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Los primeros vestigios de la tradición panandina (500 - 200 a.C.)
El Horizonte Temprano (1,000 - 200 a. de C.) es el período en el cual se produce la transición definitiva hacia un modelo estatal, basado en señoríos. Estos obtenían su cohesión gracias al liderazgo de elites religiosas fuertes dedicadas al culto y a las observaciones astronómicas (de gran importancia para la agricultura). Su poder se vio reflejado en la construcción de imponentes templos a lo largo de toda la costa del Perú. Estos tuvieron un patrón distintivo por tener plantas en forma de U y, a menudo, plazas ceremoniales de considerable extensión. Las divinidades de este período están caracterizadas por su aspecto terrible con grandes colmillos, aspecto felínico y cabezas de serpientes.
Chavín de Huantar fue descubierto por Julio C. Tello en la década de 1920. Por su complejidad y monumentalidad fue considerada la cultura matriz de los Andes centrales. En la actualidad se sabe que Chavín es el resultado de un conjunción de elementos tradicionales de la costa y sierra del norte peruano. Paralelamente a Chavín se desarrollaron una amplia variedad de formas culturales que muestran algunos rasgos en común con dicha cultura. En la costa norte estuvo el estilo Cupisnique que tuvo un intenso desarrollo alfarero, aunque similar a la Chavín en su pintura monócroma. Centros Cupisnique fueron Caballo Muerto en el valle del río Moche y Perulén en el de Zaña, entre otros. En la sierra norte se construyeron centros como Pacopampa y Kunturwasi en Cajamarca. Sin embargo, los centros más importantes fueron los de la costa central, donde se construyeron un gran número de templos en forma de U. Estos se remontan al período Inicial (son anteriores a Chavín de Huantar) y muestran afinidades iconográficas con el arte Chavín. Más hacia el sur en el actual departamento de Ica, se desarrolló la cultura Paracas, en forma paralela a Chavín (1,000 - 200 a. de C.). Es conocida por las abundantes tumbas de esta cultura halladas en la península de Paracas. Basándose en ellas se distinguen dos etapas. La primera se denomina Paracas Cavernas y se caracteriza por sus tumbas en forma de botellas de pico largo. En el fondo de estas se colocaban fardos funerarios ornados de textiles multicolores y una cerámica de decoración incisa y pintura post cocción. La segunda etapa es Paracas Necrópolis, notable por la gran perfección de su textilería. En esta etapa, las tumbas adoptan la forma de verdaderas ciudades de muertos, de allí el nombre de Necrópolis. Es de destacar la profusión del empleo de la deformación y la trepanación craneana en las momias paracas.
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