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El habla de los negros en la narrativa de Arturo Gálvez Ronceros

Semblanza

Antonio Gálvez Ronceros (Chincha 1932) está considerado por la crítica literaria y por numerosos lectores, como uno de los cuentistas más valiosos de la tradición peruana. Su primer libro de cuentos, Los ermitaños de 1962, que no se ha reeditado, es objeto de culto, puesto que sólo se le puede encontrar en bibliotecas especializadas. Ese breve conjunto de relatos, que desde el punto de vista de la técnica literaria son de una maestría ejemplar muestran también un profundo conocimiento del lenguaje del campesino de la costa del Perú. El segundo libro de cuentos de Gálvez Ronceros, Monólogo desde las tinieblas de 1975 se propuso captar lo peculiar del lenguaje de los personajes negros de Chincha, especialmente el humor que suele aparecer en el habla diaria. Esta actitud ya aparecía en el primer libro de Gálvez Ronceros, pero en ese texto, como en los relatos de Arguedas o de Alegría, podía distinguirse la voz del autor, cultivada, con arreglo a las más exigentes normas gramaticales, y las voces de los personajes que atienden al modo corriente de expresarse de los campesinos. En Monólogo desde las tinieblas, el autor se vuelve un orífice de la prosa. Cada frase del léxico popular está trabajada con fina delectación. Los hechos jocosos que se narran, las situaciones insólitas que se plantean, con un lenguaje que sólo utiliza las palabras indispensables, son un vehículo adecuado para conocer la visión del mundo del campesino chinchano, de un realismo descarnado, de una fina ironía y con elementos de carácter mágico. La voz que narra estos relatos, o es la del mismo protagonista o es la de alguien semejante a él. Ya no existe ese distanciamiento, propio de los primeros relatos. En 1988, Gálvez Ronceros publicó otro breve conjunto de cuentos, Historias para reunir a los hombres. Se trata de relatos de extensión mínima de fuerte intención didáctica.

Como se ha dicho muchas veces, el conocimiento de las estructuras narrativas que tiene Gálvez Ronceros, es ejemplar, pero en esto se parece a otros maestros del género como el dominicano Juan Bosch o el cubano Onelio Cardoso. La marca que lo diferencia de éstos o de diversos notables cuentistas, es el manejo peculiar del humor, que es el recurso estilístico más característico de su prosa. Para decirlo en pocas palabras, el tránsito entre sufrimiento y diversión, la solución a situaciones cotidianas, pasa casi siempre por un mecanismo humorístico. Y, como sucede en la vida real, el mejor humorista es el que conserva una actitud de seriedad. Gálvez Ronceros, como Vargas Vicuña, como Loayza o como Ribeyro, es muestra exacta de que el cuento como técnica y como realidad, tiene plena vigencia en el Perú de hoy.