El civilismo
Manuel Pardo y Lavalle, hijo del escritor Felipe Pardo y Aliaga, asumió la presidencia el dos de agosto de 1872. Su gobierno representó la primera manifestación civil en la política que no fue eclipsada por alzas caudillescas ni por militares faccionalistas. De igual manera, el gobierno de Pardo encarnó la voluntad política de empresarios, hacendados, banqueros, comerciantes, en pocas palabras la elite peruana, que buscaba una verdadera modernización del país y expresaba su rechazo al militarismo que durante más de 40 años no había logrado hacer del Perú un estado sólido e industrializado.
Pardo fue el candidato de la Sociedad Independencia Electoral, grupo político formado el 24 de abril de 1871 por 114 personas representantes de las elites limeñas y provincianas. La presentación de este grupo político fue en el Teatro Odeón y acudieron, según el diario El Comercio, más de 600 personas, entre obreros, militares, empleados públicos, artesanos, peones, jornaleros, estudiantes, profesores, médicos, hacendados etc., en suma, representantes de la sociedad civil en su conjunto.
La amplia base política que representó la candidatura de Pardo fue la respuesta del sector civil por encontrar un partido que representara sus intereses. El grupo dirigente pudo pensar un proyecto político nacional que, además de representar a las elites limeña y provincianas, pueda realizar las transformaciones estructurales para una efectiva modernización del país.
Manuel Pardo ganó por mayoría las elecciones y asumió el poder en 1872. Se encontró con un país al borde de la ruina, con un forado fiscal casi imposible de pagar y con obligaciones de pago con las principales potencias europeas y con los Estados Unidos.
Sin perder tiempo trató de aplicar una serie de medidas para paliar la fuerte crisis. Cortó de plano todos los gastos militares, redujo el número de efectivos del ejército, suspendió la compra de buques y pertrechos de guerra y nacionalizó las salitreras de Tarapacá.
Aún con estos recortes, los casi 35 millones de libras esterlinas de deuda externa, cuyo pago (dos millones de pesos anuales), no permitía que el poblador común pueda sentir alguna sensación de mejoría económica.
Por otro lado, Pardo se preocupó por la educación. En 1876 promulgó el Reglamento General de Instrucción Pública. Este fue un intento por descentralizar la educación, hacerla más democrática y de alcance nacional. Sin embargo, la realidad era otra. Cualquier intento que realizara en cualquier campo no podría llevarse a cabo de manera efectiva por la falta de recursos.
Para muchos investigadores Manuel Pardo fue la figura política de la segunda mitad del siglo XIX. Sus dotes de estadista y su liderazgo natural hicieron de él un hombre imprescindible en la política peruana. La institucionalidad que tanto pregonaba, la búsqueda de una modernidad basada en el progreso material y sobretodo en la dignidad de conseguirla sobre la base del trabajo de los peruanos y no mediante golpes de estado o guerras fratricidas hizo posible que muchos peruanos se sintieran identificados con su ideología.
Pardo deja el gobierno en 1876 y lo sucede Mariano Ignacio Prado. En 1878, siendo presidente de la cámara de senadores, Manuel Pardo fue cobardemente asesinado en la puerta del Congreso. Así terminaría la vida de uno de los hombres más influyentes del siglo XIX peruano.