El fenómeno caudillista
El primer militarismo
Concluida la independencia, el territorio peruano se encontraba lleno de hombres armados fuera del control oficial del reciente estado. Estos hombres estuvieron aglutinados bajo el mismo bando durante las guerras libertadoras, sin embargo, una vez concluidas estas, los antagonismos regionales, nacionales e inclusive personales crearon un ambiente de inestabilidad política en el que el control del estado se veía como única solución para evitar el caos político. Como se mencionó líneas arriba, la falta de un grupo dirigente sólido y la poca definición de las autoridades para organizar un territorio tan grande y diverso, fue aprovechado por los caudillos para levantarse en armas y tomar el país con el fin de remediar todos sus males. Los caudillos eran poco representativos y sólo defendían sus intereses aunque muchas veces buscaron proyectarlos como solución para los problemas que aquejaban al conjunto del país.
Por más de 40 años los militares fueron la clase dirigente del incipiente estado peruano. Los diversos sectores no pudieron recuperarse de los daños sufridos durante las guerras de independencia. Las minas saqueadas, los ingenios azucareros destruidos y la poca mano de obra (la mayoría había sido reclutada por los caudillos militares) y la disminución de la población esclava fueron los mayores obstáculos que la elite criolla tuvo que afrontar en los primeros años de vida independiente.
Esta situación, que afectaba a toda Latinoamérica, produjo la fragmentación del poder e incluso exacerbó sentimientos separatistas, sobretodo en los departamentos que económicamente no se encontraban tan vinculados a Lima como Cuzco y Arequipa. Como consecuencia de la desaparición del control virreinal, los terratenientes lograron aglutinar grandes extensiones de tierra bajo su dominio. El poder que concentraban estos hombres se hizo extensivo al pueblo o localidad anexos a estos territorios.
En este periodo de inestabilidad política en toda América del Sur, los caudillos jugaron un papel importante como defensores de los límites fronterizos, especialmente en la zona limítrofe con Bolivia, Chile y la Gran Colombia. Es por ello que gran parte del magro presupuesto del estado se destinaba a la compra de pertrechos de guerra.
Otra característica de este periodo fue el clientelaje político que los caudillos tuvieron alrededor de su persona. Militares de menor gradación, comerciantes y algunos extranjeros conformaban su pléyade de funcionarios. Sin embargo, al ser tan inestable su representatividad, esta clientela no dudaba en cambiar de bando si es que sus intereses se veían perjudicados o si es que algún otro caudillo le ofrecía mejores prebendas.
El primer militarismo se caracterizó por las luchas de poder intestinas entre grupos faccionalistas que no permitieron la formación de un estado-nación libre y soberano. La autoridad de estos militares nunca fue resultado de un consenso social o electoral, fue siempre producto de un levantamiento en alguna región económica que se veía perjudicada por las políticas aplicadas desde Lima.
En este periodo fueron presidentes:
1823 José de la Riva Agüero
1823-1824 José Bernardo de Tagle
1824-1826 Simón Bolívar, Antonio José de Sucre
1826 Andrés de Santa Cruz
1827 José de La Mar
1829 Agustín Gamarra
1833 José Luis Orbegoso
1835 Felipe S. Salaverry
1836 Confederación Perú-Boliviana (Dictador: Andrés de Santa Cruz)
1838 Agustín Gamarra
1842 Francisco Vidal, Juan Torrico
1843 Domingo Elías, Domingo Nieto, Justo Figuerola
1844 Manuel Ignacio de Vivanco