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La inquisición
El Tribunal del Santo Oficio fue el encargado de vigilar el estricto cumplimiento de la fe católica en los virreinatos americanos, así como también en los reinos españoles europeos. Esta institución tuvo sus orígenes en el medioevo. Fue establecida por el papado para reprimir las revueltas herejes de los albigenenses, al sur de Francia. En España se estableció en 1478 a raíz de la aparición de ritos paganos y judeizantes. Como parte del fortalecimiento español en el virreinato peruano, la Inquisición fue enviada a vigilar el correcto establecimiento de la fe y que ella no se vea empañada por cultos paganos o por herejes provenientes de algún país europeo (luteranos, hugonotes, judíos, moros, etc.). Los oficiantes del Tribunal llegaron con gran pompa a Lima en 1469. Desde su establecimiento, la Inquisición actuó como un tribunal con amplias facultades para el castigo a herejes o protestantes. En su lucha por conservar la ortodoxia católica actuaron con energía frente a la lectura de libros prohibidos, la práctica de la brujería, quiromancia, sodomía, pederastia, bigamia y judaísmo o islamismo encubierto. Los indios no fueron parte de su jurisdicción, aunque sí pertenecieron a él todos los hombres y mujeres del reino peruano. Hay que anotar que la Inquisición actuó como brazo político del poder monárquico español. Por ejemplo, en sus requisas e investigaciones se dedicaron a eliminar toda literatura relacionada con las revueltas de Cataluña y los países bajos (en búsqueda de su independencia). En otras palabras, el orden político en las colonias también fue tema de gran importancia para el Tribunal del Santo oficio.
Los autos de fe fueron juicios del Tribunal por establecer las prácticas herejes. Tenían un contenido simbólico enorme pues todos los elementos y características del juicio trataban de demostrar el triunfo de la fe católica sobre las prácticas demoniacas. En los 250 años que estuvo presente la Inquisición en el virreinato peruano practicó 40 autos de fe.
A fines del siglo XVIII la inquisición dejó de tener la importancia que gozó en los siglos anteriores. Sus acciones fueron limitadas hasta desaparecer casi por completo en la segunda década del siglo XIX. El tribunal del Santo Oficio terminó sus días en 1820, cuando el régimen liberal español clausuró definitivamente sus actividades en todas sus posesiones y reinos.
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