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El habla de los negros en la narrativa de Arturo Gálvez Ronceros

Narrativa

TRE CLASE DE SÓ

Por el callejón del Guayabo venían de un sembrado de yucas dos negras encima de sus
burras. Las burras caminaban medio agachadas del lomo porque debajo de la carga negra 
traían los serones reventando de yucas. Era el mediodía y el sol quemaba como candela.

Como les habían cobrado un sol por cada planta de yuca, una de las negras empezó a 
quejarse:

-Cómo etán lo tiempo... ¡A só cada planta e yuca!
	
Y mirando el cielo agregó:
	
-Y con ete só.

Como en ese instante su burra se desvió del camino, demandó colérica:

-¡Só, borica!

Enderezó al animal y prosiguió la marcha.

La otra anduvo largo trecho pensativa. Al cabo habló en tono de sentencia:

-En eta vida hay tre clase de só: só de prata, só de cielo y só de borica.

PALOMITA

Volando a gran altura, unos gallinazos retornaban de la ciudad y se dirigían hacia los altos 
pinos a pasar la noche.

-¡Mira! -le dijeron a un negro, señalándole los gallinazos-. Ahí vas tú.

Entonces el negro, desviando la comparación hacia otra más digna, replicó:

-Aaaraj... Ni que yo fuese palomita.

YA TA DICHO

En cualquier momento llegaría al caserío el diputado de la provincia. Y el negro Froilán, que en 
nombre del pueblo debía pedirle que se asfaltara el camino principal, estaba malhumorado: le 
habían advertido que no hablara mucho porque los diputados pensaban que los negros 
hablaban mal.

Cuando llegó el diputado con su comitiva, Froilán le salió al paso y le dijo:

-Como verá uté, señó diputra, ete camino e güeno. Pero como lo camione se golpean con 
tanto güeco que tiene, necesita su afartrao.

-¿Cómo, cómo?

-Ya ta dicho.

EL CARNET

Llevando un atado de paja de frejol, un negro muy viejo atravesaba la solitaria placita de la
hacienda. Al pasar frente a la comisaría un guardia que se aburría en el umbral le dijo:

-¡Alto!

-Aquí toy, señó.

-Su carnet.

Señó, cainé tengo, pero ta pa llená

-Y por qué no lo ha hecho llenar.

-Güeno... Resuta que yo tabajo too lo día e la semana. Y ahí ta don Erique Cabreira, que mi 
bueye se caen de hambe, mueto, jalando agua hata lo día domingo pa la casacienda. Po ese 
motivo no pueiro i al pueblo. Dicen que hay que i a tomase una fotorgafía en un apadato, 
quiuno se pone derante, y atrá una con capa nera dice: "¡Etric! Ya ta lito". Y dicen quese 
apadato queda en una calle que se llama Derecha, y como quieda que yo no vual pueblo dede 
quesa calle era torcira...

-Bueno, bueno. Dígame: ¿y cómo es que ahora usted no está trabajando con los bueyes?

-No créea. Yo me dao un brinco pacá, a pedí eta paja e frijó pa mi bueye que me tan eperando 
junto al pozo diagua pa seguí trabajaindo. Sian caído de hambe y mian dicho: "Quedemo paja e
frijó pa seguí trabajaindo".

-Ah ¿sí?

-Así e, señó.	

-¿Y dónde queda ese pozo de agua?

Ya. Uté ta aquí, ¿no? ¿Uté ve esa planta e pacay que ta allá abajo? Esa planta e de 
Bernardrino. Má abajito, ahí cae el pozo.

-¿Y dónde vive usted?

-Ya. Uté ta aquí, ¿no? ¿Uté ve esa planta de epigua que ta allá ponde viene volando esa 
mancha e pericos? Esa planta e de...

-Ya, ya váyase.

-Cómo no, señó.