El 18 de febrero de 1906 nacía en Viena Hans Asperger, pediatra que en 1938 utilizó por primera vez el término “autismo” (mucho antes que Leo Kanner) para referirse a un grupo de niños que frecuentaban su sección de pediatría. Halló que tenían una extraordinaria capacidad para focalizarse en aquellos temas de su interés hasta volverse expertos, razón por la cual, Asperger, los llamaba “pequeños profesores”. Sin embargo, estos niños presentaban peculiaridades al interactuar con los otros, encontró que el terreno de las habilidades sociales les era desconocido y debía ser enseñado. Asperger era un convencido de que con afabilidad y humor y mucha empatía, el maestro podría ser un modelo para que estos niños se desenvolviesen con solvencia en el mundo.
En 1981 que Lorna Wing, psiquiatra británica, introduce en el mundo de habla inglesa el término “Síndrome de Asperger” para definir a los niños que hoy llevan este diagnóstico.
¿Qué sabemos en la actualidad, después de 79 años de la primera mención de Asperger y 36 luego del trabajo de Wing?
El Asperger no es una enfermedad, tampoco es un trastorno, es una condición del neurodesarrollo. Es de naturaleza genética (no necesariamente los padres lo presentan pero sí alguno de ellos, o en la línea familiar, presenta muchos rasgos), se nace con él y al no tratarse de una enfermedad no tiene cura (desconfíe de aquello que pretenden “sanar” o “recuperar” a su hijo del Asperger, ya sea por dietas, quelaciones, cámaras hiperbólicas, Tomatis, etc.). Parafraseando a una madre, “el Asperger no necesita cura, necesita aceptación”.
Según Baron-Cohen, uno de los más grandes investigadores sobre el tema, en el Asperger encontramos una gran capacidad para sistematizar información: poseen una gran memoria y cuando un tema les interesa llegan, como decíamos, al nivel de expertos en aquello que les gusta; así, su perfil cognitivo será más elevado que el promedio en aquellas tareas que sean de su especialidad. Debemos aclarar algo: es un mito creer que todos los Asperger son genios, así Hollywood y muchas publicaciones bienintencionadas nos lo digan. De hecho que hay Asperger genios pero no lo son todos. Todos son extremadamente talentosos, eso sí, en las tareas que les apasionen.
Junto a esto, encontramos una forma diferente de procesar la empatía, es decir, el reconocimiento de las emociones y las intenciones de los demás. Las personas Asperger no tienen dificultades en el terreno de los afectos, su dificultad está en reconocer los gestos asociados a la emoción: si fulano está preocupado y no me doy cuenta de que tiene cara de preocupación, entonces no resonará en mí ningún afecto que me lleve a preguntarle cómo está; esto es lo que pasa en las personas Asperger y es la razón por la que son injustamente calificados de ser fríos o distantes. Asimismo, les cuesta reconocer las intenciones de los otros, razón por la cual suelen ser muy ingenuos y constituyen un grupo bastante vulnerable.
Hay más hombres Asperger que mujeres: la proporción estimada es que de cada 10 personas con esta condición, 8 son hombres y 2 son mujeres. Sin embargo, en la actualidad se están diagnosticando más mujeres. Cuando vemos que un niño no interactúa bien con los demás tendemos a llevarlo a consulta, cuando pasa lo mismo con una niña, tendemos a creer que simplemente es introvertida (existe mucho de machismo en este tema).
Si usted ve que su hijo tiene una gran memoria, que se fija demasiado en determinados temas que parecen absorber toda su atención, tiene dificultades en comprender el estado de ánimo de los demás, dificultades para entablar amistades y mayor sensibilidad a los sonidos, a los olores o al tacto, pueden ser indicadores de Asperger.
Recordemos que los únicos enfoques que han demostrado eficacia a la hora de trabajar con personas Asperger son aquellos psicoeducativos que se centran en la enseñanza de la empatía a través de la sistematización (los intereses particulares) y de las habilidades sociales. Una persona Asperger necesita de un “manual de instrucciones” para funcionar en nuestro mundo social. Es como si alguno de nosotros fuera a China sin saber ni hablar chino: tendríamos dificultades de adaptación hasta que alguien nos enseñe los rudimentos de la lengua y de las costumbres del país. Ser Asperger es como ser extranjero aun en el mismo entorno: enseñémosles nuestras costumbres y formas de ser. Si esperamos empatía debemos enseñar a ser empáticos. El gran paso debe venir de nosotros.
Ernesto Reaño
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Excelente articulo!!!
Soy mami de un niño de 8 años con Síndrome de Asperger y puedo decir que esta muy bien explicado.
Cariños y gracias por publicar este artículo que mucha falta hace para informar a otras personas.
Muy buen artículo del gran Ernesto, único y experto en el tema, una calidad humana extraordinaria, luchador por la neurodiversidad, gracias a él muchas personas están tomando conciencia de ello, pero se necesita informar a la sociedad y educar a todos.
Estoy en camino de formar una asociación con el nombre asperger lambayeque, la realidad en provincia es muy lamentable al encontrarnos con nuestros niños diagnósticados ASPERGER un sufrimiento para un buen desenvolvimiento ante la sociedad que los tildan de raros, mal educados, entre otras cosas. Mi reconocimiento al Dr. Reaño quien debería tener acceso al gobierno para difundir más sobre el tema.