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Patrones de subsistencia: Caza y Recolección
En el periodo arcaico la vida para el hombre andino era difícil. Su sobrevivencia dependía básicamente de la caza de animales y de la recolección de alimentos, principalmente vallas y frutos. Si bien para América del Sur la información sobre la actividad recolectora es escasa y no muy precisa, no hay duda de que tuvo un rol importantísimo como sustento del hombre arcaico. Se cree que los Andes centrales fueron escogidos como hábitat por sus ventajas frente a otras zonas especialmente por la relativa cercanía entre los pisos altitudinales que permitieron (y permiten aún) el aprovechamiento simultáneo de alimentos.
Antes de cazar los hombres de esta época preferían consumir los animales muertos por causas naturales o atacar a los moribundos, o a los atrapados en pantanos, grietas o cuevas.
Variados estudios realizados a partir del análisis de los huesos encontrados en las cuevas de Pikimachay, Jaywamachay (Ayacucho) y Uchcumachay (Junín) indican que el hombre andino prefirió cazar mastodontes, perezosos gigantes (megaterios), caballos, venados y camélidos. En la caza participaban numerosos hombres y poseían diversos métodos para capturar y matar animales. Cuando el animal era muy grande como para enfrentarlo directamente se le rodeaba y acorralaba frente a un precipicio para que se desbarrancara. Cuando iban en manadas se les rodeaba, y con arcos, flechas y lanzas rudimentarias se hería a los animales. Fue de esta manera como cazaron guanacos y llamas.
Con el pasar de los años las pequeñas bandas de cazadores y recolectores ocuparon la mayor parte de pisos ecológicos, especialmente los valles costeños y andinos, las lomas húmedas y las altiplanicies andinas ubicadas a más de 3,500 metros sobre el nivel del mar. Esta penetración del territorio hizo que el hombre se adapte a las condiciones propias del lugar y se amolde a su geografía, clima, flora y fauna. Así se desarrollaron estrategias de subsistencia validas para zonas concretas. Por sus características es posible agruparlas en dos grandes patrones de adaptación: a la sierra y a la costa.
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