Formación del estado Huari
Una de las principales interrogantes de los investigadores es en qué momento la Cultura Huari pasa de ser un Estado local a Estado Panandino o Imperio (según la usanza, más no correcta). Para responder esta pregunta tenemos que remontarnos al desarrollo inicial Huarpa, alrededor de los 500 a.C., cuando significaba sólo un centro manufacturero secular sin mayor importancia, que no había recibido mayores influencias ni miramientos de las culturas pasadas. Las influencias de Nazca y Tiahuanaco permiten a los Huarpa que desarrollen intercambios en la costa sur y funden colonias comerciales, mientras conseguían otros logros de orden secular tales como un urbanismo temprano y experiencias administrativas generalizas mucho más amplias que las que surgían bajo regímenes religiosos. Centros administrativos pre-estatales como Ñawinpuquio, Churucana, Tantawasi, Simpapata y Tablapata son muy útiles para investigar el origen del fenómeno Huari, pues presentan cambios sustanciales en sus rasgos arquitectónicos y urbanísticos tales como plazas, canales, vías de circulación interna, canchas y muros divisorios. La diferenciación de espacios en estas ciudades, junto a la iconografía de la cerámica, evidenciaría la gestación de una jerarquización de la sociedad. Poco a poco las aldeas se aglutinarían en un proceso de desruralización, formando centros de producción alfarera sofisticada y en serie.
Es esta secularización de la sociedad Huari que le permite que surja la cuidad y el Estado Panandino casi al mismo tiempo. Los Huari adoptan un sistema de creencias foráneo (Tiahuanaco) y la exportan como un medio de control ideológico hacia las poblaciones ocupadas, es por ello que no desarrollan grandes templos destinados al culto en sus ciudades.
Así se formó el estado Huari, como una entidad panandina que dominó extensos territorios y mantuvo relaciones basadas en lo político, cultural, religioso y económico con diversas tradiciones de diferente jerarquía política.
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