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La delicada poesía de Juan Gonzalo Rose

Semblanza

La característica de la poesía de Juan Gonzalo Rose es la ternura. Conocedor de un área muy importante de la poesía española, principalmente Miguel Hernández y León Felipe, el poeta ha mostrado un gran dominio de recursos expresivos tanto en su vela realista y combativa de sus primeros versos, como en la poesía desnuda, adelgazada de Simple canción (1960), que junto con Informe al rey y otros libros secretos, de 1969, son a nuestro parecer sus mejores libros de poemas. Solitario, escéptico, marginal, Rose fue hasta 1983, año de su muerte, la imagen que el pueblo tenía del poeta, como Martín Adán en otros años.

Es interesante contrastar las voces de Romualdo y Valcárcel, que se iban tornando broncas, con la delicada voz de Rose, de gran amor por lo cotidiano desde la perspectiva de una infancia añorada.

Rose cultiva un verso libre, desmadejado, más atento a la exteriorización de la subjetividad que a la distribución rítmica de los acentos o a las innovaciones audaces. A partir de allí hasta 1983, su actividad poética nos muestra a un poeta que varias veces ha cambiado de actitud frente a los temas que toca o que ha ido eligiendo nuevos asuntos al tiempo que dejaba(¿n?) otros, pero que en los aspectos formales ha sido un mantenedor de una tradición, culminador de un modo de poetizar. De ahí que no resulte extraño que Rose optase como una vía natural, por la escritura de canciones populares, retomando la vieja tradición juglaresca de la poesía castellana.

Las comarcas, de 1964, amplía las vetas cultivadas en libros anteriores pero sustancialmente vuelca su interés sobre una de las posibilidades que sólo había sido enunciada tímidamente: la esfera de la sensualidad. Rose renuncia a una parte de lo humano: voluntad, intelecto y pertrechado de un afán de búsqueda de lo virginal, se deja llevar y a la vez conduce a su prosa poética a lugares edulcoradamente insólitos. En Informe al rey y otros libros secretos Rose expresa su amargura radical, tomando como ejemplo a Guamán Poma de Ayala. El pesimismo, la desconfianza es tan absoluta que se niega todo resquicio a la esperanza; más aún: la esperanza es situada en el pasado y el país imaginado no existe. No hay un gesto de rebeldía, sino un humor corrosivo que no propone alternativas, pues el poeta lentamente ha llegado a la conclusión de que la realidad, toda la realidad, es depresiva.