El debate sobre la Independencia
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A partir de la década de 1970, y luego de la publicación del libro compilado por Spalding y Bonilla en 1972, una serie de estudios realizados por una nueva generación de historiadores que aceptaron las ideas básicas de la independencia concedida pero que a la vez complejizaron el problema mostrando una serie de atenuantes y de casos diversos que demostraba lo complejo que era el proceso de la independencia. Si bien parte de esas investigaciones atacaban planteamientos expuestos en la publicación de 1972, como la ausencia de la participación popular al mostrar una serie de levantamientos protagonizados por indígenas años antes de la llegada de San Martín, aceptaban implícitamente estar más cerca de Bonilla y Spalding que de los clásicos.

Se llegaron a conclusiones importantes. La rebelión de Túpac Amaru II tuvo consecuencias que llegaron hasta los años emancipadores, pero no en el papel de precursor, sino en todo lo contrario. Las elites criollas y mestizas, limeñas y provincianas, conservaron el recuerdo de la violenta rebelión y lucharon ante cualquier levantamiento indígena que amenazara sus intereses de grupo y el orden social establecido.

Por otra parte se ha demostrado que la cierta participación popular existió, pero tanto en el bando realista como en el patriota, lo cual da visos de guerra civil a la lucha emancipadora. Lamentablemente, no se han realizado muchos estudios sobre los detalles de esa participación popular, pues asumir que con su presencia se asumen los ideales nacionalistas patrióticos es un error y sólo acaba simplificando un asunto que debe ser visto en su particularidad. La reivindicación de derechos y la recuperación de privilegios fue un motivo común y particular por lo cual muchos grupos populares focalizados se involucraron en las luchas independentistas, tomando en cuenta que esas reivindicaciones no siempre fueron contra la figura de la corona española, sino contra la dominación criolla local o limeña. Por último, la presencia de indígenas en las tropas no siempre fue una acción consciente y libre, y deben tomarse en cuenta mecanismos como la negociación, la coerción y la violencia como posibles móviles de participación.

También ha quedado claro que los criollos, sobre todo los limeños, intentaron mantener el poder colonial hasta el fin de sus días. La metrópoli aseguraba sus privilegios de grupo y el orden social, por lo cual se debía financiar cualquier campaña represora ante peligros externos o internos. Algunas elites provincianas lucharon en contra del dominio limeño y vieron con buenos ojos las intenciones independentistas, pero no participaron masivamente y cuando se plegaron a algún levantamiento, lo dejaron tiempo después. La rebelión del Cuzco de 1814 es un claro ejemplo. En general, las elites no participaron en el movimiento independentista, y el apoyo económico brindado a las tropas sanmartinianas y bolivarianas fue más obligatorio que voluntario, y estuvo condicionado a que las tropas extranjeras contuvieran todo desborde social que amenazara sus intereses grupales.

El tema de los precursores también se ha mencionado. La apertura luego de la constitución liberal de 1812, agudizada por la presencia inglesa, los acontecimientos en Estados Unidos y en Francia de fines del XVIII, configuraron una clase criolla política que debatió los principios liberales, ilustrados y racionalistas. Muchos de sus planteamientos doctrinarios hablan de la separación, pero sobre todo de la reforma y de la igualdad entre partes, criolla y peninsular, pero no dentro de la sociedad peruana. Se debe entender a los precursores como portadores de un pensamiento y de un interés grupal específico más que de un sentimiento patriótico desinteresado. Revisar sus biografías, leer sus planteamientos y contextualizarlos en la época ha contribuido a darles el real papel que tuvieron en la historia. Fueron esos mismos pensadores los que iniciaron el debate político en los primeros años de la república peruana y que se vieron desplazados por la anarquía política de esas décadas.

Actualmente la postura clásica, por lo que se ve en algunos de los textos aparecidos en el libro Sobre el Perú, un homenaje a José Agustín de la Puente Candamo, uno de los miembros más importantes de esta vertiente, plantean que todos los estudios cuestionando la unidad de la independencia y el nacimiento del ser nacional son invenciones marxistas que sólo buscan negar al Perú (sic), en "el triunfo mayor que el marxismo ha tenido, hasta ahora, en el Perú". La cita es del artículo titulado Identidad nacional, historia y educación de Antonio Espinoza Laña. El Perú como sociedad integradora y el nacionalismo como móvil emancipador, siguen siendo, treinta años después, las tesis clásicas.

La diversidad de estudios sobre la independencia demuestra que es un problema amplio y complejo, que aun no ha sido estudiado lo suficiente y que parece que seguirá abriendo interrogantes. La importancia de un proceso de independencia para un país es vital para establecerse como nación, pues en ella se desarrollan los ideales de la nueva república. Es por ello que la independencia peruana debe ser entendida tal como fue y no como quisiéramos que fuese, pues en ella están los principales problemas de nuestra sociedad actual.