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Al revisar las crónicas que se escribieron sobre el Perú salta a la vista claramente cómo la empresa de colonización del Tahuantinsuyo estaba inserta en una más grande, a saber la de América, y más allá en una más grande aún y menos tangible, que fue la colonización del mundo por los cristianos. Las crónicas del Perú están atiborradas de referencias y esquemas nacidas tanto en el mundo medieval cristiano, en las guerras de reconquista españolas y en la colonización de Mesoamérica, de tal manera que las explicaciones de los cronistas debía campear todo un bagaje cultural que no fue posible en la gran mayoría de los casos. Así, la mayoría de los cronistas trató de explicar el mundo que estaban descubriendo en vez de entenderlo, explicarlo a través de categorías como tiempo lineal, propiedad, monarquía, mayorazgo, sucesión, Dios, demonio, etc., que no existían en los andes y que tuvieron que ser reinventadas por los andinos.
Otros, impresionados por las nuevas especies de fauna y flora, así como la geografía, se dedicaron a describir los impresionantes descubrimientos a ojos europeos, para luego estudiarlos y darles su lugar en el orden del mundo cristiano. Esta imagen de cronistas descriptores pareció generalizarse y durante una época se tomó a los cronistas en su totalidad como relatores de datos y sucesos, cuando en realidad lo que hacían era interpretar la realidad desde su punto de vista tanto particular como cultural.
La veracidad de los hechos descritos por los cronistas es otro tema ampliamente discutido. Con el pasar de los años los historiadores y otros investigadores han aumentado su escepticismo ante las aseveraciones escritas por los cronistas, sobre todo al considerar que muchas de las informaciones recibidas por los cronistas responden a categorías de tiempo cíclicas que ellos transformaron en lineales, y a las dificultades de las traducciones de los primeros años de la conquista. Lo interesante para los historiadores en la actualidad es justamente estudiar y entender cómo esas categorías lograron insertarse en el bagaje cultural del mundo andino, cómo fue entendido y aprovechado por sus pobladores, y así cómo fue visto y recogido por los cronistas.
Por último, la visión del Tahuantinsuyo plasmada por los cronistas del Perú en sus obras responde a un momento minúsculo comparado a la totalidad que significó este gobierno dentro de la tradición andina. La llegada de los españoles inició desde el primer momento un proceso de mestizaje cultural y racial que trastocaría por completo las estructuras andinas, transformándolas sin destruirlas, como ya ha ocurrido en otros procesos colonizadores. Es así que la visión de los Incas y del mundo andino que nos proveen los cronistas proviene de un mundo en cambio y desestructuración constante, y los relatos que ellos pudieron conseguir responden a la mitificación de la historia que en ese momento primaba en el Tahuantinsuyo.
Aun así, la información -no diremos datos- que brindan las crónicas es invaluable para reconstruir tanto los últimos años del Tahuantinsuyo, la mentalidad de los conquistadores, de los mestizos, las categorías andinas y sus transformaciones, y los esfuerzos realizados entre dos culturas en pugna y simbiosis por la primacía y la supervivencia. Actualmente, la relectura de las crónicas y la gran cantidad de textos coloniales aun sin estudios serios dejan abiertas las posibilidades que, entre líneas, se logre esbozar de mejor manera una historia del Tahuantinsuyo, de la conquista y del mestizaje producto del encuentro de ambas culturas.
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