La unitaria poesía de Javier Sologuren
Poesía
NOCIÓN DE LA MAÑANA
Voy de tu mano entre los limpios juncos,
entre nubes ligeras, entre espacios
de tierna sombra. Voy en tus ojos.
Voy de tu mano como quien respira
la pausa cálida del viento,
como quien pisa en el aire blandos frutos,
como quien bebe su risueño aroma.
(No he de perder el trino y la corriente
que te moja de libres claridades,
ni tu cabello suelto como el río
que apresura sus labios en la sombra).
ESTANCIAS 9
Árbol, altar de ramas.
de pájaros, de hojas,
de sombra rumorosa;
en tu ofrenda callada,
en tu sereno anhelo,
hay soledad poblada
de luz de tierra y cielo.
ESTANCIAS 22
Cuerpo a cuerpo,
Hombre y Mujer,
se irán quemando
en el fuego blanco
del amor.
Mano a mano
levantarán el árbol
de la vida,
y su aire y sus pájaros.
Hombre y Mujer,
descubrirán que el mundo
es compañía
y un mismo sol
calentará sus huesos,
y un mismo anhelo
los mantendrá despiertos.
ESTANCIAS 16
Mueves tus largos miembros
Hacia el mar que te aguarda,
musitando palabras
al mar de tu desvelo;
pero tus labios siempre
buscándole la boca,
Río, pero tú siempre
con tu canción de sombra.
MÁRGENES
A Octavio Paz
escribo al pasar
en la zona acá la
del silencio mano
no toco el al trazar
centro / sólo las letras
lo limito o al picarlas
el centro he dado
es un corazón el huidizo
en blanco que salto
sin embargo el blanco
está latiendo queda
lee en ese blanco
centro blanco
desvía del deseo
la mirada de escribir
unos grados de anotar
a la derecha silencios
allí está entre estas
el poema dos columnas
nunca está el poema
alcanzado la ausencia
es ese su siempre
espacio presente
en esta pero existen
columna márgenes
gotean escribo
palabras en la
nada más zona
que palabras del silencio
ESTANCIAS 19
¡Qué sabor en el pan,
qué fáciles los pasos,
qué llevadero todo
sabiéndote a mi lado,
Amistad, cuánto gozo
en tu apretón de manos!
POESÍA
Poesía, no me niegues tus dones
por más tiempo. Tengo el oído atento,
los ojos despiertos, abierto el corazón.
Poesía, ¿a qué eres igual,
cuál tu gemelo, cuál tu secreto?
Si es en soledad donde tus voces se oyen,
en ella te he aguardado solo con mi deseo.
Si el sueño es, otra cosa no he hecho
que vagar entre los signos de la noche,
llama en que me enajeno.
No. No te pareces al amor
¿No está para siempre en mí su garra?
Diría aún a la pena o al olvido
si no fueran el pan de cada día.
Pero qué cerca estás de mi sangre
y sólo creo en el dolor (¿de?) haberte visto.
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