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José Gabriel Condorcanqui Túpac Amaru II

El curaca José Gabriel Condorcanqui nació en 1738 en el pueblo de Surimana, a 90 kilómetros al sudeste del Cusco. Estudió en el colegio jesuita San Francisco de Borja del Cusco y a temprana edad heredó una recua de 350 mulas de su padre que eran utilizadas para transportar mercaderías a Potosí, tierras, haciendas cocaleras e intereses mineros. En 1777 tuvo que viajar a Lima para defender en un litigio su posición de Curaca de Pampamarca, Tungasuca y Surimana, y de descendiente de Túpac Amaru I. En Lima aprovechó para presentar una serie de peticiones a las autoridades, entre ellas que se le concediera un título de nobleza hispano y que se exonerara a los indios de sus curacazgos de la mita de Potosí. Todos sus pedidos fueron rechazados. Al parecer la visita a Lima fue clave para que José Gabriel se empapara de las nuevas ideas de la Ilustración y de los acontecimientos internacionales, como la independencia de los Estados Unidos. Además tuvo acceso a lecturas como los Comentarios reales de los incas de Garcilaso de la Vega, reeditada en 1722 y una de las fuentes principales de lo que historiadores han llamado una especie de nacionalismo neoinca o de utopía andina. La lectura de los Comentarios reales de los incas fue esencial para que en muchos curacas de mediados del siglo XVIII aflore un sentimiento de reivindicación ante las acciones restrictivas y prohibitivas de las reformas borbónicas, al exigir que se les devuelvan sus derechos corporativos que consiguieron con los Habsburgos.

Este discurso se vio empatado con ideas milenaristas del pueblo indígena, el cual creía en el retorno del Inca como un ser salvador, ligado al mito de Inkarri en el cual el inca Viracocha regresaría para restaurar "el tiempo de los incas" representado en una utopía de justicia y armonía. En otras rebeliones a lo largo del siglo XVIII el milenarismo ha estado muy presente en los imaginarios de los rebeldes, y muchos de sus líderes fueron considerados esta figura del Inca redentor. Las visiones utópicas en la rebelión de Túpac Amaru II fueron parte muy importante del discurso de la dirigencia, sobre todo para reclutar un gran contingente indígena que era el que más simpatizaba con este tipo de discursos. Un ejemplo claro de esto es el redentor nombre que asume José Gabriel Condorcanqui en alusión directa al último de los Incas de Vilcabamba -otro inca rebelde- con un componente de dinastía real europeizada, pues los Incas nunca repitieron sus nombres en sus sucesores. Pero también fue utilizado otro tipo de discurso y programa político más puntual y concreto que permitió que criollos y mestizos se plegaran al movimiento, al declararse en contra de los impuestos, las aduanas y la mita minera. En parte, como veremos adelante, la radicalización del movimiento y la muerte de un gran número de españoles, criollos y curas por parte de los rebeldes fue debido a este doble discurso y a la falta de una línea de acción consecuente por parte de José Gabriel.