Por miles de años las cuevas y abrigos rocosos ubicados a mas de 4,000 metros sobre el nivel del mar fueron la estancia predilecta de las pequeñas bandas de cazadores y recolectores de los Andes centrales. Se cree que la posesión de estos lugares originó fuertes disputas entre las diferentes bandas locales ya que una cueva ofrecía inmejorables posibilidades para un resguardo efectivo frente al frío de la puna y al ataque de los grandes animales. En las paredes de estas cuevas los primeros habitantes del actual territorio peruano dejaron su huella a través de dibujos y grabados principalmente escenas referidas a la caza de guanacos y llamas. La economía de los hombres andinos se basó en la caza de camélidos, ciervos, vizcachas, cuyes y otros roedores y en la recolección de raíces y tubérculos silvestres. Para ello no contaban mas que con toscas herramientas de piedra (puntas de proyectil, cuchillos, hachas) y hueso (anzuelos principalmente).
Desde Cajamarca por el norte hasta Puno por el sur, se han encontrado, en abrigos rocosos naturales, restos óseos y líticos que oscilan entre los 20,000 y 10,000 a.C.. De estos lugares los restos mas conocidos se encuentran en las cuevas de Lauricocha (Huánuco), Guitarrero (Ancash), Telarmachay (Junín), y Pikimachay (Ayacucho). A pesar de ser contemporáneos en el tiempo estos restos se diferencian unos de otros, pues al parecer los hombres andinos se habrían adaptado a la geografía particular del lugar, elaborando sub-patrones específicos de subsistencia para cada sitio. Son dos los sub-patrones que poseen una cronología mas o menos completa y estudiada: sub-patrón Ayacucho y sub-patrón Huánuco (Lauricocha).
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