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Algunos cronistas y sus obras
La lista que presentamos a continuación no intenta ser selectiva ni jerárquica. Se presentan allí algunos de los cronistas más importantes por la vastedad de sus obras, por los temas tratados y por su utilización posterior por los historiadores para elaborar la historia de los incas y de los primeros años de la conquista y colonización. En todas las reseñas hay información de la vida del cronista, los títulos y fechas de publicación de sus obras y los principales temas tratados en ellas.
Agustín de Zárate, Contador General de Cuentas por el Rey de España, escribió con un gran manejo del castellano de la época, la crónica Historia del Descubrimiento y Conquista del Perú, con las cosas naturales que señaladamente allí se hallan y los sucesos que ha auido, publicada en 1555. Es una de las crónicas más influyentes en los estudios sobre la presencia española en los Andes, pues se dio el trabajo de describir con detenimiento tanto la geografía y clima del lugar así como las costumbres de los habitantes andinos, la religión y los rituales, informaciones recibidas por parte de las mismas autoridades indígenas. Luego describió la empresa de conquista y las guerras civiles, elaboró una de las más interesantes historias de los Incas, finalizando su obra con páginas sobre la acción de la Corona para vencer a Gonzalo Pizarro y sobre la minería de Potosí.
Pedro Cieza de León fue el primer cronista interesado en escribir la historia global de los Andes. Su Crónica del Perú fue durante muchos años referencia obligada e información segura para los españoles de la época y para no pocos historiadores. Cieza elaboró una de las más completas visiones del mundo andino, siempre desde el punto de vista occidental español de la época, complementando información y abarcando tanto la historia política como la social y cultural. Es tan recordado también por ser uno de los mejores escritores de crónicas, habilidad ya reconocida por sus contemporáneos, lo cual le valió el encargo de elaborar una historia global de la gesta hispana en los andes, empresa respaldada por el mismo Pedro de la Gasca. Cieza murió tempranamente en Sevilla el 2 de julio de 1554, a los 32 ó 34 años, y vio impresa sólo la primera parte de su obra, debiendo el resto esperar hasta finales del siglo XIX para ver las imprentas.
Juan Diez de Betanzos, uno de los pocos cronistas españoles que llegó a dominar el idioma quechua, escribió su obra Suma y narración de los Incas después de 1557. De este cronista no se tiene mucha información, en realidad casi nada se supo de él hasta 1880 año en que se editó por primera vez su obra, de manera incompleta. El quechua lo aprendió debido a que se casó con la indígena Cusi Rimay Ocllo, de nombre cristiano Doña Angelina, segunda mujer de Francisco Pizarro; y luego se destacó como traductor, y se asegura que participó en las informaciones realizadas en la época de Vaca de Castro alrededor de 1541-1542. Se conservan dos copias de su manuscrito, una en la Biblioteca del Escorial en Madrid que se encuentra fragmentado; y otra en la Fundación Bartolomé March en Palma de Mallorca, con las dos partes y 82 capítulos completos, pero de peor trascripción y con algunas variaciones respecto al texto del Escorial. La obra de Betanzos, que al igual de otros cronistas de la época que recogieron información oral en el Cuzco, se basa principalmente en los ciclos míticos de creación y transformación del mundo incaico, como lo es la creación del mundo y los relatos de Pachacuti, así como los de la guerra entre Huáscar y Atahualpa, complementando con informaciones más cercanas a la época de la conquista -incluyendo las negociaciones iniciales que se realizaron con los rebeldes de Vilcabamba, en las cuales Betanzos participó-, ofrece una visión total del Tahuantinsuyo. Un ejemplo de esto es la mención y explicación de la existencia del Inca urin en la dualidad del Tahuantinsuyo, cosa poco mencionada en otros cronistas y que abarca sendas páginas en la Suma y narración de los Incas.
Del mercedario Martín de Murúa, cuyos datos biográficos son escasos, se sabe que nació en Guipúzcoa, España; y llegó antes de 1585 al Perú. Residió en el valle de Curahuasi alrededor de 1595 y en 1601 se le encuentra en el Convento de San Juan de Letrán en Arequipa. Para 1614 residía en Córdoba y luego en Buenos Aires, y en 1616 solicitó licencia para imprimir su crónica, conocida como Historia general del Perú, origen y descendencia de los Incas o también el 'Manuscrito Loyola', en Madrid. Sin pertenecer necesariamente al grupo de los cronistas toledanos, Murúa recogió de otras crónicas como las de Cieza y Betanzos la lista de incas que supuestamente reinaron el Tahuantinsuyo para establecer su historia. Pero sus fuentes no acaban allí, y el mercedario repite a cronistas como Francisco de Xeréz, Cristóbal de Mena, Sarmiento de Gamboa, Cabello Balboa e informaciones de Felipe Guamán Poma, del cual inclusive al parecer hizo los 112 dibujos que se encuentran en la misma Historia general del Perú. Su obra se explaya además en las leyendas sobre monstruos del área andina, como las Amazonas, los gigantes y otros seres míticos.
El jesuita Bernabé Cobo proyectó una obra de enormes proporciones, pero de la cual sólo se conoce una parte, escrita en 1653 y titulada Historia del Nuevo Mundo. En ella intentó esbozar una historia global de toda la América española, pues el jesuita vivió tanto en el Perú como en el virreinato de México y en la zona del Caribe, lugares en los cuales recogió información, la cotejó y la complementó con datos externos. Impresionan también sus descripciones de plantas andinas y americanas, de las cuales tiene meticulosas descripciones. Parte de su obra, tomada aparte y titulada La Historia de la fundación de Lima, fue publicada por primera vez en 1882.
El también jesuita José de Acosta, nacido en 1540, tiene varios textos importantes en su haber, de los cuales resaltan los titulados Historia natural y moral de las Indias, publicado en 1590 en la ciudad de Sevilla; y De procuranda Indorum salute, texto referido a los temas de la evangelización, impreso en 1588. Acosta llegó a Lima en 1572, desempeñándose como profesor, consejero del virrey Toledo, miembro del Tribunal de la Inquisición y como examinador Sinodal del Arzobispado, llegando a participar en el III Concilio Limense de 1583. Considerado uno de los más cultos escritores de su tiempo, Acosta participó activamente en las campañas de evangelización entre 1575 y 1576, experiencia que aprovechó para escribir De procuranda Indorum salute, donde presenta numerosas comparaciones entre diversos proyectos de evangelización llevados a cabo por los españoles. Su formación científica le permitió acercarse de manera más acuciosa a los textos, y presentó datos importantes sobre la organización dual de los Incas, sobre todo en las nociones de hanan y urin.
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