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Recuay

Esta cultura ha recibido diferentes nombres a lo largo de las investigaciones, y su origen y clasificación temporal es un debate para los arqueólogos. Una de las interpretaciones mejor sustentadas es la que argumenta que la cultura Recuay es una prolongación y una modificación de Chavín, luego de haber sido afectada por la tradición denominada Blanco sobre Rojo. No se trata de una influencia externa al Callejón de Huaylas, sino de nuevos estilos y motivos, así como del uso de nuevos recursos explotables.



Si tomamos como cierta esta teoría, la cultura Recuay habría existido entre el año 0 y el 600 d.C., y su extensión geográfica sería hacia el norte hasta la provincia de Pallasca, al oeste hasta la zona de Aija pasando por el Callejón de Huaylas, hacia el este puede haber llegado hasta la zona del Marañón. Es muy posible que hayan podido convivir con población bajo dominio mochica en las partes altas del valle de Moche, Chao, Virú y Santa.

En cuanto a su organización social, es poco lo que los investigadores han podido concluir. Debido a la gran cantidad de fortalezas en lugares estratégicos que se han hallado, es común hablar de la cultura Recuay como una sociedad militarizada que incluso pudo haber sido la responsable de que los moche no se expandieran hacia la sierra. Su centro político se ubicó en la zona llamada Pashash, en la zona más septentrional del Callejón de Huaylas, que vendría a reemplazar a Chavín como centro político-teocrático.

Su arquitectura se caracteriza por el uso de sótanos o subterráneos, tanto para los templos como para las casas. En el caso de los templos, construidos con piedra labrada, contaban con un gran patio abierto, y los subterráneos funcionaban como cámaras funerarias. En el caso de las casas, éstas fueron construidas con piedras parcialmente labradas y se componían de uno a cuatro cuartos interconectados. También hubo casas subterráneas, compuestas de un patio y un ambiente central.

Las tumbas de Recuay son consideradas las más elaboradas de los Andes. Están compuestas por galerías subterráneas de entre 7 y 20 metros de largo, con entradas en forma de pozo. También se realizaron entierros directos en el suelo y en bloques monolíticos.

La cerámica es similar a la de la cultura Cajamarca, se basa en el uso del caolín y por haber sido realizada con un tono que varía entre el blanco y el naranja. Su pintura tiene la peculiaridad de estar presente de manera normal y en forma negativa en una misma cerámica. Las formas son variadas, tanto de ollas y copas en forma de cabeza retrato hasta cántaros con representaciones escultóricas muy toscas o con escenas todo-relieve. Los motivos pintados son de una complejidad sin precedentes en la sierra. Se puede hacer una comparación para el caso de moche en la costa, siendo la cerámica recuay más simple, pero no por ello bastante compleja. Son muy comunes las escenas de personajes humanos recibiendo ofrendas y tocando instrumentos con llamas y felinos, sacerdotes copulando ritualmente o la de un ser fantástico de complejas características.

Finalmente, los Recuay tienen un trabajo lítico muy importante. Han trabajado la piedra en alto y bajo relieve representando escenas o cabezas clavas. Las principales representaciones son de felinos, serpientes, cabezas trofeos, cabezas humanas, o caras. Curiosamente en sus esculturas de hombres siempre los vemos sentados y llevando una maza, un escudo o cabeza trofeo. Las mujeres siempre con trenzas largas y con capucha o manto. La función de esta escultura aun no ha sido esclarecida.