, donde mostró que también se encontraba una gran diversidad entre los neurotípicos.
Theo Peeters afirmó que antes que autismo, hay un niño, ya que una especificidad no puede definir una totalidad. “El futuro de los ciudadanos con autismo dependerá, en gran medida, del nivel de motivación e información de sus padres”.
Tuvo una profusa carrera y publicó una serie de libros imprescindibles, convirtiéndose en un autor de obligada lectura a cualquier persona que esté vinculada en mayor o menor medida al autismo.
Es, sin duda alguna una pérdida irreparable, pero también debe ser un honor poder disponer de su legado, alejado de academicismos y tecnicismos y mucho más cercano al ser humano que hay siempre tras un diagnóstico de autismo que a la mera definición diagnóstica.
Nuestros pensamientos y afecto están hoy con sus seres queridos, pero también con los miles y miles de personas que hemos sido directamente influenciados por su trabajo.
Les dejamos su Decálogo del profesional especializado en autismo:
1. Sentirse atraído por las diferencias: Pensamos que ser un “aventurero mental” ayuda a sentirse atraído por lo desconocido. Hay personas que temen las diferencias, otras se sienten atraídas y quieren saber más sobre ellas.
2. Tener una imaginación viva. Es casi imposible comprender lo que significa vivir en un mundo literal, tener dificultades en ir más allá de la información recibida, amar sin una intuición social innata. Para poder compartir la mente de una persona autista, que padece un problema de imaginación, se debe tener, en compensación, enormes dosis de imaginación.
3. Capacidad para dar sin obtener la acostumbrada gratitud. Se tiene que ser capaz de dar sin recibir mucho a cambio, y no sentirse decepcionado por la falta de reciprocidad social. Con la experiencia, la persona aprenderá a detectar formas alternativas de dar las gracias, y la gratitud de muchos padres a menudo le compensará con creces.
4. Estar dispuesto a adaptar el propio estilo atural de comunicarse y de relacionarse. El estilo que se requiere está mas ligado a las necesidades de la persona con autismo que a nuestro grado espontáneo de comunicación social. Esto no es fácil de lograr y requiere muchos esfuerzos de adaptación, pero es importante reflexionar acerca de qué necesidades estamos atendiendo.
5. Tener el valor de “Trabajar sólo en el desierto”. Especialmente cuando se empiezan a desarrollar servicios específicos en un área. Hay tan poca gente que comprende el autismo, que un profesionaal motivado corre el riesgo de ser criticado en vez de aplaudido por sus enormes esfuerzos. Los padres han sufrido este tipo de críticas antes, por ejemplo, cuando escuchas cosas como “todo o que necesita es disciplina”, ” si fuese mi hijo…”, etc.
6. No estar nunca satisfecho con el nivel de conocimientos propios. Aprender sobre el autismo y sobre las estrategias educativas mas adecuadas es un proceso continuo, ya que el conocimiento en ambos campos evoluciona continuamente. La formación en autismo nunca se acaba y el profesional que crea que ya la tiene, en verdad “la pierde”.
7. Aceptar el hecho de que cada pequeño avance trae consigo un nuevo problema. La gente tiene tendencia a abandonar los crucigramas si no pueden resolverlos. Esto es imposible en el autismo. Una vez que se empieza, se sabe que el trabajo de “detective” nunca se acaba.
8. Disponer de capacidades pedagógicas y analíticas extraordinarias. El profesional tiene que avanzar poco a poco y utilizar soportes visuales de manera individualizada. Hay qye realizar evaluaciones con tanta frecuencia que uno debe adaptarse constantemente.
9. Estar preparado para trabajar en equipo. Debido a la necesidad de una aproximación coherente y coordinada, todos os profesionales deben estar informados de los esfuerzos de los demás, así como de los niveles de ayuda proporcionados. Esto incluye a los padres, especialmente cuando el niño es pequeño.
10. Humildad. Uno puede llegar a ser “experto” en autismo en general, pero los padres son los expertos sobre su propio hijo y se debe tener en cuenta su experiencia y conocimiento. En e autismo no se necesitan profesionales que quieran permanecer en su “pedestal”. Cuando se colabora con los padres es importante hablar de los éxitos, pero también admitir los fracasos (“por favor, ayúdeme”). Los padres también tienen que saber que el experto en autismo no es un Dios del Olimpo.
Publicado originalmente en Autismo Diario.
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El señor peeter falleció el 2 de marzo del 2018 quien comprendió las mentes de los autista en sus inicios y estudios filosóficos puso el autismo en su camino, sin duda fue una perdida irreparable y nos dejo sus decálogos como.
– sentirse atraído por las diferencias, Tener una imaginación viva. Capacidad para dar sin obtener gratitud, Est5ar dispuesto a comunicarse y relacionarse.etc.